domingo, 27 de enero de 2013

Django desencadenado

de Quentin Tarantino






Si ya el spaguetti-western era exageración (aquellos personajes tan malvados, aquellos primerísimos planos tan repetidos, aquellas bandas sonoras tan estrepitosas) y estilización del western clásico; Tarantino ha dado una vuelta de tuerca más y nos regala un western tan excesivo como preciosista, tan irónico como sangriento;  siempre gamberro, como todo lo suyo, pero exquisitamente escrito y rodado. No en vano el director posee una precisión en la puesta en escena con la que pocos autores se pueden equiparar.

Tarantino penetra en la liturgia del western y como un ácido se va colando por sus resquicios hasta desbaratarlo; presentándonos una película del oeste muy original, divertida y brillante.

El cazarecompensas de origen alemán King Schultz (Christoph Waltz) busca a un trío de hemanos asesinos. Como no los conoce necesita al esclavo Django (Jamie Foxx) para que los identifique. Le promete la libertad a cambio de su ayuda. Una vez ejecutado el trabajo y descubierta la habilidad innata de Django para disparar, forman un tandem muy bien avenido dedicado a cazar ladrones y asesinos. El acuerdo sólo tiene una condición; cuando acabe el invierno irán a rescatar a la mujer de Django, Broomhilda, vendida como esclava al malvado Calvin Candie (Leonardo DiCaprio) propietario de una de las más grandes fincas de Mississippi, Candyland. Candie es conocido por su afición a los mandingos, la lucha a muerte entre dos esclavos negros.

La película posee un guión siempre estimulante (recientemente premiado con un Globo de Oro) que no deja de avanzar, introduciendo una tensión narrativa que te arrastra sin remedio.
Me encanta la puesta en escena de Tarantino. Es cuidada, precisa, elegante. Siempre logra captar tu atención. Su diálogos son siempre intencionados y poseen chispa e ironía a raudales. "La D es muda" le espeta al propio Franco Nero (un cameo del Django original) después de deletrear su nombre.

Hay un puñado de escenas inolvidables: la inicial donde se conocen Schultz y Django, la captura y asesinato de los hermanos Brittle, el paso del invierno en las montañas (para mí un homenaje a The Searchers y su narración del tiempo) o la hilarante escena con los miembros del Ku-Klux-Klan. La secuencia de la cena en casa de Candie es magistral. Posee la tensión y el dramatismo de una partida de ajedrez al límite. A ella hay que sumar el magnífico tiroteo final.
















Como en todas su películas, Tarantino mima el dibujo de sus personajes, incluso el de los secundarios. Para demostrarlo ahí está el odioso Stephen (Samuel L. Jackson), tan racista o más que su propio amo Candie.

Jamie Foxx da el tipo perfecto para el papel, pero la pantalla refulge cuando aparecen Waltz  o  DiCaprio, que están inconmensurables.
Waltz compone un personaje muy parecido al de Malditos Bastardos en un tour de force brillantísimo y DiCaprio despliega su carisma con poderío. Sabe ser sutil y violento en el mismo plano y además aporta un sarcasmo  que redondea al personaje.

La película es exagerada, violenta, estilizada y gamberra. Se acompaña de una banda sonora marca de la casa, genial y sin temor al pastiche o al anacronismo (en un momento del western suena un rap). Es entretenimiento puro y cine de quilates. Lástima que ya existan  Malditos Bastardos y Kill Bill; porque en ellas ya estaban todos estos elementos y son sin duda, obras más redondas. 

Me gusta el comentario de Jordi Costa en Fotogramas: "Con sus disquisiciones lingüísticas segundos antes de un tiroteo o el pulso sobre una fórmula de cortesía que precede al clímax de violencia, ´Djando desencadenado´ es, quizá, el western que mayor atención jamás haya prestado al lenguaje verbal: los zooms y reencuadres de la puesta en escena parecen funcionar como contrapunto estilístico a esta obsesión por la forma. Con una trama que pone especial énfasis en la representación y juega a fondo la carta del humor, Django desencadenado sólo peca por exceso (de metraje) y por no saber acuñar una imagen tan poderosa como la de ese Franco Nero atado a un enigmático ataúd". (imagen del Django original)

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