lunes, 22 de septiembre de 2014

EL REY de AMARILLO - Robert W. Chambers
















La excelente serie True Detective ha logrado traer a la actualidad y de forma bien asombrosa toda la mitología que Robert W. Chambers acuñara alrededor de El Rey de Amarillo; una serie de diez relatos escritos bajo la influencia de Ambrose Bierce (Un habitante de Carcosa) y del espiritismo imperante allá por 1896. Obsérvese que la obra maestra de Henry James, Otra vuelta de tuerca, es de 1898.

Chambers es el eslabón al que anteceden Poe y Bierce y que desemboca en el ya contemporáneo Lovecraft. Toma de Bierce la invención de la ciudad muerta de Carcosa, lugares mitológicos como las Híades y seres como Hastur, incorporando a todos ellos su macabro Rey de Amarillo. Un rey presente en un libro imaginario y maldito cuya sola referencia espeluzna. Citado invariablemente, dicho libro nunca podremos leerlo. Cruza estos relatos como una referencia atronadora, apercibiendo de extrema malignidad y locura a sus lectores.

Los mitos de Chtulhu según Enrique Alcatena
En general las alusiones a estos mundos y entidades de pesadilla son casi tangenciales, como en el relato Mademoiselle d´Ys, que sólo incluye una escueta referencia a Hastur; pero sus resonancias son tan potentes que perduran en la memoria. Mundos suspendidos en el tiempo, gobernados por el caos y el terror. Entidades repugnantes que acechan escondidas en los pliegues del universo. Libros y ritos depravados que conducen a la locura y al pavor.

Esta evocación a un terror desconocido y arcano plasmado en un misterioso libro será el antepasado del Necronomicon de Lovecraft. También de su estilo. Lovecraft y Chambers comparten un estilo indirecto, lleno de alusiones elípticas y referencias cruzadas que aparecen y desaparecen en otras historias poniendo en pie una cosmogonía oscura y remota, perdida en el tiempo y siempre acechante.

El volumen que nos ocupa reúne los cinco relatos más terroríficos de la colección original: La máscara, En el Pasaje del Dragón, El Reparador de Reputaciones, El Signo Amarillo y La demoiselle d’Ys. Se completa con El Creador de Lunas y Una velada placentera, procedentes del volumen The Maker of Moons; y El Emperador Púrpura, El Mensajero y La Llave del Dolor, de The Mystery of Choice.

En estos relatos, precursores de los Mitos de Chtulhu, se respira una atmósfera eminentemente pesadillesca y onírica. Invocan mundos tan fascinantes como repugnantes que amenazan nuestra cordura.
El Rey de Amarillo según Enrique Alcatena
El que más se extiende sobre la mitología de El Rey de Amarillo es El Reparador de Reputaciones, donde los personajes son cultores de estos ritos paganos  y su locura cobra visos de convertirse en realidad.
"Una mañana de mayo muy temprano, estaba frente a la caja fuerte probándome la corona. Los diamantes regulgían como el fuego cuando me miré en el espejo y el pesado oro batido ardía como un halo en torno de mi cabeza. Recordé el grito de agonía de Camilla y las terribles palabras que resonaron en las penumbrosas calles de Carcosa. Eran las últimas líneas del primer acto y no me atrevía a pensar en lo que seguía... no me atrevía a hacerlo ni siquiera al sol de primavera, allí en mi propio cuarto, rodeado de objetos familiares, animado por el ajetreo de la calle y las voces de los sirvientes en el cuarto contiguo. Porque esas palabras envenenadas se había filtrado lentamente en mi corazón, como las gotas del sudor de la muerte en las sábanas. Temblando, me quité la diadema de la cabeza y me enjugué la frente, pero pensé en Hastur y en mi propia justa ambición, y recordé al señor Wilde tal como lo había visto por última vez, con la cara desgrarrada y sangrante por las garras de esa criatura del diablo y lo que había dicho, ¡Ah, lo que había dicho!"
La Máscara trata de un hallazgo pseudocientífico que se vuelve contra su descubridor provocando la tragedia. "La máscara de autoengaño no era ya una máscara para mí, era una parte de mí mismo".  Algo semejante a lo que ocurre en algunas historias de H.G. Wells, como El Hombre invisible, publicada en la misma época, 1897. 
Encabeza este relato uno de los escasísimos diálogos que se conocen del mítico libro.
CAMILLA: Usted, señor, debería quitarse la máscara.
EXTRAÑO: Ah, ¿sí?
CASSILDA: Sí, ya ha llegado el momento. Todos nos hemos quitado el disfraz menos usted.
EXTRAÑO: No llevo ninguna máscara.
CAMILLA: (Aterrorizada, en un aparte a Cassilda) ¿Ninguna máscara? ¡Ninguna máscara!
               
