miércoles, 27 de mayo de 2015

BESTIAS del SUR SALVAJE - de Benh Zeitlin

Beats of the Southern Wild
EEUU -2012-










Realidad mítica.-
Rudimentaria película que, sobre los escombros de un campamento arrabalero, consigue crear una extraña magia. La cinta tiene una apariencia primitiva, ingenua. No parece que pretenda más que mostrar, sin mayores pretensiones, la vida de unos seres desahuciados; pero poco a poco su pujante verdad nos irá ganando y el mundo, a la vez mágico y terrible, de la pequeña Hushspuppy (Quvenzhanés Wallis, 6 años en el rodaje), se quedará prendido en nuestro corazón.

La historia se centra en la epopeya de esta pequeña que vive en una zona pantanosa de las afueras de Nueva Orleans, lo que ellos denominan "La Bañera". Ha sido educada en la comprensión y aceptación de la naturaleza, pero deberá enfrentarse a dos retos mayúsculos, una tormenta que anegará su comunidad y el cáncer que carcome a su padre. 

Hay una distancia enorme entre las imágenes, aparentemente desaliñadas -cámara en mano-, del estercolero donde sobrevive este grupo de indigentes, y la poesía que irradia esta historia conducida por Hushpuppy.

La pequeña protagonista destila candidez e inocencia por cada poro. Es capaz de encontrar el fulgor más íntimo de la vida viviendo en un sumidero y logra trasladarnos la insondable soledad del ser humano a través de una fantasía bien elocuente. 

Llama poderosamente la atención que esa fantasía se nos haga llegar a través de unas imágenes de estilo documental, con grano, iluminación naturalista y actores no profesionales; pero ese contraste es el que nos obliga a ser más plenamente conscientes de lo que se nos está contando. 

Uno de los temas de la película es la civilización vista como una máquina agresiva y voraz para con las personas y la naturaleza. Otro es el desgarro de la vida y el ansia de libertad. La pantalla refleja una especie de apocalipsis (trasunto del huracán Katrina) de nuestra civilización cuando la tormenta eleva las aguas y arrasa las infraviviendas donde vive este grupo, en el extrarradio de Nueva Orleans.

Por encima de todas las calamidades pujará la esperanza indesmayable de esta pequeña narradora y la tozudez de este grupo de seres marginales que sobrevive irreductible a la civilización. El ecosistema de esta comunidad es otro de los atractivos de la película. Un grupo extenuado y anárquico que se nutre de su entorno natural y entre cuyas veleidades (bien regadas de alcohol) se advierte incluso una particular cosmogonía.

La niña se intentará explicar este mundo virulento y hostil a través de fantasías y metáforas. La inundación, por ejemplo, cobrará la forma de los monstruosos uros a los que Hushpuppy se enfrentará en una imagen memorable.














Otra secuencia mágica y terrible es la del sueño del más allá, cuando las niñas buscan la salvación lanzándose al mar para ir hacia un destello que se ve en el horizonte. Una barcaza iluminada que esconde una nueva pesadilla.

Resulta entrañable el ansia de trascendencia y la armonía con el universo que manifiesta esta niña en medio del albañal.

       Cuando todo se calma detrás de mis ojos
       veo lo que me hace ser
       volando por ahí en trozos invisibles.
       Si me fijo mucho desaparecen,
       pero cuando todo está tranquilo,
       veo que están aquí.
       Veo que soy un trocito
       de un enorme, enorme universo
       ...y eso hace que todo esté bien.

       Cuando muera, 
       los científicos del futuro lo descubrirán todo. 
       Sabrán que una vez existió una Hushpuppy 
       y que vivía con su padre en La Bañera.

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