miércoles, 30 de julio de 2014

ANARCHY: La NOCHE de las BESTIAS - de James DeMonaco

The Purgue: ANARCHY
EEUU, 2104








Suelta de lobos.-


Increíblemente el guionista y director de la mediocre The Purgue vuelve a la carga, sólo un año después, con la misma historia pero nuevo enfoque. Y bien que se agradece.


Lo que en la primera era un simple asalto a una casa con ninguna variable y algún aburrimiento, en esta nueva visita a la Noche de las Bestias el guión se desdobla y avanza por el tablero recorriendo con cierta audacia sus esquinas.

Los Nuevos Fundadores de América resuelven la violencia y el paro (¡?) dejando los instintos libres durante 12 horas, una vez al año. En ese plazo el asesinato será legal, los individuos se liberarán de la bestia y en consecuencia la sociedad será más civilizada (¡?).

No merece la pena analizar los aspectos morales de esta idea de partida. Ese grito de "¡Depúrate, libera a la bestia!" que ofrece la película es demasiado tosco. Como una caricatura lleva hasta el límite ideas como la ley del más fuerte o el clásico de Hobbes, homo homini lupus est. En cambio como ficción bien merece la pena seguir los vericuetos que plantea. Porque DeMonaco -esta vez sí- escarba las implicaciones y otea las posibilidades con una acción bien llevada, unos cuantos brochazos de crítica social y ausencia de moralina. El trazo de un apetecible cine de serie B.

En la famosa noche, un policía sale a buscar venganza pero en su camino ayuda a una pareja que huye indefensa y a una madre e hija que están a punto de morir. Los cinco se verán obligados a cruzar la ciudad en busca de la salvación. Lo que en la cinta original era un simple punto de partida, ahora encuentra las voces de distintos personajes y la trama eleva su punto de mira, ofreciéndonos un zoo más amplio y complejo.


Con esta estructura de un grupo cruzando la ciudad y superando todo tipo de trampas no puedo dejar de recordar el clásico de Walter Hill, The Warriors. De este modo el director consigue abrir el plano, que la historia evolucione y cambiar la escala del relato. 

Sus diversas situaciones me hacen bandear. Unas me parecen carentes de sutileza (los ricos como depredadores), otras me parecen gamberras (el broker colgado en las puertas de Wall Street) y un puñado de ellas turbadoras como reflejo de la sociedad.

Situación general: Es a la vez lo más efectivo y lo más flojo de la película. En un instante te mete en situación; pero los atisbos de explicación política y debate social son apáticos. Lo peor de todo es el intento de vestir esta purga como una refundación de la patria, llegando a la santificación de sus Nuevos Padres.




Situación particular: De lo más interesante del film. El policía que busca venganza (un estupendo Frank Grillo) es sometido al tamiz de situaciones y contrastes. Veremos el resultado cuando al final tenga a su víctima encañonada. Por otro lado, la joven que pierde a su novio y reacciona buscando venganza, ilustra lo más evidente y fácil. Pero hay tres aspectos mucho más interesantes. Cuando llegan sanos y salvos al piso de la amiga y se produce allí una reacción de tomarse la justicia por su mano. También las dos reacciones que aluden a motivaciones económicas: la del abuelo que se ofrece como víctima para resolver las penurias de su hija y nieta. La de los terroríficos moteros que como aves de carroña sobrevuelan la ciudad: "Nosotros no matamos, tío ¡Sólo buscamos dinero!" 

El Sistema, siempre el sistema
Aunque la película favorece una conclusión bastante tosca, los ricos son los malos, los pobres son carne de cañón; no falta algún apunte interesante. El papel que juega el sistema político para favorecer la convivencia y defender al más débil. El papel de esas brigadas asesinas que transitan en anónimos camiones con objetivos bien definidos. El necesario contrapunto del rebelde (Michael K. Williams) desvelando el verdadero sentido y alcance de la purga.

La película se remata con dos imágenes sumamente irónicas y acertadas. El grupo de ricos que compra víctimas para organizar cacerías humanas y la consabida bandera norteamericana cambiando sus barras por armas. Áquí sí que hay metáfora.

La caza del hombre tiene muchos y variados antecedentes. Desde la más reciente y demoledora Funny Games, de Michael Haneke hasta la más clásica El Malvado Zaroff, pasando por ejercicios de perversión como Ellos o Los extraños.

Hemingway, que vivió en directo las dos guerras mundiales y la guerra civil española llegó a decir: "Sin duda, no hay cacería como la caza de hombres y aquellos que han cazado hombres armados durante el suficiente tiempo y les ha gustado, en realidad nunca se interesarán por nada más"



lunes, 28 de julio de 2014

Un HABITANTE de CARCOSA - de Ambrose Bierce

Max Ernst

Existen diversas clases de muerte. En algunas, el cuerpo perdura, en otras se desvanece
 por completo con el espíritu. Esto solamente sucede, por lo general, en la soledad
 (tal es la voluntad de Dios), y, no habiendo visto nadie ese final, decimos que el hombre 
 se ha perdido para siempre o que ha partido para un largo viaje, lo que es de hecho verdad. 
 Pero, a veces, este hecho se produce en presencia de muchos, cuyo testimonio es la prueba. 
 En una clase de muerte el espíritu muere también, y se ha comprobado 
que puede suceder que el cuerpo continúe vigoroso durante muchos años. 
Y a veces, como se ha testificado de forma irrefutable, el espíritu muere
 al mismo tiempo que el cuerpo, pero, según algunos, resucita
 en el mismo lugar en que el cuerpo se corrompió.




Meditando estas palabras de Hali (Dios le conceda la paz eterna), y preguntándome cuál sería su sentido pleno, como aquel que posee ciertos indicios, pero duda si no habrá algo más detrás de lo que él ha discernido, no presté atención al lugar donde me había extraviado, hasta que sentí en la cara un viento helado que revivió en mí la conciencia del paraje en que me hallaba. Observé con asombro que todo me resultaba ajeno. A mi alrededor se extendía una desolada y yerma llanura, cubierta de yerbas altas y marchitas que se agitaban y silbaban bajo la brisa del otoño, portadora de Dios sabe qué misterios e inquietudes. A largos intervalos, se erigían unas rocas de formas extrañas y sombríos colores que parecían tener un mutuo entendimiento e intercambiar miradas significativas, como si hubieran asomado la cabeza para observar la realización de un acontecimiento previsto. Aquí y allá, algunos árboles secos parecían ser los jefes de esta malévola conspiración de silenciosa expectativa.

