lunes, 5 de septiembre de 2016

NUNCA apagues LA LUZ - de David F. Sandberg

Autor de un corto terrorífico que vimos millones de personas, Sandberg fue invitado por Hollywood para convertirlo en largo. Con la producción de James Wan (The Conjuring) los mimbres estaban dados. 

Aquel mini relato centrado en una luz que se apaga y enciende alborotando nuestros más ancestrales miedos no podía ser más sencillo y efectivo. Sandberg ha montado alrededor de esta idea una historia mínima, con una madre enferma de neurosis cuya mente alberga un monstruo. No es nada del otro mundo, es verdad. Si lo comparamos con una historia paralela, la del film Mamá, de Andrés Muschietti (producido con mucho olfato por Guillermo del Toro); sale perdiendo en complejidad y poesía; pero los elementos que concita la cinta son más que suficientes para montar una notable película centrada en el terror. 

Porque lo que sí han hecho Sandberg y su guionista Eric Heisserer es centrarse en elaborar, con todo detalle, media docena de secuencias que funcionan como un mecanismo de precisión para descargar escalofríos. A ello se suman un puñado de sustos morrocotudos y tenemos la sesión perfecta para que tu pareja te llene de moretones el brazo. Literal. En la sala tenía una pareja sentada en la fila de adelante y la chica se pasó la película abrazada a su novio y vuelta hacia mí. A veces, en la oscuridad, sus ojos brillaban ofreciéndome una película en 4D.

Por las dos experiencias citadas, parece claro que Youtube y las nuevas tecnologías (que facilitan enormemente la posproducción y el montaje) se han convertido en unas plataformas fantásticas para dar a conocer el talento. Estoy seguro que estos casos no serán los últimos.

Sophie (María Bello) ha padecido depresiones desde joven e incluso estuvo internada. Pegada a su alma lleva un ente que vive en las sombras. Primero huyó su marido, luego su hija Rebecca. Ahora solo queda el pequeño Martin que empieza a vivir aterradoras noches.

El sueño de la razón produce monstruos, dibujó Goya. En este caso se traduciría como el desequilibrio de la razón alumbra monstruos. La criatura me recuerda a la de Ba-Ba-Dook, de Jennifer Kent, puesto que apela a las sombras y a los miedos ancestrales. Pero lo mejor es ese pequeño parque temático del terror que se ha montado el director, donde no falta la casa, el sótano, el niño y las sombras que anidan en cada rincón y sobretodo, debajo alrededor de la cama.

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