viernes, 22 de diciembre de 2017

SILENCIO - de Martin Scorsese

EEUU, 2016
En la crónica de los toros se dice ´silencio´ cuando la faena le ha sido indiferente a la afición. Ni buena ni mala, ni pitos ni aplausos. Abundando en el título de esta película del maestro Scorsese, al terminar de verla en mi grada cuajó el silencio.

Silencio se basa en una novela de Shusaku Endo que retoma la historia del Padre Ferreira, un abnegado misionero jesuita que llevaba 19 años de misionero clandestino en Japón, siendo finalmente capturado y torturado hasta apostatar. Tanto la novela como la película pivotan  sobre un dilema, una "alternativa del diablo": los japoneses torturan cruelmente a los feligreses de a pie, mientras reclaman a los jesuitas prisioneros su apostasía. Si ellos renuncian a su Dios y a su religión, dejarán de torturar a los fieles. 

¿Puede salvar su alma el pastor que renuncia a Cristo por salvar la vida de sus ovejas?, ¿ha de elegir perseverar en su fe o salvar a su rebaño?. El dilema es terrible y verlo nos conmociona, pero no logra emocionarnos. 

Las imágenes no alcanzan a trasladarnos ninguna profundidad. El dilema moral de apostatar o no es lo único a lo que se dedica la película y parece un tanto anodino. El mismo Padre Rodrigues (Andrew Garfield) que se resiste heroicamente a apostatar, lo recomienda a sus feligreses a la primera de cambio. El debate de la fe parece un tanto estéril cuando el tema de la película es la incertidumbre de la fe y la necesidad de Dios. Damos por sentado que el espíritu siempre será libre. 

Además, todo parece un juego de intereses. Los propios campesinos cristianos que aparecen como héroes, resistiendo los ataques del inquisidor, realmente demuestran que lo único que les preocupa es salir de este mundo de sufrimiento y ganarse el paraíso. Más que fe parece desesperación. Asimismo los sacerdotes que apostatan lo hacen para sobrevivir. No hay grandeza. La reflexión que quiere hacer la película presenta pronto sus límites. 

Del mismo modo que la actitud de Ferreira es confusa, también lo es la película. Los historiadores no pueden establecer hasta qué punto el jesuita mantenía algo de fe cristiana en su interior, aunque fuese contradictoria o acomodaticia. Tampoco se pudo determinar hasta qué punto lo vivió como una mera sumisión política.

La película comienza con la ausencia de noticias sobre el padre Ferreira (Liam Neeson) desde hace años. Hay sospechas de que fue hecho prisionero en Japón y convertido a la religión vernácula. Estamos en pleno siglo XVII y el padre Rodrigues y el padre Garupe (Adam Driver) parten en su búsqueda. A pesar de llegar en secreto, pronto entran en contacto con pequeñas aldeas donde ha prendido la semilla del cristianismo. Pero la persecución del estado es sin cuartel,  lo que les obliga a vivir escondidos y en condiciones muy penosas.

La película sigue al padre Rodrigues y sus dudas ante la tortura. El silencio al que se refiere el título es el que proviene de Dios cuando sus fieles sufren y penan. De ahí provienen sus dudas. Pero ¿es la duda la esencia de esta película? No. El plano final (con el crucifijo en el ataúd) lo certifica. Incluso se oye hablar a Dios en un par de momentos. Dios está presente y la fe nunca está ausente. ¿Y entonces? Tanto el padre Ferreira como el padre Rodrigues finalmente apostatan, ¿y qué?. Lo peor es que, en este sentido, no están muy lejos de un personaje que siendo secundario es muy principal en la película, Kachi-jiro. Un tipo que apostata cuantas veces se lo exigen a lo largo de la película y son muchas. No parece un asunto trascendente. Aunque parece que sí le haya servido de reflexión al propio Martin Scorsese

«Fui muy afortunado por poder llevar a cabo esta película porque al hacerla, al pelear por producirla durante todos estos años, la he vivido. He explorado mi propia fe. Uno no encuentra una respuesta contundente. Sin embargo, al superar los problemas con el guion, los problemas financieros, tuve tiempo de entender mi existencia». 
 «Durante estas tres décadas ocurrieron muchas cosas en mi vida personal que me ayudaron a cambiar y me dieron claridad a lo que significaba esta historia para mí. Este filme me ha hecho sentir la profundidad de la fe, la lucha por su esencia. Este libro ha sido una experiencia religiosa», añade. (ABC.com)
















P.D. 
Ferreira tenía 53 años, era jesuita desde hacía 37 y había sido un misionero clandestino en Japón durante 19 años. Esporádicamente lograba enviar a Europa las crónicas de los martirios de sus feligreses y compañeros. Para los historiadores existe un "enigma Ferreira" en el sentido de que no se explica fácilmente que un jesuita bragado en mil batallas cedera tan rápidamente. Para humillarlo lo casaron con la viuda de un criminal extranjero ajusticiado y durante unos años vivió en gran pobreza. Usaba nombre y ropas japonesas y se le asignó a un templo budista. La novela de Shusaku Endo se basa en hechos reales acaecidos en el siglo XVII. San Francisco Javier fue el primer misionero católico en llegar al país en 1549. En apenas 60 años Japón ya contaba con unos 300.000 católicos. Se sabe que 86 señores feudales se bautizaron oficialmente, y muchos más simpatizaban con el cristianismo. Pero en 1614 empezaron las persecuciones por parte del Estado. Unos mil católicos murieron en ejecuciones. Varios miles más murieron de enfermedad y pobreza al serles confiscados sus medios de vida.

Cronistas holandeses -hostiles al catolicismo- que comerciaban con Japón revelaron que las autoridades japonesas inventaron en esta época una novedosa tortura, la fosa, para conseguir la renuncia de los cristianos a sus creencias. La fosa consistía en colgar al preso por los pies, boca abajo, pero ceñido muy fuertemente por cuerdas, lo que impedía que la sangre bajase de golpe hacia la cabeza. Se tardaba unos 10 o 12 días en morir. Estaba diseñada para lograr mucho sufrimiento con poco daño físico inmediato, alargar la vida de la víctima y lograr que renunciase al cristianismo. Las autoridades buscaban desesperadamente recusantes: cristianos que renunciasen públicamente a la fe y anunciasen que era absurda y dañina. Su mayor triunfo era que algún sacerdote europeo cediese.

jueves, 7 de diciembre de 2017

LOS SUDARIOS no TIENEN BOLSILLOS - Horace McCoy

Esta novela negra es un puñetazo en el estómago de la sociedad estadounidense de la época. La corrupción con todas sus caras y la connivencia de los medios son el objetivo del protagonista, un furibundo periodista -Mike Dolan- harto de las componendas entre unos y otros.

Se podría decir que en la trama se sustancian los límites de la libertad de prensa y la potencia del llamado cuarto poder. Siguiendo esta pauta el autor insufla a sus páginas el frenesí del escándalo, la investigación y las horas previas al cierre de edición. Pero no dejemos que las planchas y las linotipias nos alejen del asunto central que no es otro que la denuncia contra la corrupción y la lucha contra el statu quo. Varios personajes le espetan a Dolan "así funcionan las cosas"; como queriendo dar carta de naturaleza a la depravación.

