miércoles, 5 de diciembre de 2012

En el nombre de la madre

de Erri de Luca






A menos de un mes para la Navidad he aquí una pequeña joya.
Un libro narrado desde la intimidad por una elocuente María que nos relata su experiencia desde la concepción hasta la natividad de su hijo.

Es una novela corta, sencilla y profunda. Un poema en prosa cuyo máximo valor es una novedosa voz, muy cálida y humana que trae a primer plano lo cotidiano de unos hechos prodigiosos.

Ahora es la mujer con sus preocupaciones y emociones, la relación con su cuerpo, con su marido o con las leyes del lugar donde vive.
"Las noticias acerca de Miriàm/María provienen de las páginas de Mateo y de Lucas. Aquí se agranda un detalle por ellos esbozado: el ascua de la natividad en el cuerpo femenino, el más perfecto misterio natural.
En el fondo carece de peso, es el escupitajo de un minuto, el concurso masculino. En esta historia está ausente sin que se sienta su ausencia.
No está escrito en sus libros que en el establo hubiera parteras o demás personal en torno al parto. Lo que no está escrito forma igualmente parte del relato: no los había. Parió ella sola. Ese es el mayor prodigio de aquella noche de natividad: la pericia de una joven madre, su soledad asistida. Nada de astros-cometa ni de Magos, tres, por pistas de camellos: la sabiduría del parto de Miriàm/María.
Aquí se agrandan detalles para intentar una aproximación.
"En el nombre del padre": inaugura la señal de la cruz. En el nombre de la madre se inaugura la vida". pág. 17

Miriàm/María parió sola, a ras de tierra. Su concepción, sin estar aún casada, la expone a ser lapidada. Inmaculada, con confianza y sinceridad se entrega a Iosef:
"Iosef quedó sorprendido por mi quietud. Se le contagió a él también. Se puso de pie, levantó la cabeza y se secó la cara con el dorso de esas manos santas que hubiera querido besar.
-¿Conoces la ley, Miriâm?
-Conozco la ley.
-¿En todos sus detalles?
-No tan bien como tú, no todas las palabras. Os corresponde a vosotros los hombres sabérosla de memoria. Conozco las consecuencias.
-Deja que te repita los versos sacros. Provienen del libro Devarìm: Cuando sea que una joven virgen prometida a un hombre: y otro hombre la encuentre y yazga con él.
Y los sacaréis a los dos hacia una puerta de la ciudad, esa, y los lapidaréis con piedras, y morirán, la joven a causa de no haber gritado en la ciudad y el hombrea causa de haber ejercido violencia a la mujer de su prójimo.". pág. 32

A través de estas páginas tersas, notamos los golpes de sangre entre madre e hijo, el rubor de la piel que se prepara al parto:

"Iosef había salido dejando el cuchillo y la palangana. Ahora era mi turno, me tocaba hacer a mí, parir y hacer con el cuerpo. Mi madre me había explicado que estar tumbada ligeramente en pendiente ayudaba: Qué va, me puse en pie y me apoyé de espaldas contra el pesebre. Detrás de mí, los hocicos del asna y del buey; uno de ellos me dio un lametón en la nuca. Tenía en los oídos sus alientos. Uno al lado del otro, tenían un ritmo ágil de andadura expedita. Regulé mi respiración con la de ellos." pág. 86
Maternidad - Ibarrola
El monólogo no se eleva con retórica hacia el firmamento sino que fructifica su interior resonando hasta la placenta. 
"Duermes? Sí, duerme, no escuches a tu madre enfurecida contra sí misma, con el pánico aferrado a su garganta. Duerme, respira saciado, crece, pero poco, lentamente, vive, pero a escondidas. Aguardo tu primera sonrisa para taparla, no sea que deslumbre al mundo y te denuncie. Duerme, mañana verás la primera luz de tu vida y tendrás a tu lado la primera sombra. Dentro de mí no la hacías. Duerme, sueña que sigues allí, que tu vida tiene aún mis señas. En sueños podrás volver cuando quieras.
Qué vacío me has dejado, qué espacio inútil dentro de mí debe aprender  a cerrarse. Mi cuerpo ha perdido el centro, de ahora en adelante somos dos que están separados, dos que pueden abrazarse pero que jamás volverán a ser una sola persona. Por el suelo, entre las piedras del establo, está la placenta, el saco vacío de nuestra espera."pág 99-100


Erri de Luca es un napolitano que ha trabajado como albañil, camionero, alpinista y traductor, hasta que finalmente pudo dedicarse a escribir. En su época obrera se levantaba una hora antes de tiempo para leer la Biblia que como él dice, es un libro lleno de albañiles. Aunque reconoce que "no soy creyente, un creyente es alguien que le habla de tú a la divinidad, sea para rezar o para blasfemar". Y también "el Antiguo Testamento no tenía nada que ver con la literatura, no quería cautivar al lector ni hacer que se identificara con sus circunstancias.  ¿Quién va a identificarse con Noé o Abraham? Por eso me gustó, porque el lector le importaba un bledo. Yo necesitaba esa distancia. Para mí leer todas las mañanas las sagradas escrituras es internarme en un desierto. Luego cierro el libro y vuelvo a ser contemporáneo. No es que el libro me diga algo para el día que me espera, soy yo el que se ha trasladado a otra parte. No es un ejercicio de acercamiento sino de distanciamiento. Lo mismo me pasa en la montaña cuando voy a escalar".
Revolucionario y activista incansable desde la época en que las ONG no se llamaban todavía así; aprendió de forma autodidacta el hebreo bíblico y el yídish.  Javier Rodríguez Marcos, uno de sus más firmes valedores señala acertadamente que "habla sólo de lo que de verdad importa. Sin contemplaciones".

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.