sábado, 15 de marzo de 2014

PUNTO de FUGA - de David Markson


Reproduzco las cuatro primeras páginas de este industrioso libro de Markson. Esto dará un idea del revoltijo de referencias, calamidades y absurdos que se acumulan en sus páginas.
Un Autor reúne miles de fichas con datos y anécdotas para escribir un libro. Finalmente le puede la desidia. Los zarandeos de su mente van del arte a la literatura y a la ciencia y a la historia. Parece arbitrario; pero yo creo que no lo es. En una entrada leemos: "Y otra vez, Autor no siente haber perdido tiempo sin mecanografíar, pues ya acomodó y cambió de lugar las fichas. Está casi seguro que la mayoría se encuentra en el orden correcto". Como esas fotos gigantescas compuestas de fotos menudas y únicas, todo este puzzle nos habla. Habitualmente dirige la mirada a las zapatillas de los grandes hombres, a los aspectos más comunes y rastreros de sus vidas. Vanidad y banalidad se cortejan ante algunas gestas de genio.
Su lectura posee un efecto extraño. No puedes dejar de leer. A veces parece como "un programa del corazón" habitado por infidelidades e inquinas; pero las más de las veces su mirada se dirige a lo grotesco, absurdo y hasta azaroso de la vida creativa.




"Autor por fin ha comenzado a darle forma a sus notas.

Cierta marina de Henri Matisse fue colgada de cabeza en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, y permaneció así durante mes y medio.

La aguja del velocímetro se inmovilizó en 145 kilómetros después del choque que mató a Albert Camus, algo así como noventa millas por hora.
 El conductor de otro vehículo dijo que el auto lo rebasó a mayor velocidad.

El padre de Leonardo da Vinci tuvo cuatro esposas.
Ninguna fue la madre de Leonardo.

En principio, Hector Berlioz sería médico.
Hasta que huyó de golpe por una de las ventanas del hospital en su primera disección.

Autor ha estado garabateando sus notas en fichas de tres por cinco pulgadas. Ya casi llena dos cajas de zapatos unidas con cinta adhesiva.

Bertrand Russell era veintiniún años mayor que Wilfred Owen.
Y viviría cincuenta y dos años después de que ametrallaran al segundo en Francia en la primera guerra mundial.

Tocan como marranos.
Así explicó Arturo Toscanini su negativa disculparse con los músicos de la Ópera metropolitana después de insultarlos en italiano.

Veinticioinco años después de que ella terminara con su relación, Charles Dickens tuvo una cita con Maria Beadnell, su aún recordado primer amor.
Y le pareció gorda, cursi y tonta.

De las primeras notas biográficas de Rembrandt: podía leer tan sólo el holandés más elemental , y con dificultad.

Rembrandt.

Werner Heisenberg tenía 31 años cuando ganó el Premio Nobel.
Y nueve años antes había obtenido C en su examen doctoral.

Según confiesa el propio William Butler Yeats, a sus 27 años no había besado todavía a ninguna mujer.

La Biblioteca bodleiana en Oxford, a mediado del siglo XVII, cambió un Primer folio de Shakespeare por un Tercero, con la idea de que estaba más completo.

En realidad, Autor pudo haber comenzado a escribir a máquina hace algunas semanas. Por alguna razón, lo ha postergado.

Karl Marx nunca visitó en su vida el interior de una fábrica.

En sus visitas a Mecenas en Roma, décadas antes del comienzo de nuestra era, Virgilio y Horacio disfrutaban de su piscina templada.

A los 37 años de edad, en Key West, Ernest Hemingway golpeó a Wallace Stevens en una pelea inexplicable.
Stevens tenía entonces 57 años de edad.

Ciento sesenta mil espectadores habían pasado frente a Le Bateau sin hacer ningún comentario del Matisse de cabeza, antes de que lo colgaran correctamente.
Le Bateau - Marisse  (al derecho y del revés)

A los 7 u 8 años, Sigmund Fredud se orinó a propósito en el piso de la recámara de sus padres.

Aaron Copland, al escuchar la Quinta sinfonía de Ralph Vaughan Williams:
Es como mirar a una vaca fijamente durante cuarenta y cinco minutos.

Mark Twain olvidó el nombre de Becky Thatcher en los ocho años que pasaron entre Tom Sawyer y Huckleberry Finn, donde la llamó Bessie Thatcher.

La anécdota de Thomas Hardy en la que busca una palabra en el diccionario de cuya existencia no está seguro y descubre que él es la única autoridad citada para su uso.

Al parecer, todo los amigos íntimos de Byron, Shelley, por ejemplo, debían dirigirse a él como my lord.

Corina derrotó a Píndaro cinco veces seguidas en los concursos de poesía en Tebas.
Píndaro la llamó cerda.

Emerson fue citado en un texto por criticar a Swinburne.
Swinburne lo llamó mandril chimuelo.

"Palabrería", así calificó Melville a Emerson.

En 1913, en Boston, mientras dirigía Don Giovanni, Felix Weingartner dejó de lado la batuta y se unió a la ovación después de Il mio tesoro de John McCormack.

A decir verdad, una de las causas que justifican el que Autor postergue es que, últimamente, parece no tener mucha energía.
Ni para el trabajo, ni para nada más.

A los 73 años de edad, Charles Ives ganó el Premio Pulitzer por su Tercera sinfonía.
Que escribió a los 30.

Keats. Preguntándose en voz alta dónde estaría Shakespeare sentado cuando escribió: Ser o no ser.

Editorial VerdeHalago
Una y otra vez, Picasso utilizó las paredes blancas de cal de las villas que rentaba para bosquejar. En cierta ocasión, uno de los caseros le pidió cincuenta francos por darle al muro una capa de pintura.
Picasso se divirtió durante años preguntándose si ese hombre sabía el valor que esos bosquejos tendrían. 

No puedo escuchar música muy seguido. Me hace decir estupideces agradables.
Dijo Lenin.

La leyenda de que, nueve meses después de su muerte, Dante se le apareció a uno de sus hijos en un sueño y le dijo dónde encontrar los últimos trece cantos de Paraíso, que hasta entonces se creía que no había escrito."

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