viernes, 28 de abril de 2017

ALACK SINNER - de Muñoz/Sampayo


Salamandra es la culpable. -respondió el sujeto. 
Esta editorial ha sacado un tomazo con todas las aventuras de Alack Sinner y yo, que conocía sólo unas cuantas, he caído en ese pozo negro y criminal del que no he podido salir hasta concluirlas. Cinco días de vacaciones memorables. 

Alack Sinner es un expolicía de Nueva York que ejerce de detective privado, y en algunas temporadas hasta de taxista, en esa "ciudad oscura". Su primera aventura, El caso Webster, data de 1974 y la última, El caso USA, de 2006. El cine negro y la novela criminal son los códigos sobre los que se asienta este monumental cómic, pero Carlos Sampayo (guionista) y José Muñoz (dibujante) no se quedan ahí. En las primeras entregas se aprecia una clara influencia de Dashiell Hammett, Sinner es un Philip Marlowe que en El caso Fillmore o El caso Webster desenreda los crímenes de los ricos por cuestiones de herencia o de psicosis. 
Alack charlando con John Smith III en Viet-Blues

Pero según pasan los números, se inicia un viaje sin retorno hacia un drama urbano intimista, centrado en la profundización psicológica del personaje y en una feroz crítica social señalando al racismo, la corrupción política o la injusticia en todas sus vertientes. Ya en el volumen Viet-Blues, Alack se centra más en ayudar a sus amigos que en los típicos casos. Tan es así que aquí encontramos uno de los casos más breves de Sinner. Dura sólo dos viñetas:
   "Por la tarde recibí la visita de un grupo de compradores de cuadros que creían haber sido estafados.
-Pensamos que todos los cuadros son falsos.
Querían que investigara si cierto marchante tenía un laboratorio para falsificarlos. Antes investigué acerca de ellos: eran compradores (a sabiendas) de cuadros robados. Y el famoso marchante, a su vez un encubridor...¿quienes robaban las pinturas? No era asunto mío. Una llamada anónima a la policía y abandoné el caso."
No quiere el detective desviarse de ayudar a su nuevo amigo, el joven músico negro John Smith III.

A partir de Encuentros y reencuentros (1981) definitivamente Sinner ya no es un detective, sino una persona en busca de su propia identidad, que hurga en su pasado y reflexiona en su presente. Recordemos que Alack en sajón quiere decir "¡Ay de mí!" y Sinner en inglés se traduciría como "pecador".

En una entrevista con Eddy Devolder, Muñoz le declara: «Alack Sinner nació de nuestra fascinación por los personajes melancólicos, tiernos y nocturnos. Está moldeado con estereotipos y frases hechas, extraídos de recuerdos de novelas y películas policíacas.»

Las aventuras de Alack Sinner se desarrollaron durante más de treinta años (1974-2006). Inicialmente se publicaron por entregas, entre 1974 y 1977; hasta que los autores dieron un descanso al personaje, para afrontar nuevas series como Sophie e Historias del Bar, en realidad ramificaciones de la primera, con cameos del propio Sinner e incluso de alguno de sus personajes. Retornaron al detective en 1981 con un largo relato de 96 páginas, Encuentros y reencuentros. Y con varios paréntesis intermedios dieron a las prensas Nicaragua (1986), El final de un viaje (1989-1992), Historias privadas (2000) y El caso USA (2006).

Este recopilatorio presenta varias ventajas. La primera y mejor es apreciar la asombrosa evolución no sólo del carácter, sino de la fisonomía e incluso del impulso vital de Alack Sinner. Esto es posible porque los autores se saltaron una de las reglas no escritas de la novela negra: el personaje no envejece. Alack Sinner sí. Cumple años y envejece hasta llegar a ser abuelo y necesitar antiparras. También las historias evolucionan. Van liberándose, perdiendo el carácter narrativo convencional en favor de una narrativa que reproduce el caos de la mente de Sinner, volcado en unas viñetas de carácter onírico y grotesco, con unos habitantes muchas veces deformados hasta el surrealismo.

Otra regla no escrita que se saltaron los autores fue que sacaron a su antihéroe orinando y vomitando, motivo de escándalo en su época. Aunque lo que de verdad hace con asiduidad este detective es beber de lo lindo y recibir golpes, hasta conformar ese rostro entre Richard Burton y Charles Bronson, parecido a "un balón de fútbol magullado."

El tomo ordena las aventuras no por orden de aparición, sino según la cronología vital de Alack Sinner. Así comenzamos por ver sus últimos actos como un joven policía y sus primeros como detective privado: "Indagar significa siempre penetrar en mundos en los que no nos han invitado, y encontrar personas a quienes nuestro oficio ofende e irrita".

Esta evolución personal del detective corre pareja con la de los tiempos que le toca vivir. Las cambiantes épocas quedan reflejadas en las viñetas y no precisamente como un simple telón de fondo: la brutalidad policial de los 70 (Conversando con Joe), las consecuencias de la guerra de Vietnam (Viet-blues), el escándalo de Reagan y la contra nicaragüense (Nicaragua), la razzia de G.W. Bush contra Sadam o los atentados del 11-S (El caso USA), están engarzados en el meollo de las historias.

José Muñoz ha declarado: "Alack Sinner es una mezcla de recuerdos de Sampayo y mío, de cosas que hemos vivido y leído, pero también de nuestra pretensión sobre la dignidad del hombre, de nuestras ambiciones morales y económicas. Alack Sinner no está muy politizado, pero, a diferencia de muchas personas que sí lo están, es un tipo con moral, animado por el deseo de ser honesto, un defecto que se entiende en todos los países del mundo."