                                                              El rey de amarillo, Acto I, Escena 2.
Inevitablemente esa máscara del Extraño nos remite a "El Rey de la máscara de oro", de Marcel Schwob (1892), tras la cual, tanto el rey como todos sus antepasados escondían sus deformes rostros.

Por su parte Mademoiselle d´Ys es una deliciosa fantasía donde conviven el horror y la pasión amorosa. En él, un norteamericano se pierde en el páramo de Kerselec, "un paraje salvaje y desolado. Es fácil entrar en él, pero a veces, quien entra no lo abandona nunca."
Otra mujer, Ysonde, será quien fascinará al protagonista de El Hacedor de Lunas, que también viajará en el tiempo y en el espacio hasta la legendaria ciudad de Yian. Este largo relato mezcla una investigación policial, con un atisbo de terror y una leyenda china.
"Lo he visto -dijo Barris como entre sueños-. He visto las llanuras muertas de la negra Catay y he cruzado las montañas de la Muerte, cuyas cimas se elevan por sobre la atmósfera. He visto la sombra de Xangi arrojada sobre Abaddón. ¡Es mejor morir a un millón de millas de Yezd y Ater Quedah que haber visto de cerca el loto blanco a la sombra de Xangi! He dormido entre las ruinas de Xaindú donde los vientos nunca cesan y el Wullwulleh es lamentado por los muertos!"
Mientras que En el pasaje del Dragón, el protagonista traspasa dimensiones recorriendo las callejuelas de un fantasmagórico París. "El sol se eleva; ellos se reúnen y yacen en sus cubiles", es una de las frases de El Rey de Amarillo que fascina y persigue al protagonista. 

En El mensajero se revive la terrible y antigua historia del Sacerdote Negro que dejó un sanguinario rastro por toda la Bretaña. 

En  El signo amarillo,  un famoso pintor es acechado por el libro maldito. Todo se precipita cuando su modelo le hace un regalo:
"Abrí la caja. Sobre el algodón rosa del interior había un broche de ónice negro en el que había tallado un extraño símbolo o letra en oro. No era árabe ni chino, ni tampoco pertenecía a ningún tipo de escritura humana, como más tarde averigüé."

En el relato La llave del Dolor acompañamos al protagonista en su huida hasta una isla de pesadilla. Entre sus párrafos encontramos éste:
"También la Muerte morirá y caerá sobre las costas de los cielos como la calavera blanqueada allí en La llave del Dolor, pulida, vacía, con sus dientes hundidos en la arena".
Parece evidente que sirvió de inspiración al maestro Lovecraft cuando escribió:


"Esta fue la ciudad con la que el poeta loco Abdul Alhazred soñó la noche antes de cantar su dístico inexplicable:
«Que no está muerto lo que yace eternamente
y con el paso de los evos, aun la muerte puede morir»


El Rey de Amarillo eclipsó el resto de la obra literaria de Chambers que reúne historias detectivescas, ciencia-ficción o biografías. 
También su faceta como ilustrador; aunque nos legó la ilustración original que se utilizó en la primera edición de El Rey de Amarillo.


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