El libro comienza con una dimisión, con el atisbo de una fatalidad y la puesta en pie de un gran proyecto. La dimisión es la del periodista Mike Dolan de su puesto en un periódico que hurta la información sensible a sus lectores. La fatalidad es cómo aparece Myra en la vida de Dolan.

"-No creo que sea buena idea dejarle solo -obsevó Myra-. Está a punto de ir a disculparse con su jefe y a pedirle que lo readmita. Para asegurarnos de que no lo hace, será mejor que nos lo llevemos con nosotros....
Dolan se volvió y la miró asombrado.
-No te sorprendas tanto -dijo Myra-. No tiene ningún misterio. Lo llevas escrito en la cara. Es extraño cómo funcionan las cosas -dijo dirigiéndose a Bishop-. Si hubiera salido de la cama un minuto más tarde esta mañana, si hubiera pasado un minuto más en el baño, si hubiera perdido el tranvía, si me hubiera parado a tomar mi taza de café de todas las mañanas... ¿Y por qué no lo hice? Es muy raro, porque hace años que no me salto mi café matutino. Si me lo hubiera tomado, si me hubiera demorado un segundo en cualquiera de esas cosas, no te habría visto. Y no estuviera aquí ahora, sin duda Dolan iría a suplicar por su trabajo. Y lo recuperaría. Pero ahora no lo hará. Ha terminado con esto. ¿No te parece extraño? -le preguntó a Dolan.
-Supongo que sí...-respondió éste." pág 11
Y el gran proyecto es una publicación semanal a través de la cual el periodista piensa "abrir esta ciudad en canal". Periodismo de investigación puro y duro, sin casarse con nadie.
Que nadie busque un crimen, una investigación, una brillante deducción que resuelva un misterio en el último segundo. Esta novela no va de procedimientos deductivos o indagaciones al uso. Va de la corrupción de toda una ciudad y de la furia de un periodista insobornable para tirar de la manta.
"Les daré fechas, cifras y nombres. Y hasta declaraciones juradas. Esta historia del béisbol es sólo el principio. Voy a abrir las ventanas para que entre el aire."

Resulta curioso que los primeros que se molestan con el inicial éxito de la revista, son los tres periódicos de la ciudad. La corrupción es tan notoria que no publicando nada sobre ella, son sospechosos de connivencia.   
"Si no nos dejas en paz , lo vas a tener muy crudo. Quedas avisado.
—Pero, hombre, ¡si no he hecho nada más que empezar! Ya verá lo que viene después -dijo sacándose una cuartilla del bolsillo interior de la chaqueta.- Tengo aquí una lista de nombres sobre los que quiero publicar algo. Debería haberlo hecho usted hace meses.
A continuación leyó:
- "Doctor Carlisle..." ¿Le suena? Sí, hombre, ya sabe el eminente abortista que ya ha matado a un par de chicas. Todo el mundo hace la vista gorda porque su hermano es el cacique del condado de Colton. "Carson...", el Interventor que se lleva un pellizco de cada camión que compra el Ayuntamiento. "Ricarcelli...", ese tipo que dirige un casino ilegal en el hotel más grande de la ciudad. "Nestor...", el comisario de policía que hace sólo seis meses era granjero y hoy conduce un Duesenberg. Esto le dará una idea de lo que hay en la superficie. Dios sabe lo que encontraré cuando empiece a escarbar." pág 47
Dolan es un tipo grandullón, irlandés de pura cepa, cabezota y engreído; con una percha tan impresionante que las mujeres caen rendidas a sus pies. Pero su umbral para las componendas es muy bajo y está decidido a exponer a la luz todas las corruptelas de la ciudad. Su editor le llama "¡reformista!".  Y un amigo le recuerda que "Eres famoso e infame a la vez. Tienes la manía de meterte en líos. Pareces estar en guerra con el mundo. Eres ambicioso y estás tratando de escapar de tu ambiente"...Sí, el amigo Dolan también tiene un lado oscuro. Sus miserias afloran cada vez que se cruza con una antigua novia rica cuyo padre cortó la relación. Aquello lo vivió como una humillación y siempre ha querido demostrar que él vale tanto o más que cualquiera de esos ricachones.

El libro es puro diálogo. Parece un guión cinematográfico. Su ritmo y determinación me hacen imaginar a Dolan como un James Cagney electrizante. La búsqueda del dinero necesario y de un impresor, la contratación de publicidad, el reparto de la revista que llega a tener que ser protegido por matones.... Todo es de una época en blanco y negro; aunque los males que señala siguen de rabiosa actualidad: no hay más que ver en España las docenas de casos por corrupción o en EEUU la visibilidad de los supremacistas al contar con el aliento del golfo inquilino de la Casa Blanca.

El libro fue escrito en 1937 y su contenido era tan perturbador que no encontró editor en EEUU, teniendo que ser publicado en Inglaterra. Once años más tarde, el libro por fin vio la luz en los Estados Unidos, pero tras aceptar recortes y una seria censura. No puedo dejar de pensar que todas las trabas que sufre el intrépido periodista para sacar su revista Cosmopolite (La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, es su lema) serían hoy en día irrelevantes, por el acceso público a internet. Algo hemos avanzado.

Estamos sin duda ante una de las novelas negras donde el trasfondo de denuncia social es más central y contundente. No se trata del contexto social en el que ocurren los hechos criminales de la trama; sino que la propia sociedad corrupta es la trama. Su foco alumbra del mismo modo a políticos que empresarios, deportistas o médicos. Escrita en 1937 ya atisbaba los vientos de guerra y el patrioterismo que inflama las banderas. 
"-No creo que este país vaya a la guerra. La gente está en contra.
-Lo estarán hasta que nos metamos en el fregado. En cuanto suena el himno nacional y ondean las banderas, todo el mundo se pone histérico." (¡Ay, Cataluña, Ay España, tan llenas de banderas)
Tras denunciar corrupciones varias, Dolan se topa con los Cruzados, un remedo local del Ku-Klux-Klan, entre los que logra infiltrarse...Ya no se trata de simple pasta, fraudes y desfalcos. Dolan/McCoy finalmente realiza el asalto a la idiosincrasia y a los estamentos del poder. La boca del lobo.
—Muy bien —dijo Bishop—. He tenido mucha paciencia escuchándote, y ahora tú me vas a escuchar. Te diré una cosa que llevo mucho tiempo esperando para decírtela. Me parece muy bien que estés indignado por esto. Honestamente, Myra y yo también lo estamos. Pero lo que ocurre en Colton ocurre en todas las ciudades de los Estados Unidos: la corrupción, el fanatismo y el falso patriotismo. Colton es una muestra típica y simbólica de toda esta sociedad corrompida. Imagínate que logras acabar con este asunto de los Cruzados o del Klan, o como se llame. Imagínate que logras acabar con ellos aquí, en Colton…
  —Pienso acabar con ellos…
  —Un momento, mierda, deja de interrumpir. Imagínate que acabas con ellos en Colton. ¿Qué me dices del resto del país? No conseguirás nada hasta que llegues al fondo del asunto." Pág. 155
Los engranajes del sistema están muy bien engrasados y da gusto ver a un tipo como Dolan practicandoles una radiografía. 