De modo que la personalidad de este detective dese
ngañado es uno de los grandes atractivos del cómic. Los otros dos son un dibujo personalísimo de Muñoz -con grandes dosis de expresionismo-  y una crítica social que transcurre por los temas de candente actualidad según la época.


Dos características muy propias del bagaje de un detective adornan a Sinner. Se apoya en un colega que tuvo en la policía -el teniente Martínez, a quien salvó la vida en Vietnam-, aunque se pasan la vida regañándose e incluso se llegan a pegar.
"-El idiota eres tú y estás borracho.
-¿Borracho yo? Hace tiempo que tenga ganas de sobarte la boca con los puños.
-Por fin estamos de acuerdo en algo, amigo ¡Toma!
-El combate apenas duró 15 segundos. Ambos nos dormimos. Me había costado, pero Nick iba a pedir una semana de permiso para ayudarme en el asunto."
Y por supuesto cualquier ocasión es buena para dejarse caer por el bar de Joe. Alack es un tipo lento, pesado y duro como un bulldog. Su lengua es afilada y sarcástica: "¿Cómo está Mr. Sinner? -Depende de la humedad." Es honesto pero cínico; misántropo y solitario pero defensor de los desvalidos. Ya en su segundo caso, El caso Webster, nos confiesa: "Todos tenemos en nosotros mismos a nuestro peor enemigo".

No faltan entre sus aventuras casos típicamente detectivescos. El caso Fillmore, El caso Webster, Él, que es todo bondad, Chispas y El caso USA lo son. Pero siempre atravesados por sus cuitas personales y el apunte sobre la sociedad que lo rodea. El episodio Constancio y Manolo comienza con un "Nunca me he fijado en mis vecinos", para dejar que éstos se apropien del relato. 

En esta aventura se manifiesta otra de las características de Sinner, la tristeza. Enfer es la prostituta negra con la que suele acostarse. Ambos coquetean con el amor, finalmente ella se declara enamorada y por lo tanto le deja. ¿Por qué? se resiste Alack. "Por tu tristeza", le espeta Enfer. 

Sinner deambula por la ciudad, siempre apesadumbrado. "No tenía un motivo claro para hacer algo, y menos aún ganas de trabajar. ¿Por qué se me ocurrió caminar por Harlem?". Así comienza Viet-blues. Ayuda a todo el que puede, a John Smith III, el joven músico que conoce en Harlem; a sus vecinos los Aguirre, vascos exiliados cuyo abuelo sobrevivió al bombardeo de Guernica; a Jorge, un sindicalista nicaragüense del puerto. Pero todo siempre sale mal. El mundo le puede. Sinner siempre es vapuleado. No encaja. Consciente de la corrupción y la injusticia que le rodea no se revuelve contra ellas, no es un revolucionario. Impotente ante la injusticia, se convierte en un estoico, un hombre común, solitario y amargado.
"Llegué cansado a casa. Nadie me esperaba.
Sentí un ingenuo deseo de ducharme. Pero los pensamientos no se iban con el agua. Todo lo sucedido quedaba en mí, amargándome"
Se mueve por una ciudad donde no encaja. Un blanco entre los negros, un anglosajón entre los latinos: un desplazado. 


Hacia la mitad del volumen de Salamandra Grafics aparece el relato "Ciudad oscura", una aventura donde ya la ciudad se apropia de la historia con un Alack Sinner convertido en taxista. Es en este relato donde se aprecia la poderosa y contradictoria trabazón que une al personaje con su ciudad. "Cuanto más violenta se pone la ciudad, más me gusta. Es un sentimiento contradictorio que me permite vivirla, respetar sus códigos, no esperar más respuestas que las que pueda darme. Acompañé a Enfer hasta su casa. Volví a la mía. Echaba de menos mi soledad."

Una soledad sitiada por una ciudad abigarrada, convulsa y violenta, -"¡Qué ciudad! para vivirla habría que eliminar la capacidad de sorpresa!". Del mismo modo abundan las viñetas donde los transeúntes, las noticias de la radio, TV y periódicos nos sumergen en el momento histórico o político de la aventura. Como esta fantástica página que antecede a la viñeta donde Sinner se despierta con la noticia de la muerte de Lennon pegada en la ventana.

Alack Sinner conforma a su alrededor todo un ecosistema vital -los mismos personajes aparecen y desaparecen a lo largo de su vida- cruzado por mil vectores. Puedes analizarlo siguiendo 
las guerras, 
en Constancio y Manolo se evoca la 2ª Guerra Mundial y sobre todo el bombardeo de Guernica. En Viet-Blues, la guerra de Vietnam, en Rehenes el ataque a Pearl Harbour, en Nicaragua, la contra sandinista, en Historias Privadas la guerra de los Balcanes y en El caso USA, la guerra del Golfo y los atentados del 11-S.

o las músicas 
(no olvidemos que Sampayo es crítico de jazz), su comienzo como detective Conversando con Joe está amenizado con Cheryl blues, de Charlie Parker que Alack pincha reiteradamente en la gramola. En Encuentros y reencuentros suena "United" de Wayne Shorter, mientras que John Smith III llega a tocar con Gato Barbieri...casi cada episodio tiene su banda sonora.










