miércoles, 26 de diciembre de 2012

Locus Solus

de Raymond Roussel







Llego tarde a esta magia, después de lustros percibiendo sus ecos. He de desnudar mis altísimas expectativas. En principio me defrauda por su sencillez. Todo me resulta desconcertante. Se trata de un montón de historias, como las mil y una noches. 

El aristócrata y científico Martial Canterel invita a un grupo de personas a su finca, Locus Solus, donde ha reunido objetos fantásticos y ha compuesto escenas quiméricas que de pronto cobran vida. Este Lugar Solitario incluye inventos, esculturas, gatos sin pelo, la cabeza de Danton o la sibila Félicité, etc.

La primera parte me resulta poco mágica. En cada caso el esquema es el mismo. El aristócrata enseña unos objetos que nos provocan extrañamiento. Posteriormente relata la historia fabulosa que esconden detrás. 
Alain Robbe-Grillet nos ayuda a enfrentarnos al reto: 
"Raymond Roussel describe; y más allá de lo que describe, no hay nada. (...) Ninguna trascendencia, ningún más allá humanista, pueden aplicarse a las series de objetos, gestos y acontecimientos que constituyen, desde la primera lectura, su universo". 
"Tenemos la impresión de haber encontrado un cajón cerrado, luego un llave; y esta llave abre el cajón de forma impecable... y el cajón está vacío. pág 425-6
El mismo Robbe-Grillet tacha la obra como "opaca y decepcionante". Otros autores la tildan de banal o inconsistente. Pero todos le rinden pleitesía.

Sin su opúsculo "Cómo he escrito algunos  de mis libros", es seguro que apreciaríamos su obra de distinto modo. Allí nos describe su método: a veces tomaba una frase de dos palabras, ambas con doble significado, y usaba el significado más improbable como base  de la historia, etc.
Todo está transido de artificio y quimera en su obra. 


El poeta John Ashbery reconoce que "igual que la mecánica tarea de encontrar una rima inspira en ocasiones a un poeta para escribir un gran verso, las "rimes de faits" de Roussel le ayudaban a hacer uso  de la mente inconsciente".

Al principio me parece una simple técnica para acumular narraciones.  Hasta que llegamos a las páginas más poéticas y absurdas, donde el artificio se convierte en supremo arte: una galería de cristal donde se reproducen teatralmente ocho escenas.
Giacometti - Le Palais à 4heures de matin
Los actores son muertos que activados gracias a la resurrectina (inventada por Canterel) vuelven a revivir el instante supremo de sus vidas con todo el atrezzo de mensajes, libros en clave, cajones secretos, suicidios, etc.

Giacometti reconoció que esta parte le inspiró alguna obra como Le Palais à 4 heures...

Quiero ver a este varón absorto en el atardecer mientras añade escenas a su jardín de las hespérides. ¿Es una mera reproducción?  ¿Es una repetición hueca? Quiero ver estas escenas como la medalla  que el hipnotizador pasa repetidamente ante tus ojos hasta que caes en trance. Su relato es representación y enigma. Primero vemos un objeto o la recreación de un suceso. Luego se nos ofrece su crónica. El enigma deviene en narración.

Es verdad que en un principio te parece simplemente acumulativo, pero el jardín tiene muchos recovecos. Poco a poco te va ganando lo absurdo y lo arbitrario. La reproducción logra dejarte sin asideros, flotando en la nada. De  pronto empiezas a ver a un creador, ya no es aburrido sino visceral. Busca una palabra, una sonoridad, un gesto que haga clic en la caja de nuestra reminiscencia. 
Según avanzan sus páginas las historias ganan en brillantez. La fantasía se adereza con relatos de Herodoto, Goethe o Voltaire.

Michel Leiris nos recuerda que estos infantiles recursos devuelven a Roussel a una fuente común de mitología o inconsciente colectivo.

Enrique Vila-Matas, uno de sus más nobles epígonos, nos ofrece (aquí) la brújula de su admiración: 
"Decía Leopardi que la vista del cielo es quizá menos agradable que la de la tierra y de los campos, porque es menos variada, y también menos semejante a nosotros, no nos es tan propia, pertenece menos a lo nuestro... Y sin embargo, si la lectura de Locus Solus me pareció tan agradable y me conmocionó con fuerza fue precisamente porque el libro no lo sentí nada cercano y propio, sino lo contrario: seductoramente extraño y extranjero, profundamente glacial y ajeno."
Roussel ejerció su influencia sobre Max Ernst, Dalí, Julio Cortázar, Man Ray o Francis Picabia. De este último nos acordamos cuando Roussel describe sus máquinas fantásticas y hasta metafísicas, inventariando piezas y engranajes cuyo objeto es representar leyendas.

Michel Foucault  se preguntaba en un artículo "¿Por qué se reedita la obra de Raymond Roussel? y concluía que "es posible que haya otros secretos en Roussel. Sin embargo, como en todo secreto, el tesoro no es lo que se esconde, sino los traveses visibles, las defensas erizadas, los corredores que dudan. Es el laberinto lo que hace al Minotauro: no a la inversa.".

P.D. Roussel dio la vuelta al mundo pero escondido detrás de una cortina. No le interesaba lo real, sino sólo los productos de su mente. La edición de Capitán Swing es preciosa incluyendo epílogos de Paul Elouard, André Breton, Michel Foucault, John Ashbery y otros. Más sobre Roussel en el weblog de Guillermo Piro y en la nota de prensa de la Exposición Locus Solus. Impresiones de Raymond Roussel que el Museo Reina Sofía de Madrid organizó en Octubre de 2.011.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.