miércoles, 25 de febrero de 2015

La PIRÁMIDE - de William Golding

InCitación encontrada en el blog Das Bücherregal.













"Hace unos días me quejaba de que llevaba tiempo sin toparme con un libro de los que te llegan de verdad (en realidad mis palabras exactas fueron"que me quite el sentío"), pues bien, para suerte mía no ha tardado mucho en aparecer. La Pirámide de William Golding es una crítica brutal a las diferencia de clases sobre la que se ha construido la sociedad británica. Mucho más acusada en entornos rurales, que es en donde se desarrolla la trama, quizás sólo se puede ser consciente de la gravedad de la situación siendo británico, de hecho mi actitud al empezar a leerlo fue más bien indiferente, un poco qué pesados los anglos siempre con su rollo Arriba y Abajo. Sin embargo poco a poco el autor consigue que vayamos sintiendo la opresión que dicho modelo impone en el individuo. La narración se articula en tres bloques diferentes, en cada uno de los cuales el protagonista, Oliver, nos relata en primera persona tres momentos de su vida en su Stilbourne natal (por cierto, en referencia a los matices que se pierde el lector no originario de Albión: Stilbourne es homófono con el adjetivo stillborn, aplicado a los bebés que nacen muertos, que el nobel británico no da puntada sin hilo).
Universidad de Oxford

En la primera parte, en un año indeterminado pero antes del estallido de la II Guerra Mundial, le vemos como un joven de 18 años que ha terminado la secundaria y está a punto de iniciar sus estudios universitarios. Aburrido de la vida tan poco interesante que lleva en el pueblo y con la fogosidad e impetuosidad propia de la adolescencia, se inicia en el sexo con la joven Evie Babbacombe, una chica que se nos presenta como guapa, encantadora, simpática pero perteneciente a la clase social más baja de la ciudad y por tanto persona non grata. También en esta primera parte tomamos contacto con su familia, especialmente con su castrante madre, una señora de clase media-baja con ínfulas de codearse con las upper classes locales, que evidentemente la ningunean. 

En la segunda el joven Olie ya lleva un par de años en Oxford estudiando Física y Química. Durante unas vacaciones escolares un grupo de teatro local va a representar una obra musical. En dicho grupo se mezclan los diferentes estamentos de Stilbourne, lo que proporciona una oportunidad excelente para que la madre ascienda en su estatus a costa de la participación de su hijo, a quien enreda para que toque el violín en algunas escenas. En este relato aparece Evelyn de Tracy, un amanerado director contratado para montar la producción teatral, y que aparenta ser alguien que ha conseguido vivir bastante bien al margen de las asfixiantes restricciones sociales de la época. En el relato final, un Oliver adulto, casado y con dos hijos pequeños vuelve a su ciudad natal y en un flashback, nos cuenta su relación con Miss Dawlish, su antigua profesora de música recientemente fallecida. Miss Dawlish era una solterona adinerada de clase media-alta que tuvo una relación sentimental con un mecánico de automóviles casado y con dos niños, algo que obviamente es mal visto por todos y cada uno de los habitantes de la localidad, excepto quizás los dos implicados.

Con una cotidianeidad aplastante Golding nos muestra las miserias de Oliver, producto del clasismo en que ha nacido y que ha interiorizado con naturalidad. Sumiso, dócil, un cobarde incapaz de revelarse y de vivir como realmente quisiera. Se comporta despreciablemente con todos aquellos que le dan opción a deshacerse de los lastres que le mantienen atado a un mundo que en el fondo detesta. En el último relato, que transcurre a principios de los 60, le vemos como un individuo patético, un ciudadano aparentemente modélico que en toda su vida ha tenido el valor de cuestionar las injusticias que se cometen (que él mismo comete) contra quienes le rodean. Como contrapunto, los tres personajes secundarios de cada bloque, los únicos que han dado opción a Oliver a mostrar su verdadero ser, se transforman ante nuestros ojos en unos maravillosos antihéroes modernos. Evie Babbacome, la puta, utilizada como objeto sexual por todo aquel que ha tenido opción. Evelyn de Tracy, el maricón, recibe burlas después de poner de manifiesto la estrechez de miras de la sociedad local. Miss Dawlish, la loca del pueblo, cuyo pecado imperdonable ha sido intentar ser feliz por encima de convencionalismos. Los tres son arquetípicos apestados sociales, válidos en todos los países. Seres marginales que a pesar de todo el bien que han hecho al protagonista, solo reciben su más arrogante desconsideración. Y sin embargo, en su aparente humillación, los tres son infinitamente más libres que él.

