sábado, 31 de octubre de 2015

El PRINCIPE ZALESKI - de M. P. Shiel








La subyugante personalidad de este príncipe y su decadente mundo son una creación mayúscula. Heredero directo del Auguste Dupìn de Poe, este príncipe ruso mora en Londres, retirado del mundo, en una mansión llena de penumbras y rarezas, entre vapores de cannabis sativa y junto a una momia egipcia.

El volumen consta de tres historias escritas por M. P. Shiel: “La estirpe de los Orven”, “La piedra de los monjes de Edmundsbury” y “La S. E.”, que en inglés se convierte en “The S. S.” (por The Spartan Society). E incluye otras tres rescatadas (y retocadas) por su albacea literario John Gawsworth: El asesinato de Murena, Los abogados desaparecidos y  La herencia de Hargen. En ellas es más que evidente el cambio de tono y estilo. Son menos exuberantes pero suficientemente ingeniosas como para entretener.

Edición ilustrada por Beardsley
Zaleski permanece apartado del mundo, pero tan carcomido por el tedio vital que espera ansioso las noticias de su Watson particular: el propio Shiel, que actúa a título propio, como amigo y narrador. Él es una de las escasísimas personas a las que recibe Zaleski. Sus demandas de ayuda respecto a crímenes inexplicables, siempre son respondidas por el príncipe con un escueto telegrama: Venga.


Al innegable atractivo de las historias, montadas como un intrincado acertijo demodé, se suma un estilo recargado y voluptuoso. Las páginas rebosan erudición, misticismo y un fantástico ingenio. Todo ello otorga a estos cuentos una peculiaridad que va más allá de lo meramente policíaco.
La deducción filológico-histórica que Zaleski realiza recpecto al apellido del criado de sir Jocelyn, Ul-Jabal; y de la inscripción medio borrada en la piedra de los monjes de Edmundsbury, resulta absolutamente fantástica.
"Pero apliquemos nuestra mente a los detalles de este asunto. Preguntémonos primero, ¿quién es ese Ul-Jabal? He dicho que es persa, y de eso hay abundantes indicios en la narración aparte de su mero nombre. A pesar de lo fragmentario que es el documento, y de que el autor no tiene la voluntad de ofrecer información en él, hay, sin embargo, indicios de la religión de este hombre, de la secta en particular de esa religión a la que pertenecía, de su color peculiar, del objeto de su estancia en la mansión de Saul, de la tribu concreta entre quienes vivió anteriormente. "¿Cuál es el significado de la inscripción Has?, pregunta, significado éste que tan bien conocía él. "Uno de los secretos extraviados del mundo", responde el baronet."
¿Son letras o símbolos las serpientes, el corazón y los triángulos?
Más osadas todavía son las deducciones ideográficas que Zaleski deriva de un críptico mensaje: el papel que aparece en los diversos cadáveres debidos a The Spartan Society.  

No en balde según el príncipe ruso, "en la forma de una nube, el tono del trino de un zorzal, el matiz de una concha marina uno encontraría, si tuviera suficiente perspicacia, suficiente astucia inductiva y deductiva, no sólo un significado sino, estoy convencido, un significado casi inagotable." 

Zaleski reúne la información a través de la prensa que lee su criado Ham y del expediente que le traslada el propio Shiel. Sobre estos datos, él aporta una elevada visión de conjunto en la que igual fusiona conocimientos lingüísticos que artísticos, esotéricos o historiográficos. Después de compuesto el puzzle, suele pergeñar una nota con la solución que su criado lleva a la policía.


No sólo la personalidad del detective y el estilo narrativo es decadente, también lo es la materia narrativa: El asesinato de un noble que delata una fatal herencia en el linaje -La estirpe de los Orven-. O el viajero que vuelve de Siria con un sombrío criado sin saber que ambos están ligados por una piedra mágica y una condena -La piedra de los monjes de Edmundsbury-. 
Gustav Moreau - Samsón y Dalida

En La Sociedad de Esparta -The S. S.-, Zaleski investiga una masacre internacional de inocentes, lo que le lleva a descubrir una secta de visionarios que discuten la ciencia médica, dedicada a salvar enfermos, contraponiéndola a la concepción espartana de lo sano. Los ecos nietzscheanos del superhombre son evidentes, lo que sumado a la iniciales del título, le han granjeado al relato un tan continuado como espurio debate.

Shiel fue un autor muy culto y bohemio, de gusto simbolista y decadente, que nos regala un personaje de afiladísima mente deductiva a imagen de su contemporáneo Sherlock Holmes. Una delicia.



M.P. Shiel fue el primer rey del Reino de Redonda y autor de una simpar novela de ciencia ficción alegórica, La nube púrpura.

viernes, 30 de octubre de 2015

Black Mass - de Scott Cooper



La realidad puede ser un veneno para la ficción. Las historias basadas en hechos reales suelen incorporar un corsé que las impide bailar.

Creo que este es uno de los problemas de esta película. Ha retratado la época y los personajes, pero no vemos la época ni conocemos a los personajes. Todo está en su sitio, pero sin personalidad. La acción transcurre plana y Johnny Depp luce acartonado. Queriendo parecerse tanto a la realidad reproduciendo escenas y fotografías del verdadero James "Whitey" Bulger (que podremos ver al final de la película); se han olvidado de insuflar vida a las imágenes.

James Bulger es un joven irlandés del barrio de Winter Hill en Boston. No es más que un pequeño matón del "Southy" en una ciudad dominada por la Mafia; pero un amigo de la infancia entra en el FBI. Ambos se aliarán para deshacerse de los italianos y dominar Boston. Además, como buen irlandés, colabora con el IRA enviándoles barcos con cargamentos de armas.

