viernes, 1 de marzo de 2013

AUTÓMATA - de Adolfo García








Isla Desolación.-

La novela es el relato que Oliver Griffin hace al autor cuando se encuentran en la isla de Madeira. Griffin es un estrafalario personaje que sospecha un fatum en que su nombre coincida con el del hombre invisible de H. G. Wells y que está obsesionado con las islas:
"Los islarios, dijo, al igual que los mapas, son textos que leía en mi adolescencia con mayor entusiasmo o ensimismamiento que los libros, porque me figuraba yo que abrían un telón a la imaginación igual que escenas de una película, y lo hacían fantasmagóricamene, ya lo creo, mientras el dedo recorría los lugares, los perfiles, los trazados fabricando historias o espejismos, y dejando en mí, de todo ello, una sensación que se detenía en mi cabeza y me sumergía en un trance" pág 14
Su vida es un empeño por llegar a la Isla Desolación en el remotísimo Estrecho de Magallanes. Este viaje y sus mil bifurcaciones con personajes e historias inusitadas conforman una novela densa, aventurera y de gran aliento. 

El abuelo de Griffin era mago -el Gran Samini- y visitó aquellas tierras a principios del siglo XX. Allí tropezó con la tragedia de Graciela, la cual había perdido en el mar a su marido e hijos. La obsesionada búsqueda de sus cadáveres por toda la costa le hizo descubrir un autómata  que vigilaba aquel estrecho desde la época de Felipe II.
"(Graciela) llegó a creer, y así se lo confesó a mis abuelos, que Dios le había enviado el autómata como un guerrero, un golem o un ronin, para ayudarla a proteger y cuidar aquel enorme campo santo." pág. 137.
La historia de un ejército de autómatas que guardase aquellas aguas se le ocurrió a Maximiliano Transilvano secretario de Carlos I mientras oía relatar la travesía de Elcano y referirse a los gigantescos indios patagones. Posteriormente el asalto a El Callao por parte de Francis Drake saqueando un fabuloso botín, precipitó la decisión de Felipe II para encargar la construcción de los autómatas.

En su conjunto se trata de un relato alucinado. Una Graciela trastornada, un Griffin obsesionado con la Isla Desolación mientras persigue la sombra de un Sarmiento empecinado en una misión de la que el propio Felipe II finalmente renegó. Los tres conforman un trenzado de destinos contrahechos. Tres vértices de una singladura aventurera y visionaria que simboliza el fabuloso autómata. 
"Agitó la cabeza, por si soñaba. ´¿Qué ser hay más prisionero de sí mismo que un autómata? ¿Y qué es en realidad más que lo que otro ha programado en él? ¿Qué libertad le queda a un ser creado para no tenerla nunca?´. Se preguntaba Graciela filosóficamente. Pág. 142
Pero sus populosas páginas también incluyen a Rimbaud en su búsqueda del vergel de Zanzíbar, a Pomponio Mella que ubicó geográficamente la casa de las Tres Gorgonas, a Poe con sus islas Kerguelen o islas de la Desolación que aparecen en el Artur Gordon Pym, sin dejar de visitar la mitología de Defoe o La Cosmografía de Al-Qazwini, en el siglo XIII, donde aparecen las Islas Felices.

Me gusta la teoría de la bifurcación que la novela desarrolla, en la que su tronco se va ramificando en mil historias.

"Yo tengo una vida plural, como Pessoa, aseguró Griffin mirando al cielo mientras dejaba que un sorbo de whisky bajara por su garganta. Una vida, además, llena de bifurcaciones, añadió." pág 347
En estas bifurcaciones encontramos al capitán Branco que lleva a Griffin en su carguero y cuyo corazón se va resintiendo con cada muerte bajo su mando; y también a Miro Pavic, el padre de Graciela, que comió carne humana en una cueva del Cerro McPherson o a su compañero de fatigas, el sanguinario escocés Alcydes MacLenan, con el que conformó una partida para matar indios y buscar oro.


El juego del narrador narrado es muy intenso en el libro. Muchas páginas albergan tres y hasta cuatro niveles distintos del relato. El autor del libro nos refiere el relato que Griffin le hizo de su viaje en el Minerva Janela camino del Estrecho de Magallanes. En ese barco a su vez Griffin le cuenta al marino Caporales las desventuras de Sarmiento, en una de las cuales es prisionero de Sir Walter Raleigh a quien relata sus peripecias en los asentamientos del Estrecho de Magallanes y la instalación del autómata. Lo que cuenta Sarmiento a Raleigh es lo que está contando Griffin a Caporales que está dentro de lo que Griffin está contando al autor, al que nosotros leemos.
Evidentemente este párrafo expositivo no hace justicia a la envidiable claridad y ritmo de la novela.

También es loable la armonía con que se superponen sus muchos niveles temporales, desde el siglo XVI hasta nuestros días. La aventura literaria y la marítima van de la mano. La documentación es amplísima y los detalles maravillosos: se citan los dibujos de Vegecio que el autor pudo ver en la Casa Museo de Mario Praz en Roma y el mítico Das Narrenschiff (La nave de los Locos) de Sebastian Brant, uno de los libros que Giuseppe Arcimboldi regaló a Rodolfo II.



Una parte de la novela es el relato de la conquista de aquellas tierras australes. El pulso de esta narración me recuerda otro relato de un conquistador que se va desmoronando hasta pudrirse: "La aventura equinoccial de Lope de Aguirre" (Ramón J. Sender). Lastimosamente la adaptación que rodó Carlos Saura se quedó a muchos trancos de aquel fabuloso viaje.


Las páginas que refieren la instalación del autómata en lo alto del estrecho son magistrales, tienen un hálito fantasmagórico: la feroz ventisca, los páramos de niebla helada, los cuatro hombres trasladando al autómata y el eclipse de luna justo cuando concluyen la operación tienen una potencia visual, unos ecos que retumban como las grandes gestas donde el hombre aparece frágil como un guijarro y poderoso en su bizarría trágica (pág. 330).

El autor que recoge el relato de Griffin, se impregna asimismo de la obsesión de las islas y del viaje....como nosotros sus lectores.

"Era la llegada a mi Tierra Prometida particular, la llegada a mi Itaca privada, Ulises como me sentía, Ulises como Sarmiento se creyó, y me vinieron a la cabeza los versos de Du Bellay que traduje de joven: ´Hereux qui comme Ulisse a fait un beau voyage...". pág 406


Es Adolfo García Ortega un interesante autor a seguir.

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