Una maravilla. Por lo menos quinientas quince veces mejor que El Señor de las Moscas y sin embargo sin referencias en la blogosfera en español. O yo no las he sabido encontrar, que también podría ser.

jueves, 19 de febrero de 2015

El CUENTO del GRIAL - de Chrétien de Troyes











El autor francés escribió en el siglo XII varias novelas referidas a caballeros del entorno del Rey Arturo. De todas ellas nos han llegado cinco: Érec et Énide, Cligès, Lancelot ou le Chevalier de la charrete, Yvain ou le Chevalier au Lion, Perceval ou le Conte du Graal. Lancelot recorre la contradicción moral entre el sentido del honor y la pasión adúltera. Yvain trata de la dificultad de conciliar la aventura caballeresca y el amor conyugal. Todas ellas están escritas en versos octosílabos pareados.


Pero sin duda la más interesante es Perceval o el Cuento del Grial. Murió dejándola inacabada; pero en ella consta su gran aportación, introducir el sentido místico cristiano en la novela artúrica. Chrétien lo personifica en el Grial.
 "Salió un paje de una cámara trayendo empuñada por el centro una blanca lanza, y pasó entre el fuego y los que estaban sentados en el lecho. Todos los que estaban allí veían la lanza blanca y el blanco hierro, de cuyo extremo manaba una gota de sangre bermeja. Hasta la mano del paje rodaba aquella gota de sangre bermeja. El muchacho recién llegado aquella noche ve este prodigio, pero se abstiene de preguntar cómo puede suceder tal cosa, porque recuerda la advertencia que le hizo sobre hablar mucho el caballero que le enseñó y aleccionó. Cree que si lo preguntara le considerarán necio, y por eso no inquiere nada. Entonces vinieron otros dos pajes llevando en sus manos candelabros de oro fino, trabajado con nieles. Los pajes que llevaban los candelabros eran muy hermosos. En cada candelabro ardían diez candelas por lo menos. Una doncella, hermosa, gentil y bien ataviada, que venía con los pajes, sostenía entre sus dos manos un grial. Cuando hubo entrado con el grial que llevaba surgió tal resplandor que al instante perdieron su claridad las candelas, así como les ocurre a las estrellas cuando se levanta el sol o la luna."
Perceval es hospedado por el lisiado Rey Pescador y ve el Santo Grial, pero no logra hacer la pregunta que habría curado las heridas del monarca y de sus tierras. Tras aprender de su errores hace voto para encontrar el Grial y completar la búsqueda. En esta quête implicará a todos los caballeros de la Tabla Redonda.
"Y Perceval habló de otra manera: dijo que no descansaría dos noches seguidas en el mismo hostal durante toda su vida, que no recibirá noticias de un paso peligroso sin ir a pasarle, ni de caballero que sea más valioso que otro o que otros dos sin ir a combatirle, hasta que sepa a quién se sirve con el grial y sea dicha con toda verdad por qué sangra; y que no abandonará ante ninguna dificultad. Y se levantaron hasta cincuenta, comprometiéndose y jurándose los unos a los otros que no tendrán noticia de maravilla o aventura sin ir en su busca, aunque sea en una tierra dañina."
Perceval representa la sencillez, la inocencia: estas son sus virtudes para llegar tan lejos en la búsqueda del Grial. En otros relatos quien encuentra el Grial es Galahad, hijo de Lancelot.