Lastimosamente todo el potencial de esta historia está dilapidado. El barrio con sus vínculos sólo aparece en una insignificante escena donde "Whitey" ayuda a una anciana. El hermano llega a ser un poderoso senador, pero el pobre Benedict Cumberbacht que lo interpreta, apenas tiene un par de escenas  donde aparece como un florero. Esta insólita relación, donde un hermano domina los bajos fondos mientras el otro es un alto cargo político, está por completo desaprovechada y fuera de plano. 
Del mismo modo, la personalidad del agente John Connolly (Joel Edgerton), que confunde sus lealtades y alberga una gran complejidad y doblez, no está plenamente desarrollada.

La trama recuerda claramente a Infiltrados, de Martin Scorsese. Allí también un capo irlandés interpretado por Jack Nicholson era confidente del FBI, mientras tenía infiltrado a uno de sus hombres (Matt Damon) como agente especial. Pero de la pasión y el frenesí de aquella no queda nada en esta rutinaria propuesta.

De todos modos la película se puede ver. No está mal la recreación de finales de los 70  y las escenas de asesinatos tienen fuerza.

Lo mejor está en dos secuencias. Una ocurre mientras Whitey cena con los dos agentes del FBI que le apoyan. Él sonsaca a uno de ellos el secreto de una receta familiar y ante esto, le hace notar con qué facilidad se lo ha arrancado: "eso me hace pensar que en cuanto tengas oportunidad hablarás de mí". El silencio se masca, la amenaza se cierne. Notable.
La otra escena tiene un alcance moral y se refiere a una pelea escolar en la que ha intervenido su hijo: "No ha estado mal que le pegases un puñetazo a ese hijo de puta, lo que ha estado mal es que te hayan visto".






P.D.
Scoot Cooper, ex-actor metido en lides de director, tiene la habilidad de contar con grandes actores en sus proyectos. Aquí no logran levantarlo. Jeff Bridges en cambio, sí logró una interpretación memorable -con Oscar incluido- en Corazón Rebelde, (Crazy Heart, 2009), película que supuso la presentación de este director tan correcto como anodino.

La historia de James Bulger esta exhaustivamente documentada en un libro aparecido en 2001, obra de los periodistas del The Boston Globe, Gerard O´Neill y Dick Lehr. 

sábado, 24 de octubre de 2015

MARTE - de Ridley Scott


Dos retos sostienen el enorme interés de esta película: el de sobrevivir en condiciones absolutamente adversas (nada menos que en Marte); y el de organizar una misión de rescate contrarreloj y desde la Tierra, cuando la distancia media entre ambos planetas es de 225 millones de kilómetros.

Pero en ambos casos nos asiste el intelecto y la ciencia. El programador informático Andy Weir quiso imaginar un Robinson Crusoe espacial y para ello escribió el relato de un astronauta abandonado en el planeta rojo. En mitad de una misión tripulada a Marte, una tormenta obliga a una evacuación de urgencia. Atrás dejan a Mark Watney (Matt Damon) que, golpeado por los escombros, es dado por muerto. Pero sólo está malherido y cuando despierta se encuentra abandonado y con escasas provisiones: tiene que elegir entre desesperar o luchar por sobrevivir. La supervivencia se convierte en el más agudo e intrigante problema al que la película nos invita a asistir: cómo producir comida, oxígeno y agua.

La verosimilitud científica  es la principal baza de esta propuesta. Weir describe en el libro -de forma verdaderamente meticulosa- la confección del agua, la hidrólisis, los cálculos de consumo de energía, la producción de kilovatios a través de paneles solares e incluso los cálculos de trayectorias orbitales. 

La película aprovecha esta fascinante hazaña de un hombre solitario y logra trasladarnos la aventura de sobrevivir. Me resultaron especialmente emocionantes las estrategias que el marciano afronta para lograr comunicarse con la Tierra. Esa necesidad de comunicación aporta un drama verdadero.

La película se divide en dos partes muy diferenciadas. Una primera centrada en las arduas tareas de supervivencia y comunicación del astronauta; y una segunda, dedicada a las dificultades de la misión rescate. 

Esta segunda parte resulta más convencional en su desarrollo; aunque ilustra con claridad la dificultad de los viajes espaciales y la complejidad de su organización técnica, por ejemplo: una nave que volviese de Marte a 58.000 km/h., necesitaría un mes para desacelerar antes de llegar a la Tierra. Encerrada en medio de las reuniones y ponencias, encuentro una perla sociológica inesperada: Cuando el director de la NASA no quiere publicar las fotografías que demuestran que Watney sigue vivo para evitar el marrón; la jefa de comunicación le espeta:"Somos una empresa pública. Desde que descubrimos las fotos tenemos 24 de plazo máximo para publicarlas. Nos obliga la ley." Qué candor. En España tenemos leyes de Incompatibilidades y de Transparencia que todos los políticos y cargos ignoran sin pudor. 

No es la única reflexión sociopolítica que abona esta historia. Tiene interés la idea de ser colono en Marte al labrar su tierra, o la de pirata asaltador de naves, debido al Derecho Marítimo Internacional que regula todo lo extraterrestre. Pero me quedo con el momento de inspiración de Watney donde germina (¡!) su idea para sobrevivir en Marte: podemos llamarlo reciclaje.