A pesar de la ausencia del sol, me pareció que el día debía estar muy avanzado, y aunque me di cuenta de que el aire era frío y húmedo, mi conciencia del hecho era más mental que física; no experimentaba ninguna sensación de molestia. Por encima del lúgubre paisaje se cernía una bóveda de nubes bajas y plomizas, suspendidas como una maldición visible. En todo había una amenaza y un presagio, un destello de maldad, un indicio de fatalidad. No había ni un pájaro, ni un animal, ni un insecto. El viento suspiraba en las ramas desnudas de los árboles muertos, y la yerba gris se curvaba para susurrar a la tierra secretos espantosos. Pero ningún otro ruido, ningún otro movimiento rompía la calma terrible de aquel funesto lugar.

Observé en la yerba cierto número de piedras gastadas por la intemperie y evidentemente trabajadas con herramientas. Estaban rotas, cubiertas de musgo, y medio hundidas en la tierra. Algunas estaban derribadas, otras se inclinaban en ángulos diversos, pero ninguna estaba vertical. Sin duda alguna eran lápidas funerarias, aunque las tumbas propiamente dichas no existían ya en forma de túmulos ni depresiones en el suelo. Los años lo habían nivelado todo. Diseminados aquí y allá, los bloques más grandes marcaban el sitio donde algún sepulcro pomposo o soberbio había lanzado su frágil desafío al olvido. Estas reliquias, estos vestigios de la vanidad humana, estos monumentos de piedad y afecto me parecían tan antiguos, tan deteriorados, tan gastados, tan manchados, y el lugar tan descuidado y abandonado, que no pude más que creerme el descubridor del cementerio de una raza prehistórica de hombres cuyo nombre se había extinguido hacía muchísimos siglos.



Sumido en estas reflexiones, permanecí un tiempo sin prestar atención al encadenamiento de mis propias experiencias, pero después de poco pensé: "¿Cómo llegué aquí?". Un momento de reflexión pareció proporcionarme la respuesta y explicarme, aunque de forma inquietante, el extraordinario carácter con que mi imaginación había revertido todo cuanto veía y oía. Estaba enfermo. Recordaba ahora que un ataque de fiebre repentina me había postrado en cama, que mi familia me había contado cómo, en mis crisis de delirio, había pedido aire y libertad, y cómo me habían mantenido a la fuerza en la cama para impedir que huyese. Eludí vigilancia de mis cuidadores, y vagué hasta aquí para ir... ¿adónde? No tenía idea. Sin duda me encontraba a una distancia considerable de la ciudad donde vivía, la antigua y célebre ciudad de Carcosa.

En ninguna parte se oía ni se veía signo alguno de vida humana. No se veía ascender ninguna columna de humo, ni se escuchaba el ladrido de ningún perro guardián, ni el mugido de ningún ganado, ni gritos de niños jugando; nada más que ese cementerio lúgubre, con su atmósfera de misterio y de terror debida a mi cerebro trastornado. ¿No estaría acaso delirando nuevamente, aquí, lejos de todo auxilio humano? ¿No sería todo eso una ilusión engendrada por mi locura? Llamé a mis mujeres y a mis hijos, tendí mis manos en busca de las suyas, incluso caminé entre las piedras ruinosas y la yerba marchita.

Un ruido detrás de mí me hizo volver la cabeza. Un animal salvaje -un lince- se acercaba. Me vino un pensamiento: "Si caigo aquí, en el desierto, si vuelve la fiebre y desfallezco, esta bestia me destrozará la garganta." Salté hacia él, gritando. Pasó a un palmo de mí, trotando tranquilamente, y desapareció tras una roca.

Un instante después, la cabeza de un hombre pareció brotar de la tierra un poco más lejos. Ascendía por la pendiente más lejana de una colina baja, cuya cresta apenas se distinguía de la llanura. Pronto vi toda su silueta recortada sobre el fondo de nubes grises. Estaba medio desnudo, medio vestido con pieles de animales; tenía los cabellos en desorden y una larga y andrajosa barba. En una mano llevaba un arco y flechas; en la otra, una antorcha llameante con un largo rastro de humo. Caminaba lentamente y con precaución, como si temiera caer en un sepulcro abierto, oculto por la alta yerba.

Carcosa en True Detective


Esta extraña aparición me sorprendió, pero no me causó alarma. Me dirigí hacia él para interceptarlo hasta que lo tuve de frente; lo abordé con el familiar saludo:
-¡Que Dios te guarde!
No me prestó la menor atención, ni disminuyó su ritmo.

-Buen extranjero -proseguí-, estoy enfermo y perdido. Te ruego me indiques el camino a Carcosa.


El hombre entonó un bárbaro canto en una lengua desconocida, siguió caminando y desapareció.

Sobre la rama de un árbol seco un búho lanzó un siniestro aullido y otro le contestó a lo lejos. Al levantar los ojos vi a través de una brusca fisura en las nubes a Aldebarán y las Híadas. Todo sugería la noche: el lince, el hombre portando la antorcha, el búho. Y, sin embargo, yo veía... veía incluso las estrellas en ausencia de la oscuridad. Veía, pero evidentemente no podía ser visto ni escuchado. ¿Qué espantoso sortilegio dominaba mi existencia?

Me senté al pie de un gran árbol para reflexionar seriamente sobre lo que más convendría hacer. Ya no tuve dudas de mi locura, pero aún guardaba cierto resquemor acerca de esta convicción. No tenía ya rastro alguno de fiebre. Más aún, experimentaba una sensación de alegría y de fuerza que me eran totalmente desconocidas, una especie de exaltación física y mental. Todos mis sentidos estaban alerta: el aire me parecía una sustancia pesada, y podía oír el silencio.

La gruesa raíz del árbol gigante (contra el cual yo me apoyaba) abrazaba y oprimía una losa de piedra que emergía parcialmente por el hueco que dejaba otra raíz. Así, la piedra se encontraba al abrigo de las inclemencias del tiempo, aunque estaba muy deteriorada. Sus aristas estaban desgastadas; sus ángulos, roídos; su superficie, completamente desconchada. En la tierra brillaban partículas de mica, vestigios de su desintegración. Indudablemente, esta piedra señalaba una sepultura de la cual el árbol había brotado varios siglos antes. Las raíces hambrientas habían saqueado la tumba y aprisionado su lápida.

Un brusco soplo de viento barrió las hojas secas y las ramas acumuladas sobre la lápida. Distinguí entonces las letras del bajorrelieve de su inscripción, y me incliné a leerlas. ¡Dios del cielo! ¡Mi propio nombre...! ¡La fecha de mi nacimiento...! ¡y la fecha de mi muerte!

Un rayo de sol iluminó completamente el costado del árbol, mientras me ponía en pie de un salto, lleno de terror. El sol nacía en el rosado oriente. Yo estaba en pie, entre su enorme disco rojo y el árbol, pero ¡no proyectaba sombra alguna sobre el tronco!