El Perceval de Chrétien nos traslada a la Britania preanglosajona. El castillo de Arturo está en el sur de Gales. Los tiempos son muy remotos, el siglo V; justo cuando surgen los reinos célticos independientes.

En la novela se cuentan en paralelo los hechos de Perceval y Gauvain. Asistimos a la formación de Perceval. Primero su madre y luego el caballero Gornemans de Gorhaut, su maestro, le inculcarán los valores caballerescos. Él siempre se mostrará respetuoso y decidido. 
Ambos caballeros siempre estarán en camino, buscando lances y cruzando justas que reafirmen su nobleza: la doncella sitiada, la doncella perversa, el caballero Orgulloso, el Vado Peligroso, etc.

La historia de cada uno de ellos tiene un punto de inflexión. En el caso de Perceval lo es su encuentro con el Rey Pescador, pleno de símbolos y misticismo. Un río que no ofrece vado, la hospitalidad del Rey Pescador, la lanza que sangra, el grial. Comparten cena en un mantel blanquísimo y el caballero recibe el presente de una espada que tenía "escrito que estaba hecha de tan buen acero que nunca podría romperse sino en determinada circunstancia que nadie conocía salvo aquel que la había forjado y templado".

Toda la novela está transida de símbolos y leyendas sean clásicas o celtas. Comienza en la "Gaste Forêt", una tierra devastada que ya para los celtas era un paso previo para una nueva vida, más llena de sacralidad. El valor sagrado de la copa, el poder de evocación de la sangre en la nieve (en el pasaje "la sangre de la oca blanca"),  la existencia de puentes y vados peligrosos o el barquero que necesita Gauvain para cruzar hasta el Castillo de las Reinas y descansar en el Lecho Maravilloso. Por cierto que dicho Castillo es habitado sólo por mujeres, como el paraíso de los celtas, y es morada de los muertos (allí Gauvain encuentra a personas que creía perdidas para siempre).

Resulta curioso cómo, después de distintos hechos y haber abandonado el castillo del Rey Pescador, Perceval descubre su nombre. 
"-¿Cómo os llamáis, amigo?
Y él, que desconocía su nombre, lo adivina y dice que se llama Perceval el Galés, aunque no sabe si dice verdad o no, pero dice la verdad aunque lo ignore."
Percibimos que con este hecho, Perceval concluye su aprendizaje, sus mocedades, que son precisamentde los dos sentidos de la palabra galesa "mabinogi", las historias y leyendas galesas que son una clara influencia para Chrétien.

En cuanto a Gauvain, su apogeo es el descubrimiento del Castillo de las Reinas. Ningún caballero ha salido vivo de allí donde esperan al caballero que "tendría que ser perfectamente hermoso, discreto, sin codicia, valiente y audaz, franco, leal, sin villanía y mal ninguno." El único merecedor de tal edén.

Las quêtes de Perceval y Gauvain traslucen una noción iniciática. Perceval pasará años vagando hasta encontrar al ermitaño que le revela a quién sirve el Grial. Aunque Perceval fracasa en su búsqueda, el ermitaño le hace reconocer sus pecados y le impone penitencia.
"El rico Pescador es hijo de este rey que se hace servir con el Grial. Pero no os figuréis que en él vaya lucio, lamprea ni salmón; con una sola hostia que le sirven y llevan en ese grial, sostiene y fortalece su vida; tan santa cosa es el grial". 
Por su parte Gauvain conseguirá arrivar al Castillo de las Reinas, logrando incluso salir con vida de donde nadie jamás volvió.