Gran película de un Ridley Scott que curiosamente se apuntó al proyecto retrasando la secuela de la decepcionante Prometheus. El buen humor que luce el protagonista y la música disco que casualmente guarda la comandante en sus archivos ayudan a aligerar la función. Yo creo, sin embargo, que el silencio en algunas secuencias hubiese incrementado el dramatismo. Tanto en algunas secuencias del trabajo por la supervivencia como, por ejemplo, en la que preparan la voladura controlada de parte de la nave Ares para poder frenar, creo que el silencio del espacio y las carreras de los astronautas nos hubieran dejado sin aliento.


El guión lo había preparado Drew Goddard, un guionista y director muy a tener en cuenta a la vista de lo estimulante de sus trabajos: guionista en Guerra Mundial Z, guionista y director de La cabaña en el bosque y, sobre todo, creador de la serie de TV Daredevil, un retrato oscuro y muy realista de un superhéroe que retrata un mundo criminal muy convincente. Goddard después de redactar el guión de The Martian, abandonó el proyecto al ofrecérsele la oportunidad de escribir y dirigir el nuevo reboot de Spider-Man.

Tanto la película como el libro enaltecen la ciencia como logro humano. El estreno de la película coincide, además, con la confirmación por parte de la NASA, de la existencia de agua líquida en la superficie de Marte

El libro de Weir puede resultar un tanto farragoso en algunas de sus explicaciones; pero resulta de enorme interés. El propio autor reconocía no escribir para divertir. Mientras redactaba la novela, estaba absorto en la resolución de los distintos problemas que se podría encontrar el marciano. 
Me cautiva el papel colaborativo que jugó internet en la confección del libro. Weir ha reconocido que sacó toda la información que necesitó consultando a Google. E incluso utilizó su blog para recibir feedbacks de los lectores en forma de comprobaciones para sus tesis y cálculos matemáticos. Además, a través de su blog, contó con la inestimable ayuda de químicos, ingenieros y hasta un técnico de reactores en submarinos atómicos que le orientaron sobre los aspectos más específicos de lo que estaba escribiendo. Él mismo elaboró programas informáticos que le permitieron calcular las trayectorias orbitales de las naves espaciales que aparecen en el libro.

Acabó publicando la novela en su blog con acceso gratuito. A pesar de ello, la demanda para leerla en formato kindle fue tan alta que en septiembre de 2012 la colgó en Amazon por el mínimo permitido, 0,99 $. Para el mes de Diciembre del mismo año ya se habían vendido 35.000 copias.

La verosimilitud científica ha sido fundamental a la hora de implicar a la NASA que cedió el uso de su logo y aportó material para que el guión fuese exacto y convincente. Esta implicación fue premiada por la productora con la proyección de la película, un mes antes de su estreno, para los astronautas de la Estación Espacial Internacional.
Hoy en día los propios directivos de la NASA consideran el libro un himno a los viajes espaciales y es de lectura obligatoria para los aspirantes a astronauta. 


La distancia entre la Tierra y Marte varía según sus posiciones, desde los 56 millones hasta los 451 millones de kilómetros. La distancia media es de 225 millones de kilómetros. La sonda Mars Pathfinder (1996) que sale en la película tardó 212 días en llegar, mientras que la Mars Science Laboratory (2011) tardó 254 días.

martes, 13 de octubre de 2015

MORAVAGINE - de Blaise Cendrars








Por Moravagine, idiota.
Esta rúbrica a un texto todavía inexistente fue el primer chispazo de la novela, según declara el propio Cendrars en un magnífico Postscriptum. Y efectivamente ahí está la esencia del libro. El hombre como un ser esencialmente loco, un idiota lleno de ruido y furia como quiere el clásico. 

En el mismo Postsriptum Cendrars reflexiona,  "Yo no creo que haya temas literarios, o mejor, no hay más que uno: el hombre". Un hombre que se debate a muerte entre vida y literatura, podríamos añadir. En más de una ocasión el autor señaló que él no mojaba su pluma en tinta, sino en el río de la vida. Desde muy joven Cendrars pretendió apurar su venero participando en todo tipo de acontecimientos y viajando a multitud de lugares exóticos. Esta novela delata esa pasión vitalista e insaciable. 

Un joven psiquiatra encuentra en una clínica mental a Moravagine, un recluso que se presenta como príncipe del imperio austro-húngaro. Fascinado por el relato de su vida, el psiquiatra le ayuda a huir uniéndose a él en un categórico experimento de campo. Primero huyen a Berlín, pero Moravagine comienza a matar mujeres y escapan hacia Rusia. Allí se enrolan en las filas bolcheviques, llegando a liderar alguna facción en lucha por derrocar al régimen zarista, hasta que todo se corrompe y acaban huyendo a Nueva York. Su inquietud los llevará a Texas y de allí a la selva amazónica para acabar volviendo a París. 

Todo el itinerario está sembrado de cadáveres. Moravagine se muestra como un absoluto nihilista y un militante misógino. Al asesinato de mujeres en Berlín le suceden las purgas y traiciones en las células comunistas de Rusia. Se cruzan con ladrones y criminales en la frontera de Méjico y posteriormente con jíbaros reductores de cabezas. Ellos son la guerra, el terrorismo, la revolución, el crimen y otras atrocidades. Moravagine se deleita con la aventura y el peligro. La novela tiene un ritmo frenético y se constituye como una epopeya avasalladora, tan trágica como delirante. 

