jueves, 27 de junio de 2013

Angosta

de Héctor Abad Faciolince










Libros dentro de libros,
una ciudad con Infierno, Purgatorio y Paraiso.
Un cóctel de hiperrealismo y ciencia ficción a todas luces apetitoso.
Faciolince como InCitación en esta tesis de Kristin Himmelfart Stokke Guttormsen de la Universidad de Oslo, titulada La lectura de las lecturas en Angosta.




"En este estudio de la novela Angosta de Héctor Abad Faciolince, hago un análisis de cómo Jacobo Lince, el protagonista, se ve alterado por las lecturas que realiza del libro Angosta y del poema Fin del mundo, dos textos que tratan la violencia y su contexto social. Me baso en los conceptos teóricos de Wolfgang Iser, específicamente, en el efecto estético, para echar luz sobre la interacción entre el texto y el lector que surge por la lectura. La interacción es dialéctica en el sentido de que existe una influencia mutua entre lector y texto. Al observar la interacción mencionada, también he examinado cómo esta interacción ilumina la lectura que el lector real realiza de Angosta.

Angosta es una obra narrativa de la violencia que señala la preocupación que Héctor Abad Faciolince tiene por el futuro de su país. La novela muestra una sociedad latinoamericana y andina penetrada por la violencia. Es una presentación hiperbólica y ficticia pero verosímil de una ciudad colombiana. Angosta, la ciudad ficticia que da nombre a la obra, está dividida en tres sectores según las clases sociales: Tierra Fría (el Paradiso), Tierra Templada (el Purgatorio) y Tierra Caliente (la Boca del Infierno) respectivamente. Debido a la topografía y los recursos naturales, los habitantes de Angosta se establecieron en diferentes partes de la ciudad durante la época de la colonia y eligieron domicilio según sus intereses y su trabajo, lo que iba a determinar cómo iban a ser las condiciones de vida a lo largo de muchas generaciones. Por ello, el fundamento de la creación de los tres sektores se formó a partir del estatuto social y la situación económica de la gente, lo que por entonces tenía que ver con los orígenes: los descendientes de los españoles por un lado (los dones/”fríos”), y los negros y los indios por otro lado (los segundones/”tibios” y los tercerones/”calentanos”). El resultado fue una sociedad fría, llena de xenofobia y violenta que no permitía a sus habitantes ascender libremente a Tierra Fría sin pasar por el Check-point para mostrar sus papeles o salvoconductos. Angosta está caracterizada así por imágenes de la naturaleza violenta y por personajes que resultan ser o bien los ejecutores de la violencia o los que sufren de esta violencia crónica.

El lector aprende sobre la historia angosteña a través del libro escrito por Heinrich von Guhl sobre diversos aspectos de la ciudad Angosta.  La narración empieza con la lectura del texto de Guhl que hace el protagonista Jacobo Lince, un personaje en el que en cierta manera se autorretrata el propio Abad Faciolince. Lince es un segundón afortunado que con la riqueza que tiene puede vivir en Tierra Fría, pero que opta por vivir en Tierra Templada con sus amigos en el hotel La Comedia. Al principio de la novela su vida no tiene mucho sentido, parece que la violencia lo ha hecho indiferente a todo lo que le rodea.

La novela se narra a través de dos puntos de vista, uno de un narrador omnisciente que cuenta la historia del protagonista y otro de un narrador joven poeta, Andrés Zuleta que lleva un diario. Las vidas de los dos narradores se cruzan gracias a los cambios drásticos que toman sus vidas. Zuleta finalmente puede dejar a su familia, que siempre lo ha tratado mal y se ha reído de sus poemas, y logra obtener un trabajo en Paradiso, con lo que se muda al hotel La Comedia. Al volver al hotel después de pasar una noche observando a la gente, se encuentra a Lince golpeado en el asfalto.
En el transcurso de la novela nos encontramos con varios personajes de las distintas “tierras” que aparecen en las descripciones en las notas a pie de página. La acción gira en torno al hotel La Comedia en Tierra Templada, donde residen la mayoría de los personajes. Encontramos, entre otros, al matemático Isaías Dan que para no perderse a sí mismo en la vida amorosa y violenta de Angosta, sigue buscando la solución de un problema matemático. Otro personaje que sobresale es doña Luisa Medina: una señora que está de luto por su familia que fue asesinada por razones políticas. Las vidas de los otros personajes que no viven en el hotel se cruzan por azar, por el deseo físico o por la relación que comparten debido a los oficios de leer y escribir. 
(...)