Un coro de lobos aulladores saludó al alba. Los vi sentados sobre sus cuartos traseros, solos y en grupos, en la cima de los montículos y de los túmulos irregulares que llenaban a medias el desierto panorama que se prolongaba hasta el horizonte. Entonces me di cuenta de que eran las ruinas de la antigua y célebre ciudad de Carcosa.


***



Tales son los hechos que comunicó el espíritu de Hoseib Alar Robardin al médium Bayrolles.



Ambrose Bierce 
Club Diógenes. Editorial Valdemar










En este texto fundacional podemos leer: "La antigua y célebre ciudad de Carcosa", "el descubridor del cementerio de una raza prehistórica de hombres  cuyo nombre se había extinguido hacía muchísimos siglos."
Aquí están las bases de una cosmogonía y un estilo basado en tenues referencias, sueños de mundos primigenios y dioses remotos. Todas estas noticias serían recogidas posteriormente por Robert W. Chambers, en sus relatos sobre "El Rey de Amarillo", convirtiéndose en los antecedentes de Howard Phillips Lovecraft: ciudades perdidas, cultos abominables, dioses antiguos que esperan su requerimiento, libros que provocan el terror y la locura.

De estas resonancias literarias se sirve la excelente serie True Detective para componer una densa atmósfera de amenaza. Hay quien ha observado que el nombre del sospechoso principal de la serie, Reginald Ledoux; podría interpretarse como el Segundo Rey.
Lovecraft, en su Supernatural Horror in Literatura, dice “los relatos de El Rey de Amarillo están vagamente relacionados entre sí y tienen como trasfondo a cierto libro monstruoso y prohibido, cuya lectura provoca terror, locura y tragedias macabras.”
Nunca podremos leer El Rey de Amarillo, un libro –más exactamente una obra de teatro- del que sólo conocemos unas frases e indicios referidos a entidades extrañas y mundos olvidados.  

Esta evocación a un terror desconocido y arcano plasmado en un misterioso libro será el antepasado del Necronomicon de Lovecraft. Y casi del estilo, ya que ambos comparten un estilo indirecto, lleno de alusiones elípticas y referencias cruzadas que aparecen y desaparecen en otras historias poniendo en pie una cosmogonía oscura y remota, perdida en el tiempo y siempre acechante; capaz de producir la locura con sólo nombrarla.

En uno de los relatos de Robert W, Chambers, El Reparador de Reputaciones, podemos leer: “No puedo olvidarme de Carcosa, donde estrellas negras lucen en los cielos; donde las sombras de los pensamientos de los hombres se alargan en la tarde, cuando los soles gemelos se hunden en el lago de Hali; y mi memoria cargará para siempre con el recuerdo de la Máscara Pálida. Ruego a Dios que maldiga al escritor, como el escritor maldijo al mundo con esta su hermosa, estupenda creación, terrible en su simplicidad, irresistible en su verdad: un mundo que ahora tiembla ante El Rey de Amarillo.”

Chambers también escribió un poema, El Canto de Cassilda , según parece incluido en la obra El Rey de Amarillo Acto 1º, escena 2ª.  Un canto que vibra a través del vacío en la ciudad muerta de Carcosa.

“Rompen las olas neblinosas a lo largo de la costa,
los soles gemelos se hunden tras el lago,
se prolongan las sombras
                        en Carcosa.

Extraña es la noche en que surgen estrellas negras,
y extrañas lunas giran por los cielos,
pero más extraña todavía es
                        la perdida Carcosa.

Los cantos que entonarán las Híades
donde flamean los andrajos del rey,
deben morir inaudibles en
                        la penumbrosa Carcosa.

Canto de mi alma, se me ha muerto la voz,
muere, sin ser cantada, como las lágrimas no derramadas
se secan y mueren en
                        la perdida Carcosa.” 

domingo, 27 de julio de 2014

El EXTRAORDINARIO VIAJE de T.S. SPIVET - de Jean-Pierre Jeunet












¡Ojalá encuentres tu pino!


Deliciosa historia sobre un niño de 10 años que es un genio científico, pero vive aislado en un rancho de Montana. Su mente analítica tampoco encuentra eco en su peculiar familia:  Una madre bióloga (Helena Bonham Carter) obsesionada con el estudio de insectos, un padre amargado por ser un perfecto cowboy pero haber nacido cien años tarde y una hermana desesperada por subirse al tren de la modernidad, la televisión y la popularidad.

Tanto el título original del film, ‘The Young and Prodigious T. S. Spivet’, como el de la novela de Reif Larsen, ´The Selected Works of T.S. Spivet´, hacen referencia a un niño superdotado para la ciencia que gana el reconocido premio Beard, del Smithsonian Institute,  por un invento sobre el movimiento perpetuo. Sintiéndose marginado en su familia, emprende el viaje en solitario hacia Washington D.C. para recogerlo.

La película concita todos los valores del cine de Jeunet, personajes excéntricos y carismáticos junto a una gran belleza visual; sin embargo resulta un tanto plana, no acaba de despegar. Cada personaje es interesante pero finalmente no suman y precisamente cuando el niño emprende el viaje es cuando el interés, paradójicamente, decae. 

La película no es desdeñable sin embargo. Su comienzo es cautivador. Cuando nos presenta a cada miembro de la familia, Jeunet aporta genio e imaginación. Se despista durante el viaje hasta que aparece Dominique Pinon y vuelve a aparecer en el tramo final (con el niño triunfando en la gala del premio y en la televisión). Aunque el desenlace peca de atropellado.

En la escena con Pinon (un veterano vagabundo de los trenes) está la verdadera almendra del film. Una escena donde, paradójicamente, no es necesaria la alharaca de los efectos especiales. El vagabundo engancha de la S. del nombre (el niño le confiesa que significa Sparrow, gorrión) la fábula de un pajarillo perdido y un pino acogedor. 

Porque un viaje en el fondo, siempre es una metamorfosis, una frontera entre la infancia y la madurez, entre los sueños y lo real, entre lo rural y lo urbano...y también la búsqueda del camino perdido. En los cuentos infantiles suele anidar la tragedia y debe resolverse para liberar a los personajes. El viaje, para T.S. Spivet, significará encontrar su lugar en el mundo y en su familia. En este sentido la emoción está asegurada.

El autor de obras tan impresionistas y barrocas como Delicatessen o Amelie vuelve a crear un universo propio apoyado en los detalles y las emociones. Su forma de contar sigue siendo deliciosa pero el viaje de Spivet tiene poco de extraordinario. Lo excepcional está en el propio niño, complejo, incomprendido y encantador (gran trabajo de Kyle Catlett).

