martes, 1 de abril de 2014

CAPITÁN AMÉRICA: SOLDADO de INVIERNO - de Anthony y Joe Russo

-EEUU-
  2014






Tras su estimulante presentación como El Primer Vengador en una cinta de aroma clásico y aventurero, llega esta segunda entrega del Capitán América, construida sobre un sorprendente trasfondo político. 

En el camino de adaptarse al siglo XXI, el capitán Steve Rogers nota que sus límpidos valores de 1940 encajan mal en esta confusa actualidad donde el mal se difumina para corromper: "no te fíes de nadie" le llega a manifestar Nick Furia en trance de morir. Superada la guerra fría queda el espionaje masivo. Dejada atrás la guerra de bloques, queda la guerra preventiva. Amigos y enemigos se confunden, "Shield o Hydra, da igual, son dos caras de una misma moneda". Llegamos a oir. Y a fe que la colonización de Hydra sobre la primera está muy avanzada. El juego es subrepticio y está en su apogeo.

De modo que tenemos la película de superhéroes con menos acción estrepitosa de toda la última hornada. Las intrigas, traiciones y conspiraciones de altísimo nivel se imponen claramente a la traca de efectos especiales. Yo lo agradezco particularmente y el Capitán América también: su credibilidad gana enteros y la película se eleva hasta donde están las mejores. 
Asombra el modo en que la trama se hilvana con la actualidad. SHIELD prepara un enorme despliegue "preventivo": el proyecto Insight. Rogers rebate valientemente al mismísimo Nick Furia, "creía que el castigo venía después del crimen" y "el amenazar a toda la población se le llama protección. Esto no es libertad, es miedo". 

Sacrificar libertad en aras de la seguridad: este bastardo debate nos persigue desde hace décadas. El actual ministro español del Interior abunda en ello, así como las escuchas masivas que practica EEUU por todo el mundo, sin importarle que sean a yihadistas o a primeros ministros europeos. Es en este sentido donde la figura del Capitán América brilla en todo su esplendor: no como marioneta patriotera del gobierno, sino como conciencia de lo que siempre han querido representar los EEUU, los valores de democracia y libertad.

La película traza un guión poderoso que dota a este Centinela de la Libertad de una agradecida densidad. A esta encarnación ayuda su relación con unos secundarios muy bien dibujados; sobre todo un convincente Falcon (Anthony Mackie), en quien el capitán ve reflejada su propia desorientación (por el salto de época en él mismo y por el síndrome del ex-combatiente en su alado compañero). Pero también, y muy significativamente, el Soldado de Invierno, un oscuro personaje de gran recorrido que se desvelará como su antiguo amigo y compañero Bucky Barnes.


Este soldado biónico es uno de los personajes más potentes de los albums del Capitán América, creación del gran guionista de cómics Ed Brubaker. Incluirlo en la franquicia cinematográfica delata las altas aspiraciones que para ella abriga la fábrica de Marvel.
Por contra la Viuda Negra queda en un excesivo segundo plano, sin aprovechar todo el potencial que alberga. Apenas una ironía nos remite a su lejano brillo. "Deja ya de mentir" le exige el capitán. "Yo lo que hago es actuar como si lo supiera todo", responde la Romanoff.

Los guionistas Christopher Markus y Stephen McFeely han adaptado el arco argumental de Capitán América: El Soldado de Invierno, aderezado con un poco de "Nick Furia vs SHIELD". En comparación con las viñetas, se echa en falta en la pantalla una atmósfera más opresiva y una mayor densidad en esta trama de intriga y espionaje. Pero a la postre se trata de cine de acción y no hay que descuidar el espectáculo. 

La secuencia del Capitán América recorriendo la cubierta del Estrella de Lemuria abatiendo mercenarios es magnífica. Las coreografías de lucha cuerpo a cuerpo entre los antagonistas son extremadamente físicas y alcanzan el virtuosismo en la escena del ascensor. La secuencia del asalto al coche de Nick Furia posee tal grado de intensidad que perdurará en nuestra memoria. 

En todo ello veo el mismo camino que eligió Nolan para su Caballero Oscuro: un superhéroe con veracidad física, inmerso en una ciudad real y en situaciones reconocibles de nuestra época. Todo un acierto. No olvidemos que el Capitán América es un superhéroe sin superpoderes especiales y la ausencia del desenfreno de la CGI aumenta la verosimilitud y el dramatismo. Por eso mismo queda tan fuera de lugar ese final tan aparatoso y de fuegos de artificio. Señalan la órbita (Los Vengadores) en la que se mueve la producción, pero no añaden nada a esta extraordinaria película.


En la trama y en la elección de Robert Redford como intérprete del Consejero de Seguridad, la cinta rinde homenaje a los thrillers políticos de los años 60 y 70. Aquellos donde las conspiraciones y las intrigas amenazaban seriamente a la democracia. Fácilmente nos acordaremos de películas señeras como Los tres días del cóndor (Sydney Pollack), Siete días de mayo (John Frankenheimer) o The parallax View (Alan J. Pakula). 

La película contiene multitud de detalles irónicos destinados al deleite. El científico nazi Arnim Zola hace un relato de la actual crisis realmente impactante (podríamos hacer una larga lista de políticos y empresarios que por su actuación pertenecerían a Hydra). También está la lista de pendientes con la que el capitán se pretende actualizar (en la traducida al español figuran Chupa Chups, Los Héroes del Silencio y Camilo José Cela ¡?). O la visita al museo de la guerra donde se ve a sí mismo reproducido junto a sus comandos aulladores. Muy buena.

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