viernes, 27 de junio de 2014

Las dos CARAS de ENERO - de Hossein Amini

Chester (Viggo Mortensen) y Colette (Kirsten Dunst) son una feliz pareja norteamericana de viaje por Europa. En la Acrópolis de Atenas conocen a Rydal (Oscar Isaac), un estudiante norteamericano que se busca la vida haciéndose pasar por guía y timando a los turistas. El pasado de una gran estafa persigue a Chester por lo que en mitad de la noche deben huir. Rydal se presta a ayudarles. Entre los tres se establece una relación que en el libro es malsana y ambigua pero que en la película es de simple interés. Quién estafará a quién. 

Enero proviene de Jano, el dios de las dos caras. En él confluyen el año que finaliza y el que comienza. Por ese motivo era el dios de los dos rostros, el que mira a la vez al pasado y al futuro; el dios de los umbrales y los cambios. Es una lástima que la película desperdicie semejante carga simbólica. La atracción morbosa que en el libro atenaza a Chester y Rydal, en la cinta se convierte en una espuria relación partenofilial.


La película es entretenida y correcta. Su trío protagonista luce al igual que una gran ambientación de 1962 en Atenas, Creta y Estambul. Pero la corrección mata lo escabroso, santo y seña de la autora norteamericana. La película se sigue con interés y tiene un puñado de escenas con la suficiente intriga; pero la cuerda no nos atenaza. 

Basada en la novela homónima de la gran Patricia Highsmith, en la película no aparece su misantropía, ni esas tortuosas psicologías que se encenagan.

En la recelosa huida los dos hombres se buscan y repudian. El dinero que esconde Chester y su hermosa mujer son la sustancia que los une. Cuando por fin recalan en las ruinas de Cnossos y la cámara se detiene ante un mosaico de Teseo y el Minotauro, encontramos el símbolo de la película. Pero entre Chester y Rydal ¿quien es Teseo y quién el Minotauro?. Ambos deambulan por un laberinto de trampas y engaños. Los dos son estafadores. Cada uno busca implicar al otro y salir indemne y triunfador. El juego de Asterión ha comenzado.

Lástima que la elegancia venza al sudor y al torvo aliento. La paradoja es que lo mejor de la película es lo exterior, la ambientación y los intérpretes. Mientras que lo mejor de los personajes escritos por Highsmith está en su interior. Así que lo malsano y ambiguo queda desenfocado. La trama se sigue con interés, pero lo que nos cuentan no nos perturba.

Esta es la primera película que dirige Hossein Amini, reputado guionista de la fatalista Drive, que ya obtuviera una nominación al Oscar por el guión adaptado de Las alas de la paloma, en 1997, sobre otra gran novela, en este caso, de Henry James.

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