Wayne Shorter suena en Encuentros y Reencuentros


Dory Previn cantando "Brando" en Constancio y Manolo










En Chispas suena Bye, bye Blackbird, de Charlie Parker


Muchas son las cosas admirables que tiene Alack Sinner. 
La densidad que cobran sus relatos. 
Item 1.- En "Constancio y Manolo" está el joven vasco con el negocio del boxeo y sus mafias, las calles con los carteles de las elecciones Carter-Reagan, el vecino dominicano que siempre está borracho y aporreando la puerta que no quiere abrir su mujer, los recuerdos del abuelo de Manolo sobre el bombardeo de Guernica....
Item 2.- En La vida no es una historieta, baby...”, Alack es contratado por el dueño de un diario para investigar una fuga de información política en la que terminan implicados los servicios secretos de EEUU. Pero el episodio cobra un nuevo y magnífico significado cuando los propios autores aparecen como personajes en esa Nueva York de Alack Sinner, para documentarse. El círculo se cierra cuando allí conocen a Alack Sinner y le confiesan que tiene el mismo nombre y profesión que un personaje suyo y por supuesto le acompañan en el caso. Lo mejor es la paradoja que se produce al actuar los autores como unos verdaderos pardillos y ser el propio Alack quien les oriente en esa nueva realidad.

Item 3.- En "El caso USA" se enredan el pasado de Alack, en la figura de una antigua amiga que le pide ayuda, su propia familia, varios mafiosos enfrentados y varias agencias de seguridad nacional. Casi ná.
Su esplendor oscuro y turbador




























Su sostenido compromiso político e ideológico.
Ya aparece en el primer episodio, Conversaciones con Joe, cuando Alack refiere su época de policía y recibió la visita del superintendente, para recalcarle la importancia de plegarse a "la realidad" de la corrupción:
"...me hace preguntarme: ¿Se trata de un ingenuo mongoloide o de un simple hijo de puta?... Es sólo curiosidad, yo no soy quién para juzgarle...Únicamente le pido que abandone su actitud. Le parecerá ridículo que se lo pida yo personalmente. Llevo 40 años en la policía y tengo un limpio expediente ¿sabe por qué? Porque siempre he aceptado la realidad."
Y llega hasta el último episodio, El caso USA, cuando Sinner expone una conversación entre Altos Representantes de la Seguridad Nacional.
"Interesante lo de los suicidas. Una nueva tipología de terrorismo. Debemos empañar esta información, simplemente...Al menos por ahora. Hay 15 agencias en este país, todas de un patriotismo indiscutible. Unas opinamos que la estabilización es el camino justo. Otras piensan que el caos crea movilidad ¿cómo explicarlo? Social y económica." 
"A propósito, ¿Como están tus acciones de petróleo? -A la espera. Puedes comprar. Subirán como la espuma."

Imposible comentar todo lo que nos ofrece Alack Sinner.
Mejor es leerlo y disfrutarlo.

jueves, 27 de abril de 2017

LA CIUDAD en BLANCO/NEGRO - por Muñoz / Sampayo




Hace veinte años leí mi primera aventura de Alack Sinner. Llegué a él atraído por el aroma de relato negro y criminal. Tengo que reconocer que mi primera aproximación persiguió la trama sobrevolando las viñetas. Pero cuanto más leo a Sinner, el capítulo gráfico aumenta su relevancia. El dibujo resulta un componente inexcusable en el álbum y enormemente significativo.



Con el paso del tiempo y el avance de las historias, Muñoz estiliza cada vez más las figuras y simplifica el trazo. Las figuras se hacen más expresivas y el dibujante logra una poderosa síntesis entre la trama y las imágenes, de tal modo que muchas veces la narración fluye simplemente a través de unas viñetas con un poderoso contraste. 


Al comienzo de "Chispas" Alack reflexiona: "Mi ciudad es como una caja de sorpresas, un jardín de las delicias". Recordemos que El Jardín de las Delicias de El Bosco es realmente la tabla central del famoso tríptico. Situada entre el cielo y el infierno, representa la vida humana sucumbiendo a todo tipo de vicios y pecados capitales, encarnados por una oscura simbología plagada de animales fantásticos. Tanto en su conjunto como en detalle escenifica un espacio opresivo y angustioso, tal y como Muñoz ha materializado la "ciudad sombría" de Alack Sinner, Nueva York.

























Es una constante en la narrativa de Muñoz que mientras los protagonistas dialogan en un interior, la viñeta ponga el foco en la calle.





Las calles son el reflejo de la sociedad y la época. Vemos putas, macarras y yonkis, malos tratos, manifestaciones religiosas, políticas y del ku-kux-klan. También aparecen carteles, periódicos, tv y radio.




El ambiente social queda retratado con buenas dosis de humor negro, crítica y hasta surrealismo. La viñeta inferior pertenece al episodio Conversando con Joe, cuando Alack está contando su salida de la policía en medio de una campaña de brutalidad policial. Pero no son policías los que están deteniendo a un pobre ladronzuelo. 



























Los propios autores hablan de la época de líneas y la época de manchas en el grafismo de su historia; pero lo que es indudable es que el dibujante consigue en pocos episodios un estilo muy personal y una gran maestría. La líneas y las pinceladas son de gran precisión y expresividad logrando un poderoso impacto artístico y visual.







Cabe subrayar el gran homenaje que Muñoz rinde al Guernica de Picasso en el episodio Constancio y Manolo, donde el abuelo vasco rememora el ignominioso bombardeo durante la Guerra Civil. Lo hace además, apropiándose soberbiamente, de los códigos picassianos para su propio relato.

miércoles, 26 de abril de 2017

JOHN WICK: Capítulo 2 - de Chad Stahelski


Un gin-tonic tiene su justa medida. John Wick 1 fue un gran cocktail. John Wick 2 está aguado. Sus creadores se han ofuscado con las burbujitas de los tiroteos y las peleas y las han acumulado hasta la extenuación. John Wick 1 tenía alma (de metal y pólvora) y capacidad de sorpresa. John Wick 2 es un ejercicio mecánico. Una versión expandida que se pierde por repetitiva.

