viernes, 6 de diciembre de 2013

EL CONSEJERO - de Ridley Scott

-The Counselor-
EEUU, 2013





Los actos generan consecuencias.-

Ridley Scott a la dirección, Michael Fassbender, Javier Bardem, Cameron Díaz, Brad Pitt, Penélope Cruz, Bruno Ganz, Ruben Blades y hasta John Legizamo de intérpretes. Y el gran Cormac McCarthy en el guión. Sin lugar a dudas le must
Pero ya sabemos que sumar talento sin más no te asegura el éxito y lamentablemente la película es una decepción. 

Un abogado que está entre la espada y la pared se lía con un traficante para sacar un pellizco. Montan una operación de veinte millones pero el camión con la mercancía es robado. Todo se tuerce y los jefazos claman venganza. 

Si la cinta se titula El Consejero por el abogado que se pasa al otro lado de la ley, hasta el título yerra. A punto de perderlo todo será un consejero aconsejado (cita al final). Incluso Westray (Brad Pitt) parece más consejero, le orienta sobre el cenagal en que está metido. Mientras que al abogado en cuestión todo le viene grande y en medio del desastre sólo repite, ¿qué puedo hacer?. Ése es su simple conflicto y casi nula su reacción. Su peripecia apenas tiene mayor enjundia. 

Y eso que el traficante Reiner (Javier Barden haciendo un pedazo papel) va y le suelta, "cuidado, abogado, porque si entras en esto tendrás que tomar unas decisiones morales para las que no te has preparado". Bonita frase, pero nada más. Los personajes son elegantes, han vivido mucho y sueltan unas frases contundentes, pero no van más allá. Sus asuntos interesan muy poco. Ellos refieren opiniones (preferentemente sobre el sexo y las mujeres) y cuentan cosas; pero no interactúan. Se puede decir que la película carece de acción.

Toda ella se conforma como una serie de ilustraciones brillantes pero huecas. Adolece de falta de ritmo. Apenas un puñado de frases brillantes (o pretenciosas dirán otros) que llevarse al gaznate. Cuando conocemos a la felina Malkina (Cameron Díaz) le está soltando a Reiner:
   "-Yo no echo de menos nada. Echar de menos algo es esperar que vuelva, pero no va a volver. Es algo que aprendí de pequeña.
   -Eso, ¿no es ser un poco fría?
   -La verdad no tiene temperatura."
También Bruno Ganz, como experto en diamantes, tiene su sentencia:
-Parece amarillo...
-El amarillo se lo proporciona el nitrógeno (...) Una gema no tiene color. La verdad es que en el fondo lo que nos llama la atención de un diamante es su defecto. Un diamante perfecto se compone simplemente de luz.

Hacer que un grandísimo actor como Bruno Ganz aparezca en una escena meramente instrumental me parece un desperdicio. Pero tampoco los estelares Brad Pitt y Penélope Cruz añaden gran cosa. Incluso la excelente composición que hace Bardem (merecería un análisis el peso de la caracterización en sus personajes) termina dilapidada. 

El recorrido del camión con la mercancía desde México hasta Chicago tampoco aporta nada nuevo. Un cruce con inmigrantes ilegales y un tiroteo en una carretera desierta. Poca chicha.

Yo creo que el desequilibrio nace en la misma concepción de la película y en la ausencia de acentos. Reproducir en cine algo como las reflexiones del sheriff en la novela No es país para viejos, parece imposible. 
En el transcurso de la película el acento pasa del abogado a un sentencioso Reiner y luego a Westray para acabar en la amante de Reiner. Demasiado difuso. El cierre de la película con la depredadora Malkina (tiene tatuada su piel como el guepardo y como él acecha y caza) en su apogeo, parece que nos hable de otra historia distinta de la que hemos visto.

