sábado, 25 de noviembre de 2017

SATIN ISLAND - de Tom McCarthy















LA ARQUITECTURA
            SECRETA DE LA
                        REALIDAD.-

En su primera novela, Residuos, el protagonista había recibido un impacto en la cabeza y una vez repuesto tendía a mirar por las rendijas de las paredes para intentar ver lo que hay detrás de la realidad. Y en esas sigue este autor único en el panorama literario actual, afilando sus herramientas de aspirante a demiurgo. 


El protagonista de Satin Island es un joven antropólogo -de nombre U.- que después de dedicarse a sesudos estudios académicos es contratado por una empresa multinacional con el reto de escribir el Gran Informe, un documento etnográfico integral capaz de resumir nuestra época. El desafío es abrumador. Los datos aparentes, los códigos escrutables y las claves secretas llegarán a aturdir a U.

"Fue idea de Peyman. Cuando me contrató, mientras me estrechaba la mano para darme la bienvenida a bordo, me miró fijamente y dijo: U., escribe El Gran Informe.
¿El Gran Informe? pregunté, con la mano aún aferrada a la suya; ¿qué es eso?. El Documento, dijo él; el Libro. La Primera y Última Palabra de nuestra época. Además del trabajo que desarrollarás en la Compañía, en realidad te estoy contratando para que lo elabores. Es para lo que servís los antropólogos, ¿correcto?. ¿Podrías explicarte?, pregunté. Bueno, contestó él, soltándome por fin la mano para poder gesticular con la suya; vosotros os ponéis unos caquis, os largáis a alguna jungla, os relacionáis con los nativos, pescáis y cazáis con ellos, cogéis sus fiebres, bebéis brebajes raros fermentados en las bocas de sus vírgenes y demás; luego, al cabo de un año o así, ellos arrastran vuestros fardos y maletas hasta el pequeño embarcadero que conecta su mota de mundo con el grande de cuya existencia conocen algo, si bien sólo como concepto abstracto, como el adulterio para los niños; y, saludando con sonrisas enormes y llenas de huecos, os envían de vuelta a vuestro estudio donde, mudados los caquis por una camisa de algodón y corbata, el licor de saliva por un Twinings, una tisana o un escocés con hielo que el ama de llaves provee sobre una bandeja, escribís el libro: a eso me refiero, dijo. no a un libro: al puto Libro. Escribís el Libro sobre ellos. Recapituláis su tribu. Pronunciáis sus nombre secreto. " pág. 74
El efecto Rosebud. La palabra mágica y sonora cuyas resonancias convocan a toda una época. Uff. 
El fracaso es morrocotudo: "mi exasperación me decía que aquello era imposible". Pero al documentar sus estériles esfuerzos, U. cumple el encargo de un modo fascinante. El libro mismo donde se narran sus vicisitudes se convierte en una reverberación de lo que podría ser El Gran Informe. De hecho sus párrafos están numerados como si se tratara de un informe científico. Las ideas refulgen en cada página y un denso sistema de símbolos empieza a despuntar de un modo casi imperceptible, entre el magma rezumante de la realidad. 
El magma de la realidad por DVEIN

Las conexiones que establece U. entre los más dispares fenómenos pueden parecer azarosas o arbitrarias pero siempre encuentran el siguiente nexo, bien sea con humor y juegos morfosintácticos o con reflexiones sorprendentes. Lo mismo sirve una secuencia aparentemente aleatoria de muertes de paracaidistas, que una serie de meditaciones cazadas al vuelo sobre la belleza de las manchas del petróleo o el flujo del tráfico en una rotonda que identifica con el mismo patrón que el símbolo de almacenamiento en el ordenador y también con el de la serpiente mitológica Ouroboros. Asimismo la forma de cargar los vídeos en internet puede estar preñada de simbología: una raya gris representa la carga pero también se podría ver como nuestra experiencia, ya que sin esa carga previa sería imposible la otra raya, la luminosa que indica el presente, lo que se ve. 

