domingo, 9 de junio de 2013

Killer Joe

de William Friedkin








Salvaje y negrísima propuesta del veterano Friedkin (The French Connection, El Exorcista, The Hunted) pero también un tanto desorientada, puesto que en sus primeros dos tercios apunta hacia un demoledor retrato de familia disfuncional, continúa con un giro de potente thriller pero se acaba entregando a un último tercio de desenfreno pasado de rosca.

El interés se centra en un grupo de personajes cuyas vidas transcurren en los arrabales de la sociedad. Anxel (Thomas Haden Churh) tiene un trabajo de mierda y fuera de eso se pasa las horas muertas en su remolque, bebiendo cerveza y viendo truck monsters en la tele sin parar. De su anterior matrimonio tiene dos hijos, la jovencísima Dottie (Juno Temple) que vive con él y su hijo mayor (Emile Hirsch), un traficante de poca monta. Como sus trapicheos le han llevado a deber una pasta al mafioso de turno, le propone a su padre cargarse a la madre para cobrar el seguro de vida y resolver todos sus problemas. 
El padre es un lerdo pero su segunda esposa resulta ser una arpía de cuidado. Todos se aprestan a mejorar sus expectativas.

Nada mejor que llamar a "Killer" Joe Cooper (Matthew McConaughey), policía de profesión y asesino a sueldo en sus ratos libres, para que les resuelva la ecuación planteada y el mejunje adquiera una sordidez total.  

Cometido el crimen los personajes se desatan. La madrastra (Gena Gershon) juega con una baraja marcada y engaña a todos. El giro hacia un film noir imprime un notable interés a la película. El  tiempo para devolver la deuda del hijo se acaba. 

En este punto la película podría haber elegido profundizar la intriga del engaño y la traición; pero en cambio opta por resolverlo de un plumazo por el propio Killer Joe, y colocar sobre éste el foco del desenlace. Este brusco cambio de protagonismo afecta al timbre de la cinta que se vuelve chirriante. 

Killer Joe  aparece engatusado por el coñito de Dottie y en un acceso de locura tipo "El asesino dentro de mí" de Jim Thompson, provoca un frenesí final que resulta exagerado. Por mucho que se hable del mejor papel de McConaughey en los últimos años, yo creo que no está convincente porque el propio personaje está incongruentemente trazado. 

De todos modos la narración tiene un pulso excelente. Los trazos de esta familia poseen una mezquindad desoladora. Los personajes están guiados por la pura necesidad y los instintos más rastreros. Todo es sórdido, sin un hueco para la esperanza. 

Quizás el director quiso un Killer Joe con aura trágica, arrancando un hálito de pureza de un pozo a rebosar de mezquindad; pero Killer Joe no pasa de ser un matón de medio pelo, ni Friedkin llega a ser el David Lynch de "Corazón Salvaje". 

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