lunes, 17 de junio de 2013

The Good Wife

de Michelle King y Robert King


Haciendo caso de una InCitación, estoy acabando de ver la tercera temporada de esta serie y no puedo dejar de escribir un encendido elogio. Sus personajes y tramas son tremendamente consistentes y derrochan sin parar dramatismo y viveza.

Aparte de los casos que apunta cada capítulo, la serie se centra en las batallas que enfrentan al bufete Lockhart&Gardner con la fiscalía. El sustrato que la anima en general es la historia de Alicia Florrick (Julianna Margulis), abogada del bufete a la vez que esposa del que fue Fiscal del Estado; ya que la serie comienza con un escándalo sexual y político del que dicho fiscal resulta preso. Alicia elige no separarse, educar a sus dos hijos y trabajar en el bufete de su antiguo compañero de estudios Will Gardner (Josh Charles). En la primera temporada asistimos a las intrigas del fiscal titular para hundir definitivamente a Peter Florrick (Chris Noth) y a los intentos de éste por salir indemne y recuperar a su mujer. En la segunda un nuevo socio integra el bufete introduciendo cambios e intrigas a la par que un Florrick definitivamente libre lanza su campaña para ser elegido de nuevo Fiscal del Estado. En la tercera temporada una Alicia liberada de su marido (ha descubierto el último secreto, que tuvo un lío con Kalinda) vive una aventura con Will, mientras Peter Florrick de nuevo fiscal, encarga una investigación por corrupción  judicial que pone en jaque a Will Gardner

Aunque las escaramuzas entre abogados y fiscales centran las tramas, en muchas ocasiones se nos sirve un agudo debate sobre asuntos muy actuales: los derechos civiles, la pena de muerte, la discriminación de la mujer, el status del colectivo gay, el derecho a la defensa de un reconocido culpable, la libertad política, la libertad religiosa e incluso el uso de los drones y las guerras en el exterior como la de Afganistán.
Se agradece que sea una serie adulta, compleja, muy bien escrita y sin concesiones. El juego político se afronta de forma descarnada e irónica e incluso Diane Lockhart no tiene empacho en decirle a su socio, "lo hacemos por dinero, y sí, ya sé como suena eso". Maneja con soltura y brillantez tanto las tramas episódicas como los arcos argumentales que establece cada temporada.


Uno de los puntos fuertes sin ninguna duda es el interpretativo. Se convoca en ella a un amplísimo abanico de personajes secundarios, muy  bien trazados y con un enorme juego dramático: Diane Lockhart (Christine Baranski), demócrata, defensora del papel de la mujer, dueña de un personalísimo estilismo e inclinada a la defensa de causas sociales. Eli Gold (Alan Cumming), jefe de campaña de Peter Florrick primero y luego integrado en el bufete Lockhart&Gardner. Es ambicioso, estratega sin par y de lengua muy afilada. Su característico mohín enarcando las cejas y apretando los labios es antológico. Titus Tolliver interpreta al duro fiscal contrincante de Peter Florrick. Son brillantísimas las apariciones de Michael J. Fox como abogado defensor con discapacidad, la cual usa con descaro para influir en el jurado. A pesar de que casi siempre pierde contra Lockhart&Gardner, nos enseña que muchas veces perder es ganar. Anika Noni Rose como la sinuosa abogada Wendy Scott-Carr que pierde las elecciones con Peter, y luego éste la coloca al frente de la investigación sobre Will. 

También está la madre de Peter Florick que es una educadísima metomentodo y otros abogados que tienen apariciones esporádicas pero estelares, como la "rubia tonta" Mamie Gummer que utiliza su imagen anodina para inclinar la causa a su favor o la pelirroja Elsbeth Tascioni (Carrie Preston), a la que acuden tanto Alicia como Will cuando necesitan un abogado externo. Es muy despistada y un tanto loca pero sutilísima a la hora de encontrar el hilo de diamante que conduce a la resolución del caso. 

Aunque sin duda la palma se la lleva Kalinda (Archie Panjabi), la investigadora del bufete. Sus movimientos siempre son felinos y certeros, su habilidad para encontrar la información precisa es quirúrgica. Es la mejor amiga de Alicia y mantiene una ambigüedad sexual candente. "¿Eres gay" le preguntó una vez Alicia. "No, soy reservada" fue su respuesta. En la segunda temporada mantiene una dura batalla con el investigador Blake (Scott Porter), llegado con el nuevo socio del bufete. Intrigas suyas la llevarán hasta el mismísimo estrado. En esos momentos de máxima presión es cuando resulta más brillante. Acorralada por el fiscal que amenaza con desvelar su oscuro pasado, encuentra el punto de apoyo que lo subvierte todo para salir indemne. Es capaz de mover muchos hilos entre bambalinas y juega audazmente con su sexualidad; pero también sabe ser una leal amiga.

A todos ellos hay que sumar un elenco de jueces en ocasiones extravagantes y maniáticos o un detective freelance que siempre va acompañado de sus bebés y pañales o un ricachón sibarita que asesinó a su mujer y cuya especial psicopatía remeda al propio Anibal Lecter. 

Me llama la atención que el interés no se focalice en averiguar la verdad de un caso o en salvar a un inocente. En un capítulo, se obtiene un trato muy ventajoso de la fiscalía; pero la cliente es inocente y no está dispuesta a pagar por un delito no cometido. Valora con sus abogados la situación y al final le pregunta a Alicia qué haría ella. Ésta le responde: "No lo sé. Usted tiene que tomar esa decisión, nadie más que usted puede tomarla. Usted  sabe lo que hizo y sabe lo que no hizo. También sabe que a veces eso no importa. Todo se reduce a dos cosas: la habilidad de sus abogados y el jurado." El juego de estrategias, tretas y tejemanejes son el quid de la serie. En alguna ocasión el caso que se está juzgando ni aparece, se desarrolla en off; o incluso nos escamotean su veredicto final. Lo interesante está alrededor.

El magma sociológico en que se mueve la serie es proteico. La lucha soterrada en los bufetes, la vida interior de una campaña política, el funcionamiento de los lobbys, las influencias que manejan las minorías y las religiones. Entre todo ello cautivan mi interés dos asuntos: La personalidad de una mujer profesional y la idiosincrasia civil anglosajona.


Ni en EEUU ni en Inglaterra existe el DNI, la gente te cree cuando dices quien eres. Entre los abogados y más cuando afecta a un cliente, se tiene mucho cuidado con lo que se ve o se escucha, porque si te citan habrás de responder con la verdad. Las consecuencias suelen ser imputaciones y dimisiones. En España esto suena a chino, no sólo todos mienten (como diría el Dr. House), sino lo que es peor, los cargos públicos mienten sin pestañear aunque los pillen in fraganti y por supuesto no dimiten ni aunque vayan a la cárcel. A día de hoy más de mil cargos electos de todo el espectro político están imputados sin que se conozca una sola dimisión. La democracia está secuestrada y la ética cívica enterrada.

Y por otro lado Alicia Florrick, la santa esposa. Me fascina su fuerte personalidad, a veces atormentada, siempre decidida; su forma de educar a los hijos con entereza y naturalidad, los equilibrios de fuerzas que genera su relación con todos los demás. Ella de verdad, es evidente, es el alma mater de esta magnífica serie. 

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