martes, 16 de mayo de 2017

PLAN de FUGA - de Iñaki Dorronsoro

España, 2017


A palo seco.
Así nos muestra Dorronsoro esta operación de un infiltrado en un grupo criminal del Este que planea un gigantesco atraco a un Banco importante. Mientras tanto, el jefe del departamento de Robos de la policía, Luis Tosar, intenta anticiparse a la banda.

La película está muy bien construida en tres partes. En la primera conocemos los entresijos de la banda criminal y accedemos a los preparativos del atraco. En el centro se profundiza en los personajes, sobretodo la historia del infiltrado Víctor (Alain Hernández) con un amigo conocido como Rápido (Javier Gutiérrez). De jóvenes fueron pendencieros y Rápido se comió el marrón de la cárcel sin delatarle. Ahora necesita ayuda y Víctor está dispuesto a pagar su deuda. Demasiados frentes abiertos. Por eso la tensión se masca.
La tercera afronta el desenlace con la ejecución del robo; pero no como estaba planeado. 


La cinta tiene muy buena factura técnica y la narración se centra en la acción. Los planos duran sólo lo preciso. Las miradas se cruzan muchas veces diciéndolo todo sin palabras. La película maneja una historia interesante que se salva de caer en los tópicos del cine de atracos. Aunque quizás peque de esquemática. Le falta un poco de contexto social y sobre todo cierta aura trágica o desesperanza. La pizca que hay presente la aporta Javier Gutiérrez con una interpretación más que notable de un amigo derrumbado; pero le falta al personaje de Alain Hernández, que peca de hierático, cuando es quien soporta toda la trama.
La escena del bar entre los dos amigos que buscan reconciliarse, marca el punto álgido del drama. Ambos se atisban perdedores; "traes un letrero en la frente que pone ´no tengo nada pa tí´", le espeta con amargura Rápido. Necesitan un golpe de timón para apurar sus opciones. Esto será lo que marque el desenlace. 

Claro que el tema ya ha sido visto: policías, ladrones, bancos y exmilitares del este; pero Plan de Fuga ofrece su forma de narrar, muy seca; el personaje (un infiltrado que se mueve en una zona moral muy pantanosa) y sobre todo, una deuda de amistad que acabará precipitándolo todo. El conjunto se beneficia de una ambientación muy conseguida y una narración con mucho ritmo; sin tiempos muertos. Destaca asimismo la banda sonora de Pascal Gaigne que aporta tensión y refuerza con brío las imágenes.

El plan de fuga del atraco acaba resultando una metáfora del plan de fuga de Rápido. Él necesita huir de la vida que arruinó la cárcel y su amigo Víctor necesita sanar del sentimiento de culpa que contrajo. Ahora él es policía y los dos juegan en el bando equivocado. 



Cuando el director pensó en una de atracos tenía muy claro que "los terceros actos, esos últimos treinta minutos de un largometraje, son especialmente delicados para la satisfacción del espectador. Una buena resolución del atraco era vital y para ello nada mejor que estudiar la realidad."
Pues conseguido. Espectador satisfecho y película muy entretenida.

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