La novela Angosta describe la sociedad angosteña sobre todo a través de personajes complejos y característicos. No es una coincidencia que el espacio central sea la Tierra Templada. En este sektor viven los tibios que se ven afectados por la violencia, pero que no tienen la misma rabia que los calentanos a la injusticia social de la que son responsables los fríos. Tampoco temen que los calentanos vayan a invadir su tierra.
Resultan ser del sektor del medio, un tipo de purgatorio o limbo que no usa la violencia como medio para mantener o cambiar la situación social, lo que les da cierta posibilidad de escribir sobre su vida cotidiana o pasar el tiempo leyendo, intentando entender o denunciar la sociedad mediante las palabras.

(…)

1.3 La lectura
La lectura desempeña un papel importante dentro de la novela Angosta; tiene la función de un “hilo rojo” y de un elemento circular, ya que el protagonista está leyendo el mismo libro en el inicio y en el final de la novela.
En esta tesis es importante señalar que la lectura es un acto que se puede llevar a cabo tanto en la vida real como en la ficción. Cuando el lector empieza a leer la novela Angosta, se da pronto cuenta de que hay un personaje dentro de la ficción que está leyendo también. En este caso, el lector real lee sobre un lector ficticio que lee, al mismo tiempo que se entera de lo que dicho personaje está leyendo. La confusión puede ser grande cuando el lector real descubre que tanto él como el lector ficticio están leyendo un libro que se llama Angosta. En relación a estas dos lecturas simultáneas, Catalina Quesada Gómez ha comentado que “en esos continuos saltos de nivel, el lector llega a sentir que se confunde con el personaje, puesto que ambos leen un libro llamado Angosta, con la diferencia de que el lector real lee un libro de ficción y el personaje hace lo propio con uno no ficcional” (en Barchino, 2007, p. 562). Normalmente, hace falta una sola descodificación y comprensión para que el texto sea leído en el mundo real, sin embargo, Angosta (2) solamente cobra vida en el mundo real siempre y cuando dos lectores la lean. Me refiero aquí a un lector real que puede hacer la lectura del lector ficticio porque también está leyendo. La lectura en los dos mundos - el real y el ficticio- tiene un valor iniciador porque invita al lector a participar en otro mundo a la vez de que enriquece el mundo en el que vive, por las nuevas perspectivas que le ofrece.
Veremos más adelante cómo la lectura de la Angosta de Guhl se convertirá en un catalizador en la vida de Jacobo Lince, a la vez que la novela Angosta de Abad Faciolince fue el comienzo de mi tesis de maestría.

En Angosta (1), Abad Faciolince nos proporciona un acceso directo a varias concepciones de la realidad, entre otras, las que tienen Jacobo Lince y Heinrich von Guhl. Resulta útil leer las dos percepciones de la realidad porque se complementan; una es muy personal, subjetiva, y la otra es más científica, más objetiva. Angosta (1) cuenta la historia de un hombre de casi 40 años, mujeriego y lector que no busca más en la vida que otra mujer con quien acostarse. Guhl presenta en Angosta (2) la historia de Colombia, su geografía y cómo su sociedad se ha convertido en un campo de batalla por la separación interna de la ciudad. El motivo por el que estudio las dos concepciones de la realidad en la presente tesis, es identificar la interacción que existe entre ellas.
Veremos que la concepción estática, Angosta (2), ejerce influencia en la concepción dinámica, Angosta (1). También trataré la concepción de la realidad que el poeta y escritor Andrés Zuleta nos presenta en su cuaderno14.
En Angosta (2), Lince lee sobre aspectos sociales que ya conoce; el lector de la ficción Angosta (1), por otro lado, se entera de cómo funciona la sociedad angosteña apoyándose en las dos Angostas. Los dos libros de la ciudad Angosta tratan sobre una sociedad de violencia, y se presentan como si fueran escritos por diferentes autores por el juego de la ficción.
El leer Angosta (2) dentro Angosta (1) nos ofrece una lectura doble. Esta lectura doble puede, tal vez, tener un efecto más fuerte en el lector real porque la complejidad de las descripciones de la violencia aparece representada desde dos perspectivas diferentes. No obstante, Angosta (1) ofrece aún más lecturas, de una manera indirecta, pues en la novela aparecen varias intertextualidades y alusiones que hacen eco de otras obras narrativas. Consecuentemente, y debido a las varias capas e intervenciones de lecturas que encontramos, Angosta se puede clasificar como una novela “libresca” según la definición de Quesada Gómez, quien en “La biblioteca se consume lenta. Héctor Abad Faciolince y la quema de los libros” apunta lo siguiente:
Se ha dicho que el Quijote es uno de los libros más librescos escritos en español, e igualmente librescas son también las novelas de Héctor Abad Faciolince (Medellín, 1958), donde proliferan los textos dentro de textos, los múltiples niveles de ficción, con abundantes juegos metaliterarios, y, como allí, cobran relevancia los actos de la lectura y la escritura” (2007, p. 556).
Junto a la narración principal que cuenta la historia de Jacobo Lince, la novela consiste en varios fragmentos de lecturas y de un cuaderno que juntos forman una imagen detallada de la ciudad ficticia.



