viernes, 31 de enero de 2014

EL MAGO - de John Fowles









Los trazos del azar y la plenitud.-
Brillante, irónico, filosófico, siempre interesante. Desde las primeras páginas el autor despliega una prosa punzante al servicio de una historia que se va desdoblando y anudando hasta conformar una novela fascinante.

Maurice Conchis es el señor de una finca en la isla griega de Phraxos. Hasta allí llega Nicholas como profesor de inglés de un colegio privado. Educado en Oxford, su dandismo no es óbice que le impida ver su realidad. "Maravillosamente pertrechado para el fracaso, salí al mundo."
Una relación tortuosa y una primera experiencia como profesor lo condenan a un aburrimiento y escepticismo mortal.
"Escribir poesía y suicidarme, cosas aparentemente tan contradictorias, habían sido en realidad lo mismo: intentos de huida. Y mis sentimientos, al final de aquel desgraciado trimestre, eran los de un hombre que sabe que está encerrado en una jaula, expuesto a las befas de todas sus antiguas ambiciones hasta el día de su muerte." pág 51
De modo que el joven Nicholas decide enrolarse en el British Council y aparece como profesor en la isla donde conocerá al enigmático Conchis: un rico propietario de largo y oscuro pasado (estudió en Londres, vivió en París y fue alcalde de Phraxos en plena ocupación nazi) dedicado a emular al Mago del tarot. Como un demiurgo reinando en villa Bourani, fascinará a Nicholas y tejerá a su alrededor una telaraña de perturbadoras relaciones, mascaradas y representaciones. Unas hermosas gemelas, unos criados misteriosos que siguen extrañas reglas, confidentes inesperados, situaciones sacadas del teatro, de los mitos o directamente de los sueños, situarán al joven profesor en una encrucijada permanente donde el choque entre artificio y realidad provocará chispas esclarecedoras. El entorno será tan onírico como real. Conchis anhela reproducir la complejidad y el azar de la propia vida.
"Durante la guerra tenía mucho tiempo para pensar y me faltaban amigos con los que entretenerme, y lo aproveché para concebir una nueva forma de teatro. Un teatro en el que la separación convencional entre actores y público quedaba abolida. En el que la geografía escénica convencional, las nociones de proscenio, escenario y auditorio quedaban totalmente borradas. En el que la continuidad  de la representación tanto espacial, como temporal, era ignorada. Y en el que la acción, la narración, adquiría una nueva fluidez, pues sólo se conservaban un punto de partida y un punto final con cierta fijeza predeterminada. Entre estos puntos, los participantes tendrían que inventar su propia obra escénica." pág 344
Más allá de lo propugnado por Brecht o Pirandello, el juego desarrollado en Villa Bourani carece de público. Todos son sujetos. Una obra que se escribe a sí misma.

La estructura y los personajes establecen un singular paralelismo con La Tempestad de Shakespeare. Allí Próspero gobierna una isla y con sus dotes mágicas hace zozobrar la nave donde viajan sus enemigos. La venganza es el tema, la magia su instrumento y el amor de dos jóvenes la superación de los contrarios.
Pero este Mago de Fowles es más contemporáneo, carece de los poderes de Próspero. En cambio, opta a un objetivo mayor: reproducir y revelar la naturaleza de la existencia humana. Según él, el azar.

Los juegos y farsas de Conchis para provocar la incertidumbre no son meros divertimentos. En muchos momentos la trama adquiere los tintes de un thriller, en otros se impregna de un intenso aroma erótico. A pesar de ser siempre consciente de la confabulación que se teje y desteje a su alrededor, Nicholas no podrá abstraerse de ella. Cualquier decisión que tome seguirá conformándola. 
No en vano, en el epílogo, el autor nos recuerda el título original que tuvo el manuscrito, The Godgame.
"En el juego divino partimos de la premisa según la cual en realidad todo es ficción, y que, sin embargo, ninguna de las ficciones tomadas de una en una, es necesaria." pág 536
En una ficción donde todos son conscientes del juego se produce una distorsión vertiginosa: él sabe que yo sé que él sabe que yo sé....
"si nos enterábamos de todo, contaminaríamos la pureza del experimento. Con estas mismas palabras lo dijo. Y empezó a hacer cien analogías, más de las que he oído en toda mi vida. Dijo que en cierto sentido sería una ampliación fantástica del método de Stanislavski. Improvisación de realidades más reales que la realidad. Tú serías como un hombre que va en pos de una voz misteriosa, de varias voces, a través de un bosque de posibilidades excluyentes, que ni siquiera nosotras conociéramos...pues nosotras mismas éramos esas posibilidades... También comparó su experimento con una obra de teatro, pero sin autor ni público. Sólo actores." pág. 286
El sortilegio de Conchis es a la vez transparente y esotérico. De hecho aparece en la escena inicial. En su primera visita a villa Bourani, Nicholas se encuentra (?) en la playa una antología de poesía inglesa contemporánea, con unos versos del "Little Gidding" subrayados en rojo:
"No dejaremos nunca de explorar
y el fin de nuestras exploraciones
será la llegada al punto de partida
y conocer entonces ese sitio por primera vez" pág. 57
Calibán - Gustave Doré
La fascinación de Nicholas es completa, y la nuestra también. El pergamino de la literatura se impregna de vida y quedan a la vista los trazos de su naturaleza: la desorientación del yo en el laberinto de la existencia. Villa Bourani representa "un viaje al Tártaro
"una aventura mucho más tenebrosa de lo que mi preparación me permitiría tolerar, una sociedad, un culto, no sabía qué, en donde Miranda no contaba y Calibán era el rey." pág. 154 
Fowles escribió que quiso elaborar una fábula sobre "las ilusiones humanas acerca de algo que no existe de hecho: el conocimiento absoluto y el poder absoluto".
¿Mero ejercicio cerebral? ¿Sucesivas vueltas de tuerca? ¿Artificio? Pues claro. Un artificio en el más noble sentido de la palabra, el que representan las pinturas rupestres, el arte y la literatura.

