lunes, 21 de abril de 2014

PHILOMENA - De Stephen Frears











Philomena es una nueva incursión en los terribles centros de acogida gestionados por religiosas en Irlanda. En la línea de la excelente The Magdalene Sisters de Peter Mullan, cambia el foco desde la vida en el propio centro a sus consecuencias en los años posteriores.

Philomena es una mujer jubilada. Cada día de su vida durante los últimos 50 años, ha estado recordando al hijo que tuvo siendo poco más que una adolescente. Recluida en un centro de monjas para "expiar" su pecado, éstas lo entregaron a una familia adinerada. La vida en el centro era de presidiaria, sometida a duro trabajo, sin derechos ni horarios. Aunque todo se aliviaba al ver crecer a su hijo. 
Ahora, en su vejez, Philomena quiere saber de él, si puede ayudarle o si tan siquiera una vez preguntó por su verdadera madre.

La historia está basada en hechos reales y fue publicada en forma de libro, El hijo perdido de Philomena Lee, por el periodista Martin Sixsmith.
En aquel momento Martin acababa de salir de un escándalo y ser despedido. No le entusiasmaba preparar un reportaje de interés humano. Según él están dirigido a personas ignorantes y sin personalidad. De hecho así considera a Philomena. Sin embargo la road movie que emprenderá junto a ella le enseñará nuevas cosas de la vida.

Hay dos contrastes que benefician e incrementan el interés de la película. El que se produce entre una Judi Dench que derrocha humanidad y el muchas veces cínico e hipócrita reportero (Steve Coogan) por un lado; y el que se produce en la propia Philomena por otro. Una mujer que muchas veces aparece vulgar y ordinaria, pero que en lo importante muestra magnificencia y altura de miras.

Cáusticamente y ante su editora, Martin Sixsmith criticará esa vulgaridad: "He comprobado el daño que puede llegar a hacer leer diariamente el Daily Mail, el Redaer Digest y novelitas del corazón."

Pero poco a poco, en una encuesta que les llevará desde Irlanda a EEUU, la confianza y empatía se abrirán camino. 

El guión está muy bien medido. Escrito por Jeff Pope y el propio Coogan alterna con buen ritmo las situaciones melodramáticas y cómicas. Me llaman la atención la fuerza interior y la enorme generosidad de Philomena. Sus salidas de tono nos la hacen entrañable. La serenidad con que afronta todo es impactante. Ni el periodista, ni muchas veces nosotros mismos, nos explicamos su abnegación y ausencia de rencor. 

El director nos relata la historia con una gran naturalidad, sin cargar las tintas ni edulcorarla. El dibujo de Philomena es muy humano: ella es muy católica y considera su embarazo un pecado. Perdona a las monjas, ha superado su dolor y se maravilla de las cosas más sencillas del mundo. Está agradecida a Dios sólo por vivir, "no me puedo quejar, muchas morían en el parto".

Intercalar las escenas de su pasado con el presente nos ofrece una perspectiva de los sentimientos de Philomena. Además la narración avanza en base a pequeños giros (la foto de la actriz Jane Russell en el convento o el arpa celta que Martin observa en la solapa de un joven); renovando el interés y la intriga.  
La auténtica Philomena Lee en la tumba de su hijo
La gran baza de la película son sus dos intérpretes principales. Aportan ambos una gran sensibilidad y humor. Es increíble como Judi Dench puede emanar intimidación y poder, interpretando a M en la saga de James Bond, y mostrarse aquí tan vulnerable e incluso zafia.

Los niños robados por las monjas católicas constituyen un escándalo que afecta a Irlanda y también a España. El caso de sor María está bien reciente. Estas monjas se consideraban a sí mismas ángeles flamígeros destinados a castigar vicios y pecados. La realidad era muy otra, el ejercicio de un detestable poder sobre muchachas que eran simplemente muy ignorantes, muy jóvenes o muy pobres. 
Tanto la hermana Hildebrand, que impidió con alevosía el reencuentro de Philomena con su hijo, como sor María en España representan la barbarie y el fanatismo más repugnante.

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