sábado, 25 de enero de 2014

La GRAN BELLEZA - de Paolo Sorrentino



Refinado, Decadente, Desesperado.-

Acabo de ver una película de otra época, hilvanada con imágenes exuberantes que desfilan con la rítmica cadencia de unos versos. Por debajo de ellas discurren preocupaciones tan universales como literarias: "¿quién soy yo?, así empieza una obra de Breton", cita el protagonista. Y en otro momento, "Flaubert quiso escribir una novela sobre la nada, ¿acabaré escribiéndola yo?"

Es una hermosísima propuesta que otea la vida y sus decepciones. Para ello acompañamos a Gep Gambardella (Toni Servillo), un escritor que acaba de cumplir 65 años y que gracias a una única novela publicada de joven, vive cómodamente instalado entre las élites sociales y culturales del país. Ahora ejerce de periodista y dilettante alargando sus jornadas hasta el amanecer, mecido por la dolce vita de Roma. Desde bien joven anheló convertirse en el Rey de lo Mundano, imprescindible en toda fiesta que se precie.

Pero últimamente sufre de ensueño. Ni la magnífica terraza de su apartamento que se asoma al Coliseo, ni sus innumerables conquistas le colman. Fumador empedernido, su espíritu se diluye en las volutas de sus caladas. Navega abandonado, a la búsqueda del tiempo perdido.

Toni Servillo hace un trabajo formidable. El porte, elegantísimo; la traza, noble; la conversación, brillante y afilada. Hombre culto, decadente y un poco cínico. El otro protagonista es Roma, con una magia que convierte el periplo del escritor en algo casi sobrenatural.

Deambulando por las maravillosas calles, plazas y palacios de la ciudad eterna, paradójicamente, Gep no encuentra la Gran Belleza. Pero quizás tropieza con la clave ante una monja misionera de vida extremadamente frugal y 104 años. Ella es quien le pregunta
-¿Por qué no ha escrito otro libro?
-Porque buscaba la Gran Belleza. Y no la he encontrado.
-Sabe por qué sólo como raíces?
-No, ¿por qué?
-Porque las raíces son importantes.
Ya no es suficiente el éxito social, el amor fugaz de una mujer, el triunfo de una buena cena o una réplica brillante. Está buscando lo que hay más allá del ruido y del bla, bla, bla.

En la fiesta de cumpleaños con que comienza la película ya nos refiere su fatum.  "La pregunta era ¿qué cosa te gusta más en la vida?  -Estaba destinado a la sensibilidad." Por eso detesta la afectación y la impostura. En otra fiesta, una amiga hace ostentación de escribir una literatura distinta, de su compromiso en la Universidad, de su doble papel de mujer escritora y esposa, etc. Gep la rebate con la amargura del que no se engaña a sí mismo. 
"-Cuánta seguridad, Stefanía. No sé si envidiarte o sentir desprecio.
-Sí, tengo seguridad. He sufrido, me he levantado de nuevo y he aprendido muchas cosas de la vida. Bien. Veo que no me rebatís.
-No te rebatimos porque te queremos. No queremos dejarte en ridículo. Porque todo ese orgullo, esa ostentación de tu “yo”, “yo”,.. esos juicios cortados con hacha, esconden fragilidad y disgusto. Esconden mentiras. Nosotros te conocemos, te queremos. Conocemos también nuestras mentiras; pero por eso, a diferencia tuya, hablamos de cosas banales, de tonterías y de inmundicias. No tenemos intención de medirnos con nuestra mezquindad.
-Pero de qúe mentiras hablas. Todo lo que he dicho es verdad. Es como es, es lo que yo creo.
-Por favor, soy un caballero, no destruyas mi única certeza.
-No, no, no. Ahora me dices cuáles son mis mentiras y mis fragilidades. Soy una mujer con pelotas. Vamos, habla.
-Ante una mujer con pelotas cedería cualquier caballero. Tú lo has querido. En orden aleatorio; tu vocación civil en la Universidad no la recuerda nadie. Sin embargo, muchos recuerdan otra vocación, una vocación que se consumía en los baños de la Universidad. Escribiste la historia del Partido porque eras amante del líder. Tus 11 novelas publicadas por una pequeña editorial suscrita al Partido, analizadas en pequeños periódicos cercanos al Partido, son novelas irrelevantes, lo dice todo el mundo. Eso no quita que mi novelita juvenil fuera irrelevante, tienes razón . Tu historia con Eusebio ¿cuál? Eusebio está enamorado de Giordana. Lo sabe todo el mundo. Hace años que comen en Arnalda, en el Panteón, bajo el perchero, como dos enamorados bajo un roble, todos lo saben pero fingen como si no. La educación de tus hijos que llevas minuto a minuto, trabajas toda la semana en la TV, sales todas las noches, incluso los lunes, cuando no salen ni los camellos. No estás con tus hijos ni en las largas vacaciones que te concedes. Además, precisando, tienes un mayordomo, un camarero, un cocinero, un chófer que lleva a los niños al colegio y tres niñeras. ¿Cómo y cuándo se manifiesta tu sacrificio? Estas son tus mentiras y tu fragilidad. Stefá, madre y mujer. Tienes 53 años y una vida devastada. Como todos nosotros. Así que en lugar de darnos clases de ética y mirarnos con antipatía, deberías mirarnos con afecto, estamos todos bajo el umbral de la desesperación. No tenemos más remedio que mirarnos a la cara, hacernos compañía, tomarnos el pelo, ¿o no?"
Demoledor.
Sobretodo viniendo de un vividor. "Hacemos las mejores congas de Roma; y lo que más me gusta es que no llevan a ninguna parte". Hasta en dos ocasiones repite la anécdota de que Flaubert quería escribir un novela sobe la nada.
No por ser un viaje íntimo, deja Sorrentino a su protagonista ajeno a la realidad. A su alrededor no hay jóvenes, el país los ha expulsado (¡Como en España!). En cambio retrata a toda una caterva de seres envejecidos, ahitos de poder y vacuos. Al modo felliniano todo lo resume una magistral escena donde un cirujano plástico va inyectando bótox en cada uno. Semejan reptiles o momias, alargando unas vidas ya devastadas.