La velocidad del relato, la viveza de las descripciones, la prosa efervescente... todo transmite urgencia, necesidad, ímpetu por acontecer. Moravagine parece el polo magnético de una era excitada y excitante. Asiste (y nosotros con él) a una época convulsa, al caos que entierra un tiempo viejo y anuncia uno nuevo. Moravagine viene del imperio austrohúngaro y en Rusia participa en el caos de la revolución contra el ancien regime. Le ilusiona sobremanera su llegada a Norteamérica, quien le inspira un encendido canto al utilitarismo.
"La raza blanca al desembarcar en América descubrió de golpe el único principio de la actividad humana, el que eleva y domina, el principio de la utilidad. En lo sucesivo no conoce más que un solo dogma, el trabajo, el trabajo anónimo, el trabajo desinteresado, es decir, el arte.
Ante esta noticia, los viejos pueblos de las catedrales, los viejos países de Europa despiertan, resucitan, vuelven a la vida consciente, dejan caer sus hierros.
...
Ya no se busca una verdad abstracta, sino el verdadero sentido de la vida. Jamás el cerebro humano ha soportado todavía tal flujo de ideas de alta tensión. Lo mismo en el arte que en política, que en economía general, las fórmulas clásicas no eran suficiente. Todo se deshace, todo cede, los armazones más seculares y los andamiajes provisionales más audaces. En la hoguera de una guerra liberadora y sobre el yunque sonoro de los periódicos se retuercen, se refunden y se vuelven a forjar todos los miembros del cuerpo político.
En ese aparente desorden una forma de sociedad humana se impone y domina el tumulto. Trabaja y crea. Transforma todos los valores pracicando el crack y el boom. Ha sabido surgir de las contingencias. Ninguna teoría clásica, ninguna concepción abstracta, ninguna ideología ha sabido preverla. Es una fuerza formidable que hoy en día oprime al mundo entero, y lo moldea, y lo amansa. Es la gran industria moderna capitalista.
Una sociedad anónima." pág. 180

Blaise Cendrars había conocido a Abel Gance y  había participado en su film J´accuse (1919). En esa época escribe: “Los últimos acontecimientos de las ciencias exactas, la guerra mundial, la concepción de la relatividad, las convulsiones políticas, todo hace prever que nos encaminamos hacia una nueva síntesis del espíritu humano, hacia una nueva humanidad, y que una nueva raza de hombres va a aparecer. Su lenguaje será el cine”.

Moravagine es un hombre echado a la rueda vertiginosa de los tiempos. Hay quien ha descompuesto su nombre en Muerte y Vorágine, Otros en Muerte a la vagina, por su misoginia. En todo caso es el signo de los tiempos, porque el periplo de estos febriles aventureros concluye con su regreso a París, justo cuando comienza la I Guerra Mundial, todo un "moravagine".

Cendrars antepuso la vida a la literatura, pero en Moravagine consiguió aunar ambas de forma apasionada. Quedan claras sus ideas en esta reprimenda de Moravagine al psiquiatra:
"¿Por qué quieres tú poner un orden? ¿Qué orden? ¿Qué buscas tú? No existe la verdad. No hay más que la acción, la acción que obedece a un millón de móviles diferentes, la acción efímera, la acción que se somete a todas las contingencias posibles e imaginables, la acción antagonista. La vida. La vida es el crimen, el robo, la envidia, el hambre, la mentira, el esperma, la tontería, las enfermedades, las erupciones volcánicas, los terremotos, los montones de cadáveres. Tú no puedes hacerle nada, mi pobre amigo: ¿no irás a ponerte a parir libros, eh?…"
La escritura es voluptuosa y eléctrica, de ritmo sincopado. Pormenoriza y amontona verbos y adjetivos para intentar describir esa sensación bullente y abrasadora de un ser sumido en un frenesí. Las ideas surgen a borbotones. Por las páginas fluye la acción más vertiginosa. El relato evoluciona a un ritmo febril y se despeña a cada rato en pozos de fiebre y pesadillas: Alucinada es la descripción de los años en prisión de Moravagine, tanto como su experiencia revolucionaria en Rusia, planeando crímenes, escondiéndose y conspirando:
"Qué campo de observación y de experiencias para un científico. A ambos lados de la barricada, actos inauditos de heroísmo y de sadismo. En el fondo de las prisiones, en las casamatas de las guarniciones, en plena vía pública, en una habitación donde se conspiraba, en un tugurio obrero, durante las recepciones en Tsarkoïe-Sélo y en las audiencias de los Consejos de Guerra, por todas partes sólo se encontraba uno con monstruos, seres humanos desviados, consternados, sin derechos, descarnados, con el sistema nervioso extenuado" pág 84

También en América se abocan a la pesadilla en el Desierto de los Muertos y posteriormente sobreviviendo entre los indios azules del Orinoco. En cada caso la vivencia es extrema y casi irreal.

El capítulo, H) Formación del espíritu, apenas ocupa diez páginas pero es de una intensidad demoledora. Un relato sinestésico, de pesadilla, sobre los diez primeros años de encierro. De ahí surge un Moravagine destruido y totalmente desesperado que se convierte en Jack el Destripador en Berlín y posteriormente en un sangriento revolucionario en Moscú.

Moravagine es el mal, la locura, la energía destructiva encarnada en un monstruo. Así es como lo definió Cendrars a su amigó Jean Cocteau. Su historia es contada por un testigo privilegiado, el propio Cendrars (así aparece en la novela), que creó esta criatura como una especie de doble donde exorcizar sus propios demonios.