Del mismo modo que Scorsese se estrenó en el 3D con una historia infantil, La invención de Hugo Cabret; Jeunet lo afronta en este viaje, con un resultado irregular. Le falta la complejidad y la fuerza narrativa de aquella. 

El extraordinario viaje de T. S. Spivet es la segunda colaboración del director francés con el guionista Guillaume Laurent tras el delirio de 'Micmacs', una obra pasada de rosca, pero de estilo mucho más reconocible.

domingo, 20 de julio de 2014

LENNOX - de Craig Russell









Novela negra con sabor años 50. O whisky de centeno -Canadian Club en concreto- que es lo que bebe este detective privado tallado de una pieza. Lennox es la primera novela de una serie protagonizada por el detective homónimo. Es de origen canadiense; pero después de participar en la segunda guerra mundial, termina varado en Glasgow. Estamos en 1953 y la ciudad se ha convertido en un albañal. La guerra trastornó algo en el interior de Lennox -le licenciaron por vender medicinas a la población civil-. No le gusta lo que es ahora y expía sus pecados a la espera de redención. 

Aunque Lennox mantiene una oficina abierta para asuntos "oficiales", su verdadero despacho es el pub Horsehead. Allí entabla todo tipo de contactos, recibe avisos y de vez en cuando bebe un trago e intercambia información con su amigo policía, Jock Fergusson.

Cuando asesinan a Tam McGahern, un matón de los bajos fondos, su hermano gemelo Frankie busca a Lennox para que lo investigue. Éste se niega y al día siguiente el propio Frankie aparece asesinado. Glasgow es una ciudad muy violenta en la posguerra. Está dominada por los Tres Reyes, unos gánsters que aunque se odian entre sí, mantienen un delicado equilibrio. La policía le advierte a Lennox que no se inmiscuya, pero uno de los Tres Reyes le paga para que lo haga. Mientras tanto un empresario de exportaciones le paga muy bien para que cese en la investigación que le encomendó para encontrar a su mujer.

La novela es un rotundo taburete que se asienta sobre tres patas. Una abigarrada TRAMA sazonada de gángsters, matones y prostitutas con intereses cruzados. La PERSONALIDAD de Lennox, un tipo quebrantado, muy cínico, más mujeriego y profundamente melancólico que, como siempre en estos casos, mantiene su propio código ético. Y la CIUDAD de Glasgow, sucia, fea y grasienta. La novela está preñada de una atmósfera opresiva. El smog adquiere un carácter tanto físico como moral. La claustrofóbica ciudad es un sumidero del que todos quieren huir. 
Glasgow y Lennox hacen una pareja perfecta.  Ambos son duros, cínicos y no se gustan tal como son. 
"Glasgow estaba reluciente como la tinta o la lluvia que había dejado de caer. La Segunda Ciudad del Imperio era una urbe negra; sus impresionantes edificios se habían convertido en sombras llenas de la oscura suciedad de sus actividades; había niños que pensaban que el color natural de la piedra era el negro. La lluvia, fuerte y frecuente, nunca lavaba la ciudad, sino que le pasaba un trapo con aceite". pág 15
Además, estos rasgos aparecen nimbados por una sombra del pasado, la guerra. Compañeros de armas de Lennox o Las Ratas del Desierto, donde sirvió el asesinado Tam McGahern, ayudarán a explicar muchos hechos del presente.

Lennox nos remite a los clásicos. Terry Lennox era el amigo al que Philip Marlowe ayuda a huir en El largo adiós. El eco de ese nombre no parece ser el único. Lennox comparte con Marlowe o Spade el alto concepto de la amistad, la amargura que tiñe su idealismo y el habitual cruce con una mujer fatal. Aunque hay que reconocer que Craig Russell evita el sentimentalismo y la misoginia de Raymond Chandler


Escrita en 2009 tiene la nicotina y los puñetazos de los cuarenta. Al detective desengañado se suman los tugurios, los matones de tres al cuarto, las prostitutas y una policía expeditiva y brutal. La forma de contar es directa y llena de ironía.
"Ayuda a parejas de clase media a realizar la legalmente obligatoria pantomima de un divorcio. Por lo general seguía siendo el marido quien sacrificaba su reputación, hasta en los casos en que él no era la parte infiel. Caía sobre su propia espada, por así decirlo, incluso aunque su esposa hubiera caído sobre la de otro." pág. 230  
Una nota a pie de página nos ayuda a entender las inclinaciones de un compañero del ejército de Lennox: Mafeking fue una capital sitiada en la segunda guerra anglo-bóer en 1899. Después de más de doscientos días, fue liberada por Robert Baden Powell al mando de un regimiento de soldados muy jóvenes en el que luego se inspiró el movimiento scout:
"Las predilecciones de Jeffrey eran la razón del sobrenombre que yo le había puesto. Él jamás había deducido por qué yo lo llamaba Mafeking: era porque cada tanto necesitaba que unos soldados jóvenes lo liberaran".  pág. 169 
"Durante los dos o tres días siguientes traté de pasar más desapercibido que un prepucio en una convención de rabinos." pág 251
También es admirable el modo en que está captada la época. Muchos comentarios versan sobre la forma de hablar, sobre las relaciones entre Glasgow y Edimburgo y entre escoceses e ingleses. Se comenta la llegada de la televisión y la inminente coronación de Isabel II. También la historia reciente de la ciudad.
"Tenía las típicas piernas arqueadas  de alguien que había padecido raquitismo. Un cuarto de la población que había vivido en Glasgow durante la década de 1930 tenía el aspecto de estar cabalgando sobre unos invisibles ponys Shetland". pág. 216
Novela de acción pura, pespunteada con humor y amargura, se lee de un tirón. Me recuerda lo que dijo Howard Hawks cuando presentó El sueño Eterno: La cámara siempre sigue a Bogart. Sabemos lo que sabe el detective y vamos tirando de los hilos con él. Su tono es tan clásico que casi veo sus escenas en blanco y negro. La novela comienza con nuestro protagonista herido y en situación comprometida, del mismo modo que Fred MacMurray (un sosias suyo aparece en la novela) en Perdición y dispuesto a referirnos sus últimas cuatro semanas. El prólogo está redactado casi como una secuencia, imitando la técnica tan cinematográfica de abrir el plano para explicar una situación.

