sábado, 31 de diciembre de 2016

La BANDA de los SIETE MINUTOS - de Afonso Cruz

La novela de Afonso Cruz, La muñeca de Kokoschka, resulta deliciosamente literaria. Está llena de extraños libros y editoriales que ensayan una nueva relación con la vida. También está llena de música. Un personaje, Miro Korda, clasifica a las personas con acordes musicales. Según él, un pesimista es un acorde menor, una mujer sofisticada, un acorde en novena. "Los filósofos con barba son acordes de séptima disminuida. A veces son notas sueltas".

Otro personaje escribió un libro, "La banda de los siete minutos", concebido como una sinfonía ejecutada por miles de personas en todo el mundo que, sin saberlo, participaban de la melodía.





















"Mi primer libro en prosa narraba la historia de una banda que sólo existía a oídos de Dios. Había un hombre ciego que tocaba al acordeón, una melodía sencilla en una calle de Tirana. Al mismo tiempo, en perfecta armonía, una china tocaba el piano en un salón de Moscú. Un bluesman en Nueva York tocaba la base rítmica en el contrabajo. En Brasil, en Corumbá, un solista tocaba una segunda armonía en la trompeta. Una empleada doméstica, en Viena, tarareaba un aria que encajaba a la perfección en aquella música. Y así en todo el mundo. Los músicos iban cambiando, la melodía iba cambiando, convirtiéndose en la mayor, en la más compleja, en la más bella composición que se ha tocado jamás. No se habían visto nunca, no conocían la existencia los unos de los otros, ni hubieran podido imaginar que aquello que tocaban formaba parte de un todo mucho mayor. Describí a miles de personas distribuidas por cientos de páginas. Hablaba un poco de sus vidas, de su geografía, y a continuación describía minuciosamente su contribución al conjunto melódico. Era un libro que transcurría en siete minutos, que era la duración de aquella música. En esa narración, sólo Dios conocía toda la melodía, pero, en la vida real, quien oía aquello era yo. Era yo el que hacía tocar a toda aquella gente y oía, en mi cabeza, la composición entera con su compleja orquestación. Soy música ¿sabe¿ Lo que sido siempre. Incluso antes de tocas ningún instrumento. todos mis libros son piezas musicales, sólo que con letras. En el fondo es lo mismo. ¿Cree que no sería capaz de oír a los miles de músicos que he creado tocando todos al mismo tiempo? Se equivoca. Lo oigo. Todo.
-¿Qué pasó con ese libro?
-Creo que Thomas Mann me lo robó y escribió Fausto. Es broma. Un día, después de recibir todas las cartas de rechazo del mundo, lo tiré a la chimenea. No he oído nunca una composición tan caliente como aquella." pág 102-3





Tomado de La muñeca de Kokoschka, de Afonso Cruz

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