Moravagine es un personaje febril y desesperado. Durante varias páginas nos articula su moral: "La naturaleza no conoce el sadismo, la gran ley del universo, creación y destrucción, es el masoquismo."
Incluso el amor es masoquista.
"...esa pasión cada vez más turbada, tormentosa y cuyos estragos son crecientes, hasta la total inhibición, la total aniquilación del alma, hasta la atonía de los sentidos, hasta el agotamiento de la médula, el vacío del cerebro, hasta la sequedad del corazón, esa necesidad de destrucción, de mutilación, esa necesidad de efusión, de adoración, de misticismo, esa falta de saciedad que recurre a la hiperirritabilidad de las mucosas, a los vagabundeos del gusto, a los desórdenes vasomotores o periféricos y que apela a los celos, a la venganza, a los crímenes, a las mentiras, a las traiciones, esa idolatría, esa incurable melancolía, esa apatía, esa profunda miseria moral, esa duda definitiva y desconsoladora, esas desesperación, ¿todos estos estigmas no son acaso los síntomas mismos del amor según los cuales se puede diagnosticar y trazar con mano firme el cuadro clínico del masoquismo?" pág 90
En definitiva, una novela intensísima, sorprendente, terrible y poética, que deambula como un tren, entre bufidos y a toda máquina, entonando cantos a la acción más vitalista, al ser anónimo, al masoquismo, al utilitarismo y a la misoginia (Moravagine reduce la historia de la humanidad al deseo de la mujer por dominar al hombre: poseerlo, meterlo de nuevo en su útero y cuidarlo y dominarlo para siempre).

El libro tiene además una joya escondida, un post-scriptum titulado "Pro Domo: Cómo escribí Moravagine", que es una visita con guía a las catacumbas más íntimas de un escritor; aquellas que albergan la felicidad de una escritura febril y también la repulsión y el enfado.
"También tengo que vencer el miedo, ese estado de trance que me invade y me paraliza en la víspera de empezar un trabajo literario de gran envergadura y que va a encerrarme entre cuatro paredes, trabajos forzados, vida de presidio durante largos meses mientras los trenes circulan, los barcos van y vienen, y yo no estoy a bordo."





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Blaise Cendrars, seudónimo de Frédéric Sauser Halle, nacido en Suiza en 1887 y muerto en París en 1961, fue poeta, soldado, marinero, director y guionista de cine, apicultor, periodista, buzo, novelista, vagabundo, contrabandista y un sinfín de oficios y aficiones a los que le llevó un espíritu inquieto y una azarosa vida aventurera. Escribió numerosas novelas , muchas de ellas de carácter autobiográfico, de aventuras y de temas exóticos. En su época fue un reconocido poeta. Su estilo tiende a la expresión de lo irracional, de la inquietud interior. Sus escritos hacen constantes referencias a viajes y aventuras increíbles, cuyo espíritu encontramos en estas palabras suyas: «Partir. Emprender el viaje. Correr de cara a la muerte por la gran ruta, de París al corazón de la soledad, al otro lado del mundo... siempre adelante...»

domingo, 11 de octubre de 2015

REGRESIÓN - de Alejandro Amenábar

Floja.
Es la conclusión a la que llegamos mi mujer y yo al salir del cine. 

Amenábar ha conseguido contar lo que quería, cómo se va extendiendo un caso de psicosis colectiva alrededor de sectas satánicas. Primero la policía, luego un psicólogo y los familiares hasta llegar a los periodistas. La chispa inicial es una joven (Enma Watson) que denuncia malos tratos por parte de su padre. Las medias verdades, los deseos más oscuros hacen que todo se complique. Los ingredientes parecen cada vez más claros: hay una conspiración con implicaciones satánicas. Lo confirma el psicólogo que aplica terapia de regresión tanto a la chica como a su hermano.

La película ilustra cómo se conforma la psicosis en una pequeña comunidad de Minnesota: la declaración inicial, las sesiones de terapia, el secretismo de la hija, la aparición de un libro sobre satanismo, el interés de los periodistas. Todo es tan envolvente que acaba implicando al propio detective. Mientras duerme recibe la visita de la secta satánica. La atmósfera está muy conseguida. Hay opresión. Sospecha. Pero la verdad es que el interés del asunto es relativo.

El inspector (Ethan Hawke) que investiga el caso tiene escaso conflicto. En los mejores momentos de la película, él mismo se ve inmerso en misas negras y rituales satánicos. Pero el asunto no va mucho más allá de un par de poderosas secuencias (la que más cuando el inspector repite la llegada a comisaria del padre de la joven: asustado, murmurando rezos y en un estado semicatatónico). Pero todo se acaba pronto y resulta bastante instrumental.

La película tiene clima pero carece de tensión.
Si era un ataque a las terapias de regresión, éstas no ocupan todo el espacio que debieran, ni aparecen como motivo o causa. Si fuese un juego psicológico de manipulación por parte de la hija, tampoco tiene un gran desarrollo o entidad dramática. Incluso la participación del sacerdote como sostén necesario de la amenaza satánica no está muy perfilado.

Sí que es verdad que el director consigue componer un intrigante juego alrededor de la confusión: durante toda la película no sabes a qué palo quedarte, si es una conspiración, un invento o de verdad algo sobrenatural; pero este juego tiene una intriga muy limitada. 

Sobretodo hay que achacarle escasa profundidad. Es como si se tratara de ilustrar ese tortuoso camino que empieza con una chica denunciando malos tratos y acaba con toda la comunidad patas arriba. Pero no hay crescendo. La propuesta no se abisma más que lo necesario. Sólo ilustra. Una lástima. 