"A lo largo de mi vida he tenido que dar muchas explicaciones para salir de un aprieto, pero éste los supera a todos.
Estoy apoyado contra la pared de un cuarto en el primer piso de un almacén portuario vacío. Estoy apoyado contra la pared porque dudo que pueda ponerme de pie sin algo que me sostenga. Trato de deducir si hay algún órgano vital en la parte inferior izquierda de mi abdomen, justo por encima de la cadera. Intento recordar los diagramas de anatomía de todas las enciclopedias que abrí de niño porque, si resulta que sí hay órganos vitales en esa zona, estoy bastante jodido.
Estoy apoyado contra una pared en un almacén portuario vacío tratando de recordar diagramas de anatomía y hay una mujer en el suelo, a un par de metros delante de mí. No me hace falta recordar las enciclopedias de mi niñez para saber que un órgano bastante vital en el cráneo, por más que, según parece, a mí no me ha sido de gran utilidad en las últimas cuatro semanas. En cualquier caso, la mujer del suelo ha perdido gran parte del cráneo y la totalidad de la cara. Lo que es una pena, porque era una cara hermosa. una cara verdaderamente hermosa.
Junto a la mujer sin cara hay una gran bolsa de lona que ha caído sobre el suelo mugriento y a la que se le ha derramado la mitad de su contenido, que consiste en una cantidad ridículamente grande de billetes de banco usados y de gran valor.
Estoy apoyado contra una pared en un almacén portuario vacío con un agujero en mi costado tratando de recordar diagramas de anatomía, mientras una mujer muerta despojada de su hermosa cara yace en el suelo junto a una gran bolsa de dinero. Eso ya bastaría para decir que estoy metido en un buen lío, pero también hay un hombre grande como un oso que mira a la chica, la bolsa y luego a mí. Y tiene una escopeta: la misma que le arrancó la cara a ella.
He estado en situaciones mejores.
Creo que debo explicarme."


Craig Russell era conocido por una serie de novelas de crímenes ambientadas en Hamburgo y protagonizadas por el comisario Jan Fabel. Historias sanguinarias, con asesinos en serie y mucha violencia. La serie de Lennox, además de cambiar de ciudad, tiene un tono muy diferente que remite a Hammett y a Chandler. Russell sirvió en el cuerpo de policía, habla perfectamente alemán y tiene un interés especial en la historia alemana de postguerra.  La serie de Lennox continúa con "El beso de Glasgow" (2010),  "Un sueño oscuro y profundo"(2011) y "Hombre muerto y corazones rotos"(2012).

jueves, 17 de julio de 2014

El ROMPENIEVES - de Bong Joon-ho

Snowpiercer
Corea del Sur - EEUU, 2014








¡Sed un zapato!


En una tierra que vive una nueva era glacial sólo un tren alberga vida. En su eterno vagar recorre el mundo en un anillo ferroviario que dura exactamente un año. El tren alberga a la humanidad y allí se reproduce el mundo como en un microcosmos. Sobre todo el juego del hombre y el poder. Y el juego de la redención.

En el tren las secciones están muy claras. La clase explotada y hambrienta vive en los vagones de cola. La clase que ostenta el poder y los privilegios ocupa la cabeza. La vida está muy regulada a bordo, pero Curtis (Chris Evans) luchará por trastocarla.  El plan es rebelarse desde la cola y avanzar por todo el tren hasta la mismísima locomotora donde se encuentra el creador de esta máquina imparable, Mr. Wilford. 

La idea de un tren en movimiento perpetuo, sin que le afecte el desastre y capaz de generar los recursos para subsistir podría parecer un poco forzada. El problema no sería tanto la tecnología que lo sustentara, como el ferrocarril y su mantenimiento. Pero la idea es tan potente que instantáneamente se convierte en una metáfora, casi una alegoría; y Bong Joon-ho así lo entendió desde que leyó la novela gráfica original, masticando luego el proyecto durante casi ocho años.

Desde el principio de los tiempos la humanidad ha entonado cantos sobre el advenimiento de un mesías, la rebelión contra los poderosos, el cuestionamiento de los dioses y de la vida, el culto a la tecnología o la aspiración a un mundo mejor. Todo ello se agita en esta coctelera. 
¡Esto no es un zapato!
Bong Joon-ho coloca la acción en una situación extrema y la exprime con furia y hasta con sarcasmo. En una implacable escena, una de las dirigentes (Tilda Swinton), a la vez que castiga a un rebelde por lanzar un zapato, arenga a la plebe:
"Pasajeros, esto no es un zapato, es desorden. Desorden de la talla 43. ¿Veis esto? Esto es la muerte. En este convoy que llamamos hogar hay una cosa que separa nuestros cálidos corazones del intenso frío. ¿Abrigos, defensas? ¡No! El orden. El orden es la barrera que evita que muramos congelados. Todos debemos en este tren de la vida permanecer en nuestros puestos. Cada uno de nosotros debe ocupar una posición particular y predeterminada. ¿Os pondríais un zapato en la cabeza? Claro que no os lo pondríais en la cabeza. Un zapato no se pone en la cabeza, ¡un zapato se pone en el pie! En la cabeza se pone un sombrero. ¡Yo soy un sombrero, vosotros un zapato! yo debo estar en la cabeza, vosotros en el pie. 
¡Sí, así debe ser!
Al principio los billetes determinaron el orden. Primera clase, turista y...parásitos como vosotros. El orden eterno viene determinado por la máquina sagrada. Todo emana de la máquina sagrada. Todo encaja en un sitio, todos los pasajeros tienen su sección. El agua que fluye, el calor que recibimos, todo rinde tributo a la máquina sagrada. Todo tiene su particular y predeterminada posición  ¡Así debe ser!
Veamos. Desde el principio yo pertenezco a la cabeza. Vosotros pertenecéis a la cola. Cuando el pie busca el lugar de la cabeza, se cruza una línea sagrada. ¡Aceptad vuestro sitio! Permaneced en vuestro sitio. ¡Sed un zapato!"
La narración se articula en torno a escenas y personajes muy significativos. Wilford, como el desconocido dios que habita el cielo de su locomotora. Gilliam (John Hurt), como viejo profeta que alienta a los desheredados. Curtis como el mesías salvador. También aparece el actor fetiche del director, Son Kang-ho, como Minsu, un ingeniero capaz de abrir todas las puertas. Y su hija, la pequeña Yona, con un poder sobrenatural, capaz de percibir lo que hay al otro lado de las puertas. 

Como escenas, sobrecoge la magnífica lucha sobre el puente Yekaterina y el posterior túnel. Una horda de asesinos encapuchados siembran el terror entre los rebeldes.

Según avanzan por los vagones vemos los entresijos de este ecosistema. La alimentación, el agua, el adoctrinamiento de los niños, los huertos, la vida privilegiada de unos pocos. Pero sobretodo, conocemos el corazón de Curtis. Cómo le marcaron los primeros tiempos de salvajismo y barbarie cuando llegaron, incluso, a practicar la antropofagia. 

