jueves, 17 de enero de 2013

La noche más oscura

-Zero Dark Thirty-
de Katheryn Bigelow






Zero Dark Thirty está rodado como un documento. Así ocurrió. Katheryn Bigelow y su extraordinario guionista Mark Boal (que lo fue también de En tierra Hostil -The Hurt Locker-) tenían prácticamente preparado un guión sobre la infructuosa caza de Bin Laden cuando la Historia se cruzó en su camino. La preparación que había durado seis años debía "volver a empezar" según han declarado ellos mismos.

Es notorio que la cinta reproduce la investigación del paradero de Bin Laden y la operación montada para su asesinato. Son diez años de palos de ciego por parte de la CIA, en los que se acumularon nuevos atentados y más agentes muertos. De todo ello se da cuenta en esta historia.

La oscuridad nombrada en el título está muy presente en la película, que se abre en negro con las voces de los pasajeros en los aviones secuestrados el 11-S. Asimismo la operación final contra Bin Laden tiene lugar a las 0,30 horas de la madrugada -Zero Dark Thirty en la jerga militar-. Y también pertenecen a la oscuridad los métodos de tortura empleados por la CIA para interrogar. La directora ha querido mostrarlo todo, incluso de forma descarnada, lo cual es encomiable.

La historia tiene un ritmo de thriller con un formato documental. La tensión se masca en cada paso de la investigación y la directora lo escenifica con absoluta verosimilitud. Los 157 minutos del metraje no se notan por el avance milimétrico de la acción.

El hallazgo del guión es haber encontrado el personaje de Maya (espléndida Jessica Chastain), basado en una agente real. Se convierte en el hilo conductor de la acción eludiendo arengas patrioteras o tufos politiqueros. Katheryn Bigelow se centra en la investigación y el ataque sin mayor aderezo. Tan es así que como espectadores nos quedamos sin asideros emocionales. De Maya no conocemos motivaciones personales, políticas o morales. Para ella es un trabajo. Incluso cuando una compañera le insinúa si se ha enrollado con su compañero se extraña enormemente. No cabe. Es una profesional con un sólo empeño, y de tal modo que, una vez segura de la información sobre el fortín de Abottabad, anota fieramente los días que se gastan sin intervenir, en la pared de cristal del despacho de su jefe.

Acompañamos a Maya en su empeño personal. Mujer rodeada de hombres en un mundo de hombres. Su investigación durará diez años, desde que los retazos de interrogatorios la orientaran hacia Abu Ahmed, mensajero del sheik, hasta que éste finalmente la conduce hasta el cubil. 
En artículos y blogs entreveo una larga controversia sobre si los hechos fueron así o no. Sobre si la información salió de torturas o no. Lo encuentro fuera de lugar. Toda película o novela es ficción y como tal sigue sus propias reglas. Los personajes y la acción se dan en un determinado contexto histórico pero como relato, no pretende más verdad que la suya propia y por eso la película es convincente.

También se duda si la obra se muestra a favor o en contra de las torturas. Yo creo que mostrándolas de forma tan cabal ya es tomar partido: son injustificables y moralmente demoledoras. 

Me llama la atención la nobleza en la exposición de los hechos. No sólo se ilustran sin tapujos las torturas, sino también las chapuzas varias que van desde unos analistas de la CIA muy perdidos, hasta el juego político entre la CIA y la Casa Blanca. Cuando el encargado de la Agencia está intentando convencer al asesor de Barak Obama sobre la pista que están siguiendo, éste le espeta con sarcasmo, "yo estuve escuchando los informes sobre las armas de destrucción masiva en Irak y por lo menos presentaban fotos. Usted ni eso". 

La cinta se abona al estilo documental y como tal nos convence. La realización es seca, exacta, marcando a fuego una narración que aparece dividida en capítulos a modo de reportaje. El desarrollo de la acción es implacable y hasta la cámara se enfunda el visor nocturno para no perder detalle. 

Al finalizar la proyección somos nosotros, los espectadores, quienes mascamos el polvo de las imágenes y el hedor de la tortura y el asesinato.


Verdaderamente hay pocos directores tan dotados como Katheryn Bigelow para el cine de acción. La fuerza de sus imágenes hace que  recordemos películas tan contundentes como Le llaman Bodhi (de la que por cierto se está preparando un remake), Días extraños o la más reciente En tierra hostil.

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