♦♦♦♦♦♦♣♣♤♣♣♦♦♦♦♦♦



Horace McCoy nació en 1897 en Pegram, un pequeño pueblo cerca de Nashville, Tennessee. Vendedor de periódicos a los 12 años, héroe de la aviación durante la Primera Guerra Mundial, periodista desde 1921 hasta los primeros años de la depresión, ciudadano de Hollywood a partir de 1931, donde fue extra durante años y a partir de 1936, guionista, miembro del club de la novela negra que colaboró en Black Mask y otras revistas pulp al final de la década de los veinte.
Autor de cuatro novelas policíacas y dos novelizaciones de películas, murió en Beverly Hills a los 58 años, víctima de un ataque al corazón.
Su dureza, la sequedad de sus narraciones, la sobriedad descriptiva, la desesperanza de sus personajes, atrapados en una derrota social que los trasciende como individuos, hizo de Horace McCoy un autor marginal, cuyos libros eran aceptados a regañadientes por las editoriales e ignorados por la crítica.


























lunes, 4 de diciembre de 2017

PERFECTOS DESCONOCIDOS - de Alex de La Iglesia

España, 2017


La película está genial.
Un grupo de amigos se reúne para cenar. Tres parejas con sus típicas desavenencias y un amigo soltero. Entre bromas y veras, surge el reto de la franqueza y la fidelidad: No tengo nada que esconder. ¿No? ¿Dejarías que tu pareja bicheara tu móvil? ¿Ah, no? Pues algo esconderás. Uy, uy, uy. Todos se enredan en dejar los teléfonos encima de la mesa. Cualquier llamada o notificación de redes sociales será compartida con todos los presentes. La ruleta rusa se ha puesto a rodar.

Las situaciones son actuales, muy reconocibles y vívidas. El ritmo no ofrece ningún punto muerto. No sobra ni falta nada. Las interpretaciones destilan naturalidad y picardía. Lo que ocurre en pantalla todos lo hemos vivido o comentado, pero verlo desarrollarse en unos diálogos divertidos y punzantes nos permite reírnos ante la pantalla, casi como si no supiéramos que se trata de un travieso espejo.

Los smartphones son una trampa y los carga el diablo. Pero no nos equivoquemos, éste no es el tema. No se trata de si hay que tener cuidado con los móviles o si nos tienen abducidos. El asunto es la disección del comportamiento humano y la carga de electricidad la ponen esas relaciones de pareja preñadas de secretos y mentiras. 


Todo es un juego y la película una comedia, pero poco a poco todo va cobrando tintes dramáticos. Prácticamente la película entera transcurre en un sólo set, el comedor. Allí están encerrados los personajes jugando una partida infernal con una novedosa baraja del tarot en la que abundan arcanos como El Amante, El Mentiroso, Los Prejuicios o El Engaño. Los tonos de mensajes y llamadas marcan un ritmo inmisericorde. Son como alfileres que se van clavando en estos lepidópteros nada inocentes hasta dejarlos totalmente expuestos. El juego es el asalto a la intimidad, la caída de todos los velos...  y el retrato que surge no es muy edificante.

Con sólo siete personajes y una cena se desarrollan muchos temas; pero dos quedan en la retina:  la conversación que el anfitrión (Eduard Fernández) tiene con su hija y la defensa que tiene que hacer de la homosexualidad, el personaje más sátiro y rijoso (Ernesto Alterio). Y llegamos al punto de las actuaciones, que son memorables por lo que tienen de naturales y cómplices. No se trata de soltar frases, sino de dar la réplica: con palabras, gestos o emociones. Ahí está el talento de un intérprete y todos ellos lo bordan. Un Eduard Fernández derrochando bonhomía mientras su mujer (Belén Rueda) le lanza las típicas puyas del hastío (esperemos que esta noche pase algo. Cualquier cosa, aunque sea mala, es mejor que el aburrimiento, créeme). Un Ernesto Alterio avieso y socarrón mientras se traga el sapo. Un Eduardo Noriega jovial y mujeriego o una Dafne Fernández tan pava como parece. Y mi amigo Pepón Nieto. Aunque sin duda, Alterio, Eduard y Belén se llevan el gato al agua. 

El mismo director reconocía que en su película es tan importante lo que se dice como lo que se calla y sobretodo, lo que están pensando los demás testigos. El juego de reacciones y gestos  proporcionan toda una gama de información soterrada que igual provoca la carcajada que una mueca ante la acidez del humor negro.

Los diálogos están muy bien medidos. Todos los prejuicios sociales sobre la homosexualidad quedan fotografiados en un intercambio que no llega a una docena de frases. Todo el valor que tiene que echar un padre ante el despertar sexual de su hija, apenas dura dos minutos. Todo el veneno que una mujer aburrida de su matrimonio puede destilar, lo hace Belén Rueda con sólo un par de invectivas. Sin profundizar mucho, es verdad; ni hurgar demasiado en la herida; pero siempre con intención vuelan las frases en este juego tan morboso como perverso. 


Perfectos desconocidos es el remake de la exitosa comedia italiana Perfetti sconosciuti. En España no se estrenó y el jefazo de Telecinco le encargó a Alex de la Iglesia una adaptación de la que sale airoso. Como en ninguna otra película la labor de Alex de Laiglesia está al servicio de un guión modélico, por lo efectivo. Y ello a pesar de encontrarse muy lejos de su territorio más personal.  Pero en su haber hemos de anotar la pulcritud narrativa con que se desarrolla la película y el dinamismo que imprime a la cámara para hacernos olvidar que estamos en un único escenario.  

El propio Alex de la Iglesia ha comentado las influencias de Roman Polanski con su "Un dios salvaje" y de la serie británica "Black Mirror". No llega tan lejos como sus referencias; pero sí compone una película notable, divertida, de ritmo trepidante, que a golpe de politono y bajo los auspicios de una "luna de sangre", nos invita a desvelar  los secretos y mentiras de unos personajes bien familiares. 

lunes, 27 de noviembre de 2017

BAJO los MONTES de KOLIMA - de Lionel Davidson


























Este libro de Davidson era un clásico olvidado y su recuperación por parte de Salamandra black es todo un acierto. El autor mezcla con maestría una novela de aventuras, una aguda intriga de espías y una intensa historia de amor. Explota con tanta habilidad las virtudes de la aventura y el espionaje que para cualquiera que lo lea le resultará canónico. Phillip Pullman, autor de la maravillosa trilogía La Materia Oscura, y de fabulosas antologías del cuentos fantásticos, hizo la reseña de este libro en el prólogo del mismo:


"Acabo de leer este libro por cuarta vez, y estoy más convencido que nunca de que es el mejor thriller que he leído en mi vida y de que, con Lionel Davidson fallecido, es poco probable que lea otro que lo supere.

Tiene una estructura clásica. Adopta la antigua forma de la búsqueda: el protagonista viaja a un lugar remoto, consigue algo valioso y regresa. Jasón y los Argonautas, La isla del tesoro y Las minas del rey Salomón son sólo tres de la multitud de relatos que siguen este patrón básico. Quizá el ejemplo moderno más famoso sea El señor de los anillos; el valioso objetivo que consigue el protagonista, Frodo, en el momento culminante de su peligroso viaje, es la destrucción del Anillo Único, con el que sólo se puede acabar arrojándolo al Monte del Destino.

La idea de la búsqueda ha sido objeto de numerosos análisis, llevados a cabo prácticamente desde todos los puntos de vista, incluidos el psicológico, el antropológico y el literario. En cuanto a la técnica del relato, en mi opinión existen tres normas que toda buena narración debe respetar: la búsqueda debe ser ardua, debe ser fácil de entender y el desenlace debe dejar muchas cosas pendientes.

