martes, 26 de marzo de 2013

El último exorcismo

-The Last Exorcism-
de Daniel Stamm








Rodada con el estilo de un falso documental, la película sigue al reverendo Cotton; un predicador que lo ha sido desde niño por la influencia de su padre, pero que ahora es un escéptico redomado. 
Él mismo ha practicado docenas de exorcismos; pero al conocer la muerte de un niño en uno de ellos, reniega de su práctica. Para demostrar que todo es un engaño, se compromete con un equipo para realizar un documental sobre un caso y así desvelarlo todo. 

En este último exorcismo le seguiremos hasta el profundo Sur de Estados Unidos. Un padre fundamentalista religioso le ha llamado porque cree que su hija Nell está poseida. Amanece muchos días manchada de sangre mientras algunos de los animales de la granja han sido destrozados.

Allí tendremos oportunidad de apreciar la trastienda del exorcismo: el reverendo prepara la habitación con artilugios de todo tipo, crucifijos que echan humo, hilos invisibles, grabaciones, agua con tranquilizantes, etc. Cuando sobreviene un nuevo incidente, el reverendo lleva a cabo su actuación. El padre y el hermano de Nell asisten alarmados a toda la parafernalia, pero finalmente la niña se relaja y duerme tranquila. El padre paga los servicios y todos contentos. 
El hermano de Nell los recibe al principio con agresividad. Está enfrentado a su padre y quiere proteger a su hermana; pero cuando descubre que todo es un fraude les saluda jocoso. Para él ya no hay problema.

Aprovechando los recursos del documental como ya hicieran REC o Paranormal Activity, este último exorcismo aporta un condimento más. Nuestro guía es un arrepentido y la ambigüedad se adueña del relato.
Efectivamente, una de las bazas más convincentes de la cinta es el reverendo Cotton Marcus. Patrick Fabian lo representa con un gran encanto personal. Su habilidad con los sermones, afinada durante décadas, es manifiesta y aunque consciente del engaño que ejecuta, él lo sublima pensando que presta un servicio: conforta a la gente de sus penas y aflicciones.

Lo más interesante de la película es su punto de partida. Asistiremos a un exorcismo conociendo los trucos. Las imágenes documentarán los hechos, sin montajes, y nuestro cicerone será precisamente un reverendo ya escéptico que nos descubre sus falacias.

Por eso mismo el nuevo giro que toman los hechos nos ofrece una intriga apasionante. De regreso a casa, el reverendo y los documentalistas descansan en un hotel, cuando en medio de la noche, Nell aparece en una habitación sin saberse cómo ha llegado. Se impone el retorno a la granja donde el terror se desata.

Nell está verdaderamente poseída (sus contorsiones espeluznan) y el incrédulo reverendo se ve sobrepasado. Nos encontramos en una situación semejante a El exorcismo de Emily Rose, en la que una niña angelical está sometida a unas fuerzas terribles.

La historia está muy bien hilvanada y por eso mismo, en este momento clave, nos encontramos desarmados. Para colmo, la niña ha realizado un dibujo en el que todos aparecen muertos. El reverendo en un gigantesco fuego, el cámara con la cabeza cortada, etc. Todos temen que sea una premonición.

Después de un buen tramo de incertidumbre y terror corriendo por habitaciones y exteriores cámara en mano, el final se precipita, en el pleno sentido de la palabra. En pocos minutos la película da un giro repentino y cierra los hechos de forma trágica. No falta coherencia a lo narrado, pero las nuevas circunstancias patinan por la velocidad con que están expuestas, dando la sensación de emergencia.

Aun así, una buena película de terror que huye del susto por el susto; actuando por inmersión en un trance bien siniestro. 

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