domingo, 4 de mayo de 2014

El VIENTO se LEVANTA - de Hayao Miyazaki

            The wind rises  -Japón 2014-



Miyazaki anuncia que ésta será su última película y no puedo evitar acudir a verla con devoción. Pronto me doy cuenta de que no habrá fantasía. El registro cambia hacia un relato histórico sin cambiar sus constantes: los sueños de un niño, el mundo de la aviación, la estética tan fresca como llena de color. Quedo confundido, un poco decepcionado.



La película se centra en el figura del genial ingeniero aeronáutico Jiro Horikoshi, creador del Zero, un avión de perfecta línea aerodinámica: el más potente, veloz y mortífero de los que surcaban el Pacífico durante la segunda guerra mundial.

Despedida agridulce leo por ahí. Buena película pero sin excelencia. Broche brillante pero sin el fulgor de sus obras maestras. No estoy de acuerdo. Miyazaki no nos ofrece su fantasía sino a sí mismo.
















Así que entre la cita de Valéry que el maestro coloca en su portada "¡El viento se levanta! ¡Hay que intentar vivir!" y la reflexión que repite el ingeniero Caproni, con el que se encuentra Jiro en sus sueños, "los aviones son un sueño y una maldición", encuentro el hilo de una obra muy personal, más en el sentido del hombre que del artista. Del hombre que reflexiona sobre los sueños de la infancia, la vida y la muerte. No en vano toda la película rezuma una dulce melancolía.

En alguna entrevista el director ha reconocido que tenía la historia de Horikoshi "encerrada en su corazón" desde que era joven. Hayao Miyazaki nació en Tokio en 1941. Su infancia estuvo marcada por las secuelas de la guerra. Heredó de su padre la pasión por la aviación. Después de 22 años trabajando en Toei Animation como animador, guionista y realizador, en 1985 fundó con su amigo Isao Takahata el Estudio Ghibli. Este nombre lo tomó de unos aviones italianos que se utilizaron en la Segunda Guerra Mundial.

Los aviones, el viento y los sueños transitan la película por doquier. Sus partes más fantasiosas transcurren en verdes praderas mecidas por el viento y en cielos azules que surcan los aviones entre nubes de algodón. Son los espacios de los sueños de Jiro. En ellos se encuentra con Giovanni Battista Caproni, otro ingeniero aeronáutico, pionero y soñador. Su figura le reafirmará en la persecución de sus sueños, de modo que Jiro se dedicará en cuerpo y alma a concebir su avión.













Es fácil señalar la contradicción que aflora entre el pacifismo de Miyazaki y la construcción de un avión tan perfecto como letal. Sin obviarlo el director lo deja en un segundo plano. Le interesa el alma de Jiro, su pasión. Caproni reflexiona sobre cómo los sueños de uno, otros los pueden convertir en pesadilla: "Los aviones son un sueño y una maldición", le dice a su discípulo. También cuando el italiano le felicita ante un cielo sembrado de Zeros, Jiro le responde "ninguno de ellos volvió".

Nadie puede elegir el tiempo que le toca vivir. El Zero no es la película sino la pasión que lo creó.

El asunto central son los sueños y la vida como una mar siempre recomenzando. El viento que Valéry invoca en El Cementerio Marino, no es la única metáfora de la película. Jiro conoce a la joven Nahoko Satomi en un albergue de montaña donde se trata su tuberculosis. Allí encontramos también a un tal Castorp que, como Caproni, ejerce de mentor espiritual de Jiro. Un personaje y un entorno que nos remiten a La Montaña Mágica de Thomas Mann. Esa montaña que representa la existencia permanentemente cercada por la muerte, escenario de un combate interminable. 















De modo que el viejo director se despide con una película rebosante de humanismo, buscando inspiración en una novela sobre la que el propio Mann nos ilustra:
"Lo que aprende [Hans Castorp] es que la salud más perfecta se adquiere mediante las profundas experiencias de la enfermedad y la muerte, del mismo modo como el conocimiento del pecado constituye una condición previa para la redención. «Para vivir», dice en una ocasión Hans Castorp a Madame Chauchat, «para vivir hay dos caminos: uno es el común, el directo y correcto. El otro es tremendo, conduce a través de la muerte y es el camino genial». Esta concepción de la enfermedad y la muerte como estación de paso necesaria en el camino hacia el conocimiento, la salud y la vida, convierte a La montaña mágica en una novela de iniciación."
Miyazaki se inspira en la novela y establece un evidente paralelismo entre el clima prebélico de la misma y el que vive Horikoshi. Del mismo modo ocurre con su protagonista. Sitúa a Jiro en la estela de esos jóvenes héroes buscadores (the quester legend) que como el propio Hans Castorp de la novela o el Perceval del ciclo artúrico, marchan en busca del Grial. Todos ellos son descritos en sus inicios como gente sencilla e incluso cándida, pero logran mostrarse decididos y capaces a la hora de perseguir sus sueños y acceder a la nobleza.
"Hans Castorp como buscador del Grial [...] seguramente no lo vieron así al leer su historia, y si yo mismo lo pensé, no fue otra cosa que pensamiento. Tal vez  (algunos) vuelvan a leer el libro bajo esta perspectiva. Se darán cuenta entonces de lo que es el Grial, el conocimiento, la iniciación, aquello que no sólo constituye el objetivo del necio héroe, sino del propio libro. Lo encontrarán en el capítulo titulado "Nieve", donde Hans Castorp, perdido en mortales alturas, sueña su poema-sueño sobre el hombre. El Grial que, a pesar de no encontrarlo, intuye en el sueño provocado por la cercanía de la muerte, antes de que se vea arrastrado, desde sus alturas, hasta la catástrofe europea, es la idea del hombre, la concepción de una humanidad futura que haya atravesado el conocimiento más profundo, la enfermedad y la muerte. Porque el hombre mismo es un secreto, y toda humanidad descansa en el respeto al secreto del hombre."
El autor de El viaje de Chijiro, La Princesa Mononoke, El Castillo ambulante y Ponyo en el acantilado, se despide pues con una película de introspección ética más allá de cualquier fantasía. Dividida en tres partes, la infancia de Jiro, la universidad y su incorporación a Mitsubishi y la historia de amor con Nahoko Satomi (sin duda la parte más intensa y emotiva); nos ofrece en su conjunto una película densa y adulta, quizás un poco larga pero de indudable poso humanista.



P.D.
*Sobre el mismo tema Miyazaki ya había realizado un manga. En ambos casos se ha basado en la novela "El viento se alza" de Tasuo Hori.
*  Las dos citas de Thomas Mann pertenecen a una Conferencia dictada a los estudiantes de la Universidad de Princeton (USA) el 10 de mayo de 1939. Reproducida en la Revista ADAMAR.

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