Hay dos momentos intensamente ambiguos que marcan el cenit de esta extraordinaria novela. Aquellos en que lo narrado nos perturba íntimamente y el autor consigue su objetivo: "Lo que quería yo infundir en mi relato era precisamente esa capacidad que tiene Le Grand Meaulnes de proporcionar una experiencia que va más allá de lo literario." 
En uno de esos momentos los nazis reunen a 80 rehenes del pueblo y a dos guerrilleros capturados. El coronel le propone al alcalde salvar a los 80 rehenes si mata él mismo a los guerrilleros. En otro es Conchis quien logra urdir una situación semejante. Nicholas tiene un látigo, su amada esta desnuda y atada y él tiene que decidir. Decidir. Nunca nos conoceremos mejor que cuando decidimos y en las situaciones límite que Conchis maquina alrededor de Nicholas es cuando nos damos cuenta del verdadero alcance del libro. 
"En cada vida siempre hay un momento decisivo. En ese momento tenemos que aceptarnos a nosotros mismos. Ya no se trata de qué es lo que llegaríamos a ser. Sino de lo que somos y seremos siempre. Tú eres demasiado joven para saber de qué hablo. Todavía estás en el devenir. No has llegado al ser." pág. 90
Una de las primeras pruebas a la que es sometido es tirar un dado. "Te brindo toda una guerra concentrada en un segundo", le dice Conchis. 
"Tú eres una persona que no entiende qué significa la libertad. Y, sobre todo, que cuanto más entiendes qué es, menor es el grado en que la posees. " pág 374
La decisiones alumbran dudas y cobardías. Pero también ocurre que tras muchos amagos, reticencias, sospechas y desenmascaramientos, Nicholas atisba la plenitud.
“Tenía la sensación de que ésta era la realidad esencial. Pero esa experiencia no me sugería nada parecido a un sentimiento de divinidad, de comunión, de hermanad humana. No era panteísta ni humanista, sino algo mucho más amplio, frío y abstruso. Que la realidad es la interacción eterna. No hay mal ni bien, belleza ni fealdad, simpatía ni antipatía. Sólo interacción, la eterna soledad de uno, el total aislamiento de todo lo demás parecía lo mismo que la interacción de todo.” 
“Un tremendo y vertiginoso sentimiento de infinitud…..el devenir y el ser eran lo mismo.”
Ariadna y Teseo  - Gustave Moreau
En un escenario tan evocador como Grecia, la novela convoca a diversos mitos. En la estructura -ya se ha dicho- a La Tempestad, en el espíritu al domaine sans nom de Le Grand Meaulnes e incluso al Paraiso Perdido de Milton. 
"Ahora me había introducido profundamente en el más extraño laberinto de Europa. Ahora me había convertido verdaderamente en Teseo; en algún punto de aquella tiniebla me aguardaba Ariadna; y quizás también el Minotauro." pág. 265

La novela tiene un evidente sesgo iniciático.  
"-Tengo entendido que hay más víctimas -compañeros míos de sacrificio- de lo que yo pensaba.
-Víctimas?
-O como quiera que llame usted a la gente a la que se hace sufrir sin haberles dado antes posibilidad alguna de elegir.
-Creo que esa es una excelente definición del ser humano." pág. 343
Pero Conchis lo tiene claro. "El porqué de todo lo que es, tu por qué, y el de todos los dioses, es una cuestión de simple azar. Nada más, puro azar." 
En una de sus innumerables vueltas de tuerca, Conchis declara que la farsa toda no es sino un experimento psicológico. "La psiquiatría muestra cada más un interés mayor en la otra cara de la moneda, en averiguar por qué están cuerdos los cuerdos."

Honestamente, en el epílogo, el autor nos desengaña. "Si el Mago tiene algún "verdadero significado", será un significado del mismo orden que el de los test psicológicos de Rorschach. Su significado es la reacción  que provoque en el lector, cualquiera que sea, y por lo que a mí respecta no creo que exista ninguna reacción ´correcta´."



CODA. El músculo de la novela se fortalece con la confidencia de las tres historias que modelaron a Conchis. A la referida con los nazis se suma la del maníaco religioso que vivía escondido en los bosques del Noruega: "Henrik era jansenista, creía en la crueldad divina. En su sistema él era un elegido, un ser especialmente escogido para ser objeto de castigos y tormentos continuados. (...) Era incapaz de ver la verdad objetiva que nos demuestra que el destino no es más que azar: no hay nada que sea injusto para todos, aunque hay muchas cosas que pueden ser injustas para cada uno de los individuos del conjunto." Y a esta la del aristócrata parisino que le legó su riqueza. Aunque éste no sólo le dejó todo su patrimonio, sino también unas palabras: "ultram bibis?  Aquam  an undam?."    ¿Qué bebes, el agua o la ola?

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