martes, 22 de enero de 2013

Les Lyonnais

de Olivier Marchal






Muy apreciable película que nos presenta una historia de envergadura. Ahí es nada un relato en paralelo de la formación y ascenso de la banda de los lioneses, entreverado con el ocaso de su pareja de líderes ya viejos y cansados. 

Tiene ecos de El Padrino como se puede ver en la escena inicial que reúne a toda la banda y familia en una fiesta multitudinaria. Pero la verdad es que se queda en un terso policíaco, con muy buen ritmo y tono crepuscular, pero falto de aliento épico. 
No hurga en el drama personal más allá de lo que la acción conlleva.

Basado en las memorias de Edmond Vidal "Por un puñado de cerezas", el título alude a la primera detención, por un pequeño robo juvenil, de los dos amigos y líderes inseparables, Momon y Serge.


Amigos desde su época escolar, irán adentrándose en el mundo del hampa, hasta organizar su propia banda, Les Lyonnais, que campó a sus anchas en los años setenta.

La película toca aspectos como la relación de las bandas con la política, las torturas policiales, la lealtad y las mafias; con la pincelada del origen gitano de Momon.

Es un fresco sociológico y criminal que abarca 40 años.  Los dos amigos inseparables aprendieron "el oficio" integrados en una banda financiada por la extrema derecha francesa. "Nuestros amigos son los que impiden que la izquierda acceda al poder",les explican. Al intentar desvincularse, Mamon sufre un atentado. En respuesta asesinan a toda la banda y se ponen al frente de una nueva, Les Lyonnais.

El duro Gérard Lanvin compone un personaje hiératico, tipo rostro impenetrable. Le acompaña Tchery Karyo, más dúctil y atormentado. El primero es un gitano que desde la época escolar une su destino a Serge. En la actualidad llevan 15 años separados. Mamon adora a su familia, está alejado de atracos y asesinatos; pero Serge vuelve a irrumpir en su vida. Ha sido apresado. La lealtad inquebrantable llama a su puerta y determinará el desenlace. 


Tiene muy buena factura técnica, estupenda ambientación y un montaje sólido. Como buena película negra el pasado y las traiciones terminan aflorando. Los constantes flashbacks están perfectamente orquestados para poder seguir ambas tramas.

También de Olivier Marchal, Asuntos Pendientes (36, quai des Orfêvres)

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