Desde su magnética Tesis, siempre espero ansioso cada nueva propuesta de Amenábar; pero esta película no es una propuesta, es un producto de un profesional muy dotado del que esperamos mucho más.

miércoles, 7 de octubre de 2015

El TEMOR del CIELO - de Fleur Jaeggy







"Después que su marido soñara con su enfermedad y se embriagara con ella", reflexiona la anciana Verena en el cuento La vieja vanidosa.  Yo creo que en esa morbosa embriaguez que produce en los personajes la enfermedad, el infortunio o el vacío de sus vidas está la clave de estos relatos.

Todos los personajes de estos cuentos tienen temor del cielo. Pero no es un temor que entrañe bondad. Muchos de ellos son mujeres y subalternas. Todos son ruines y se deslizan con fruición hacia la venganza por sus vidas infortunadas.

Todo el libro despide un aroma de profunda amargura. Para estos personajes la vida es una condena. El primer relato se titula Sin destino y este parece ser el fatum de todas las historias.

En algún lugar leemos, "La felicidad hería como un hierro candente"; porque siempre la encuentran al otro lado, en otros. Y también, "Esa enfermedad que es la felicidad". La felicidad ofende cuando se observa desde la desolación. Y clama venganza.

En Sin destino una mujer pobre tiene una niña. Un matrimonio rico pretende la adopción. Pero la madre opina que no. Por qué, si ella tiene un destino miserable, su hija va a tener uno brillante. Que se joda.
Still life with a figure -Balthus, 1942-

Los gemelos han nacido de una madre muerta. Se han criado en un orfelinato. Han desterrado de su corazón los sentimientos y las emociones. La radiografía de estas vidas es como un puñal de hielo.
"Su casa de origen, así la habían llamado. La casa en la que habían nacido de una mujer muerta. La han soñado. Sentían nostalgia de aquel lugar para ellos desconocido y hablaban de él continuamente. En el orfelinato se imponían el bien y la limosna. Esa limosna que no hace sino perpetuar la miseria. Se habían vuelto salvajes, no sentían afecto por nadie."
En La casa gratuita (subvencionada), todos sus habitantes se encuentran en el arrabal de sus vidas, en el límite con el vertedero vital. El matrimonio Heber son los benefactores: él se cita allí con una joven desahuciada, ella los espía. Todos hacen acopio de sus deseos de venganza.
"También el señor que tostaba almendras salió a la calle. "Están a punto de matarse", dijo con suavidad, y pensó en su hijo. una sonrisa de venganza satisfecha invadió su rostro apacible. Cada cual veía algo de su propio pasado, algo lejano, algo que había sucedido antes de ir a vivir a la casa gratuita. Y esperaban un final. La absolución. La muchacha abrió el bolso, agarró el martillo y golpeó a la señora Heber en medio de la frente. Las ofensas se lavan con sangre.".
Las apacibles pero tumultuosas vidas se vengan de su destino. Cada cual veía algo de su pasado y esperaban la absolución. Limosna económica o emocional que perpetúa la miseria. Todo ello me recuerda una escena de Viridiana*, la monumental película de Buñuel. El señor invita a los pordioseros y éstos se vengan. ¿De qué? De un destino cruel, de falta de oportunidades, de un castigo aleatorio e inmerecido.
Sísifo - de Pavel Miguel Jiménez


El mundo de Fleur Jaeggy es gélido y cruel, de una inteligencia pavorosa. Hay que ser muy valiente para asomarse al pozo oscuro del ser humano. 
Además lo hace con un estilo cortante, acerado. Sus frases son cortas y siempre van a lo esencial. Javier Rodríguez Marcos dijo que en Jaeggy, “desechado todo sentimentalismo, es justamente el frío del ambiente el que otorga valor a los sentimientos cuando estos aparecen: el mismo valor que cobra en una morgue cualquier señal de vida”.

Encuentro en el libro una mirada lúcida e incisiva en busca de lo embozado. Se asoma con valor a la gélida trastienda emocional de esos suizos "serios, educados y amables". En el relato Porzia leemos, "Está allí, inmóvil, como un escorpión durmiendo". Mientras que en Una esposa:

"Es invierno. La nieve cubre el campo e iguala la tierra bajo un sopor terrorífico. Tal vez sólo las verdades últimas pueden aportar felicidad a la campesina Ruegg. Como el paisaje invernal, barrido por una paz angelical y antigua, sus pensamientos están sepultados bajo el hielo. Pensamientos exentos de palabras. Inercia sacra".
Sepultada bajo el hielo anida la venganza por una vida  plena de frustraciones; acerba y esquinada. "Han hecho algunos sacrificios, pero los sacrificios que se hacen no tienen reciprocidad".

En el relato Porzia, la criada con este nombre rumia un sentimiento de culpa y venganza. De niña robó una cruz de madera del cadáver de su madre. 
"Ahora Porzia comprendía. La tenía en el bolsillo cuando la señora Bechtler la había contratado y había notado cómo le golpeaba la madera en el costado. Tenían ambas dieciocho años. Ahora la señora está muerta, y el señor también. Han tenido un accidente de coche. El objeto de madera colocado en las manos entrelazadas de su madre se había vengado. La fe, los objetos de culto siempre son vengativos, pensaba Porzia."
Siendo casi todas las protagonistas mujeres y viviendo la vida como una condena que ni entienden ni merecen; me parece ver este libro como un reverso de los relatos de Kjell Askildsen: éste retrata hombres rabiosos porque la vida les ha traicionado; Jaeggy, mujeres que claman venganza contra una vida acibarada. 