Es verdad que la saga brilla por su desnudez argumental. La mirada entre el perro y su dueño o el duelo brutal pero respetuoso entre John Wick y sus contrincantes ("el puñal está clavado en la aorta, permanece quieto y vivirás", le dice a uno de sus mejores antagonistas), es lo que podemos llevarnos a la boca. Aunque quizás el mejor duelo es el único donde no se dispara, el que tiene lugar en un espectacular jacuzzi  para asesinar a Gianna D´Antonio (Claudia Gerini).

Tampoco se exige más. Se supone que la película es una catarata de persecuciones, tiroteos y atropellos. Pero John Wick 1 tenía entrañas, mientras que John Wick 2 es superficial, se regodea en el exceso. 


John Wick 1 tenía el acierto (y la novedad) de presentar un héroe casi místico (Baba Yaga), en John Wick 2 se gasta todo su carisma en innumerables tiroteos hasta convertirlo en calderilla. 

El hallazgo de la liturgia de un santuario como El Continental se ha pretendido extender y ampliar con un somelier (de armamento) y un sastre italiano (para un traje antibalas). Qué lástima. Una simple imitación de la genial Kingsman. Además con el traje antibalas se ha perdido cualquier atisbo de verosimilitud. A John Wick le pueden estar disparando diez tipos a la vez, a menos de dos metros de distancia y salir indemne. De pronto es increíblemente invulnerable. Más calderilla.

Que haya más tiroteos y más persecuciones no significa que sea más espectacular o genere mayor tensión. Al contrario. Las escenas de tiroteos resultan interminables.



Se pueden encontrar leves atractivos en la cinta, como el apunte de la Gran Mesa, con 12 sillas, donde se sientan las Mafias que controlan el mundo o la inmensa banda de mendigos que controlan el submundo de Nueva York y están regidos  por Bowery King (Laurence Fishburne)

Aunque al final con lo que nos quedamos de verdad es con los espectaculares escenarios que luce la película: Roma (con un nuevo hotel Continental regido por Franco Nero, el Grand Hotel Plaza), escenas en las Termas de Caracalla o frente al Altare della Patria y las secuencias rodadas en la Galleria Nazionale Arte Moderna. 

También luce muy bien la nueva estación del World Trade Center, de Calatrava y el metro Place-des-Arts de Montreal. A lo que hay que añadir una abigarrada escena de tiroteos rodada en un laberinto de espejos montada en estudio.

Como se ve, sólo resalta lo accesorio.




lunes, 24 de abril de 2017

LA CASA del FIN de los TIEMPOS - de Alejandro Hidalgo

Venezuela,2013

Con elementos mínimos y escaso presupuesto, Alejandro Hidalgo ha logrado un película redonda gracias a un guión muy bien armado, tan complejo como original. Un rompecabezas sorprendente.

Una familia habita en una vieja mansión colonial y una noche se producen una serie de extraños acontecimientos. Unas presencias fantasmales casi vuelven loca a Dulce, la madre, que acaba asesinando a su marido para proteger a su hijo. A pesar de ello no logra evitar que éste desaparezca como absorbido por la oscuridad de la casa. 

Como consecuencia de ello, Dulce es detenida y sentenciada a 30 años de cárcel, al cabo de los cuales regresa a la mansión donde volverá a vivir una noche de pesadilla, en una especie de réplica de aquella otra quimérica noche.

Ruddy Rodríguez, actriz curtida en las telenovelas, soporta con solvencia el grueso de la función, mientras que Alejandro Hidalgo, maneja con inteligencia todos los tópicos del género de terror y casas encantadas, para darle una vuelta de tuerca más, al incorporar una serie de sorprendentes paradojas temporales. A medida que la trama avanza, se mezclarán el presente, el pasado y el futuro de unos personajes que, sin entender nada, estarán prisioneros en un bucle tenebroso.

Hidalgo ejerce de director, guionista, montador y productor de esta casa espectral que se activa con puntualidad todas las noches del 11/11, a las 11 horas y 11 minutos.

Quizás abusa un poco de los sustos provocados por las subidas repentinas de volumen; pero en general el director logra un clima de tensión claustrofóbico, jugando con los pasillos y las puertas de la mansión, como si de un laberinto espacio-temporal se tratase. 

A pesar de esta complejidad, el relato traza con mucha solvencia el camino de las distintas líneas temporales, apoyándose en los distintos puntos de vista de la misma escena y en un objeto aparentemente inane; una perla que viaja en el tiempo mientras los personajes se la pasan unos a otros como amuleto protector.  
Sorprendente y original.


lunes, 17 de abril de 2017

LA NIÑA del FARO - de Jeanette Winterson

Editorial Lumen, 2015










La niña del faro es un libro "mitad piedra preciosa y mitad pirata" como se define a sí misma Silver, la niña protagonista, una huérfana que es recogida por el ciego Pew, encargado del faro en el Cabo de la Ira, Escocia. 
"Tú no eres como los demás niños -decía mi madre-. Y si no puedes sobrevivir en este mundo, mejor será que te construyas uno propio". pág15.
¿Hay mejor consejo para la vida?

