domingo, 3 de septiembre de 2017

VALERIAN y la CIUDAD DE LOS MIL PLANETAS - de Luc Besson

Entretenida película de aventuras galácticas que no logra remontar el vuelo por un tono excesivamente infantil, reflejado en secuencias enteras montadas como un simple videojuego, y en una historia de amor entre los protagonistas realmente tontuela.

Tiene un par de secuencias magníficas, como la presentación inicial con la Estación Espacial Internacional creciendo y expandiéndose mientras el comandante va recibiendo a visitantes cada vez más extraños y lejanos. O el rescate de Grumpy entre los callejones y antros de un mercado virtual. Grumpy es un simpático bichito capaz de reproducir centenares de copias de cualquier cosa que se trague y está prisionero de un animalote grasiento, al estilo Jabba el Hutt, quien lo está ofreciendo al mejor postor. El resto de secuencias parecen un cúmulo de postales animadas que parecen buscar el más difícil todavía. 

Los títulos de crédito incluyen un homenaje a David Bowie, con su conocido tema "Space Oddity", y sirven para trasladarnos hasta el siglo XXVIII donde Valerian (Dane DeHaan) y Laureline (Cara Delevingne) forman un equipo de agentes espacio-temporales con la misión de descubrir qué se esconde en el corazón de la asombrosa Alpha, la Ciudad de los Mil planetas. Este conglomerado espacial en constante expansión, sirve de punto de encuentro entre razas y especies de todo el universo que conviven y comparten conocimientos; pero en su recóndito centro hay una zona oscura de donde ninguna expedición ha regresado con vida. 

La película se ve con gusto por el mimo con que Luc Besson se ha acercado al universo visual de Valerian: planetas remotos, naves de todo tipo, callejones y ciudades de abigarrado y exótico aspecto por donde pululan cientos de razas alienígenas a cual más extraña e insólita. La película es excelente a nivel visual pero falla en el guión y en la elección del actor principal. Se supone que Valerian es joven pero con un gran bagaje de habilidades y experiencias como policía intergaláctico; pero Dane Dehaan aparece demasiado aniñado. Me recuerda a Luke Skywalker, pero éste imberbe jovenzuelo era creíble porque no dejaba de ser un simple padawan.

Desde niño, Luc Besson ha estado fascinado por los cómics de Valerian, obra de Pierre Christin y Jean-Claude Mézières que empezaron a publicarse en 1967. Ese universo desbordante de imaginación ya lo utilizó como inspiración en El Quinto Elemento (donde Mezières trabajó como asesor). En esta nueva película adapta la aventuras narradas en dos de los volúmenes de la saga: El imperio de los mil planetas y El embajador de las sombras. 

Los cómics de Valerian son un clásico y extienden su influencia hasta la original Star Wars, por mucho que George Lucas nunca lo haya reconocido: la nave de Valerian y el Halcón Milenario son muy semejantes, en el volumen On the False Earths (1977) interviene un ejército de soldados clonados, aunque sin armaduras; también a Valerian -como a Han Solo- lo atrapan prensándolo en un bloque de plástico. Hasta el icónico bar de Star Wars donde se solazan todo tipo de razas alienígenas fue visitado años antes por Valerian y Laureline. 

En este 2017 se celebra el 50 aniversario del nacimiento de la saga que fue publicada a lo largo de más de 40 años y que Norma Editorial tiene recopilada en siete estupendos tomos integrales. Con motivo del estreno de la película, esta editorial acaba de publicar el tomo Valerian y la ciudad de los mil planetas que recopila los dos álbumes en los que se basa. 

La película  destaca por la enorme variedad de mundos y razas que concita: los Pearls, una raza pacífica y feliz que vive en perfecta armonía con su medio ambiente hasta que la guerra amenaza con exterminarlos. Los Doghan Daguis, unos simpáticos caradepatos que hablan 8000 idiomas, trafican con información y comparten un mismo cerebro de tres en tres. La cantante Rihanna también luce espectacular como glamópodouna stripper multiforme capaz de adoptar cualquier aspecto para cumplir las fantasías sexuales de los hombres. Además de otras docenas de bestias alienígenas, paisajes deslumbrantes, mundos submarinos, sórdidos tugurios, robots asesinos y misterios sobre razas perdidas.



Pero todo ello no es suficiente para convertirla en una película memorable. Los protagonistas apenas tienen entidad, el malvado (interpretado por Clive Owen) parece un simple Gargamel y todo el exotismo y desbordante imaginación muestran poco espesor y ninguna oscuridad. Y esto a pesar de tocar asuntos tan trascendentales como el genocidio de una raza, la convivencia pacífica de centenares de culturas o la inmigración ilegal: el personaje de Rihanna llega a exclamar, "no existes si no tienes papeles". La película pasa por ellos de puntillas. 

Finalmente, me llama la atención que en esta ebullición de razas, la humana siga manteniendo el cetro de inteligencia dominante, haciéndose cargo tanto del gobierno como del ejército.

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