* Viridiana consiguió la Palma de Oro en Cannes, en 1961. El Vaticano tachó la película de "impía y blasfema". Es una sátira contra el idealismo cristiano de beneficiencia que de algún modo obliga a los necesitados a permanecer en su rol, quedando el statu quo justificado. Buñuel se basó en la novela novela Halma, de Benito Pérez Galdós.

lunes, 5 de octubre de 2015

CUENTOS COMPLETOS - de Kingsley Amis













Esta InCitación apareció en Babelia (El País), firmada por Javier Aparicio Maydeu. No sé si es legal que la transfiera completa a este blog; pero la crítica me pareció tan perfecta que fui inmediatamente a comprarme el libro y una vez leído me parece estúpido intentar decir cualquier otra cosa. Como bien dice el crítico, "todo en este volumen es verdadera literatura".



"El mismo año de la publicación del Ulises de Joyce, 1922, nació el indomable Kingsley Amis, so British él, con su sarcasmo siempre cargado y su incansable afán de polémica, ahora estalinista, ahora comunista, ahora novelista, luego quintacolumnista y siempre encarnando la leyenda del santo bebedor. Amis es un pilar de la narrativa en lengua inglesa de la segunda mitad del veinte, y este precioso volumen que reseñamos contiene, por vez primera en español, sus cuentos completos. A más de uno les parece que no son sino obra menor en la trayectoria del autor de La suerte de Jim (1954), pero el hecho de que se publicasen en revistas, y en ocasiones periféricas, no les resta ni un ápice de valor literario. Algunos son condenadamente buenos, como ‘El secreto del señor Barrett’, la crónica de un padre impidiendo la boda de su hija con un poeta, un relato perfecto. ‘Hemingway en el espacio’ es un lúdico ejercicio de ciencia-ficción que no tiene desperdicio, y ‘Espío a desconocidos’ un jocoso desvarío sobre política y estrategia militar que satisfará a los antibelicistas más recalcitrantes.

Por muchos de sus relatos se pasea la sombra de Graham Greene, algunos de sus personajes leen clásicos como El amante de Lady Chatterley, ¡y existen profesores de literatura de Cambridge que ejercen de espías del MI5 sin todas las de la ley! Todo en este volumen es verdadera literatura. ‘Querida ilusión’ retrata con sorna los afanes de gloria de un poeta, y ‘Fatigas y problemas’ asocia con mucho talento el negocio literario, los egos enfermizos y la comisión de un delito, ¡como si ser agente literario no entrañara insospechados peligros no necesariamente económicos! ‘El clarete de 2003’ y ‘Los amigos del morapio’ se dirían homenajes burlones a la máquina del tiempo de H. G. Wells y al interés de los británicos por el vino que no pueden elaborar, pero sí pueden beber y con profusión, como muestra ‘Inversión en futuros’, el relato en el que se combina la ciencia-ficción con la filoxera y el oporto vintage (sic).
Kingsley Amis

¿Quién o qué era?’ es un fantástico ejercicio de metaficción en el que Kingsley Amis se disfraza de protagonista de una historia de ciencia-ficción supuestamente autobiográfica, y en el que el autor aprovecha para comentar su propia literatura y confesar con ironía ciertos aspectos de su poética (“a diferencia de otros novelistas que podría nombrar, yo invento todos mis personajes. […] Pero uno no puede evitar poner algo de sí mismo en todos sus personajes, aunque no se trata más que de un conductor de autobús que solo aparece durante media página”). ‘La casa del promontorio’ y otros relatos del volumen le rinden pleitesía a la vieja tradición británica del cuento de terror, del mismo modo en que ‘Ver el sol’ es, además, un tributo a la tradición no menos británica del diario y el relato epistolar con el pretexto del vampirismo. ‘1941/A’ es una broma en forma de supuesta reseña, a cargo del eminente catedrático de Oxford Josep Goebbels, de un estudio sobre la Segunda Guerra Mundial. Amis en estado puro y pasándolo en grande, disfrutando como en el ‘Epílogo’, imprescindible y que aconsejo que se lea como un ‘Preliminar’.

Estos deliciosos relatos reflejan la idiosincrasia inglesa, esto es, tratan del whisky y de los pubs, del ejército de Su Majestad, de los castillos y los fantasmas, de la sátira política, del espionaje considerado como una de las bellas artes, del gótico florido de las viejas universidades de Oxford y Cambridge, el oporto y los vinos como deporte de mesa, de la ironía entendida no como virtud sino como necesidad, de una militante veneración por la tradición —aunque se admita cambiar constantemente de tradición venerada—, de la pertenencia a clubs de fumadores de pipa o de jugadores de bridge, de un irracional afecto por los poetas muertos, los trenes, los desayunos, el terror o la Segunda Guerra Mundial. De modo que, si el lector quiere, puede entonces leerlos, por qué no, como la otra Enciclopedia Británica, sin duda menos ordenada, pero mucho más estimulante."
                                                    Javier Aparicio Maydeu

viernes, 2 de octubre de 2015

IRRATIONAL Man - de Woody Allen









La fábrica "Disquisiciones filosóficas y existenciales en medio del tráfago", nos presenta un nuevo capítulo de su particular entomología sobre esos bichitos, tan caprichosos como sorprendentes, conocidos como humanos.

Abe Lucas (Joaquin Phoenix) es un profesor de Filosofía que llega a una pequeña Universidad en Rhode Island. Después de una vida de rebeldía, esfuerzos humanitarios y contestación, está extenuado. No cree en nada. Está desencantado con esta "sucia y fea vida", inundada de codicia, mentira y corrupción. Desespera bajo la advocación de Kant y Kierkegaard; pero el ecosistema de esa pequeña Universidad le ofrecerá la oportunidad de reiniciarse.

La película se basa en una paradoja, aunque Allen no hurgue en su oscuridad: cómo un asesinato puede revitalizar una vida.

