jueves, 27 de abril de 2017

LA CIUDAD en BLANCO/NEGRO - por Muñoz / Sampayo




Hace veinte años leí mi primera aventura de Alack Sinner. Llegué a él atraído por el aroma de relato negro y criminal. Tengo que reconocer que mi primera aproximación persiguió la trama sobrevolando las viñetas. Pero cuanto más leo a Sinner, el capítulo gráfico aumenta su relevancia. El dibujo resulta un componente inexcusable en el álbum y enormemente significativo.



Con el paso del tiempo y el avance de las historias, Muñoz estiliza cada vez más las figuras y simplifica el trazo. Las figuras se hacen más expresivas y el dibujante logra una poderosa síntesis entre la trama y las imágenes, de tal modo que muchas veces la narración fluye simplemente a través de unas viñetas con un poderoso contraste. 


Al comienzo de "Chispas" Alack reflexiona: "Mi ciudad es como una caja de sorpresas, un jardín de las delicias". Recordemos que El Jardín de las Delicias de El Bosco es realmente la tabla central del famoso tríptico. Situada entre el cielo y el infierno, representa la vida humana sucumbiendo a todo tipo de vicios y pecados capitales, encarnados por una oscura simbología plagada de animales fantásticos. Tanto en su conjunto como en detalle escenifica un espacio opresivo y angustioso, tal y como Muñoz ha materializado la "ciudad sombría" de Alack Sinner, Nueva York.

























Es una constante en la narrativa de Muñoz que mientras los protagonistas dialogan en un interior, la viñeta ponga el foco en la calle.





Las calles son el reflejo de la sociedad y la época. Vemos putas, macarras y yonkis, malos tratos, manifestaciones religiosas, políticas y del ku-kux-klan. También aparecen carteles, periódicos, tv y radio.




El ambiente social queda retratado con buenas dosis de humor negro, crítica y hasta surrealismo. La viñeta inferior pertenece al episodio Conversando con Joe, cuando Alack está contando su salida de la policía en medio de una campaña de brutalidad policial. Pero no son policías los que están deteniendo a un pobre ladronzuelo. 



























Los propios autores hablan de la época de líneas y la época de manchas en el grafismo de su historia; pero lo que es indudable es que el dibujante consigue en pocos episodios un estilo muy personal y una gran maestría. La líneas y las pinceladas son de gran precisión y expresividad logrando un poderoso impacto artístico y visual.







Cabe subrayar el gran homenaje que Muñoz rinde al Guernica de Picasso en el episodio Constancio y Manolo, donde el abuelo vasco rememora el ignominioso bombardeo durante la Guerra Civil. Lo hace además, apropiándose soberbiamente, de los códigos picassianos para su propio relato.

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