El siguiente jalón que ayuda a Silver a conformar su mundo es Pew, el farero ciego. Un maestro que en su oscuridad ofrece luz, que sin moverse del faro refiere el mundo, que sin familia ni amigos es capaz de tejer alrededor de la niña una multitud de historias capaces de orientarla en los embates de la vida y defenderla de la soledad. Con él aprenderá a llenar su vida con historias redentoras.

"-Eso es otra historia -dijo-, y si aprendes a contarte a ti misma como si fueras una historia no te parecerá tan terrible.
-Cuéntame una historia y no me sentiré sola. Háblame de Babel Dark."pág 33
El libro es vitalista y mágico. Como la mirada asombrada de una niña que se asoma al mundo y escucha de todos sus seres y sombras extraños destinos.
Silver navega entre los aprendizajes de la señorita Pinch y los de Pew. La primera le ofrece un mundo oscuro, de negación y falta de esperanza.
"A la señorita Pinch no le gustaba decir "sí". Era una de esas personas para las que "sí" es siempre una admisión de culpa o de fracaso. "No" era poder." pág 26


"Peligroso. Impredecible. Amenaza.
El mundo según la señorita Pinch." pág25
Faro de Neist Point (Escocia)

Pew en cambio es una especie de mago ciego que se encarga de darle luz a los demás, que entre las sombras y la soledad del faro le hace vivir a Silver historias que se convierten en asideros por donde escalar a la vida adulta.
Para Pew cada faro no es que tenga una historia, sino que "cada faro era una historia y que los destellos eran las historias lanzadas al mar por encima de las olas a modo de señal, guía, consuelo y advertencia." pág 45
La novela está divida en tres partes. La primera narra la desgraciada vida de la huérfana hasta asentarse en el faro. El segundo tercio es una explosión de historias y referencias; aunque prima la historia de Babel Dark, el hombre que tenía dos vidas y una noche le dijo a Pew, "me he convertido en un extraño en mi propia vida". En el último tercio Silver vuelve a estar sola. Los ordenadores y la automatización les han expulsado del faro y Pew ha desaparecido.

En realidad todo el libro da vueltas al asunto de cómo afrontamos la vida y forjamos nuestro destino. Cómo los miedos no hacen caminar sólo por túneles, cómo el engaño nos hace infelices y, sobretodo, cómo la vida es un constante vaivén, a veces tempestuoso, en el que hemos de saber navegar.  Las historias son un aprendizaje para la vida. 
"Puedo enseñarte (sí, a cualquiera) para qué sirven los instrumentos, y la luz destellará cada cuatro segundos como lo ha hecho siempre, pero tengo que enseñarte a mantener viva la luz. ¿Entiendes lo que eso quiere decir?
-No, no lo entendía.
-Las historias. Eso es lo que tienes que aprender. Las que yo sé y las que no sé.
-¿Cómo puedo aprender las que no sabes?
-Cuéntalas tú misma." pag 44

El libro es una permanente conversación entre el viejo farero y la niña. Al final de algún episodio o en medio de una historia se rompe la abstracción y la niña interpela al ciego.
"Cuéntame una historia, Pew.

¿Cuál, pequeña?
Una que vuelva a empezar.
Esa es la historia de una vida.
Pero ¿es la historia de mi vida?
Solo si la cuentas." pág. 101
Pew es capaz de convocar estrellas y naufragios, vidas y fracasos, atendiendo sólo a la emoción y a los sentimientos. Todo en sus manos se convierte en símbolo: la oscuridad (como el apellido de Babel Dark), el faro, el caballito de mar que aparece en una cueva petrificado. Como un demiurgo hace que en la vida de cada hombre esté presente el universo entero. Hay páginas memorables que logran hablar de lo más esencial y trascendente que tiene la vida. Una palpitación tan honda que puede llegar a ahogarte.  

En Winterson la vida tiene un componente telúrico. Su estilo es lírico, vivo y colorista aunque retrate la desesperanza y el abandono. 
"Nuestro oficio tenía que ver con la luz, pero vivíamos con la oscuridad. (...) Si metía la mano en un cajón para buscar una cuchara, era oscuridad lo primero que palpaba. Si abría los armarios de la cocina para coger la caja de té Full Strenght Samson, el agujero era tan negro como el mismísimo té.
Teníamos que cepillar o apartar la oscuridad antes de poder sentarnos. La oscuridad se agazapaba en las sillas y colgaba de la escalera como una cortina. A veces adoptaba la forma de las cosas que deseábamos: una sartén, una cama, un libro. A veces veía a mi madre, oscura y silenciosa, cayendo hacia mí.
La oscuridad era una presencia. Aprendí a ver en ella, aprendí a ver a través de ella y aprendí también a ver mi propia oscuridad.
(...)
Estaba cansada, tenía frío y me dolía el cuello. Quería dormir y dormir y no despertar jamás. Había perdido las pocas cosas que conocía, y lo que allí había era propiedad de otro. Quizás eso no habría sido un problema si lo que había dentro de mí hubiera sido mío, pero no había lugar en el que echar el ancla.
Había dos Atlánticos, uno fuera del faro y otro en mi interior.
No había ninguna cadena de faros a modo de guía para el que tenía en mi interior." pág 28-29
Cuadrante
Las historias conforman un mapa vital, pero no están contadas con un principio, un nudo y un desenlace. Más que hechos o circunstancias, la autora se centra en retazos, allí donde puede hallar significados.
"Había una historia: la de Molly O´Rourke y Babel Dark; un principio, un desarrollo y un desenlace. Pero no existía tal historia, no una historia que pudiera contarse, porque estaba hecha de una ristra de galones, una manzana, una brasa encendida, un oso con unos platillos, un cuadrante de cobre," pág 95
Para aportar significado Winterson no duda en traer a colación "El origen de las especies" o "Tristán e Isolda", "dos obras que tienen como tema el origen del mundo". También participa como personaje el mismísimo Robert Louis Stevenson o Charles Darwin, encargado de consolar al pobre Babel Dark, que anhela un mundo estable, jerárquico y constante. 
"No era su deseo que las cosas pudieran estar moviéndose y cambiando eternamente. No deseaba un mundo fragmentado, sino un mundo espléndido, glorioso y constante.
Darwin intentó consolarle.
-No es menos hermoso, ni maravilloso, ni magnífico este mundo del que usted me culpa. Simplemente es menos cómodo.
Dark se encogió de hombros. ¿Por qué iba Dios a crear un mundo tan imperfecto que debiera corregirse continuamente?
(...)
Si el movimiento que sentía en su interior era como el movimiento del mundo ¿cómo iba él a alcanzar el equilibrio? pág 110-111