Crhrétien de Troyes es el más genial de los escritores de este periodo de la Baja Edad Media. Él es, como dice el profesor Carlos Alvar, quien da a los caballeros de la Tabla Redonda
 "una fisonomía propia y hace de ellos auténticos seres vivos: el odio y el amor, la valentía y la generosidad comienzan a desempeñar su papel; cada héroe actuará influido por alguna de estas motivaciones. El embrión que hallamos en Monmouth acaba de tomar una forma nueva, la más semejante al ser definitivo, a la vez que el tema adquiere su mayor auge: el Perceval, que Chrétien no acabó, halló muy pronto continuadores" 
Se puede decir que, con Chrétien, la materia de Bretaña cobra forma definitiva y se expande por toda Europa. Chrétien recoge la influencias de dos historiadores: Geoffrey de Monmouth, autor de "Historia regum Britanniae" y "Vita Merlini"; y Wace, autor del "Roman de Brut", prácticamente una traducción del anterior. Monmouth enriquece enormemente la escueta figura histórica del Rey Arturo hasta convertirla en mito e incorpora a la historia las leyendas célticas. Peredur, el Perceval de Gales, ya es nombrado en el canto de Gododdin, de Aneirin, escrito hacia el 600 en la frontera de Escocia. A lo largo del Cuento del Grial podemos encontrar, asimismo, reminiscencias de los Mabinogion, un conjunto de leyendas galesas. 

Este desarrollo novelesco de lo puramente histórico cristaliza definitivamente en Chrétien de Troyes, autor del cambio trascendental que alumbrará el nacimiento de la novela occidental. Así lo señala de forma elocuente Victoria Cirlot en su ensayo "La novela artúrica".

"En pocos años, el roman que había nacido a la sombra de la historia, se vio invadido por un plano de construcción de la realidad absolutamente novedoso: la ficcionalidad. Casi de modo imperceptible, la figura del rey Arturo tratada desde una perspectiva histórica fue absorbida por el plano de la ficción. En la forma artúrica cristalizó la creación novelesca; de ahí que ambos aspectos, resulten indesligables cuando se trata de analizar el nacimiento del roman en el Norte de Francia. De la traducción a la novela y, concretamente, a la novela artúrica. Ese cambio y ese hallazgo no parecen desprenderse de la vida propia del género, sino que más bien parecen deberse a la intervención individual, a la imaginación peculiar de un escritor del segundo tercio del siglo XII: Chrétien de Troyes."







P.D.
Muchos significados se le han dado al Grial. El más común lo identifica con el cáliz de la Última Cena. No han sido pocos los autores que le han asignado distintas virtudes esotéricas y místicas; llegando incluso a registrarlo como algo estrictamente espiritual, algo así como un estado de iluminación.
El recorrido del Grial cruza toda nuestra historia y literatura hasta el mismísimo día de hoy. Este místico cáliz aparece en las leyendas de Merlín, de los caballeros templarios, la masonería, la alquimia, la saga cinematográfica de Indiana Jones y por supuesto el best seller de Dan Brown,  El
Código da Vinci.

El hecho de que la primera obra donde aparece el grial quedase inacabada, así como el acontecimiento histórico de las Cruzadas provocó una multiplicidad de obras que afrontaron este enigma: José de Arimatea de Boron, Perlesvaus de autor anónimo, Parzival de Wolfram von Eschenbach, la Demanda del Santo Grial de autor también anónimo dentro del ciclo del Lancelot en prosa. De nuevo Victoria Cirlot nos ilumina en su libro Grial: poética y mito (siglos XII-XV).