Todo ello aderezado con las teorías de Lévi-Strauss y Malinowski, la entropía, el marketing, el urbanismo, el análisis de sistemas o la teoría de Deleuze sobre el pliegue: "para él le pli, o el pliegue, describe cómo engullimos el mundo exterior, le damos la vuelta y lo devolvemos afuera, formando en el proceso nuestra propia identidad". Satin Island acaba conformando un magistral retrato etnográfico de nuestro tiempo caótico a la vez que hiperconectado. 
N      o             e      s      p     e     r      e      s           m    á    s,          c    o    r     r     e           a           p    o    r         e     s     t     e          l     i    b    r     o.

Decir que este apasionante libro es una novela de ideas quizás no sea suficientemente exacto. Yo la definiría como una novela conceptual. Su narración no se basa en acciones y personajes, "¡Acontecimientos! Si buscáis algo así, ya podéis dejar de leer", nos avisa el autor ya en la página 24; sino en conceptos.

El logo de la Compañía en la que trabaja U. nos ofrece un buen indicio. Se trata de una torre gigantesca desmoronándose. La bíblica parábola de Babel. Su presidente, Peyman, tiene un punto de vista muy particular sobre este mito. 
"Lo que de verdad importa no es el intento de alcanzar el cielo, ni de hablar con el idioma de Dios. No: lo que importa es lo que queda cuando ese intento ha fracasado. (...) Lo valioso de ella es su inutilidad. Su inutilidad le otorga sentido: como símbolo, código, acicate para la imaginación, para la productividad. La primera maniobra de cualquier estrategia cultural, decía, debe ser liberar cosas -objetos, situaciones, sistemas- en el ámbito de la inutilidad." pág 60
¿Está reconociendo la inutilidad del esfuerzo para cumplimentar el Gran Informe o también se refiere a cualquier obra y novela?. Liberando las cosas se mejora su productividad.
Pueden entonces adoptar una nueva forma, un nuevo rol e incluso dotarse de un nuevo contenido. Uff. ¡qué idea tan sugerente!

Esta novela liberada comienza con el narrador varado en el aeropuerto de Turín. Allí mata el tiempo leyendo sobre la famosa sábana santa y observa el mapa de conexiones del aeropuerto que le recuerda a los radios de una rueda. Asimismo es consciente de la nube de pantallas que le inundan con información de todo el mundo: su móvil, su portátil, las pantallas de noticias en cada rincón, otros móviles, más ordenadores y tablets. Todo ello le provoca una sensación de vértigo y náusea que le recuerda -la magdalena de Proust- las sensaciones de niño, cuando iba en bicicleta hacia atrás: "Recordar ahora la maniobra reproducía -en la terminal abarrotada, en mi cabeza y mi estómago- la misma sensación incómoda de que las cosas estaban desincronizadas, dislocadas".
T    o    d    a    v    í    a       e    s    t    á    s       a   h   í       e    s    p    e    r    a    n    d    o       t   u       c   l   a   v   e?        U.     i    s       y   o   u.
Ozymandias en Watchmen