Tristán e Isolda, según Salvador Dalí

La vida como misterio insondable. Para afrontarlo, la autora asume una filosofía de vida muy particular y valiente.
"Antes de escribir El origen de las especies, Darwin pasó cinco años a bordo del buque Beagle en calidad de naturalista. No encontró en la naturaleza ningún pasado, presente o futuro tal como los conocemos, sino un proceso evolutivo de cambio. Energía jamás retenida por mucho tiempo. La vida deviniendo permanente." pág 136
Este es el trasfondo del libro.
"Mejor pensar en mi vida así: parte milagro, parte locura. Mejor aceptar que no puedo controlar nada de lo que realmente importa. Mi vida es una estela de naufragios y de partidas a toda vela. No hay llegadas ni destinos. Solo bancos de arena y naufragio. Luego, otro barco, otra marea." pág 116
Tal y como lo expresa el ciego Pew, la vida es un proceso renovado interminablemente.
"-¿Qué ves con tu clarividencia?
-El pasado y el futuro. Solo el presente está oscuro.
-Pero es en el presente donde vivimos.
-Pew no, pequeña. Cuando rompe una ola, otra la sigue.
-¿Dónde está el presente?
-Para tí, pequeña, por todas partes, como el mar. Para mí el mar nunca está quieto, cambia constantemente.

Cuéntame un cuento, Pew:
¿Qué clase de cuento?
Uno con final feliz.
En el mundo eso no existe.
¿Un final feliz?
No, un final." pág 50-51

Lo dicho. Poético. Filosófico. Vital.
"También sé otra cosa, porque me criaron para ser farera. Apagad el bullicio del día a día y al principio sentiréis el alivio del silencio. Luego, muy quedo, tan quedo como la luz, regresa el significado. Las palabras son la parte del silencio que puede ser hablada." pág 123

ESTO es UNA HISTORIA de AMOR - de Jeanette Winterson

Tristán e Isolda, de J. William Waterhouse


    Me quedé dormida 

    y
    soñé con una puerta que se abría.

    Puertas que se abren a habitaciones que se abren a puertas 
    que se abren a habitaciones. 
    Las traspasamos como un rayo, 
    puertas de paneles, revestidas de fieltro, encajadas, 
    barnizadas, de acero, reforzadas, 
    puertas de seguridad, secretas, dobles puertas, puertas
                             que son trampillas. 
    La puerta prohibida que solo puede abrirse 
    con una llavecita de plata. 
    La puerta que no es tal 
    en la 
    solitaria  
    torre
    de Rapunzel.

    Eres la puerta excabada en la roca que por fin 
    se abre de par en par cuando 
    la luz de la luna la ilumina. 
    Eres la puerta en lo alto de la escalera 
    que solo aparece en sueños. 
    Eres la puerta que deja en libertad al prisionero. 
    Eres la puertecita labrada que da acceso
    a la capilla del Grial. 
    Eres la puerta en el confín del mundo. 
    Eres la puerta que abre 
                                       a los ojos 
                                                     un mar de estrellas.

    Ábreme. 
    Ancha. Estrecha. 
    Atraviésame 
    y, haya lo que haya al otro lado, 
    no podría ser jamás alcanzado si no es así.

    Por este tú. Este ahora. 
    Este instante capturado que se abre 
    a toda una vida.


Jeantette Winterson en La niña del faro, pág. 191

EL CUBO de BASURA CÓSMICA - por Jeanette Winterson


"Jeanette Winterson fue adoptada a las seis semanas de nacer por un matrimonio de evangélicos pentecostales, integristas y pobres. Su padre era una figura cortocircuitada por su esposa, la señora Winterson, una extravagante depresiva obsesionada con el Apocalipsis, que guardaba un revólver en un cajón de trapos, cocinaba tartas cada noche para eludir el sexo conyugal y tenía dos dentaduras —una mate y otra perlada— que intercambiaba según las ocasiones. Los libros, excepto la Biblia, estaban prohibidos. “El problema con un libro es que nunca sabes qué contiene hasta que es demasiado tarde”, advertía a su hija.

Su madre despotricaba ante conocidos: “Esta niña es una ofensa para el cielo, para los muertos, para la naturaleza”. Repetía a todas horas que se había equivocado de cuna al elegir bebé. La pequeña se convirtió en un ser raro y solitario. “Nunca creí que mis padres me quisieran. Yo intenté quererlos pero no funcionó”, concluye en sus memorias. Le pegaban, la obligaban a dormir a la intemperie —jamás tuvo llaves de su casa— y la adoctrinaban en su fundamentalismo pentecostal. 
“Mi madre, la señora Winterson, no amaba la vida. No creía que nada pudiera hacerla mejor. Una vez me dijo que el universo es un cubo de basura cósmica, y después de pensármelo un poco, le pregunté si el cubo tenía la tapa puesta o no.
—Puesta -dijo-. Nadie se escapa”.