Después de perderse en los laberintos de la filosofía y la moral, Abe sólo ha conseguido llegar hasta el gollete de su inseparable petaca de whisky. Un callejón sin salida. Ni las sábanas de una profesora casquivana, ni la inocencia de una alumna deslumbrada (Enma Stone) logran rescatarlo. Hasta que, de pronto, una acción, una intuición, un crimen. Su empeño por conseguir un mundo mejor le hará encontrar el motor que le active de nuevo. Asesinar a un juez señalado por prevaricación.

La película se divide en dos partes. Por un lado los escarceos amorosos y charlas (un buen puñado) filosóficas que no hacen más que afirmar la desesperación de Abe. Por otro, la acción revitalizadora de emprender un acto criminal. 

Próximo a cumplir 80 años en el próximo mes de diciembre, el maestro vuelve a escribir con levedad y profundidad, con humor y amargura para mostrarnos sus preocupaciones de siempre: el sinsentido de la vida, la ruina inexorable, las relaciones humanas y la mentira. 

No es una gran película, pero es muy disfrutable. De estilo ligero y casual, se conforma con ser una leve brisa. Lo que nos muestra ya lo hemos visto otras veces y de mejor manera. Teniendo como referentes a Crimen y Castigo y a Heidegger (Abe prepara un libro sobre la relación del filósofo con el nazismo); la película sigue la estela de otras obras mejores y más acabadas, como Delitos y faltas, Match Point o Cassandra´s dream. Películas abonadas a la inquietud existencialista, al crimen y a la culpa.

Me recuerda también a Misterioso asesinato en Manhattan por la pareja de dilettantes, que multiplican sus charlas por las callejuelas de Nueva York, hasta que se tropiezan con un crimen que hace explotar el globo de intelectualidad en que viajan y los golpea contra el suelo. 

Un aspecto en que se nota la distancia entre esta película y las citadas es el desarrollo de personajes. Joaquin Phoenix se embarca en un papel complejo y agradecido, que conjuga consecutivamente lo atormentado y lo vitalista; mientras que el resto de papeles -incluido el de la pizpireta Enma Stone- resultan esquemáticos.

No en balde Allen opina que Phoenix posee una "complejidad intrínseca", que encaja como un guante en el papel. Según el director, cualquier texto o situación que interpreta resulta interesante, gracias a esa complejidad que proyecta de forma tan natural.

Por otro lado, Allen nos vuelve a regalar unas localizaciones maravillosas. En este caso, los hermosos y aristocráticos parajes de Rhode Island, fotografiados por el brillante Darius Khondji.

En esos paisajes amenos y frondosos es donde el director muestra un nuevo contraste, al situar allí una reflexión bastante taciturna sobre la condición humana.
Será durante un paseo por esas espléndidas costas cuando Abe Lucas llega a decir: "Ahora entiendo a Emily Dickinson cuando escribía, ´ebria de aire estoy´"; en contraste con escenas anteriores donde suplicaba agobiado, "tengo que salir a respirar"

No me parece aleatoria la presencia de este verso y de su autora. De hecho la poetisa vivió muy cerca, en Amherst, cruzando la línea entre Rhode Island y Massachusetts.

Quizás por la levedad con que Allen nos plantea cuestiones bien profundas, la película nos invita a centrar su asunto en el azar -sucesos fortuitos con consecuencias de vida o muerte-, la libertad -el profesor cita a Kirkegaard para subrayar el pavor que la libertad produce en el invididuo-, o la mentira -como algo que no tiene cabida en un mundo realmente moral, según Kant-. 
Por mi parte elegiré la poesía como velero sobre el que navegar en lo que Woody Allen llama "la completa aleatoriedad y el sinsentido de la existencia". Del mismo modo que Abe Lucas abandona sus laberintos mentales para encontrar la vitalidad en la acción; así Emily Dickinson anhelaba ir más allá de su intensa vida intelectual y emocional. Dejó escrito,

        "This is my letter to the World                              "Esta es mi carta al mundo
                    That never wrote to Me –"                             que jamás me escribió -"


No hay hora que no merezca un poema. Reproduzco a continuación el que incluye el verso que cita Abe Lucas. Creo verlos, a él y a Emily bebiéndose la vida a borbotones reclinados contra el sol. 


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               Degusto un licor nunca destilado -
               en cálices tallados en perlas -
               ¡ni aun todas las cubas del Rin
               producen semejante alcohol!

               Ebria de aire -estoy-
               pervertida de rocío -
               tambaleándome -  por interminables días de verano -
               desde las posadas del Incandescente Azul.

               Cuando los taberneros echen a la abeja ebria
               de las puertas del Foxglove -
               cuando las mariposas - renuncien a su licor -
               ¡no haré sino beber aún más!

               Hasta que los serafines agiten sus sombreros de nieve -
               y los santos - corran a las ventanas -
               para ver a la pequeña bebedora
               reclinada contra el sol.
                                                                   (c. 1860)



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I taste a liquor never brewed -
Fron Tankards scooped in Pearl -
Not all the Vats upon the Rhine
Yield such an Alcohol!

Inebriate of Air - am I -
And Debauchee of Dew -
Reeling - thro endless summer days -
Fron inns of Molten Blue -

When "Landlords" turn the drunken Bee
Out of the Foxglove´s door -
when Butterflies  - renounce their "drams" -
I shall but drink the more!

Till Seraphs swing their snowy Hats - 
And Saints - to windows run -
To see the little Tippler
Leaning against the - Sun -

                                                   (c. 1860)