No sé si Lionel Davidson tuvo en mente alguno de estos elementos de manera consciente, pero Bajo los montes de Kolima es una de las búsquedas mejor contadas que he leído. El protagonista, Johnny Porter, tiene que viajar desde Canadá hasta un instituto científico de Siberia, oculto en un lugar remoto y protegido por un fuerte sistema de seguridad, y averiguar la razón por la que un antiguo amigo suyo le ha pedido con tanta urgencia que acuda a un sitio tan desolado. Y luego, naturalmente, debe regresar. De modo que el relato se divide, de forma natural, en tres partes: la llamada y el viaje de ida, lo que sucede allí y el viaje de vuelta. Un relato con esta estructura tiene un atractivo irresistible… si se cuenta bien.

Sin embargo, se han escrito y publicado miles de historias de búsquedas, y la mayoría de ellas se olvidarán. Una estructura clásica no lo es todo por sí sola. Que esté «bien contada» implica varias cosas, por supuesto, y la calidad de esas cosas es lo que hace que Bajo los montes de Kolima sea un relato tan memorable. Una de ellas, muy importante, es el protagonista. Jean-Baptiste Porter, o el doctor Johnny Porter, es un indio de etnia gitksan, originaria de la región del río Skeena, en la Columbia Británica. Dotado de un talento prodigioso para los idiomas, a los trece años no sólo habla la lengua de su tribu e inglés, sino también varias más, entre ellas el tsimshian, «una lengua tan singular que los lingüistas no han logrado relacionarla con ninguna otra del mundo». También domina el coreano, el japonés, el ruso y varios dialectos de los pueblos nativos de Siberia. Además, está licenciado en Biología, le conceden una beca Rhodes para estudiar en Oxford y, antes de graduarse, publica Silabario de tsimshian corregido, obra con la que gana una medalla de oro. Por si fuera poco, sabe luchar y es un ingeniero hábil y con experiencia. Y encima resulta sumamente atractivo a las mujeres.

Los héroes tienen que ser notables. Únicos y extraordinarios. Si conociéramos a alguien como Johnny Porter, nos quedaríamos menos impresionados que al encontrarnos con un héroe en un libro. Supongo que un lector particularmente escéptico alzaría una ceja ante esta increíble lista de logros; en cambio, a mí me ha convencido, siempre.

Los demás personajes de la novela también son vívidos, cada uno en su estilo. Rogachev, el anciano director del misterioso centro científico, con su oscuro secreto; Lazenby, el académico de Oxford de cabeza bamboleante; la coqueta y provocativa Lidia Yakovlevna, que quiere irse a casa con Johnny y «hacer de todo» con él; la dulce y ciega Ludmila, que quizá sea el personaje más extraordinario de todo el libro; Komarova, la fría y reservada doctora, que sabe más de lo que parece; el brutal contramaestre japonés del Suzaku Maru… Todos ellos están bien dibujados y llenos de vida.

Tal vez los pasajes más destacables del relato sean los que cuentan cómo llega Johnny Porter a Siberia y su partida. El viaje de ida es espantoso, no sólo tiene que soportar dolor —una violenta pelea con el abominable contramaestre, maravillosamente relatada—, sino también un sufrimiento todavía peor, tan repugnante como ingenioso. El viaje de vuelta, en el que Porter intenta hasta desesperarse llegar al estrecho de Bering con temperaturas de cincuenta grados bajo cero, mientras sus enemigos se acercan cada vez más, es una de las mejores persecuciones que se han escrito.
Carretera en Siberia

Son los detalles lo que más impresiona. Por ejemplo, no tengo ni idea de si existe un bobik; Wikipedia cree que es el apodo de un vehículo blindado, pero eso no tiene nada que ver. A lo mejor a Davidson le gustó el nombre y se inventó un vehículo para llamarlo así. Pero ese todoterreno feo, cuadradote, inmensamente duro y capaz de soportarlo todo, con neumáticos medio inflados, y que además cuenta con una excelente calefacción, es justo lo que haría falta para viajar por esas regiones, y cuando Porter necesita uno… En fin, en manos de un escritor menos dotado, se limitaría a robarlo. Sin embargo, aquí hace algo mucho mejor. Y debido a la acumulación de detalles de ingeniería convincentes, acabamos creyéndonos hasta la última palabra, y nuestra admiración por Porter —y por el autor— crece aún más.

Dondequiera que miremos, sea cual sea el pasaje que estemos leyendo, hallamos profundidad en los detalles, están pensados a fondo, resultan del todo verosímiles. Para un escritor, el peligro de los detalles radica en cargar demasiado las tintas en ellos: el autor está tan enamorado de la investigación que ha llevado a cabo que desea que el lector se enamore también. Sin embargo, rara vez lo hace. En el momento en que el cariño del autor por tanta información sobrepasa el interés del lector, este deja el libro y enciende la televisión.

En Bajo los montes de Kolima hay mucha descripción del ambiente, pero en este caso los detalles no son sólo un elemento decorativo. ¿Cómo finge Porter que es un marinero coreano y se incorpora a la tripulación de un barco japonés? ¿Cómo, tras haber llegado a Siberia con un disfraz, cambia su apariencia física y sus modales de forma tan creíble? ¿Cómo penetra al fin en la fortaleza del instituto científico, situado cerca de las negras aguas del lago Tchorni Vodi? Cada paso es necesario, cada detalle hace que el argumento avance. Si el resultado ha sido fruto de la investigación, nos inclinamos ante la diligencia de Lionel Davidson. Si, en cambio, ha sido fruto de su imaginación, nos inclinamos todavía más. (Cuando se escribe ficción, el objetivo de la investigación siempre es llevar la imaginación hasta un punto en el que sea capaz de inventar cosas tan parecidas a la realidad que el lector no pueda notar la diferencia).

Venga de donde venga, ya sea porque Davidson viajó a lo más remoto de Siberia, pasó muchas horas en la biblioteca o porque simplemente se sentó a su mesa y se lo inventó todo, la totalidad del material está al servicio de uno de los talentos narrativos más grandes del mundo del thriller. Como relato puro de aventuras, esta novela tiene muy pocos rivales. Como historia de amor, valentía, peligro y un frío terrible, es una obra maestra. Ahora bien, el breve episodio que tiene lugar en el corazón del misterio, el callado encuentro entre Johnny Porter y la tierna y herida Ludmila, eleva Bajo los montes de Kolima por encima de cualquier otro thriller que yo haya leído. Este es el mejor que existe."


  PHILIP PULLMAN

sábado, 25 de noviembre de 2017

SATIN ISLAND - de Tom McCarthy















LA ARQUITECTURA
            SECRETA DE LA
                        REALIDAD.-

En su primera novela, Residuos, el protagonista había recibido un impacto en la cabeza y una vez repuesto tendía a mirar por las rendijas de las paredes para intentar ver lo que hay detrás de la realidad. Y en esas sigue este autor único en el panorama literario actual, afilando sus herramientas de aspirante a demiurgo. 


El protagonista de Satin Island es un joven antropólogo -de nombre U.- que después de dedicarse a sesudos estudios académicos es contratado por una empresa multinacional con el reto de escribir el Gran Informe, un documento etnográfico integral capaz de resumir nuestra época. El desafío es abrumador. Los datos aparentes, los códigos escrutables y las claves secretas llegarán a aturdir a U.