La película oscila entre brillante y nada. Me cabe la duda de si estas filosofías alrededor de un manhattan quedarían mejor en un texto que en pantalla. Creo que sí, porque ya sabemos que la literatura transita rincones imposibles para el cine.
Así pues propongo "leer", simple tinta sobre papel, el estupendo texto que el capo Rubén Blades le suelta al abogado. Este diálogo sí me parece poderoso y, salvando las distancias, me recuerda al del capitán Willard con el coronel Kutz en Apocalypse Now. Kutz peroraba allí sobre "el horror", el jefe Blades lo hace aquí sobre los mundos paralelos que crean nuestros actos. Lástima que aquí no haya ningún Willard, ningún río, ningún corazón en las tinieblas:
-Ya le dije lo mismo que a nuestro amigo. No hay nadie con quien hablar.
-Haré cualquier cosa que me sugiera.
-No tengo ninguna sugerencia, abogado.
-Podemos reunirnos donde me diga.
-Ya estamos reunidos.
-Me parece que no entiende mi situación.
-La entiendo, abogado. Los actos generan consecuencias que generan nuevos mundos que son distintos. Cuando un cuerpo se entierra en el desierto se crea un mundo. Cuando un cuerpo se deja que lo descubran se crea otro; y esos mundos, hasta entonces desconocidos para nosotros, siempre debieron existir ¿no?
-No lo sé.  ¿Va a ayudarme?
-Le exhortaría a ver la realidad de la situación en la que se encuentra, abogado. Ese es mi consejo. No soy yo quien debe decir lo que tendría que haber hecho y lo que no. El mundo en el que usted pretende enmendar los errores que cometió es distinto del mundo en el que se cometieron los errores. Ahora está en la encrucijada y usted desea escoger, pero no hay nada que escoger. Sólo puede aceptar. La elección se realizó hace ya mucho tiempo. ¿Sigue ahí abogado?
-Si.
-No pretendo ofenderle,  pero los hombres reflexivos a menudo se hallan en un lugar distante de la realidad de la vida. En cualquier caso todos deberíamos preparar un rincón donde albergar las tragedias que antes o después llegarán a nuestra vida; pero esa es una inversión que poca gente se molesta en hacer. ¿Conoce los versos de Machado?
-Conozco el nombre.
-Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Un poeta enorme. Machado era maestro de escuela y se casó con una chica joven y guapa. La quería muchísimo y ella murió. Entonces se convirtió en un gran poeta.
-No me convertiré en un gran poeta.
-No, tal vez no, y aunque así fuera eso no le ayudaría. Machado habría cambiado todas las palabras, todos los poemas, todos los versos que escribió para poder pasar una hora más con su amada. Y eso se debe a que, en el sufrimiento, no se aplican las reglas de intercambio habituales; porque el dolor trasciende el valor. Un hombre entregaría naciones enteras por borrar el dolor de su corazón, y sin embargo, nadie puede comprar nada con el dolor porque el dolor no vale nada.
-¿Por qué me dice todo esto?
-Porque usted continua negando la realidad del mundo en el que se encuentra. Ama tanto a su mujer, con tanta convicción que ¿estaría dispuesto a intercambiarse con ella en la rueda? Y no me refiero a morir, porque morir es fácil.
-¡Sí!...sí, maldita sea.
-Pues me alegra saberlo abogado.
-Qué insinúa, ¿insinúa que hay una posibilidad?
-No, es imposible.
-Ha dicho que yo me encontraba en la encrucijada.
-Sí, a punto de comprender que la vida bajo ningún concepto va a volver atrás. Usted es el mundo que ha creado y cuando deje de existir, ese mundo que usted ha creado también dejará de existir; pero para aquellos que han comprendido que están viviendo los últimos días de su mundo, la muerte adquiere un sentido distinto. La extinción de toda realidad es un concepto que ninguna resignación puede abarcar. Entonces, todos los grandes designios y los grandes planes quedarán por fin expuestos y se revelarán como lo que son. Ahora abogado tengo que dejarlo porque tengo que hacer otras llamadas y si tengo tiempo creo que echaré un sueñecito."

Esto sí es McCarthy; un escritor de fuste como demuestran esas dos obras maestras que son Meridiano de Sangre y Suttree.
Respecto al tema de los mundos paralelos que nuestras acciones van creando sería una gran idea para una película. Aunque eso es harina de otro costal. Una buena novela sobre el tema es "La llegada de los gatos cuánticos" de Frederik Pohl, con una irónica mirada sobre la paradoja del gato de Schorodinger.

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