domingo, 13 de diciembre de 2015

JOHN WICK - de David Leitch y Chad Stahelski



Tan inverosímil como estilizada, tan insustancial como entretenida, esta propuesta de puro cine de acción abandona cualquier profundización para centrarse con energía en el placer visual de los asaltos y tiroteos.


John Wick fue el sicario modélico y mejor capacitado; pero eligió salir de ese mundo por una mujer. Ahora su mujer acaba de morir por una enfermedad y está desesperado. Como único consuelo le queda su Mustang clásico del 69 y un perrito, el último regalo que ella le hizo. Así que cuando el hijo de un mafioso ruso se encapricha de su coche y acaba robándoselo, no sabe en el lío que se ha metido. Para colmo, en el asalto mata al cachorro. Gran Error. John Wick desatará una tormenta de venganza que arrasará con todo. 

Si te pones, la línea argumental nos remite a la excelente "Camino a la perdición", de Sam Mendes, o al western clásico "El último tren de Gun Hill", de John Sturges; pero no se trata de eso. Lo que sigue es un ejercicio de estilo terso y elegante, con potentes coreografías de peleas y asaltos que nos acercan al mundo del cómic. De hecho en muchos planos aparece rotulado el diálogo de los personajes como si de una viñeta se tratara. Los personajes graves e inexpresivos, los diálogos escasos y secos, los escenarios y el microcosmos criminal en el que nos sumerge la historia insisten en una estilización visual realmente atractiva.  

El submundo criminal tiene varios elementos a reseñar. El Hotel Continental que ejerce de santuario para los criminales; y donde tienen prohibido actuar. Los doblones de oro con los se hacen los pagos entre ellos. La brigada de limpieza -remedo del Sr. Lobo en Pulp Fiction- que se contrata al finalizar un asesinato. 

Todo está presentado como un espectáculo de pura acción. Incluso el héroe vengador John Wick aparece aureolado con un carácter casi místico.
-No es lo que hiciste, hijo, lo que me molesta, sino a quien se lo hiciste.
-¿A quién, a un puto don nadie?
-Ese puto don nadie es John Wick. Alguna vez fue nuestro socio. Lo apodan "Baba Yaga",
-¿El hombre del saco?
-No exactamente el hombre del saco. Él es a quien envías si quieres matar al hombre del saco. John es un hombre centrado... comprometido... pura voluntad. 

Keanu  Reeves compone perfectamente a este héroe sufriente (se supone) e hierático, capaz de cabalgar su coche con medio cuerpo fuera y disparando como si fuese un John Wayne redivivo en Valor de Ley. Se agradece la compañía de un grupo de secundarios de lujo como Willen Dafoe, John Legizamo o Ian MacShane como el pulcro gerente de El Continental. 

David Leitch y Chad Stahelski debutan en la dirección tras una larga trayectoria como directores de la segunda unidad para escenas de acción, en películas como Matrix, V de Vendetta o Sherlock Holmes: Juego de sombras. Acompañados por la fotografía de Jonathan Sela (habitual de películas de acción) nos ofrecen lo que mejor dominan: una danza sangrienta y vertiginosa perfectamente coreografiada. El asalto a la casa de John Wick o el de éste a los baños del Red Circle donde se esconde el objeto de su venganza están rodados de forma primorosa. La suma espectacular de un videojuego tipo shooter y un cómic tipo Punisher de Gart Ennis.

Parece que estamos viviendo una revitalación del cine de acción que triunfó en los ochenta. Aunque eso sí, con un nuevo brillo y una cuidada realización. Así los demuestran películas como The Equalizer o Una noche para sobrevivir.

Se ve con gusto (aunque sea culposo).

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