"Fue idea de Peyman. Cuando me contrató, mientras me estrechaba la mano para darme la bienvenida a bordo, me miró fijamente y dijo: U., escribe El Gran Informe.
¿El Gran Informe? pregunté, con la mano aún aferrada a la suya; ¿qué es eso?. El Documento, dijo él; el Libro. La Primera y Última Palabra de nuestra época. Además del trabajo que desarrollarás en la Compañía, en realidad te estoy contratando para que lo elabores. Es para lo que servís los antropólogos, ¿correcto?. ¿Podrías explicarte?, pregunté. Bueno, contestó él, soltándome por fin la mano para poder gesticular con la suya; vosotros os ponéis unos caquis, os largáis a alguna jungla, os relacionáis con los nativos, pescáis y cazáis con ellos, cogéis sus fiebres, bebéis brebajes raros fermentados en las bocas de sus vírgenes y demás; luego, al cabo de un año o así, ellos arrastran vuestros fardos y maletas hasta el pequeño embarcadero que conecta su mota de mundo con el grande de cuya existencia conocen algo, si bien sólo como concepto abstracto, como el adulterio para los niños; y, saludando con sonrisas enormes y llenas de huecos, os envían de vuelta a vuestro estudio donde, mudados los caquis por una camisa de algodón y corbata, el licor de saliva por un Twinings, una tisana o un escocés con hielo que el ama de llaves provee sobre una bandeja, escribís el libro: a eso me refiero, dijo. no a un libro: al puto Libro. Escribís el Libro sobre ellos. Recapituláis su tribu. Pronunciáis sus nombre secreto. " pág. 74
El efecto Rosebud. La palabra mágica y sonora cuyas resonancias convocan a toda una época. Uff. 
El fracaso es morrocotudo: "mi exasperación me decía que aquello era imposible". Pero al documentar sus estériles esfuerzos, U. cumple el encargo de un modo fascinante. El libro mismo donde se narran sus vicisitudes se convierte en una reverberación de lo que podría ser El Gran Informe. De hecho sus párrafos están numerados como si se tratara de un informe científico. Las ideas refulgen en cada página y un denso sistema de símbolos empieza a despuntar de un modo casi imperceptible, entre el magma rezumante de la realidad. 
El magma de la realidad por DVEIN

Las conexiones que establece U. entre los más dispares fenómenos pueden parecer azarosas o arbitrarias pero siempre encuentran el siguiente nexo, bien sea con humor y juegos morfosintácticos o con reflexiones sorprendentes. Lo mismo sirve una secuencia aparentemente aleatoria de muertes de paracaidistas, que una serie de meditaciones cazadas al vuelo sobre la belleza de las manchas del petróleo o el flujo del tráfico en una rotonda que identifica con el mismo patrón que el símbolo de almacenamiento en el ordenador y también con el de la serpiente mitológica Ouroboros. Asimismo la forma de cargar los vídeos en internet puede estar preñada de simbología: una raya gris representa la carga pero también se podría ver como nuestra experiencia, ya que sin esa carga previa sería imposible la otra raya, la luminosa que indica el presente, lo que se ve. 

Todo ello aderezado con las teorías de Lévi-Strauss y Malinowski, la entropía, el marketing, el urbanismo, el análisis de sistemas o la teoría de Deleuze sobre el pliegue: "para él le pli, o el pliegue, describe cómo engullimos el mundo exterior, le damos la vuelta y lo devolvemos afuera, formando en el proceso nuestra propia identidad". Satin Island acaba conformando un magistral retrato etnográfico de nuestro tiempo caótico a la vez que hiperconectado. 
N      o             e      s      p     e     r      e      s           m    á    s,          c    o    r     r     e           a           p    o    r         e     s     t     e          l     i    b    r     o.

Decir que este apasionante libro es una novela de ideas quizás no sea suficientemente exacto. Yo la definiría como una novela conceptual. Su narración no se basa en acciones y personajes, "¡Acontecimientos! Si buscáis algo así, ya podéis dejar de leer", nos avisa el autor ya en la página 24; sino en conceptos.

El logo de la Compañía en la que trabaja U. nos ofrece un buen indicio. Se trata de una torre gigantesca desmoronándose. La bíblica parábola de Babel. Su presidente, Peyman, tiene un punto de vista muy particular sobre este mito. 
"Lo que de verdad importa no es el intento de alcanzar el cielo, ni de hablar con el idioma de Dios. No: lo que importa es lo que queda cuando ese intento ha fracasado. (...) Lo valioso de ella es su inutilidad. Su inutilidad le otorga sentido: como símbolo, código, acicate para la imaginación, para la productividad. La primera maniobra de cualquier estrategia cultural, decía, debe ser liberar cosas -objetos, situaciones, sistemas- en el ámbito de la inutilidad." pág 60
¿Está reconociendo la inutilidad del esfuerzo para cumplimentar el Gran Informe o también se refiere a cualquier obra y novela?. Liberando las cosas se mejora su productividad.
Pueden entonces adoptar una nueva forma, un nuevo rol e incluso dotarse de un nuevo contenido. Uff. ¡qué idea tan sugerente!

Esta novela liberada comienza con el narrador varado en el aeropuerto de Turín. Allí mata el tiempo leyendo sobre la famosa sábana santa y observa el mapa de conexiones del aeropuerto que le recuerda a los radios de una rueda. Asimismo es consciente de la nube de pantallas que le inundan con información de todo el mundo: su móvil, su portátil, las pantallas de noticias en cada rincón, otros móviles, más ordenadores y tablets. Todo ello le provoca una sensación de vértigo y náusea que le recuerda -la magdalena de Proust- las sensaciones de niño, cuando iba en bicicleta hacia atrás: "Recordar ahora la maniobra reproducía -en la terminal abarrotada, en mi cabeza y mi estómago- la misma sensación incómoda de que las cosas estaban desincronizadas, dislocadas".
T    o    d    a    v    í    a       e    s    t    á    s       a   h   í       e    s    p    e    r    a    n    d    o       t   u       c   l   a   v   e?        U.     i    s       y   o   u.
Ozymandias en Watchmen

