sábado, 7 de enero de 2017

PASSENGERS - de Morten Tyldum











AVALON, PARQUE TEMÁTICO.-
En esta película todo lo que es diseño y producción resulta espectacular, pero la historia que relata es muy tenue, levísima.. 

Jennifer Lawrence y Chris Pratt interpretan a dos náufragos del tiempo que se despiertan en la nave Avalon, cuando todavía restan 90 años para arrivar a su destino. Solos. Encerrados de por vida en una nave. Rodeados de 5.000 personas en hibernación. El guionista John Spaihts (Doctor Strange) elude cualquier atisbo de complejidad y tira por el camino más fácil. No hay verdadero drama, ni intriga, ni tragedia, ni cuestionamiento. A pesar de la soledad, la desesperación o la amenaza de muerte, todo fluye amablemente entre el fornido Pratt y la hermosa Lawrence, como si de un cuento infantil se tratara. La película tiene sólo dos puntos de un cierto interés, una decisión moral resuelta de forma simplona con un par que whiskeys y un momento de tensión por peligro de muerte. Punto.

Todo lo que ofrece la película es el buen pulso de su director para no llegar a aburrir y un impecable trabajo en la fotografía por parte de Rodrigo Prieto. Y Michael Sheen, un camarero robot que es lo más humano de la película. 

La cinta se queda en espectaculares imágenes del espacio y brillantísimos diseños del entorno tecnológico del interior. Como el balcón desde el que los protagonistas atisban el espacio profundo de nebulosas y galaxias: postales dignas de un wallpaper.  La nave se convierte en una especie de parque temático donde los protagonistas pueden ver cine con palomitas, nadar en una piscina infinity que se confunde con el espacio o participar en retos de baile inmersos en una realidad virtual. La propia nave espacial es un prodigio de diseño....como la multitud de elegantes trajes que luce la protagonista. Todo son imágenes pulidas sin texturas ni profundidad.....Todo muy brillante y superficial.





Todo ello me llevó a recordar las tesis que expuso Byung-Chul Han en su estupendo librito La Salvación de lo Bello, cuyo capítulo inicial se titula Lo Pulido y comienza así:



"Lo pulido, pulcro, liso e impecable es la seña de identidad de la época actual. Es en lo que coinciden las esculturas de Jeff Koons, los iPhone y la depilación brasileña. ¿Por qué lo pulido nos resulta hoy hermoso? Más allá de su efecto estético, refleja un imperativo social general: encarna la actual sociedad positiva. Lo pulido e impecable no daña. Tampoco ofrece ninguna resistencia. Sonsaca los «me gusta». El objeto pulido anula lo que tiene de algo puesto enfrente. Toda negatividad resulta eliminada.

Lo pulido no se limita al aspecto externo del aparato digital. También la comunicación que se lleva a cabo con el aparato resulta pulimentada y satinada, pues lo que se intercambia son, sobre todo, deferencias y complacencias, es más, cosas positivas. El sharing, o compartir, y dar «me gusta» representan un medio de pulimentado comunicativo. Los aspectos negativos se eliminan porque representan obstáculos para la comunicación acelerada.

Jeff Koons, que es el artista actual con mayor éxito, es un maestro de las superficies pulidas. Aunque Andy Warhol también se declaraba partidario de la superficie bella y satinada, sin embargo, en su arte todavía está grabada la negatividad de la muerte y el desastre. Su superficie no es totalmente pulida. Por ejemplo la serie «Muerte y desastre» se nutre aún de la negatividad. En Jeff Koons, por el contrario, no hay ningún desastre, ninguna vulneración, ninguna quiebra, ningún agrietamiento, y tampoco ninguna costura. Todo fluye en transiciones suaves y pulidas. Todo resulta redondeado, pulimentado, bruñido. El arte de Jeff Koons es un arte de las superficies pulidas e impecables y de efecto inmediato. No ofrece nada que interpretar, que descifrar ni que pensar. Es un arte del «me gusta».

Jeff Koons dice que lo único que tiene que hacer el observador de su obra es emitir un simple «Wow!». Evidentemente, en presencia de su arte no son necesarios ningún juicio, ninguna interpretación, ninguna hermenéutica, ninguna reflexión, ningún pensamiento. Su arte se queda intencionadamente en infantil, en banal, en impertérritamente relajada, en un arte que se nos gana y nos desagravia. Está vaciada de toda profundidad, de toda abisalidad, de toda hondura. Su lema es este: «Abrazar al observador». Nada debe conmocionarlo, herirlo ni asustarlo."




Pues eso.
Una de las secuencias más impactantes de la película es el acercamiento de la nave Avalon a una estrella gigante roja. Increíblemente este peligroso acercamiento no entraña ningún peligro por la enorme masa de la estrella o el calor que emana. La pareja observa la estrella a través de un pulido mirador y se abrazan (¿¡)  Un ejemplo puro de estética pulida.

Por su parte Han, en la página 36 escribe:
"En Las flores del mal de Baudelaire se encuentra el poema «Himno a la belleza». Las «estrellas», des astres, de las que emana la belleza, Baudelaire hace que rimen con «desastres», désastres. La belleza es un desastre que desbarata los órdenes de las estrellas. Es la antorcha (flambeau) a la que la mariposa se acerca y con la que se quema. Flambeau rima con tombeau, «tumba». La belleza (beau) es intrínseca tanto a la antorcha (flambeau) como a la tumba (tombeau). La negatividad del desastre, de lo mortal, es un momento de lo bello."

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