Del mismo modo, empezamos a entrever los hilos que intercomunican este mundo. El teléfono (y algo más) que comunica a Wilford y a Gilliam, los mensajes cifrados que llegan desde la cabeza escondidos en cartuchos, la relación entre el brazo seccionado de Gilliam y las heridas en el suyo de Curtis, el equilibrio de este ecosistema tan ferozmente mantenido. Todo se configura como el engranaje de una enorme maquinaria. Se llega a incrustrar a niños en los mecanismos del tren, convertidos literalmente en bielas. Los gestos mecánicos que tanto Wilford como la dirigente realizan con los brazos, delatan su pasado. Todos tenemos nuestro lugar en esta máquina.

Las referencias se multiplican. Ed Harris, como Wilford, repite el papel de Christo en el Show de Truman. Es el Sumo Hacedor, el que nos coloca ante la más profunda realidad: la falacia de la vida. 

También Matrix. Cuando Morfeo está prisionero, un agente le confiesa que hubo un Matrix anterior, donde todo era armonioso y cundía la felicidad. Pero la gente se volvía loca. Fue necesario cambiar los parámetros: Egoísmo, antagonismo, lucha por el poder, inseguridad, angustia. El ser humano chapoteando en la imperfección ¿está ahí su grandeza? Wilford nos lo recuerda:
"Creo que es más fácil sobrevivir en este tren si se tiene un cierto nivel de locura. Como dijo Gilliam, "necesitamos mantener un equilibrio adecuado de ansiedad y miedo, caos y horror para que la vida continúe. Si no tenemos eso... necesitamos inventarlo".
También queda patente la adoración por la tecnología y el movimiento perpetuo. La máquina sagrada, siempre hacia adelante, aunque sea triturando a sus protegidos, se convierte en una metáfora del crecimiento económico insostenible (léase liberalismo económico y recetas falaces del FMI).

La máquina sagrada

Inspirado en la novela gráfica, "Le Transperceneige" del trío formado por Jacques Lob, Benjamin Legrand y Jean-Marc Rochette, las viñetas guardan otras vertientes. Dividida en tres partes El fugitivo, El Apeador y La travesía, en la primera un pasajero de segunda accede a primera clase. Allí se percata de los privilegios de unos frente a otros y se entera de que el tren está desacelerando. En las otras dos partes se descubre que hay un segundo tren circulando sobre las mismas vías. El apeador, encargado de atender las paradas de emergencias, y una chica, creadora de realidades virtuales, lucharán contra la manipulación que ejercen los poderosos a través de la religión, el juego y la televisión. Aventura e intriga se suman a esta excelente metáfora.

Finalmente no quiero dejar pasar la oportunidad de hablar de Tilda Swinton. En pocos meses la hemos visto en este tren y en El Gran Hotel Budapest, papeles bien extravagantes y característicos. 

Sin hacer mucho ruido la verdad es que acumula una carrera encomiable. Desde que en 1991 ganara la Copa Volpi por su papel de Isabella en Eduardo II, y traspasase fronteras definitivamente como el andrógino Orlando; ha jalonado su carrera con papeles memorables: abogada decidida y letal en Michael Clayton (premiada con un Oscar), derrochando dramatismo en Tenemos que hablar de Kevin y hasta malvada reina del hielo en las aventuras fantásticas de Narnia.  Chapeau.

viernes, 4 de julio de 2014

El PROFUNDO SUR - de Andrés Rivera









Un disparo en una calle de Buenos Aires, durante las revueltas de principios del siglo XX, convoca a un puñado de protagonistas: el soldado que dispara, el que muere accidentalmente, el que se libra del disparo, el que recoge el cadáver mientras se derrumba en la acera.

Cuatro personajes, cuatros historias. El profundo Sur, inhóspito y vacío, es el punto de partida de estos hombres cuyos destinos se cruzarán en el preciso instante de un disparo. Es como si el autor aprovechara el silencio tras la detonación para lanzarnos, en rápidos flashs, los trazos de estas vidas. 

Roberto Bertini  es el soldado que dispara. Rivera enfrenta en los espejos de las páginas la barbarie de sus recuerdos en el Sur (pobreza, abusos del padre), con la barbarie del camión lleno de soldados disparando por las calles. "Entonces, en esa mañana porteña, porque era gris, Roberto Bertini tiró contra un mundo que no era el suyo".
Hasta la revelación. 
"Roberto Bertini vio que estaba solo en esa calle donde disparó sobre un hombre, rubio o canoso, flaco o de anchas espaldas.
Él y los que, con él, tiraron desde la caja del camión no se conocían.
Los otros, sobre los que ellos tirarían hasta que el mundo se disolviese en piedra y agua, se llamaban por su nombre. " pág. 38
Semana Trágica de 1919 -Buenos Aires-
Yo creo que ahí está el fundamento de la novela. Personalizar, poner caras y nombres a unos hechos multitudinarios. Por eso cada capítulo, o cada relato, tiene por título un nombre. Roberto Bertini, el soldado; Eduardo Pizarro, el terrateniente; Jean Dupuy, el francés que regenta una librería y participó en la Comuna; Enrique Warning, el joven obrero que engaña a la muerte y luego acudiría en defensa de la República española. Rivera indaga en sus vidas, rasga el anonimato. Aunque sólo sea a través de unos trazos y de muchas preguntas.
"¿Qué hacía, ahí, ese hombre, en esa inclemente mañana de Buenos Aires, moviéndose entre los aullidos de los combatientes y el apestado aire de los incendios, hasta que una bala lo encontró?
¿Qué hacía él, Jean Dupuy, que sólo pretendía ser un caballero galante y culto, ahí, en esa vereda, contra el muro de piedra negra de un edificio que robaba su diseño a algunos que se levantaban, severos y monacales, en las avenidas parisinas?
¿Uno era el otro, con la sola anómala diferencia de un nombre?" pág 63
Porque si algo abunda en este pequeño libro son las preguntas, la inquisición por las almas y los derroteros de unos seres que dejan de ser anónimos gracias al boceto del autor.

Se trata, en definitiva, de víctimas y verdugos reunidos por el azar y transitando entre la civilización y la barbarie. El propio autor reconoció que esta nouvelle se iba a titular "El profundo azar". Los cuatro protagonistas forman una comunidad absolutamente casual que no explica nada pero sirve para escrutar.

Como bien dice la contraportada de este precioso librito: "Andrés Rivera se interroga sobre el andamiaje de la violencia, del rencor y la frustración, sobre la ingenuidad de ciertas pasiones y la fragilidad de la existencia."