"La Gran Belleza" es una obra densa y vibrante que destila unas imágenes embriagadoras mientras nos sitúa suspendidos en el vacío merced a una música hipnótica. Se abre con una cita que es la que se encuentra en el frontis de El viaje al fin de la noche de Céline: "Viajar es muy útil, hace trabajar la imaginación. El resto no son sino decepciones y fatigas. Nuestro viaje es por entero imaginario. A eso debe su fuerza. Va de la vida a la muerte. Hombres, animales, ciudades y cosas, todo es imaginado. Es una novela, una simple historia ficticia". Y no es por casualidad. También Gep se reconoce sumergido en un viaje de la vida a la muerte. Destinado a la Belleza, el autor no ha surcado más campo que el de la mezquindad y el ruido. Menos furioso que Céline, no por ello resulta menos desolador. 
Nuevamente paradójico, Sorrentino logra una profundidad inusitada reiterando la simplicidad de la historia -un truco- y lo insulso de una novela sobre la nada.

Cinematográficamente la película es suntuosa. Hace un uso magistral de los travellings y planos secuencia, haciendo que la cámara sea un acompañante más de estos seres devastados. La música redondea la función, una música muchas veces minimalista, con la capacidad de ensanchar el espacio, de invitar a sentir. Una música tan espiritual como doliente que certifican obras como la sinfonía nº 3 de Gorecki, el I Lie de David Lamb, el Dies Irae de Zbigniew Preisner o la mística resonancia de Arvo Part con su My heart´s in the Highlands.

El final es bellísimo. En un doble montaje, la monja centenaria sube la escala santa mientras Gep desembarca en el faro donde quedó anclado el recuerdo de su primer amor. Atisbando por fin sus raíces, en off, su espíritu clama.
"Termina siempre así, con la muerte;
pero antes hubo vida escondida
debajo del bla, bla, bla,
y todo sedimentado bajo los murmullos y el ruido:
El silencio y el sentimiento, la emoción y el miedo
los demacrados, caprichosos destellos de belleza,
y luego la desgraciada miseria y el hombre miserable. 
Todo sepultado bajo la cubierta
de la vergüenza de estar en el mundo,
bla, bla, bla, bla, bla. 
Más allá, está el más allá.
Yo no me ocupo del más allá
por tanto, que esta novela dé comienzo.
En el fondo es sólo un truco."
Sí, es sólo un truco, pero capaz de enaltecer el alma.


P.D.
  -Una crítica estupenda de la película.
  -Y aquí otra, extraordinaria.
 -No me resisto a insertar la secuencia de los créditos final, con música de Vladimir Martynov, "The Beatitudes"


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