domingo, 9 de agosto de 2015

El MONSTRUO de las GALLETAS - de Vernor Vinge











Creo que fue Bioy Casares quien apuntó que los temas en la literatura no pasan de un puñado. La primera de las dos nouvelles que incluye este libro es un ejemplo. Podemos remitirnos a Calderón y su Vida es Sueño para encontrar ese germen que preocupa al ser humano, si es real mi vida o no es más que conjetura.

En la narración "Relato del soñado", Borges lo afrontaba con las armas de la más desnuda fantasía, un hombre que quería soñar un hombre. El propio Bioy en La invención de Morel dejaba traslucir ciertos mecanismos tendentes a crear una realidad totalmente ficticia. Y no quiero olvidar al maestro Philip K. Dick, navegante titánico de esa frontera donde el narrador se enfrenta al resquebrajamiento de su realidad más cotidiana, véase Tiempo desarticulado, Ojo en el cielo o Ubik.

"El monstruo de las galletas" abunda en el tema abstrayéndolo hasta el mero bit. Tan científico como imaginativo. Una de las mejores cosas que tiene esta novela corta es la gradación de la intriga.

Dixie Mae va a estrenar su nuevo trabajo en el departamento de Atención al Cliente de una gran compañía; pero en su primera mañana recibe un obsceno e-mail con pistas e insinuaciones sobre su vida más íntima. Nada conformista con esta circunstancia inicia una investigación por los diversos departamentos de la empresa. Los indicios le obligan a recorrer otros edificios del campus empresarial mientras el misterio se va ahondando. Como la semana de su vida que ha desaparecido de su consciencia. También que en todos los departamentos con los que habla se trasluce la mano del famoso programador jefe, "Mister Hombre del Renacimiento Gerry Reich", todo un demiurgo de la digitalización y la realidad virtual.

Vinge siembra por las páginas varias referencias al Mago de Oz, pero no son las únicas. Cuando los protagonistas elucubran sobre la posibilidad de digitalizar la personalidad, citan algunos de los relatos clásicos. 

-Está el "Dios Microscópico" de Sturgeon.
-Ese estaría bien... ¡que Gerry tenga cuidado, entonces! Pero también  está el "El túnel debajo del Mundo" de Pohl.
-Diablos. Si ese es el escenario, estamos fritos.
-De acuerdo, ¿pero qué te parece el de "Perdido en el Banco de Memoria" de Varley?
-¿Y Darwinia de Wilson?
-¿O "Cerdos en el ciberespacio" de Moravec?
-¿O Mundo simulado de Galouye?
-¿O los cubos de la muerte de Vinge?"

Ahora que se ha generalizado el mensaje preventivo de "este sitio utiliza cookies", seguro que después de leer este relato lo verás de otra manera. 






La segunda nouvelle incluida en el volumen es "Acelerados en el Instituto Fairmont", una aventura en el mundo educativo con un entorno hipertecnológico. La habilidad de Vinge en este caso es fotografiar una realidad muy cotidiana con estudiantes, bicicletas, madres con problemas en el trabajo o ricos y pobres, entreverada con enormes avances tecnológicos: relaciones personales soportadas exclusivamente por realidad virtual, interconexión de todo con todo incluida la ropa o la disposición de medicamentos para expandir la mente y acelerar el aprendizaje.

El conflicto surge  a la hora en que los alumnos han de enfrentarse a un examen sin ningún tipo de ayuda cibernética. La publicidad viral de una superproducción cinematográfica llevará al joven protagonista a un parque totalmente desconectado del exterior.
A este imaginativo planteamiento añade el autor una herramienta tan innovadora como plausible, nodos de red orgánicos biodegradables. 



"El Monstruo de las Galletas" obtuvo los premios Hugo y Locus de 2004; mientras que "Acelerados en el Instituto Fairmont", fue premiado con el Hugo de 2002.

A Vernor Vinge se le puede catalogar dentro de lo que se conoce como ciencia ficción dura. Posee una vasta formación científica, fue profesor de Matemáticas en la Universidad de California y los entornos que recrea su fértil imaginación suelen ser profundos y complejos.
Vinge es famoso por su idea sobre la singularidad tecnológica según la cual llegará un momento en que la inteligencia artificial superará a la humana, hecho cuyas consecuencias no podemos ni imaginar. 
Su última novela es Rainbows End (2006) donde especula con las posibilidades de la informática en el futuro cercano.

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