Hizo que Jeanette almacenase rencor —“podría llenar con él una casa”— y furia contra todo. Pero suscitó algo bueno: la prohibición azuzó una rebeldía productiva en su hija. En la biblioteca pública de Accrington se leyó los tomos de literatura inglesa de la A a la Z, que la arrancaron de su mundo ruin y le dibujaron un horizonte infinito. Eso explica lo que ocurrió a partir de los 16 años, cuando la señora Winterson la echó de casa por su lesbianismo (“Has vuelto con el Demonio”, le dice; era su segunda relación con una chica) y protagoniza un memorable diálogo:
“—Jeanette, ¿puedes decirme por qué?
—Por qué, ¿qué?
—Sabes muy bien el qué.
—Cuando estoy con ella soy feliz. Feliz, sin más.
Asintió. Parecía que comprendía y pensé, de verdad, por un instante, que iba a cambiar de opinión, que hablaríamos, que estaríamos al mismo lado del muro de cristal. Esperé. Al final soltó:
—"¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?”.
La señora W, como la llama su hija, merecería ingresar en el olimpo de los arquetipos literarios si no tuviera un pequeño defecto: existió."




Extractos del artículo de Tereixa Constenla en ElPaís.com
sobre el libro de J. Winterson, ¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal? Ed. Lumen




Jeanette Winterson (Manchester, 1959) no se dejó influir por aquellos años nefastos. Quienes la han leído saben que su cosmovisión es generosa y optimista; paradójicamente derivada de aquellos días en que tenía que sobrevivir encerrada en el frío y la oscuridad. Tal y como ella misma explicó en su autobiografía fue capaz de escapar de esos tormentos inventando historias, escapando a los mundos de los cuentos de hadas donde las princesas siempre son liberadas, los tesoros encontrados y la bondad y la esperanza califican como poderes mágicos legítimos. 
Winterson es una de las voces más originales y ambiciosas de la literatura actual. Una autora inquieta que innova en cada obra. Siente predilección por la ambientación en épocas pasadas, la narración fragmentada, la combinación de la realidad con elementos maravillosos de evocación medieval, el tema de la identidad sexual, la presencia opresiva de la religión y el uso de recursos metaliterarios. La Pasión (1987) y La niña del faro (2004) revelan el "estilo Winterson" en todo su esplendor.

martes, 11 de abril de 2017

CONEJOS BLANCOS - de Leonora Carrington

Serie Narraciones Extraordinarias



  



a llegado el momento de contar los sucesos que comenzaron en el número 40 de Pest Street. Parecía como si las casas, de color negro rojizo, hubiesen surgido misteriosamente del incendio de Londres. El edificio que había frente a mi ventana, con unas cuantas volutas de enredadera, tenía el aspecto negro y vacío de una morada azotada por la peste y lamida por las llamas y el humo. No era así como yo me había imaginado Nueva York.
  Hacía tanto calor que me dieron palpitaciones cuando me atreví a dar una vuelta por las calles; así que me estuve sentada contemplando la casa de enfrente, mojándome de cuando en cuando la cara empapada de sudor.
  La luz nunca era muy fuerte en Pest Street. Había siempre una reminiscencia de humo que volvía turbia y neblinosa la visibilidad; sin embargo, era posible examinar la casa de enfrente con detalle, incluso con precisión. Además, yo siempre he tenido una vista excelente.
  Me pasé varios días intentando descubrir enfrente alguna clase de movimiento; pero no percibí ninguno, y finalmente adopté la costumbre de desvestirme con total despreocupación delante de mi ventana abierta y hacer optimistas ejercicios respiratorios en el aire denso de Pest Street. Esto debió de dejarme los pulmones tan negros como las casas.
  Una tarde me lavé el pelo y me senté afuera, en el diminuto arco de piedra que hacía de balcón, para que se me secara. Apoyé la cabeza entre las rodillas, y me puse a observar una moscarda que chupaba el cadáver de una araña, a mis pies. Alcé los ojos, miré a través de mis cabellos largos, y vi algo negro en el cielo, inquietantemente silencioso para que fuera un aeroplano. Me separé el pelo a tiempo de ver bajar un gran cuervo al balcón de la casa de enfrente. Se posó en la balaustrada y miró por la ventana vacía. Luego metió la cabeza debajo de un ala, buscándose piojos al parecer. Unos minutos después, no me sorprendió demasiado ver abrirse las dobles puertas y asomarse al balcón una mujer. Llevaba un gran plato de huesos que vació en el suelo. Con un breve graznido de agradecimiento, el cuervo saltó abajo y se puso a hurgar en su comida repugnante.

