martes, 23 de diciembre de 2014

OPEN WINDOWS - de Nacho Vigalondo








Nacho Vigalondo es nuestro lince ibérico, merece toda nuestra atención y cuidado porque su especie en nuestro país es endémica. Un tipo dedicado a la fantasía desbordante con toques de ciencia ficción (Los cronocrímenes), poseedor de una gran potencia narrativa  y una originalidad fuera de toda duda.

Ahora bien sus películas,  todavía, aparecen desmañadas; con una inefable textura amateur que nos habla de que las ideas (a borbotones) están por encima de su realización.

Open Windows es su primer largometraje en inglés y habla de lo más característico de nuestra época con herramientas de nuestra época: la interconexión obsesiva, la sobreexposición de nuestras vidas a través de las redes sociales, la realidad aumentada, la invasión de nuestra privacidad.

Toda la acción de la película transcurre en pantallas digitales donde se van abriendo ventanas (de ahí el título) a través de las cuales intervienen los personajes. Open Windows fue un encargo, según reconoce el propio Vigalondo: "Me hicieron una propuesta para hacer una película, un thriller en el que internet y las redes sociales tuvieran una presencia importante y yo lo que hice fue proponerles que toda la película transcurriese en el escritorio de un ordenador donde las ventanas se van abriendo."

Este reto narrativo y la intriga sostenida son lo mejor de la cinta. En cuanto al reto hay que decir que lo supera brillantemente. La dificultad era enorme, según reconoce él mismo, "no sólo porque sea por ordenador, sino porque es a tiempo real; no hay un solo corte de cámara y la cámara va constantemente de un lado a otro, de ventana en ventana. La película suma siete horas de vídeo que se concentran en los cien minutos que dura la cinta." Ello se consigue superponiendo ventanas en el mismo plano constantemente.

Vigalondo se aventura en una orgía de ventanas y cámaras -ordenadores, smartphones, tablets, cámaras de seguridad- y lo hace con inusitado virtuosismo. El trabajo del editor Bernat Vilaplana es enorme y con estos recursos aparentemente constrictivos logra montar una narración de ritmo trepidante.

Nick Chambers (Elijah Wood) es el webmaster de una página dedicada a su estrella favorita, Jill Goddard (Sasha Grey). Ella es la protagonista de una franquicia de películas de ciencia ficción bizarra y Vigalondo aprovecha para iniciar la película con un teaser de regalo de su última entrega. Nick está en el hotel siguiendo la gala del estreno por internet, cuando el típico loco se cuela en su ordenador  y empieza a utilizarle para acosar  virtualmente a Jill: piratea su móvil, coloca cámaras en su habitación, etc. A partir de ahí la tecnología y la intriga inician una gincana vertiginosa.

¿Y los personajes? Bueno, son marionetas, obedecen a la primera y no se cuestionan nada. Está claro que lo que importa es el engranaje y que funcione.

En la película hay una leve crítica a la sobreexposición en la red y a la falta de privacidad, pero no demasiada; el director y guionista lo da por descontado en la sociedad en que vivimos: "En internet no actuamos necesariamente como si estuviésemos delante de una persona y eso es fascinante", reconoce. También que "internet está poniendo a prueba nuestra moral y, de esa tentación, es de donde arranca la película". Vigalondo juega con esa variable moral al contar como protagonista con Sasha Grey:
 “El hecho de que Sasha haya sido actriz porno le añade otra capa de ironía y significado a su personaje. Ella es consciente de su pasado. La película no explota esa parte de su vida pero es consciente de ello, lo que creo que lo hace más interesante, y su presencia me permite hablar del tipo de consumidores que las películas porno tienen en internet.”
“Desde que sabían que iba a hacer una película con ella (...), estaban furiosos contra ella y creo que ese sentimiento es perturbador. Creo que eso está reflejado en el villano, porque algo que me gusta de Neil Maskell es que él está tan furioso, tan cabreado, parece odiarla tanto... pero cuando está delante de ella, quiere ser su ‘white knight’, su salvador”.
También se apunta la perversidad que puede suponer ser meros espectadores. En una escena hay una conexión en directo con la actriz en trance de morir. A la vez el psicópata propone a los usuarios abandonar la web para salvarla. Pero es un mero apunte. Este juego perverso también aparece en Kik-ass y de manera más trágica en "Rastro oculto" (Untraceable, de G. Hoblit).
Neil Maskell (el psicópata asesino de Utopía) se cuela en Open Windows
El primer acto con Nick en el hotel, en plan Ventana Indiscreta, es donde mejor funciona este ejercicio multipantalla; porque Vigalondo se lo toma como tal y se centra en resolverlo con tensión e intriga. Pero más adelante la película enloquece y se lanza a una vorágine de giros argumentales que hacen que descarrile. De todos modos el director logra que el interés no decaiga gracias a una huida constante hacia adelante y al buen manejo de los resortes de la intriga.

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