sábado, 24 de octubre de 2015

MARTE - de Ridley Scott


Dos retos sostienen el enorme interés de esta película: el de sobrevivir en condiciones absolutamente adversas (nada menos que en Marte); y el de organizar una misión de rescate contrarreloj y desde la Tierra, cuando la distancia media entre ambos planetas es de 225 millones de kilómetros.

Pero en ambos casos nos asiste el intelecto y la ciencia. El programador informático Andy Weir quiso imaginar un Robinson Crusoe espacial y para ello escribió el relato de un astronauta abandonado en el planeta rojo. En mitad de una misión tripulada a Marte, una tormenta obliga a una evacuación de urgencia. Atrás dejan a Mark Watney (Matt Damon) que, golpeado por los escombros, es dado por muerto. Pero sólo está malherido y cuando despierta se encuentra abandonado y con escasas provisiones: tiene que elegir entre desesperar o luchar por sobrevivir. La supervivencia se convierte en el más agudo e intrigante problema al que la película nos invita a asistir: cómo producir comida, oxígeno y agua.

La verosimilitud científica  es la principal baza de esta propuesta. Weir describe en el libro -de forma verdaderamente meticulosa- la confección del agua, la hidrólisis, los cálculos de consumo de energía, la producción de kilovatios a través de paneles solares e incluso los cálculos de trayectorias orbitales. 

La película aprovecha esta fascinante hazaña de un hombre solitario y logra trasladarnos la aventura de sobrevivir. Me resultaron especialmente emocionantes las estrategias que el marciano afronta para lograr comunicarse con la Tierra. Esa necesidad de comunicación aporta un drama verdadero.

La película se divide en dos partes muy diferenciadas. Una primera centrada en las arduas tareas de supervivencia y comunicación del astronauta; y una segunda, dedicada a las dificultades de la misión rescate. 

Esta segunda parte resulta más convencional en su desarrollo; aunque ilustra con claridad la dificultad de los viajes espaciales y la complejidad de su organización técnica, por ejemplo: una nave que volviese de Marte a 58.000 km/h., necesitaría un mes para desacelerar antes de llegar a la Tierra. Encerrada en medio de las reuniones y ponencias, encuentro una perla sociológica inesperada: Cuando el director de la NASA no quiere publicar las fotografías que demuestran que Watney sigue vivo para evitar el marrón; la jefa de comunicación le espeta:"Somos una empresa pública. Desde que descubrimos las fotos tenemos 24 de plazo máximo para publicarlas. Nos obliga la ley." Qué candor. En España tenemos leyes de Incompatibilidades y de Transparencia que todos los políticos y cargos ignoran sin pudor. 

No es la única reflexión sociopolítica que abona esta historia. Tiene interés la idea de ser colono en Marte al labrar su tierra, o la de pirata asaltador de naves, debido al Derecho Marítimo Internacional que regula todo lo extraterrestre. Pero me quedo con el momento de inspiración de Watney donde germina (¡!) su idea para sobrevivir en Marte: podemos llamarlo reciclaje.




Gran película de un Ridley Scott que curiosamente se apuntó al proyecto retrasando la secuela de la decepcionante Prometheus. El buen humor que luce el protagonista y la música disco que casualmente guarda la comandante en sus archivos ayudan a aligerar la función. Yo creo, sin embargo, que el silencio en algunas secuencias hubiese incrementado el dramatismo. Tanto en algunas secuencias del trabajo por la supervivencia como, por ejemplo, en la que preparan la voladura controlada de parte de la nave Ares para poder frenar, creo que el silencio del espacio y las carreras de los astronautas nos hubieran dejado sin aliento.


El guión lo había preparado Drew Goddard, un guionista y director muy a tener en cuenta a la vista de lo estimulante de sus trabajos: guionista en Guerra Mundial Z, guionista y director de La cabaña en el bosque y, sobre todo, creador de la serie de TV Daredevil, un retrato oscuro y muy realista de un superhéroe que retrata un mundo criminal muy convincente. Goddard después de redactar el guión de The Martian, abandonó el proyecto al ofrecérsele la oportunidad de escribir y dirigir el nuevo reboot de Spider-Man.

Tanto la película como el libro enaltecen la ciencia como logro humano. El estreno de la película coincide, además, con la confirmación por parte de la NASA, de la existencia de agua líquida en la superficie de Marte

El libro de Weir puede resultar un tanto farragoso en algunas de sus explicaciones; pero resulta de enorme interés. El propio autor reconocía no escribir para divertir. Mientras redactaba la novela, estaba absorto en la resolución de los distintos problemas que se podría encontrar el marciano. 
Me cautiva el papel colaborativo que jugó internet en la confección del libro. Weir ha reconocido que sacó toda la información que necesitó consultando a Google. E incluso utilizó su blog para recibir feedbacks de los lectores en forma de comprobaciones para sus tesis y cálculos matemáticos. Además, a través de su blog, contó con la inestimable ayuda de químicos, ingenieros y hasta un técnico de reactores en submarinos atómicos que le orientaron sobre los aspectos más específicos de lo que estaba escribiendo. Él mismo elaboró programas informáticos que le permitieron calcular las trayectorias orbitales de las naves espaciales que aparecen en el libro.

Acabó publicando la novela en su blog con acceso gratuito. A pesar de ello, la demanda para leerla en formato kindle fue tan alta que en septiembre de 2012 la colgó en Amazon por el mínimo permitido, 0,99 $. Para el mes de Diciembre del mismo año ya se habían vendido 35.000 copias.

La verosimilitud científica ha sido fundamental a la hora de implicar a la NASA que cedió el uso de su logo y aportó material para que el guión fuese exacto y convincente. Esta implicación fue premiada por la productora con la proyección de la película, un mes antes de su estreno, para los astronautas de la Estación Espacial Internacional.
Hoy en día los propios directivos de la NASA consideran el libro un himno a los viajes espaciales y es de lectura obligatoria para los aspirantes a astronauta. 


La distancia entre la Tierra y Marte varía según sus posiciones, desde los 56 millones hasta los 451 millones de kilómetros. La distancia media es de 225 millones de kilómetros. La sonda Mars Pathfinder (1996) que sale en la película tardó 212 días en llegar, mientras que la Mars Science Laboratory (2011) tardó 254 días.

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