Toda esta secuencia me recuerda a una viñeta del cómic Watchmen, en la que Ozymandias se encuentra ante un panel gigantesco de monitores que cacofónicamente y en directo, le revelan las mil y una facetas del mismo instante, las innumerables situaciones que se producen a la vez y sucesivamente en el mundo. Un mantra que repite el autor en diversas ocasiones: Malinowski dijo "anotadlo todo". Ozymandias percibe el espíritu del tiempo (zeitgeist) y concluye, "war"; U. en cambio no concluye nada. Su misión está destinada al fracaso. Sólo nos puede ofrecer la constatación del mismo. Como hizo Kafka. Su vivencia en un engranaje irreductible a la comprensión, en el que el hombre pinta poco, como mucho a nivel de usuario o simple consumidor.
"En los cincuenta y sesenta, gente como yo comenzó a realizar estudios sobre corporaciones, presentando sus conclusiones en el ámbito académico, para su consagración como conocimiento puro, absoluto. Pero, en algún momento de los setenta y ochenta, las cosas cambiaron; los antropólogos se descubrieron trabajando para las empresas, no sobre ellas. Ese era mi caso. Yo operaba dentro del ámbito de la Compañía. ¿A quién reportaba? A la Compañía. No obstante, era difícil no analizar las propias componendas de la Compañía en clave antropológica. De hecho, era imposible. Se acabaron las agrupaciones, familiares, étnicas y religiosas: las corporaciones las han suplantado como estructura primaria de la tribu moderna. Cuando empleo la palabra tribu no es por capricho; es moderna el término dudoso. La lógica subyacente a la corporación es absolutamente primitiva. La corporación tiene dioses, fetiches, altos sacerdotes y marginados. Tiene sus rituales, creencias y supersticiones, sus remansos de experiencia y artesanía caseras y, a la inversa, sus Incógnitas y Sobreentendidos." pág 56
Y esto nos lleva a la reflexión sobre el papel del protagonista en este mundo empresarial.
"¿Qué hace en realidad un antropólogo que trabaja para una empresa? Proveemos percepción cultural. ¿Y qué significa eso? Significa que desbaratamos la fibra de una cultura (la nuestra), su trama y urdimbre -las situaciones que genera, las creencias que la apuntalan y nutren-, y hacemos partícipe al cliente de cómo puede conseguir una mejor adherencia sobre esa fibra para así poder introducir él su propio y fino hilo de seda en dicho género, bordarlo estratégicamente o adornarlo con una mini-narrativa (una manera enrevesada de decir: vender su producto). pág 34
Esto es lo que mejor sabe hacer U., aportar una narrativa al mundo que le rodea, buscar el patrón. Como el Ozymandias de Watchmen se dedica a esclarecer nexos de la realidad múltiple y cacofónica para acabar convertido en un antropólogo de sí mismo.
"Consideré a fondo la cuestión del campo. En la antropología clásica, hay una rígida distinción entre el "campo" de estudio y "tu medio natural". Al campo se va a investigar, a sumergirse, a veces a gran riesgo personal, en una vorágine de acontecimientos naturales, desordenados. En tu medio natural, los ordenas y controlas; los catalogas, los analizas, los transformas en algo con significado. Pero cuando el objeto de tu estudio está totalmente entrelazado con tu vida y sus ritmos, esta distinción desaparece: ¿dónde (me preguntaba yo repetidamente) termina tu entorno natural y comienza el campo?"pag 36
¿No suena esto como un Principio de Incertidumbre de Heisemberg muy sui generis? U. llega a concebir una Antropología en Presente, donde los etnógrafos ya no buscan el significado de acontecimientos muertos o remotos; sino que se colocan a sí mismos en el centro de su investigación.

"dentro de los acontecimientos y situaciones mientras desarrollaban de un modo inocente, despreocupado y, sobre todo, vivo- sus vidas transformadoras y participativas poniendo el foco en la auténtica sustancia de éstas en cada instante, no como conocimiento futuro sino como instante per se. (...) Entonces el Gran Informe no sería algo pendiente ni completo, del pasado; sería, en todos sus aspectos, ahora. Antropología en Presente." pág 91
Eso es lo que significa Antropología en Presente. Ni más ni menos que los nativos a estudiar ya no son los de Papúa Nueva Guinea o Tahití, sino que "los nativos somos nosotros", sus contemporáneos.
"13.3. Anotadlo todo dijo Malinowski. Apenas si hay un instante de nuestras vidas que no esté documentado. Recorres un tramo de calle y estás siendo filmado por tres cámaras a la vez; e incluso si no es así, el teléfono que llevas en el bolsillo localiza y registra tu posición en cada momento. Cada sitio web que visitas, todo clic que haces, cada pulsación de teclas son archivados: aún si pulsas suprimir, borrar, vaciar papelera, las cosas siguen alojadas en alguna parte, en alguna carpeta o algún enclave, alguna oculta venida del circuito. Nada desaparece jamás. Y como las estructuras de parentesco, las redes de intercambio cuya telaraña nos retiene, nos envuelve, nos crea -redes cuyo cartografiado es la tarea, la raison d´être, de alguien como yo-, esas redes están siendo cartografiadas, esa tarea realizada, por el software que tabula y cruza lo que compramos con quienes conocemos, y lo que compramos, o nos gusta, con los demás objetos que son deseados o comprados por otros a los que no conocemos pero con quienes coexistimos en un patrón de compra o  gustos compartido. Al ponderar estas realidades, un nuevo espectro, una revelación aún más grotesca, se presentó ante mí:  el pensamiento verdaderamente horripilante no era que el Gran Informe pudiera ser inescribible, sino -muy al contrario- que había sido escrito ya. No por una persona, ni siquiera por alguna camarilla perversa, sino sencillamente por un neutro e indiferente sistema binario." que se había dado origen a sí mismo, existía por sí mismo y se perpetuaba a sí mismo." pág 149
¿No suena esta Antropología en Presente a Big Data?  Un caleidoscopio que necesita dotarse de sentido. Una narrativa.
La de esta espléndida novela.





                                                      ▂▂▂♜◐◒⛻◓◑♜ ▂▂▂



P.D. 1.-
La novela no llega a ninguna conclusión. No lo pretende. De hecho el final resulta anticlimático. Hay un impulso creciente hacia las convergencias en el texto, el presagio de un mensaje maestro codificado que se revelará solo si el lector conecta todos los puntos. La revelación que lo explicará todo, se siente, como la presencia de lo divino, tentadoramente cerca, pero siempre fuera de alcance. Que nunca se materialice puede ser el principio de ordenamiento del libro. Todo es sugerencia, chispazos que unen ideas lejanas, sombras que se entreven tras el azogue. Pero siendo nosotros y nuestro presente el objeto del presunto estudio antropológico, me quedo con esta bomba de retardo:
"Lévi-Strauss afirma que, para la tribu aislada que por vez primera entra en contacto con un antropólogo -la tribu que, tras ser estudiada, será diezmada por enfermedades para las que no poseen defensas, posteriormente (si han sobrevivido) convertida al cristianismo y, por último, reclutada por empresas mineras y madereras como fuerza laboral en régimen de semiesclavitud-, la civilización representa nada menos que un cataclismo. Este cataclismo, dice, es el auténtico rostro de nuestra cultura; esa cultura que da la espalda, al menos a nosotros." pág 157


P.D. 2.-
El gran Lévi-Strauss es el héroe de U.:
"Cambiaba de un continente a otro, de una cultura a otra, viajando por agujeros de gusano asociativos hasta que hubo reconstituido el globo entero en un collage de colores, olores y patrones, recurrentes. Especialmente patrones: los diseños pintados en los cuerpos de los miembros masculinos de una tribu; la disposición, concéntrica o congruente o concíclica, de las chozas de una aldea; la simetría o asimetría de los sistemas de castas, sus ritmos transgeneracionales de exogamia y endogamia; él consideraba todo ello partes correlacionadas de sistemas mayores ocultos no sólo tras una sola tribu sino tras la tribu común de la humanidad. Si tuviéramos algún tipo de plantilla con la que poder categorizarlas, razonaba, podríamos establecer un gran modelo de equivalencias. Al describir puestas de sol, veía mallas de vapor iluminado, una completa arquitectura de hebras reflectoras que revelaba a la par que ocultaba la fuerte que yacía tras ellas; le parecía que hasta el paisaje retenía, en sus capas y estratos, una especie de significado maestro del que cualquier capa era una transposición parcial, distorsionada. Esto le fascinaba ¡Significado maestro! ¡Revelación oculta!." pág 43

domingo, 19 de noviembre de 2017

MUSA - de Jaume Balagueró

España, 2017

Esta no es una película de terror al uso. Comienza con una sentida lectura de los versos del Inferno de Dante y sus protagonistas son las Musas, esas figuras recurrentes que impulsan la inspiración de los poetas; pero que aquí son convertidas en unos seres maléficos.

