miércoles, 10 de enero de 2018

El GRAN SHOWMAN - de Michael Gracey


EEUU, 2017



¡Qué maravilla!
Una película de las de antes con música de ahora. Un musical desbordante de energía y emoción que igual te hace mover los pies a ritmo, que te produce un nudo en la garganta.

La historia se inspira en la figura de P. T. Barnum, un ambicioso y visionario personaje que desde la miseria de su infancia tuvo el sueño de montar espectáculos de masas. El Circo Barnum & Bailey ya se presentaba en pleno siglo XIX como el Mayor Espectáculo del Mundo. 

P. T. Barnum comenzó comprando una especie de museo de cera y cuando se percató de que le faltaba vida montó un elaborado espectáculo lleno de seres extraños: la mujer barbuda, el hombre más alto del mundo, el más bajo, el más gordo, el hombre lobo, la chica albina o el general Pulgarcito.

Toda una panoplia de seres únicos y extraordinarios que vivían escondidos por sus familias y que Mr. Barnum se empeñó en mostrar al mundo como diversión. Según sus propias palabras, si de todos modos se van a reír de tí, por lo menos que te paguen. Y también, "Todo el mundo adora lo extraño y macabro." Nacía el espectáculo como cultura de masas.



Pero la película no se centra en la historia o reivindicación del circo como entretenimiento popular. Tampoco en el perfil del hombre hecho a sí mismo, el del sueño americano o el de la compleja psicología de un empresario con tintes siniestros capaz de engañar, comprar o utilizar a cualquiera que se pusiese a tiro con tal de conquistar el mundo. La cinta no busca oscuridades, sino pasión por la vida y el éxito; y en ello se centra. Barnum es casi una excusa para acercarnos al musical más clásico. La mezcla nos recuerda innegablemente a la de "Moulin Rouge": escenas montadas como un artificio colorido y espectacular que, mezcladas con potentes canciones pop, nos llevan en volandas hacia un mundo de ilusión.

Y no sólo eso. A la fantasía de convertir los sueños en realidad, la película suma un insólito canto a la tolerancia. De pronto los monstruos se convierten en personas y el mejor tema de toda la película reverbera en tus oídos muchos días después del visionado, This is me ("Así soy yo"): un himno a la afirmación de cada uno en su diversidad, un maravilloso y pegadizo himno a la tolerancia. 

Hugh Jackman es el jefe de pista pluscuamperfecto para este espectáculo colorista y musical. Derrocha carisma, simpatía y saber hacer. Le acompañan Michellle Williams en el papel -muy pobre y desaprovechado- de su mujer, Zendaya como una trapecista cuya raza le cierra las puertas, Zac Efrron como el aristócrata que arriesga su posición y dinero con tal de vivir una vida más plena y una impresionante Keala Settle, como una mortificada mujer barbuda que con su coraje y potente voz nos empuja a superar prejuicios cantando This is me.

El gran showman está repleta de canciones que te hacen bailar y cantar mientras te inundan de energía positiva. La banda sonora es espectacular. Los autores de las canciones de La La Land, Benj Pasek y Justin Paul, repiten con una colección de canciones que tiende a la celebración, como la magnífica "From now on". Ahí está el soberbio dueto de Zac Efron y Zendaya mientras literalmente caminan por el aire, cantado "Rewrite the Stars". O el pegadizo tema "The Other Side", una especie de duelo de saloon en el que Hugh Jackman invita al estirado Zac Efrom a pasarse al otro lado. "Come alive" nos inunda con su magia y Rebecca Ferguson (es la única actriz del elenco que no canta) nos hace imaginar a Adele sobre el escenario cantando el hit Never Enough.

Cada canción nos enardece con una realización que sabe aprovechar el bagaje del director -Michael Gracey- en la dirección de videoclips y anuncios muy musicales. Las coreografías son electrizantes. Los tres números de conjunto que se viven en la pista central del Circo Barnum tienen una energía arrebatadora y, literalmente, te hacen saltar de la butaca. 

Es cierto que la historia peca de convencional, un hombre que lucha contra el statu quo de la sociedad para que le acepten como un triunfador, un tipo que se aprovecha de todo y todos para ascender en el camino del éxito y la aceptación social hasta darse un topetazo que lo devuelve a la realidad, el necesario acto de contrición y vuelta a empezar con valores más acendrados. El hilo de mil películas. 

También es verdad que la psicología de los personajes no va más allá de un par de trazos y los asuntos que apunta (el nacimiento de la industria del espectáculo, la discriminación o el amor interracial sólo quedan esbozados; pero ¿qué quieren? Esto es espectáculo. 
Y quedan ustedes invitados. 

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