Toda esta secuencia me recuerda a una viñeta del cómic Watchmen, en la que Ozymandias se encuentra ante un panel gigantesco de monitores que cacofónicamente y en directo, le revelan las mil y una facetas del mismo instante, las innumerables situaciones que se producen a la vez y sucesivamente en el mundo. Un mantra que repite el autor en diversas ocasiones: Malinowski dijo "anotadlo todo". Ozymandias percibe el espíritu del tiempo (zeitgeist) y concluye, "war"; U. en cambio no concluye nada. Su misión está destinada al fracaso. Sólo nos puede ofrecer la constatación del mismo. Como hizo Kafka. Su vivencia en un engranaje irreductible a la comprensión, en el que el hombre pinta poco, como mucho a nivel de usuario o simple consumidor.
"En los cincuenta y sesenta, gente como yo comenzó a realizar estudios sobre corporaciones, presentando sus conclusiones en el ámbito académico, para su consagración como conocimiento puro, absoluto. Pero, en algún momento de los setenta y ochenta, las cosas cambiaron; los antropólogos se descubrieron trabajando para las empresas, no sobre ellas. Ese era mi caso. Yo operaba dentro del ámbito de la Compañía. ¿A quién reportaba? A la Compañía. No obstante, era difícil no analizar las propias componendas de la Compañía en clave antropológica. De hecho, era imposible. Se acabaron las agrupaciones, familiares, étnicas y religiosas: las corporaciones las han suplantado como estructura primaria de la tribu moderna. Cuando empleo la palabra tribu no es por capricho; es moderna el término dudoso. La lógica subyacente a la corporación es absolutamente primitiva. La corporación tiene dioses, fetiches, altos sacerdotes y marginados. Tiene sus rituales, creencias y supersticiones, sus remansos de experiencia y artesanía caseras y, a la inversa, sus Incógnitas y Sobreentendidos." pág 56
Y esto nos lleva a la reflexión sobre el papel del protagonista en este mundo empresarial.
"¿Qué hace en realidad un antropólogo que trabaja para una empresa? Proveemos percepción cultural. ¿Y qué significa eso? Significa que desbaratamos la fibra de una cultura (la nuestra), su trama y urdimbre -las situaciones que genera, las creencias que la apuntalan y nutren-, y hacemos partícipe al cliente de cómo puede conseguir una mejor adherencia sobre esa fibra para así poder introducir él su propio y fino hilo de seda en dicho género, bordarlo estratégicamente o adornarlo con una mini-narrativa (una manera enrevesada de decir: vender su producto). pág 34
Esto es lo que mejor sabe hacer U., aportar una narrativa al mundo que le rodea, buscar el patrón. Como el Ozymandias de Watchmen se dedica a esclarecer nexos de la realidad múltiple y cacofónica para acabar convertido en un antropólogo de sí mismo.
"Consideré a fondo la cuestión del campo. En la antropología clásica, hay una rígida distinción entre el "campo" de estudio y "tu medio natural". Al campo se va a investigar, a sumergirse, a veces a gran riesgo personal, en una vorágine de acontecimientos naturales, desordenados. En tu medio natural, los ordenas y controlas; los catalogas, los analizas, los transformas en algo con significado. Pero cuando el objeto de tu estudio está totalmente entrelazado con tu vida y sus ritmos, esta distinción desaparece: ¿dónde (me preguntaba yo repetidamente) termina tu entorno natural y comienza el campo?"pag 36
¿No suena esto como un Principio de Incertidumbre de Heisemberg muy sui generis? U. llega a concebir una Antropología en Presente, donde los etnógrafos ya no buscan el significado de acontecimientos muertos o remotos; sino que se colocan a sí mismos en el centro de su investigación.