Del mismo modo que en Shrek conocimos el reverso del clásico ogro o en el Laberinto de Jim Henson las hadas eran unos seres infernales; aquí nos encontramos con siete musas que en vez de inspiración, transmiten versos secretos como claves impregnadas de poder: su invocación tiene la capacidad de dar vida, producir muerte, sostener un engaño u ofrecer el impulso de la pasión. Los versos como conjuros de poder. La idea es magnífica.

Pero al César lo que es del César. Una idea tan brillante, la constante evolución de la trama y la sostenida intriga proceden todas de una novela muy bien armada por Jose Carlos Somoza, La dama número trece: "Una hermosa novela, escrita por alguien que realmente ama, conoce y entiende la poesía, al mismo tiempo que una maravillosa historia de terror. Su combinación de belleza y violencia me fascina”, ha comentado Jaume Balagueró. De modo que el valor de la película reside en haber conseguido reproducir lo que ya ofrecía esta recomendable novela, una intriga erudita con toques de terror. 

Samuel (Elliot Cowan) es profesor en el Trinity College. Después del suicidio de una de sus alumnas, con la que mantenía una relación, vive atormentado por una pesadilla que se repite, el asesinato ritual de una mujer, acosada en su mansión por unos oscuros seres. Al poco tiempo ve en las noticias que el crimen se ha convertido en realidad, con la misma protagonista y en el mismo escenario. Cuando acude a la mansión para buscar indicios se encuentra con Rachel (Ana Ularu), una joven que está allí, como él, impelida por el mismo sueño. Juntos descubrirán un enigmático objeto con inscripciones indescifrables y un círculo esotérico de fervientes estudiosos de la poesía. Todos los datos les remiten a siete musas de maligna intención. 

La trama sigue los pasos de una investigación libresca sobre la existencia de una cofradía hermética de amantes de la poesía y una mujer asesinada que ha sembrado una serie de pistas destinadas a sus soñadores. No sólo para que resuelvan el crimen, sino para que la venguen en sus asesinas. 

Uno de los mejores ingredientes de la película es ofrecernos el reverso de las idealizadas musas como furias crueles y vengativas cuyas armas son el susurro de ciertos versos letales. Para ello trae a colación versos del Dante, William Blake o Coleridge; pero también la misteriosa "Dark Lady" (Dama Oscura) de la que William Shakespeare habla en sus sonetos más indescifrables; o la leyenda de que el "Paraíso Perdido", de John Milton, fue inspirado por una misteriosa muchacha que vio bailar en las afueras de Florencia. 

Por contra cabe decir, que el director no ha sacado todo el partido terrorífico que había en esta mitología infernal. Las dos apariciones de la musa mentirosa son de lo más perturbador de le película; pero en cambio, durante el resto del metraje, son sólo presencias. Lo mismo cabe decir de su atractivo reparto multinacional: Franka Potente, Joanne Whalley, Leonor Watling o Christopher Lloyd son a la vez personajes clave en un punto de la película; pero también demasiado testimoniales. 

En cambio creo que la película acierta al buscar su propio territorio y trasladar a Irlanda, tierra de bardos, y a los poetas anglosajones su marco de referencia. Los guionistas, el propio Balagueró junto a Fernando Navarro -escritor de Toro-, logran ofrecernos una nueva perspectiva de la trama que aparece en la novela. En ella el espacio es Madrid, Barcelona y Toledo; y los poetas, Machado, Góngora o Bécquer. Incluso hay un pasaje en el que torturan al hijo de Raquel con un verso de San Juan de la Cruz...

Efectivamente no es un terror al uso. No tiene golpes de efecto ni de sonido. Balagueró filma un elegante thriller sobrenatural de aire clásico, que se desarrolla cadenciosamente como un miserere. La intriga llega a convertirse en escalofrío en un par de escenas: la del sueño premonitorio y la de la Musa que miente, cuando ha acabado con la colaboradora del profesor (Franka Potente). Su terror se basa en la amenaza de algo verdaderamente poderoso, una amenaza inmortal y perversa basada en las poéticas Musas. También tiene su toque actual en el personaje de Rachel, inmigrante del este obligada a prostituirse. Este es un tipo de personaje muy de Balagueró, la mujer sacrificial que ya encontrábamos en "Los sin nombre" o en "Frágiles". 

No quiero olvidarme de citar los fantásticos títulos de crédito iniciales. Una maravilla visual (quizás al estilo de los de Westworld) donde la pluma y la tinta se transmutan en tendones y sangre. 

El sueño premonitorio del profesor, los versos tallados a cuchillo sobre los cuerpos sacrificados, las pistas escondidas por la mujer asesinada, las "imago" donde las musas esconden su poder, el último superviviente de la cofradía del Círculo (interpretado por Christopher Lloyd), el inesperado giro final,.... todos los ingredientes funcionan en esta intriga poética y perversa. 

martes, 14 de noviembre de 2017

HENRI DUCHEMIN y sus SOMBRAS - de Emmanuel Bove

Hermida Editores, 2016

Los desquiciantes vaivenes del alma, el tormentoso oleaje de las emociones, la desesperación. A todo ello están sometidos los protagonistas de estos cuentos. Seres en general solitarios y atormentados, neuróticos e hipersensibles; antihéroes de corte autobiográfico que reflejan las dificultades para satisfacer las necesidades materiales y afectivas que sufrió el propio Bove. A todos ellos sería aplicable esa desazón por la claridad de ideas que expresa el protagonista del relato La Historia de un Loco:
"Me gustaría que todo el mundo entendiera inmediatamente lo que me bulle en el cerebro sin necesidad de escribirlo. Sería todo mucho más sencillo. ¡Qué quiere que le diga, me gustan las cosas sencillas! En cuanto intento sacar a la luz sentimientos complicados, me lío y noto que se me va la cabeza. Es de lo más curioso. Veo claramente los pensamientos que tengo en primer plano dentro de la cabeza, pero, en cuanto quiero mirar lo que hay detrás, me encuentro con una nube." pág 102
El retrato psicológico que desarrolla cada relato es hiperestésico, detallista y casi obsesivo. Siempre en primera persona. Es muy sintomática la forma de narrar Lo que vi, un intento asfixiante de captar el tumulto del corazón: durante las cuatro primeras páginas los hechos se posponen fatigosamente, mientras se reiteran angustias y disculpas, "Por eso le pido, estimado señor, que sea indulgente. No tiene usted ante sí a un escritor, sino a un hombre que sufre y busca la clave que se lo explique todo". Hasta cuatro veces promete "Voy a exponerle los hechos" "Empiezo pues" sin que nos acerquemos un ápice a la cuestión; porque la cuestión es la propia inquietud. Uno de los conflictos que más se repite es el divorcio que existe entre la mente convulsa de nuestros protagonistas y la realidad. 
"Lo que me había imaginado se desvanecía en ese zumbido de vida que me rodeaba, una vida que transcurriría en derechura hasta la noche, indiferente a mis cálculos y a las complicaciones de mi mente".
Fotografía de París, por Brassaï
Los momentos de sintonía entre una y otra son escasos y por lo tanto dudosos, un factor más de paranoia. El debate es consigo mismo y con la expresión de esa intimidad atormentada. En el comienzo de los relatos solemos encontrar expresiones como "Quiero que conste desde ahora mismo, para que el lector se sienta a gusto, que no estoy loco." Y también "Estaba recobrando los ánimos cuando hete aquí que, de súbito, vuelvo a tener dudas." Y también, "¿De dónde me venía la tristeza?. La introspección, el desarraigo, el sentimiento de culpabilidad y la soledad son los puntos cardinales del territorio que esboza Bove.
Morris Column, de Brassaï