Uno de los muchos continuadores de Chrétien de Troyes fue Robert de Boron que vivió entre los siglos XII y XIII. En su novela Joseph d'Arimathie planteó una hipótesis pseudohistórica, que José de Arimatea, hermano del padre de la Virgen María, fue quien solicitó el cadáver de Jesús y le dio sepultura. Boron, además, identifica la casa de José de Arimatea como el lugar donde se celebró la Última Cena, siendo unas de sus copas la que acabó convirtiéndose en el Santo Grial donde posteriormente recogería la sangre de Jesús. Para redondear la historia, Boron cuenta que José de Arimatea llevó la copa a la isla de Avalon, donde el Grial se mantuvo oculto hasta la llegada del caballero Perceval.
El Santo Cáliz de Valencia

Esta mezcla de historia y leyenda tiene varias encarnaciones que, aun hoy en día, sus fieles presentan como el auténtico Grial.
La Sacra Catina de Génova es un pequeño cuenco de piedra que fue llevado a esta ciudad después de la Primera Cruzada en 1.099. Efectivamente la pieza ha sido fechada al inicio del siglo I. Asimismo existe una copa de plata de grandes dimensiones que se encontró en las ruinas de una iglesia cristiana en Antioquía. Esta rica copa labrada contiene en su interior otra lisa de plata cuya factura también ha sido fechada en el siglo I.

El Santo Cáliz de Valencia

Por último tenemos el Santo Cáliz de Valencia. Una taza de ágata finamente pulida que muestra muestra hermosísimas vetas de colores. Es una preciosa "copa alejandrina" que los arqueólogos consideran de origen oriental y tienen fechada entre los años 100 al 50 a.C. 

Mucho más posteriores son las asas y el pie de oro finamente grabado, diferente a la copa. Todo ello, lo mismo que las joyas que adornan la base son de época medieval.

Su historia es bien novelesca. Según esta tradición, la Última Cena no se habría celebrado en la casa de José de Arimatea sino en la vivienda de algún familiar del apóstol San Marcos. La Copa que utilizó el Señor en la última Cena fue llevada a Roma por San Pedro. Allí la conservaron los Papas hasta San Sixto II cuando, por mediación de su diácono San Lorenzo, oriundo de España, fue enviada a su tierra natal de Huesca en el siglo III, para librarla de la persecución del emperador Valeriano. Durante la invasión musulmana, a partir del año 713, fue ocultado en la región del Pirineo. Posteriormente la reliquia fue entregada, en el año 1399, al Rey de Aragón, Martín el Humano, que lo tuvo en el palacio real de La Aljafería de Zaragoza y luego, hasta su muerte, en el Real de Barcelona en 1410, mencionándose el Santo Cáliz en el inventario de sus bienes. Hacia 1424 el Rey Alfonso V el Magnánimo llevó el relicario real al palacio de Valencia, y con motivo de la estancia de este Rey en Nápoles, fue entregado con las demás regias reliquias a la Catedral de Valencia en el año 1437. Sin pronunciarse sobre su legitimidad, tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI, oficiaron misa con este cáliz en sus visitas a la ciudad de Valencia.

sábado, 14 de febrero de 2015

BLACKHAT - Michael Mann



















Dirigiendo quien nos entregó Heat, seguro que todos esperábamos una reedición de su potencia, de su sequedad. Pero esta nueva entrega del maestro del cine de acción resulta insulsa e impostada. A cuento de qué tanto primerísimo plano, a cuento de qué tanta pose trascendental. Cuando al gigantón Chris Hemsworth lo sacan de la cárcel, se para y mira el cielo. Parece olisquear el viento. ¿Qué pasa?, le pregunta un colega. Nada, responde, y seguro que no sabe que nos está resumiendo la película. Nada.

Un hacker internacional boicotea el sistema de seguridad de una central nuclear en China y la hace reventar. A continuación pone en un brete la bolsa del mercado de futuros en Chicago. Para detenerle se requiere al mejor, un hacker que está en la cárcel ¡por duplicar tarjetas de crédito!. La presentación del antihéroe es chusca y llena de clichés. Se enrolla con una ingeniera de redes china porque sí.
El guión parece un festín de condimentos: Tecnología, trama internacional, colaboración tensa entre China y EEUU, malo malote, viajes a Los Angeles, Hong-Kong, Jakarta; un leve romance, una pizca de sal y plomo, un toque de cebollino y a emplatar. 