1.4 La violencia
La violencia en Angosta es un aspecto muy importante y dominante ya que es el elemento que asegura la perduración del Apartamiento, la estructura social angosteña.

(…)
En Colombia la violencia tiene un significado especial, se trata de una etapa histórica que sigue teniendo influencia en la sociedad hoy en día. Darío Acevedo Carmona (2001) explica lo que es la violencia en Colombia. El periodista nos aclara que a pesar de que haya habido violencia desde el siglo XIX en forma de guerras civiles, que el término de Violencia, con mayúscula, se empezó a usar para referirse al “enfrentamiento entre liberales y conservadores entre los años 40 y el advenimiento del Frente Nacional” (p. 61). El uso de la palabra cambió en los años 60 cuando surgió otro conflicto político que contribuyó a la violencia, y los periodistas y académicos comenzaron a llamarlo la violencia, con minúscula. De esta manera, enfatizaron que se trataba de un evento a nivel nacional que sucedía a diario. Acevedo Carmona apunta que “el término violencia (así en general) sigue designando todo lo que esté relacionado con hechos de fuerza y de sangre, sino que también para buena parte de los investigadores la violencia sigue siendo el problema más inquietante del país” (p. 62).
La literatura colombiana que trata este tema ha reaccionado a la violencia que ha infestado el país durante varias décadas. Un ejemplo de ello es la novela Angosta (1), que es una presentación ficticia e hiperbólica de la sociedad colombiana: Que Angosta sea, para empezar, una ciudad partida por muros reales y por muros invisibles, y como si esto fuera poco, también la ciudad más violenta del planeta, con un índice de asesinatos por habitantes que está muy por encima del de Sarajevo o del de Jerusalem en sus peores momentos. Y lo más serio: esta carnicería no la comete un enemigo externo ni se puede culpar de ella a un antagonista extranjero o a un enemigo étnico o religioso, sino que es perpetrada por poderes bien identificados nativos de la propia ciudad.
(…)

Además de ser penetrante y omnipresente, la violencia de Angosta se relaciona con el mundo real porque se refleja de cierta forma en el lector real. La novela introduce a Lince que lee sobre la violencia angosteña, a la vez de que está rodeado de esa misma violencia. Este aspecto se refleja en el lector real por el hecho de que también está leyendo sobre la violencia angosteña. Si por ende el lector real vive en Colombia, vive en la sociedad que ha inspirado a Abad Faciolince a escribir sobre un mundo lleno de violencia. En este caso, el lector entiende la violencia por medio de experiencias propias del mundo real. Entonces, al leer Angosta (1), lee una interpretación ficticia del mundo en el que vive; lo que resulta ser un espejo del lector ficticio y al revés."   

Kristin Himmelfart Stokke Guttormsen


"En Angosta todo lo precario se vuelve definitivo, los decretos de excepción se vuelven leyes, y cuando uno menos lo piensa ya son artículos constitucionales".
"Un hijo que acabó aceptando el silencio como un derecho irrevocable de su padre, y adoptándolo él también a fuerza de voluntad e introspección. La lectura se convirtió cada vez más, para ambos, en una manera de oponer resistencia a la realidad".
"Los padres de Candela habían llegado a la ciudad de abajo a finales de siglo, desplazados de un pueblo de la costa, Macondo, que había sido diezmado, primero por las matanzas oficiales y luego por las burradas de la guerrilla, las amenazas de los narcos y las masacres de los paramilitares. Lo habían perdido todo: la casa, la inocencia, el entusiasmo, la fantasía, la confianza en la magia y hasta la memoria. De su aldea de casas de barro y cañabrava, de los espejismos del hielo, la astrología y la alquimia, sólo recordaban la lluvia interminable o la sequía infinita en la parcela ardiente donde intentaban en vano cultivar raíces de yuca y de ñame para los sancochos sin carne. Habían llegado a Angosta con lo puesto, salvo un pescadito de oro que su madre había heredado de un bisabuelo, y lo cuidaba como la niña de sus ojos, después de un viaje a pie de veintiseis días por ciénagas, selvas, páramos y cañadas".
"En Angosta se sabía que el lema de Afamador era el siguiente: "reseño los libros antes de leerlos; así, cuando los leo, ya sé qué pensar de ellos".
"-Aquí viene otro de los que viven en F, Faciolince, el creído.
-¿qué hay de él?
-Ese librito corto, la culinaria.
-No es malo -dijo Quiroz.
-Malo no, ridículo -dijo Jursich-. Parece que Isabel Allende o Marcela Serrano hubieran reencarnado en él. Es un libro de hombre escrito con alma de mujer. Una maricada.
-A mí me pareció todo lo contrario. Parece el canto de un jilguero, que usa sus trinos para conquistar muchachas.
-¿Por qué lo odias tanto, Jacobo?
-Tal vez porque se parece mucho a mi".

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