En los dos primeros relatos, El crimen de una noche y Otro amigo, los protagonistas son pobres de solemnidad, con lo cual aúnan la indigencia al quebranto existencial. En otros dos relatos, Lo que vi  y ¿Es mentira?, por contra,  son ricos, pero igualmente angustiados y corroídos por la duda, en este caso, provocada por la infidelidad de sus amadas. Así también en Visita por la noche el narrador es un burgués que recibe la visita de un amigo desesperado por el abandono de su mujer. Cuando el amigo intercede ante ella comprueba la enorme distancia que hay entre las imagen idealizada que tiene su amigo y la vulgaridad real de la mujer ("No diré que tiene pinta de arpía, pero poco le falta").  En el relato encontramos otro asunto recurrente en la obra de Bove, la amistad traicionada. Finalmente en La historia de un loco se narra el corte de marras de toda relación, la huida hacia la soledad y la muerte con la alegría de dejar atrás una tortura.   

Hallo en el volumen dos relatos extraordinarios que curiosamente son contradictorios entre sí. El crimen de una noche tiene un carácter onírico y transcurre en la noche, mientras que El regreso del hijo, es hiperrealista y ocurre a la luz del día. En el primero Henri Duchemin es pobre, vive en una habitación que es un agujero. Nos lo encontramos en Nochebuena, llueve y se refugia en un bar solitario. Una mujer le dice que si está triste debería suicidarse. Un anciano que para redimirse hay que sufrir. Finalmente un hombre le convence de algo mejor: matar a un banquero para quedarse con su dinero y ser rico. La noche y los deseos se confabulan para enseñarle el cielo y dejarlo caer. Él, como muchos otros, deambula por un mundo que se torna amenaza, sometido a fuerzas que no logra comprender. En algún sentido el relato me ha recordado al magistral Mientras dan las nueve de mi admirado Leo Perutz. 
Brassaï, París de noche

Desde este relato situado en primer lugar del volumen, la verdad es que mi interés lector fue decayendo. El existencialismo no es muy de mi agrado en literatura, tampoco las dudas burguesas de un señor sobre su mujer.  Pero hete aquí que llego al relato sexto, El regreso del hijo, quizás el más sencillo de todos, el más directo, puesto que trata de las sensaciones y emociones que van asaltando a un hijo en su vuelta al hogar. El tren le lleva de la ciudad al campo. Espera el perdón después de abandonar hace años y por las bravas, el hogar familiar. Vuelve de la luminosa París a una granja en medio del campo y afloran pensamientos y sensaciones. A las pocas páginas en mi cabeza se produce un clic. Resulta curioso cómo nuestro cerebro va encajando ideas y pensamientos en un nuevo constructo. En este relato, lleno de sutiles detalles, Bove consigue que paladee su misma y dulce melancolía. 

No es necesaria la acción, ni el ensueño o la fantasía. No son necesarias las grandes pasiones, ni las remotas aventuras. Basta que alguien sea capaz de pulsar esas tenues fibras que conforman lo más esencial de la experiencia humana y de pronto tú también puedes vibrar con una emoción genuina y sustancial. Esto es lo que consiguió Bove con este relato cuando lo leí hace un par de domingos, en una mañana otoñal. El diapasón de sus palabras reverberó en mi alma y por un momento no pude respirar. El autor consigue en él un diáfano cuenco de autenticidad. 
"En el campo  de mi juventud, de las estampas para aprender alemán, donde todo lo que utiliza el campesino está en su sitio, sin necesidad." pág 119
Enmanuel Bove (París 1898-1945) era hijo de un ruso emigrado de origen judío y de una criada luxemburguesa. En 1924, su relato “El crimen de una noche” llega a las manos de la escritora Colette, quien fascinada, respalda a Bove para publicar su primera novela, Mis amigos, en 1924. La novela lo convirtió rápidamente en un autor de culto. Los críticos lo compararon a Dostoievski y Proust. Gide, Rilke y Beckett se rindieron a su prosa.  Cuando llega la 2ª Guerra Mundial se traslada a Argel. Murió poco después de regresar a París. Tras su muerte cayó en el olvido, hasta que lectores fervientes lo rescataron en los años ochenta con gran éxito de crítica.

Bove nos habla en sus obras de la autoestima, la amistad, la autoconsciencia y la depresión. Su prosa es contenida, a veces áspera y muy precisa; montada sobre frases muy cortas. En ocasiones parece un entomólogo observando la psicología del personaje, sus tropiezos y neurosis. Uno de ellos llega a decir: "me parece que intentar conocerse a uno mismo tiene pureza."
Brassaï, La Librería de la Luna -París-

He aquí el comienzo de Visita por la Noche, como paradigma de ese estilo.
"¿De dónde me venía la tristeza? Mis libros, todos mis libros, dormían en la biblioteca. Nadie había hablado mal de mí. A mi familia y a mis amigos no los agobiaba ninguna preocupación. Estaba en el centro de todo. Así pues, no debía sentir temor de que los acontecimientos, libres de mi presencia, fueran en una dirección que me habría sido imposible modificar. No estaba descontento de mí mismo. E, incluso aunque lo hubiera estado, esa sensación no habría tenido la fuerza de esto que notaba.
Eran las once de la noche. Una lámpara sin pantalla iluminaba mi escritorio. No había salido en todo el día. Cuando el aire libre no me ha puesto la cara encarnada no me siento a gusto. Tengo las muñecas más lisas. Y me desagrada un poco notar más sedoso el vello que las cubre. Y la fuerza sin gastar, que tendré que llevarme a la cama, me estorba.
Estaba dormitando en un sillón. En el punto en que el terciopelo rojo coincide con la madera, unas chinchetas de cabeza dorada sujetan una cenefa. Faltaba una, y en ese lugar la cenefa estaba menos tirante. Yo estaba quieto. Sólo hurgaba, sin darme cuenta, en esa cenefa, intentando inconscientemente aflorar la chincheta siguiente.
Hasta que no lo conseguí no me percaté de lo que estaba haciendo. Al descubrirlo, noté cierta alegría. Es lo que me sucede siempre que me sorprendo a mí mismo haciendo algo sin saberlo o doy rienda suelta a un sentimiento que ignoraba que llevaba dentro. Me regocija tanto como un rayo de sol o una palabra grata. Quienes me reprochen esa alegría mínima no me comprenderán nunca. Me parece que intentar conocerse a uno mismo tiene pureza. Reprocharme que me estudie demasiado sería reprocharme que sea feliz.
Pero he decir que esa alegría es muy frágil. No tiene la homogeneidad de la que nos aporta un rayo de sol. Desparece enseguida y busco en mí otra cosa para renovarla. Me doy cuenta entonces, en los intervalos, de que todo me es hostil y las personas de alegrías sencillas que me rodean son en realidad más felices que yo." pág 63-4