  La mujer, que tenía un pelo negro larguísimo, lo utilizó para limpiar el plato. Luego me miró directamente y sonrió de manera amistosa. Yo le sonreí a mi vez y agité una toalla. Esto la animó, porque echó la cabeza para atrás con coquetería y me dedicó un elegante saludo a la manera de una reina.
  —¿Tiene un poco de carne pasada que no necesite? —me gritó.
  —¿Un poco de qué? —grité yo, preguntándome si me habría engañado el oído.
  —De carne en mal estado. Carne en descomposición.
  —En este momento, no —contesté, preguntándome si no estaría bromeando.
  —¿Y tendrá para el fin de semana? Si fuera así, le agradecería inmensamente que me la trajera.
  A continuación volvió a meterse en el balcón vacío, y desapareció. El cuervo alzó el vuelo.
  Mi curiosidad por la casa y su ocupante me impulsó a comprar un gran trozo de carne a la mañana siguiente. Lo puse en mi balcón sobre un periódico y esperé. En un tiempo relativamente corto, el olor se volvió tan fuerte que me vi obligada a realizar mis tareas diarias con una pinza fuertemente apretada en la punta de la nariz. De cuando en cuando bajaba a la calle a respirar.
  Hacia la noche del jueves, noté que la carne estaba cambiando de color; así que, apartando una nube de rencorosas moscardas, la eché en mi bolsa de malla y me dirigí a la casa de enfrente.
  Cuando bajaba la escalera, observé que la casera parecía evitarme.
  Tardé un rato en encontrar el portal de la casa. Resultó que estaba oculto bajo una cascada de algo, y daba la impresión de que nadie había salido ni entrado por él desde hacía años. La campanilla era de ésas antiguas de las que hay que tirar; y al hacerlo, algo más fuerte de lo que era mi intención, me quedé con el tirador en la mano. Di unos golpes irritados en la puerta y se hundió, dejando salir un olor espantoso a carne podrida. El recibimiento, que estaba casi a oscuras, parecía de madera tallada.
  La mujer misma bajó, susurrante, con una antorcha en la mano.
  —¿Cómo está usted? ¿Cómo está usted? —murmuró ceremoniosamente; y me sorprendió observar que llevaba un precioso y antiguo vestido de seda verde. Pero al acercarse, vi que tenía la tez completamente blanca y que brillaba como si la tuviese salpicada de mil estrellitas diminutas.
  —Es usted muy amable —prosiguió, tomándome del brazo con su mano reluciente—. No sabe lo que se van a alegrar mis pobres conejitos.
  Subimos; mi compañera andaba con gran cuidado, como si tuviese miedo.
  El último tramo de escalones daba a un «boudoir» decorado con oscuros muebles barrocos tapizados de rojo. El suelo estaba sembrado de huesos roídos y cráneos de animales.

  —Tenemos visita muy pocas veces —sonrió la mujer—. Así que han corrido todos a esconderse en sus pequeños rincones.
  Dio un silbido bajo, suave y, paralizada, vi salir cautamente un centenar de conejos blancos de todos los agujeros, con sus grandes ojos rosas fijamente clavados en ella.
  —¡Vengan, bonitos! ¡Vengan, bonitos! —canturreó, metiendo la mano en mi bolsa de malla y sacando un trozo de carne podrida.
  Con profunda repugnancia, me aparté a un rincón; y la vi arrojar la carroña a los conejos, que se pelearon como lobos por la carne.
  —Una acaba encariñándose con ellos —prosiguió la mujer—. ¡Cada uno tiene sus pequeñas costumbres! Le sorprendería lo individualistas que son los conejos.
  Los susodichos conejos despedazaban la carne con sus afilados dientes de macho cabrío.
  —Por supuesto, nosotros nos comemos alguno de cuando en cuando. Mi marido hace con ellos un estofado sabrosísimo, los sábados por la noche.
  Seguidamente, un movimiento en uno de los rincones atrajo mi atención; entonces me di cuenta de que había una tercera persona en la habitación. Al llegarle a la cara la luz de la antorcha, vi que tenía la tez igual de brillante que ella; como oropel en un árbol de Navidad. Era un hombre y estaba vestido con una bata roja, sentado muy tieso, y de perfil a nosotros. No parecía haberse enterado de nuestra presencia, ni del gran conejo macho cabrío que tenía sentado sobre su rodilla, donde masticaba un trozo de carne.
  La mujer siguió mi mirada y rió entre dientes.
  —Ése es mi marido. Los chicos solían llamarlo Lázaro…
  Al sonido de este nombre, familiar, el hombre volvió la cara hacia nosotras; y vi que tenía una venda en los ojos.
  —¿Ethel? —preguntó con voz bastante débil—. No quiero que entren visitas aquí. Sabes de sobra que lo tengo rigurosamente prohibido.
  —Vamos, Laz; no empecemos —su voz era quejumbrosa—. No me puedes escatimar un poquitín de compañía. Hace veinte años y pico que no veía una cara nueva. Además ha traído carne para los conejos.
  La mujer se volvió y me hizo seña de que fuera a su lado.
  —Quiere quedarse entre nosotros; ¿a que sí? —de repente me entró miedo y sentí ganas de salir, de huir de estas personas terribles y plateadas y de sus conejos blancos carnívoros.
  —Creo que me voy a marchar; es hora de cenar.
  El hombre de la silla profirió una carcajada estridente, aterrando al conejo que tenía sobre la rodilla, el cual saltó al suelo y desapareció.
  La mujer acercó tanto su cara a la mía que creí que su aliento nauseabundo iba a anestesiarme.
  —¿No quiere quedarse, y ser como nosotros? En siete años su piel se volverá como las estrellas; siete años tan sólo, y tendrá la enfermedad sagrada de la Biblia: ¡la lepra!
  Eché a correr a trompicones, ahogada de horror; una curiosidad malsana me hizo mirar por encima del hombro al llegar a la puerta de la casa, y vi que la mujer, en la balaustrada, alzaba una mano a modo de saludo. Y al agitarla, se le desprendieron los dedos y cayeron al suelo como estrellas fugaces.




En El séptimo caballo y otros cuentos,
México, Siglo XXI,