Esta fragilidad la veo en el vesánico padre del soldado: "Donato Bertini miró a su hijo con la vaga desesperación de quien no sabe ir ni retornar de punto alguno" pág. 27

Eduardo Pizarro es el hombre que accidentalmente cubrió a otro y recibió la bala. Patrón de estancia, "hombre de jugarse lo que tuviera a mano en una incesante partida de póquer o de truco o de monte." Y poeta. Este boceto es el más escueto de todos. Escuetísimo. En él se personifica un tipo.
"Eduardo Pizarro comprobó que París valía menos que una misa, pero de París regresó a la alambrada llanura bonaerense con una mujer.
Geneviève Dubois era suiza, bella y callada. Eduardo Pizarro la conquistó borracho y la amó sobrio.
A ella la conmovieron los horizontes de la pampa argentina, la parquedad de los paisanos (que sólo quebraba el alcohol), la sentenciosidad impostada de su habla, la exquisita cortesía con que la trataban." pág 54
Pizarro es la personificación del propio estilo del libro. Parco, casi seco. La contención está marcada a fuego en estas páginas y el resultado es una gran intensidad.

Otra característica es el uso de la anáfora y otras figuras de repetición en el texto. 
"Una mujer estaba atada a las aspas giratorias de la ruleta.
La mujer era joven. La mujer tenía los ojos cerrados. la mujer estaba desnuda. Los hombres que rodeaban la ruleta hacían girar las aspas a las que estaba atada la mujer joven: ganaba el número al que apuntara el sexo de la mujer joven. Los hombres apostaron: no parecían excitados. Apostaban al tiempo, a que el tiempo no les quemase las cosechas. Apostaban a que no bajaran, en el mercado, los precios de la hacienda. Apostaban contra las inundaciones. Apostaban, vanamente, contra la vejez." pág. 17
Y sobretodo la repetición de los nombres, como si los emplazase a contar su historia.
"Enrique Warning nació de una relación fortuita de su padre con una hija de galeses, tan al sur de la Patagonia como uno pueda imaginar.
Los padres de la muchacha la enviaron a Inglaterra, con sus abuelas: los marineros no entraban en la tabla de los yernos aceptable. Y el padre de Enrique Warning era marinero, o eso dijo Walter Dawson en algunas frías noches patagónicas.
Y Walter Dawson y el padre de Enrique Warning celebraron con repetidos tragos de whisky la partida de la galesa, y volvieron a coincidir en las mismas mujeres.
Walter Dawson y el padre de Enrique Warning compraron mil hectáreas de tierra que miraban al Atlántico, y se dedicaron a criar ganado. No les fue mal." pág 84
Enrique Warning era el joven obrero a quien iba destinada la bala. Él representa a todos esos "judíos y bolcheviques" sobre los que el mando ordena tirar.  Trabajador metalúrgico, ávido lector, persona retraída que con el tiempo se enrolaría en las Brigadas Internacionales que acudieron a la Guera Civil en España. También él se pregunta por la violencia y la muerte que le ha rondado. Después de haber visto morir a un hombre en sus brazos, le extraña que nada haya cambiado. 
"Nadie en esa calle, salvo él, Enrique Warning.
No circulaban tranvías ni coches en la ciudad, y Enrique Warning, cansado, empezó a caminar rumbo a ningún lado.
En un almacén, con las persinanas bajas por la mitad, compró salame, dos tiras de pan francés, manteca y vino.
Cuando anochecía, abrió la puerta de su pieza y, casi con asombro, se dijo que nada había cambiado: cama, mesa, sillas, ropero, eran los de siempre.
Dejó pan, salame, vino y manteca sobre la mesa, y se acostó.
¿Por qué el tiempo es tan lento?
¿Por qué el tiempo es tan veloz que el tiempo no alcanza?" pág 88
Muy buena.



P.D.  Andrés Rivera es autor de La revolución es un sueño eterno, El farmer y Nada que perder entre otras novelas. Su escritura siempre apunta hacia la peripecia del ser humano frente al fracaso y el poder. Militante del movimiento obrero ha mantenido toda su vida un indomable espíritu de rebeldía que nos traslada a través de sus novelas. En el blog El Jinete Insomne, donde se recogen varias entrevistas, podemos leer opiniones tan contundentes como, "hasta hoy no se conoce una política que no sea violencia. Y en este país, mucho menos. Este país es un país de criminales."
Y también que los poderosos cuentan "con la cobardía incondicional de los argentinos".
Todo ello sirve para la España de hoy. 

jueves, 3 de julio de 2014

TRUE DETECTIVE - de Nick Pizzolatto y Cary Joji Fukunaga




















Densa y opresiva como un sótano de tormentos y malsana como los pantanos de Louisiana donde se desarrolla. True Detective  nos sumerge en un caso de pederastia, corrupción y satanismo de la mano de dos detectives que también portan su demonio interior.

El capítulo 3 titulado La habitación cerrada tiene un final estremecedor mientras escuchamos al detective Rusty Cohle (Matthew McConaughey): "Y entender que... toda tu vida, todo tu amor, todo tu odio, toda tu memoria, todo tu dolor... todo era lo mismo: todo era el mismo sueño, un sueño que tenías en una habitación cerrada, un sueño sobre convertirte en... una persona. Y, como en muchos sueños... un monstruo aparece al final”. 

Una chica aparece asesinada en una escena de ritual satánico. Rusty Cohle y Martin Hart (Woody Harrelson) son los encargados de la investigación. Martin es un tío honesto que adora a su mujer y sus hijas pero no puede reprimir su inclinación por la bebida y el sexo. Rusty por su parte es un tipo quebrantado. Años de infiltrado en diversos cárteles y el abuso de las drogas lo han dejado neurótico, con insomnio y alucinaciones que aparecen en el momento más inoportuno. A cambio afronta la investigación con la pasión obsesiva de un entomólogo. Es desesperadamente tenaz y muy dado a reflexiones filosóficas que ponen de los nervios a Martin. "En la eternidad, donde no existe el tiempo, nada puede crecer, nada puede llegar a ser, nada cambia. Por eso la muerte creó el tiempo, para cultivar las cosas que matará". Él mejor que nadie representa la locura autoconsciente, la que en medio de las alucinaciones intenta rasgar los velos que le conduzcan a la realidad.

La serie es un pesadilla pegajosa e hipnótica que nos va envolviendo como una repulsiva tela de araña. El ritmo es lento y voluptuoso, mientras nos obliga a observar algo aterrador e impío.

En tres aspectos cifro su excelencia. Un apartado visual  de enorme personalidad, una trama y estructura narrativa sobresalientes y unos trazos referenciales de primera magnitud.




Visualmente nos impacta desde los mismísimos títulos de crédito: son una obra de arte audiovisual. Han sido realizados por Patrick Clair y Elastic en base a una serie de surrealistas fotografías realizadas con la técnica de la doble exposición. Mientras las observamos nos acuna la canción "Far From Any Road" de The Handsome Family. Una música de base country que habla lúgubremente de serpientes cascabel, arbustos espinosos y sombras amenazantes. Encontramos un análisis más pormenorizado en Art of  de Title.