"dentro de los acontecimientos y situaciones mientras desarrollaban de un modo inocente, despreocupado y, sobre todo, vivo- sus vidas transformadoras y participativas poniendo el foco en la auténtica sustancia de éstas en cada instante, no como conocimiento futuro sino como instante per se. (...) Entonces el Gran Informe no sería algo pendiente ni completo, del pasado; sería, en todos sus aspectos, ahora. Antropología en Presente." pág 91
Eso es lo que significa Antropología en Presente. Ni más ni menos que los nativos a estudiar ya no son los de Papúa Nueva Guinea o Tahití, sino que "los nativos somos nosotros", sus contemporáneos.
"13.3. Anotadlo todo dijo Malinowski. Apenas si hay un instante de nuestras vidas que no esté documentado. Recorres un tramo de calle y estás siendo filmado por tres cámaras a la vez; e incluso si no es así, el teléfono que llevas en el bolsillo localiza y registra tu posición en cada momento. Cada sitio web que visitas, todo clic que haces, cada pulsación de teclas son archivados: aún si pulsas suprimir, borrar, vaciar papelera, las cosas siguen alojadas en alguna parte, en alguna carpeta o algún enclave, alguna oculta venida del circuito. Nada desaparece jamás. Y como las estructuras de parentesco, las redes de intercambio cuya telaraña nos retiene, nos envuelve, nos crea -redes cuyo cartografiado es la tarea, la raison d´être, de alguien como yo-, esas redes están siendo cartografiadas, esa tarea realizada, por el software que tabula y cruza lo que compramos con quienes conocemos, y lo que compramos, o nos gusta, con los demás objetos que son deseados o comprados por otros a los que no conocemos pero con quienes coexistimos en un patrón de compra o  gustos compartido. Al ponderar estas realidades, un nuevo espectro, una revelación aún más grotesca, se presentó ante mí:  el pensamiento verdaderamente horripilante no era que el Gran Informe pudiera ser inescribible, sino -muy al contrario- que había sido escrito ya. No por una persona, ni siquiera por alguna camarilla perversa, sino sencillamente por un neutro e indiferente sistema binario." que se había dado origen a sí mismo, existía por sí mismo y se perpetuaba a sí mismo." pág 149
¿No suena esta Antropología en Presente a Big Data?  Un caleidoscopio que necesita dotarse de sentido. Una narrativa.
La de esta espléndida novela.





                                                      ▂▂▂♜◐◒⛻◓◑♜ ▂▂▂



P.D. 1.-
La novela no llega a ninguna conclusión. No lo pretende. De hecho el final resulta anticlimático. Hay un impulso creciente hacia las convergencias en el texto, el presagio de un mensaje maestro codificado que se revelará solo si el lector conecta todos los puntos. La revelación que lo explicará todo, se siente, como la presencia de lo divino, tentadoramente cerca, pero siempre fuera de alcance. Que nunca se materialice puede ser el principio de ordenamiento del libro. Todo es sugerencia, chispazos que unen ideas lejanas, sombras que se entreven tras el azogue. Pero siendo nosotros y nuestro presente el objeto del presunto estudio antropológico, me quedo con esta bomba de retardo:
"Lévi-Strauss afirma que, para la tribu aislada que por vez primera entra en contacto con un antropólogo -la tribu que, tras ser estudiada, será diezmada por enfermedades para las que no poseen defensas, posteriormente (si han sobrevivido) convertida al cristianismo y, por último, reclutada por empresas mineras y madereras como fuerza laboral en régimen de semiesclavitud-, la civilización representa nada menos que un cataclismo. Este cataclismo, dice, es el auténtico rostro de nuestra cultura; esa cultura que da la espalda, al menos a nosotros." pág 157


P.D. 2.-
El gran Lévi-Strauss es el héroe de U.:
"Cambiaba de un continente a otro, de una cultura a otra, viajando por agujeros de gusano asociativos hasta que hubo reconstituido el globo entero en un collage de colores, olores y patrones, recurrentes. Especialmente patrones: los diseños pintados en los cuerpos de los miembros masculinos de una tribu; la disposición, concéntrica o congruente o concíclica, de las chozas de una aldea; la simetría o asimetría de los sistemas de castas, sus ritmos transgeneracionales de exogamia y endogamia; él consideraba todo ello partes correlacionadas de sistemas mayores ocultos no sólo tras una sola tribu sino tras la tribu común de la humanidad. Si tuviéramos algún tipo de plantilla con la que poder categorizarlas, razonaba, podríamos establecer un gran modelo de equivalencias. Al describir puestas de sol, veía mallas de vapor iluminado, una completa arquitectura de hebras reflectoras que revelaba a la par que ocultaba la fuerte que yacía tras ellas; le parecía que hasta el paisaje retenía, en sus capas y estratos, una especie de significado maestro del que cualquier capa era una transposición parcial, distorsionada. Esto le fascinaba ¡Significado maestro! ¡Revelación oculta!." pág 43

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