Todo es insulso. El guión y la realización. Vuelve a haber un tiroteo entre coches, en plena calle; pero a años luz del de Heat. Hay un desenlace concebido como un duelo en medio de una fiesta multitudinaria en Jakarta; pero el realizador no acierta a mostrar el laberinto de figurantes, ni la tensión. La cámara siempre está cerquísima de la cara y la resolución a puñal es muy rápida. Todo resulta pobre y soso.

Ni acción, ni emoción.

sábado, 7 de febrero de 2015

El BRUJO POSTERGADO - de Don Juan Manuel

Edward Kelly y John Dee














En Santiago había un deán que tenía gran deseo de saber el arte de la nigromancia. Oyó decir que don Ilián de Toledo la sabía más que ninguno, y fue a Toledo a buscarlo.

El día que llegó a Toledo enderezó a la casa de don Illán y lo encontró leyendo en una cámara muy apartada. Este lo recibió con bondad, le dijo que postergara el motivo de su visita hasta después de almorzar. Le señaló un alojamiento muy fresco y le dijo que lo alegraba mucho su venida. Después de almorzar, el deán le refirió la razón de aquella visita y le rogó que le enseñara la ciencia mágica. Don lllán le dijo que adivinaba que era deán, hombre de buena posición y buen porvenir, y que temía ser olvidado luego por él. El deán le prometió y aseguró que nunca olvidaría aquella merced y que es­taría siempre a sus ordenes.

Ya arreglado el asunto, explicó don Illán que las artes mágicas no podían aprenderse sino en lugar apartado, y tomándolo por la mano lo llevó a una pieza contigua en cuyo piso había una gran argolla de hierro. Antes le dijo a una sirvienta que trajese perdices para la cena, pero que no las pusiera a asar hasta que la mandara. Levantaron la argolla entre los dos y descendieron por una escalera de piedra bien labrada hasta que al deán le pareció que habían bajado tanto que el lecho del Tajo estaba sobre ellos. Al pie de la escalera había una celda y luego una biblioteca. Revisaron los libros y en eso estaban cuando entraron dos hombres, con una carta para el deán escrita por el Obispo su tío, en la que le hacía saber que estaba muy enfermo y que si quería encontrarlo vivo no demorase.
Toledo  -El Greco-

Al deán lo contrariaron mucho estas nuevas, lo uno por la dolencia de su tío, lo otro, por tener que interrumpir los estudios. Optó por escribir una disculpa y la mandó al Obispo. A los tres días llegaron unos hombres de luto con otras cartas para el deán, en las que se leía que el Obispo había fallecido, que estaban eligiendo sucesor, y que esperaban por la gracia de Dios que lo elegirían a él. Decían también que no se molestara en venir, puesto que parecía mucho mejor que lo eligieran en su ausencia.

A los diez días vinieron dos escuderos muy bien vesti­dos, que se arrojaron a sus pies y besaron sus manos y lo saludaron Obispo. Cuando don Illán vio estas cosas, se dirigió con mucha alegría al nuevo prelado y le dijo que agradecía al Señor que tan buenas nuevas llegaran a su casa. Luego le pidió el decanazgo vacante para uno de sus hijos. El Obispo le hizo saber que había reservado el decanazgo para su propio hermano pero que había determinado favorecerlo y que partiesen juntos para San­tiago. Fueron para Santiago los tres, donde los recibieron con honores. A los seis meses el Obispo recibió man­daderos del Papa, que le ofrecía el Arzobispado de Tolosa, dejando en sus manos el nombramiento de sucesor. Cuando don Illán supo esto, le recordó la antigua pro­mesa y le pidió ese título para su hijo. El Arzobispo le hizo saber que había reservado el obispado para su propio tío, hermano de su padre, pero que había deter­minado favorecerlo y que partiesen juntos para Tolosa. Don Illán tuvo que asentir.

