viernes, 31 de mayo de 2013

La venganza del hombre muerto

-Dead Man Down-
de  Niels Arden Oplev




Thriller de oscura ambientación con dos seres heridos que torvamente se lamen sus cicatrices. 


Victor (Colin Farrell) es un ingeniero emigrante de origen húngaro. Por resistirse a una mafia matan a su mujer e hija y a él mismo le dan por muerto. Después de un tiempo logra infiltrarse como sicario del capo y planea su venganza. Beatrice (Noomi Rapace) fue atropellada por un automovilista borracho y quedó desfigurada. Es vecina de Victor al que ha grabado cometiendo un crimen. Cuenta con eso para obligarle a que ejecute su venganza: necesita matar al culpable para pasar página.

La ambientación del relato es sombría y tiene fuerza. Víctor y Beatrice son vecinos en un bloque de apartamentos del extrarradio. La escena en que se conocen, frente a frente cada uno en su balcón, separados por el vacío, está teñida de aflicción.

Lo mejor está al principio y al final. La película se inicia con un intenso tiroteo entre bandas en un laboratorio de drogas. Continúa con la relación entre ambos y la historia personal de Víctor. En su centro la película quiere centrarse en el drama personal y en ese momento se estanca. La narración aquí carece de densidad. Colin Farrel deambula demasiado hierático y Noomi Rapace demuestra que tiene capacidad expresiva para la ambigüedad, aunque el personaje queda sin explotar. 

La resolución de ambas venganzas acaba por escapárseles de las manos y en ese terreno resbaladizo es donde la película vuelve a zarpar hasta el enfrentamiento final.

El director, que ya rodara con Noomi Rapace la primera película de la saga Millenium, Los hombres que no amaban a las mujeres; se muestra muy cualificado en un puñado de escenas de acción. Sin olvidar las de inicio y final; en la del francotirador con su posterior huida y la de las ratas en un barco abandonado, donde ejecuta a uno de los asesinos, nos ofrece unas imágenes vigorosas que lo convierten en un thriller notable.

La película intenta un desarrollo más personal en cuanto que Víctor es un inmigrante húngaro y se apoya en su familia, del mismo modo que Beatrice es de origen francés y vive con su madre medio sorda (una lamentablemente desaprovechada Isabelle Huppert); pero estas circunstancias no pasan de testimoniales.

Los protagonistas dan sus vidas por perdidas. Las cicatrices físicas y emocionales les asfixian y permanecen fieramente obstinados en su dolor. A Víctor le está ayudando su tío, interpretado por F. Murray Abraham, que le interroga sobre lo dilatado de los preparativos: Lo estás alargando tanto porque cuando acabes, tú vida ya no tendrá sentido, le dice. 

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