El estilo de las fotografías abreva directamente del fotógrafo Richard Misrach y sus retratos de la serie América petroquímica. Imágenes que recorren la "Avenida del Cáncer", una zona degradada por la industria química que soporta un alto grado de polución. Este infecto territorio se yuxtapone a una sociedad envilecida por lacras como la pederastia, la corrupción, las drogas, el fanatismo religioso o la prostitución. La moralidad allí adquiere tintes lóbregos. Uno de los detectives suelta: "El mundo necesita hombres malos. Mantenemos a los otros hombres malos a raya".

Novedosamente todos los capítulos han sido dirigidos por la misma persona, Cary Fukunaga;  de modo que la narración visual ofrece gran coherencia. El ritmo es cadencioso y nos arrastra por espacios opresivos, dejando que las emanaciones lleguen hasta nuestros sentidos. La música y el ritmo narrativo tienen una identidad tan acusada que hay que remitirse a Twin Peaks (David Lynch) para encontrar un producto tan alucinógeno. En aquella serie de culto los bosques y los sicomoros nos imponían su presencia casi sobrenatural. En esta más reciente, son los pantanos los que ejercen una presión aciaga. En ellos se esconde un terrible culto de mortífero ritual.

Por otro lado, hay que señalar el magistral y ya famosísimo plano-secuencia de 6 minutos de duración que se encuentra al final del capítulo 4. La tensión que acumula este asalto a una guarida de drogas se ve notablemente incrementada por el hecho de no cerrar el plano.

R. Misrach - América Petroquímica-
Narrativamente la serie también es innovadora. Establece un sólo arco argumental a lo largo de sus ocho capítulos; por lo que se puede hablar de una verdadera película de casi ocho horas de duración. La serie es autoconclusiva. Los capítulos transcurren en constante crescendo y todos han sido escritos por un solo autor, Nick Piazzolato. Su acierto pleno ya venía anunciado por su gran labor en “The Killing”.

En 2012 se reproducen unos misteriosos crímenes que siguen la pauta de otros ocurridos en 1995. La policía pide el asesoramiento de los dos detectives que resolvieron el caso hace 17 años. Se alternan de este modo la investigación presente y pasada, enriqueciendo la complejidad de la trama. 

Pero la historia de unos desalmados que mezclan poder y religión con satanismo y abuso de menores no es la única línea argumental. En el mismo itinerario nos asomamos al abismo interior de esta pareja de dolientes detectives. Descubrir su historia y personalidad no es un atractivo menor.

La serie tiene dos puntos de inflexión. Cuando en el pasado dan por resueltos los crímenes y cuando pasado y presente confluyen para avanzar hacia la definitiva conclusión. O quizás no, pues falta identificar a los cultores del Rey Amarillo que apenas entrevemos en un borroso vídeo. 











Las referencias y simbologías que maneja la serie son tan múltiples y cuidadas que no extraña la creación por parte de HBO de un microsite, darknessbecomeyou.com, que favorece los ecos de ese mundo tan obsesivo como laberíntico. A los signos de un culto secreto se unen unas referencias literarias fantásticas.


Llaman poderosamente la atención las alusiones a la fantasmal ciudad de Carcosa o al Rey Amarillo. Se producen a través de delirios de prostitutas drogadas que insinúan ominosos cultos satánicos. Esta referencias siempre son veladas, como ocurre en los relatos de H.P. Lovecraft, donde los protagonistas aluden a una maldad primigenia que nos aboca a un terror cósmico.

Carcosa es una ciudad muerta creada por Ambrose Bierce en los relatos fantásticos incluidos en ¿Pueden suceder tales cosas? (1893). Robert W. Chambers la toma prestada para alguno de los cuentos de su volumen El Rey Amarillo (1895). Este Rey se comunica con la gente por medio de sueños y a través de un libro que causa la locura. A estos maestros cabe sumar las referencias a Thomas Ligotti y su Fábrica de pesadillas.

Cuando, en el desenlace, el asesino le susurra a Cohle, "estás en Carcosa", un escalofrío te recorre el espinazo. En ese punto ya estamos dentro de los horrores que acechan en sueños, ante monstruos y ciudades perdidas que buscan nuestra perdición. Rusty perora con lucidez: "Este lugar es como el recuerdo que alguien podría tener de su pueblo... y ese recuerdo se está desvaneciendo..."

-El detective Rusty en Carcosa-























Las referencias llegan hasta el mundo del cómic. Sobre en The Courtyard, de Alan Moore, escrito en homenaje a Lovecraft. Allí también encontramos a un excéntrico detective que persigue a un delincuente llamado Johnny Carcosa, cuya peculiaridad es vestirse con un velo amarillo. En zona negativa han analizado pormenorizadamente esta relación.

Pero este aluvión de fantasía y terror no debe obviar el hecho de que la serie se hace eco de una más que siniestra realidad. En 2005 se destapó el caso de una congregación evangelista de Ponchatoula (Louisiana) que, al amparo de su filantrópica actividad fundando iglesias, habían tejido una red de abuso de menores con rituales satánicos. La habitación donde oficiaban estaba cubierta de graffitis con blasfemias. El otro caso se conoce como "las 8 de Jeff Davis" y ocurrió entre 2005 y 2009. Ocho prostitutas fueron halladas muertas en los canales que circundaban la pequeña población de Jennings. Las investigaciones demostraron que hubo colaboración de los policías locales. 




















Este ambiente rural y opresor lo denota Martin cuando dice: "Claro que soy peligroso, soy policía. Podría hacer cosas terribles a la gente con total impunidad". Mientras que el pesimismo embarga a Rusty: "Todo lo que hemos hecho o haremos, lo haremos una y otra vez". 

Trama e imaginería visual tan portentosas estarían huérfanas sin una música que imprimiese carácter. El responsable de la banda sonora es T Bone Burnett y los temas que ha elegido van desde Bob Dylan a Grinderman y Nick Cave, Kris Kristofferson o The Staple Singers. En el site motherjones el propio T Bone Burnett explica cómo escogió la música.

Dejo para el final a los actores. Tanto monta, monta tanto. Woody Harrelson por fin está recatado y aprovecha para explorar su vena más dramática. Michelle Monahan siempre es un regalo. Como mujer de Hart aporta el contrapeso racional. Pero, sin duda, el totem de la serie es Matthew McConaughey. Su encarnación del nihilista detective Rusty Cohle es poderosa y profunda. Permanecerá, seguro, en nuestra retina. Logra que nos asomemos a las profundas tinieblas de un ser bajo condena y sin redención: "Creo que la conciencia humana es un trágico paso en falso en la evolución".