Fueron para Tolosa los tres, donde los recibieron con honores y misas. A los dos años el Arzobispo recibió mandaderos del Papa, que le ofrecía el capelo de Cardenal, dejando en sus manos el nombramiento de sucesor. Cuando don Illán supo esto le recordó la antigua promesa y le pidió ese título para su hijo. El Cardenal le hizo saber que había reservado el Arzobispado para su propio tío, hermano de su madre, pero que había determinado favorecerlo y que partiesen juntos para Roma. Don Illán tuvo que asentir. Fueron para Roma los tres, donde los recibieron con honores y misas y procesiones.

Calle de Toledo
A los cuatro años murió el Papa y el Cardenal fue elegido para el Papado por todos los demás. Cuando don Illán supo esto, besó los pies de Su Santidad, le recordó la antigua promesa y le pidió el Cardenalato para su hijo. El Papa lo amenazó con la cárcel, diciéndole que bien sabía él que no era más que un brujo y que en Toledo había sido profesor de artes mágicas. El miserable don Illán dijo que iba a volver a España y le pidió algo para comer durante el camino. El Papa no accedió. Entonces don Illán dijo con una voz sin temblor:

—Pues tendré que comerme las perdices que para esta noche encargué. —La sirvienta se presentó y don Illán le dijo que las asara. A estas palabras, el Papa volvió a hallarse en la celda subterránea, solamente deán de Santiago, y tan avergonzado de su ingratitud que no atinaba a disculparse. Don Illán dijo que bastaba con esa prueba, le negó su parte de las perdices y lo acompañó hasta la calle, donde le deseó feliz viaje y lo despidió con gran cortesía.


El Brujo Postergado.  Del Libro de Patronio, 1575, del infante don Juan Manuel, que lo derivó de un libro árabe: Las cuarenta mañanas y las cuarenta noches)


versión de Jorge Luis Borges que lo incluyó en el apéndice Etcétera de su libro Historia universal de la infamia, 1954

viernes, 6 de febrero de 2015

VESTIDO de NOVIA - de Pierre Lemaitre









Querido lector,
seguro que ya has oído hablar de este libro y   ¡¿Todavía estás ahí?! ¡Corre! vete a comprar esta novela. 
Es imposible que no goces con la lectura de este thriller, donde el crimen y la pesadilla cobran una nueva dimensión. 

Una primera parte sobre una asesina sonámbula desemboca en una segunda espeluznante, donde la realidad se rasga para mostrarnos el mal,  en forma de insidia obsesiva y patológica.

Sophie ha perdido a su marido en un accidente. Su vida se desmorona. Le acechan inmensas lagunas de vacío en su memoria. Suele despertarse rodeada de muerte, como aquella vez cuando soñó que su suegra caía por las escaleras y se mataba. A los pocos días ocurría de verdad. No entiende qué le sucede. Va por la vida como sonámbula.
"Hay algo que la impulsa a actuar, tiene la sensación de estar acurrucada en lo más hondo del envoltorio de su cuerpo, como en un caballo de Troya. El caballo actúa sin contar con ella, él sabe lo que tiene que hacer."
La realidad se le vuelve pastosa como una trampa de arena movedizas. En su confusión no cesan de aflorar cadáveres a su alrededor que la impelen a huir. Un reguero de sangre que incluye al niño de cinco años que cuidaba, a una compañera o a su jefe en un trabajo en negro donde se escondía. 

El relato chapotea entre telas de araña y fango. Sophie se mueve "como una autómata", se suele repetir. También, "como una sonámbula". 
"De niña, a veces se miraba en el espejo, directamente a lo hondo de los ojos y, al cabo de un rato, sentía como un vértigo hipnótico que la obligaba a sujetarse al lavabo para no perder el equilibrio. Era algo así como bucear en esa zona desconocida que dormita en todos nosotros." pág75

Esta tozuda realidad de crimen, huida y desconcierto ocupa toda la primera parte y tiene la tortuosa veladura de una pesadilla. En la segunda, este delirio se nos presenta desde un nuevo punto de vista, diáfano y atroz. En la novela conviven la cara y la cruz de una misma moneda, "dos actores ciegos de una misma tragedia" escribe Lemaitre; quien se las arregla para introducir su escalpelo y revelarnos algo enfermizo y siniestro. Una obsesión malsana. Una sórdida venganza.

El libro se divide en cuatro partes. El autor, como los grandes magos, nos muestra el truco en las dos primeras y nos anonada. Pero cuando leemos las dos últimas, el tour de force se vuelve formidable: conocemos un secreto que la protagonista ignora. De este modo Lemaitre nos obliga a seguir los escabrosos pasos de Sophie como forzados voyeurs. 

Novela arrebatadora, navega febril entre Psicosis (Hichtcock) y Crimen y Castigo (Dostoievski).

lunes, 2 de febrero de 2015

AUTÓMATA - de Gabe Ibáñez

España, 2014










Gran producción, pobre guión.-
El guión de Autómata maneja materiales tan atractivos como la amenaza de unos robots autoconscientes, un mundo apocalíptico en trance de desaparición y un apunte de conspiración que amenaza los últimos vestigios de una decrépita humanidad; pero no acaba de conjuntarlos en un trazo reconocible. 

Desaprovecha las posibilidades de una feliz idea: "tu aspiradora acaba de bajar del árbol", le comunica una ingeniera de robótica al protagonista, en referencia a los robots y a lo que hizo nuestro antepasado simio. Es una lástima que el guión no haya sabido ir más allá. 

El protagonista es Jacq Vacuan (Antonio Banderas), una especie de agente de seguros que vela por el buen funcionamiento de los androides. Éstos tienen dos directrices básicas, priorizar la vida del ser humano y prohibición de autorepararse. Hay una escena que aglutina una gran sugerencia: en los desvencijados túneles del metro donde se hacinan los sintecho, un policía descubre a un robot que se está autoreparando. El hilo de esa intrigante madeja se le acaba deshaciendo al guionista entre las manos.













Las maniobras de las grandes corporaciones, la intriga alrededor del misterioso chip que libera la inteligencia de los androides, el debate sobre la inteligencia artificial. Todo esto se va dejando por el camino mientras un trío de robots huye hacia el desierto, convirtiéndose la película es una especie de western crepuscular. 

Todo huele a refrito. Nada más empezar, nuestro héroe ya le suelta a su mujer, "estoy quemado"; aunque no sabemos por qué. Si querían remitirnos al Blade Runner Deckart, no hay comparación. Aquel policía no tenía vida y sobre su conciencia se acumulaban docenas de "retiradas", asesinatos de androides casi completamente humanos. El agente de Autómata, en cambio, está próximo a convertirse en feliz padre, su mujer le espera cada día con la cena caliente y su trabajo más arduo consiste en evitar los fraudes sobre el mal funcionamiento de los robots. 

Además el guión no lo requiere como héroe más que en el extremo desenlace. 

Por contra, la producción brilla a gran altura. Las imágenes nos trasladan a una ciudad sucia y oscura donde sobrevive un exhausto resto de la humanidad. También cuando la acción se traslada a un blanco desierto, la pantalla adquiere el tono quemado y polvoriento que amenaza asfixiarnos. Se vive en un planeta desolador.


A toda esta verosimilitud se unen un puñado de robots brillantemente integrados. 

Pero definitivamente el guión carece de profundidad y la realización no aprovecha un escenario tan bien logrado.

Técnicamente vuelve a quedar demostrado que el cine español puede hacer ciencia ficción de la buena; pero, como siempre, lo más importante son las ideas y su realización. Aún permanece solitaria en nuestro cine, esa rutilante estrella que es Eva, de Kike Maillo.