domingo, 28 de octubre de 2012

ARGO - de Ben Affleck




Tercera película de este actor sólo regular pero que como director tiene un pulso muy convincente. En Argos nos regala un thriller apasionante basado en la crisis de las embajadas de 1979 en Teherán. Cuando el ayatolá Jomeini regresa a Irán para tomar el poder, la multitud enfervorecida ocupa las calles y rabiosa por el apoyo de EEUU al sah y la huida de éste, asalta la embajada norteamericana. Todo el personal es hecho prisionero y acusado de espías, menos seis personas que logran huir y refugiarse en casa del embajador de Canadá. 

Los juicios sumarísimos y el ánimo de venganza de un pueblo que fue tiranizado por el sah se adueñan de la situación. Se teme lo peor y la Administración Carter queda paralizada sumida en un mar de dudas. En una de las reuniones Tony Méndez, un experto de la CIA en rescates, propone la idea descabellada de simular el rodaje de una película de ciencia ficción en Teherán como operación encubierta para sacar a los seis escapados.

La película tiene los mimbres de un thriller de espías, muy centrada en los hechos históricos pero comprimidos en una acción de puro nervio y milimétrica intriga. 

Es de agradecer la ausencia de patrioterismo barato y la introducción histórica con que se inicia la película nos ilustra sobre el origen del conflicto. Tras la 2ª Guerra Mundial se intensifica en Irán el movimiento nacionalista para sacudirse el yugo de las potencias extranjeras. En los años 50 accede al poder un primer ministro democrático, Mohammad Mosaddeq que, ante el abuso de los acuerdos comerciales con Gran Bretaña, decide nacionalizar el petróleo. La respuesta de Estados Unidos y Gran Bretaña es orquestar un golpe de estado que depone a Mosaddeq y entroniza al Sah Reza Pahlavi. En 1978 estalla el descontento popular contra el sah, el cual huye a EEUU y Jomeini convierte a Irán en una República Islámica.

La cinta se abona al suspense y monta unas cuantas secuencias que te clavan en la butaca: el asalto a la embajada, el paseo del "equipo de rodaje" por el Bazar buscando exteriores y la llegada al aeropuerto. La amenaza de una muerte terrible pende sobre todo el relato y en cada escena le tensión es acuciante.

El hecho de requerir la colaboración de Hollywood para la farsa, introduce un nuevo escenario que aporta con humor un retrato bastante cínico y nada complaciente del mundo del cine.

Alan Arkin y John Goodman componen dos personajes deslenguados (uno productor y otro experto en maquillaje) que se mueven como pez en el agua en medio del disimulo y el artificio. Sus diálogos chisporrotean en la pantalla con la química del mejor talento. "Hasta un mono podría pasar por director hoy día", se les oye decir. "La historia comienza como una tragedia y acaba como una farsa" dice uno al final. La cita de Marx es al revés pero así es Hollywood.



El guión que utilizó la CIA para el montaje existió de verdad, se titulaba "Argo". La película no se llegó a rodar; se basaba en la novela de Roger Zelazny "Señor de la Luz". Argo tiene connotaciones mitológicas con la nave de Jasón y sus argonautas empeñados en la búsqueda del vellocino de oro.

En los créditos se nos ofrecen las fotos de los verdaderos protagonistas, Tony Méndez con Carter y las del personal de la embajada. Mientras las vamos viendo escuchamos al presidente agradeciendo la colaboración entre naciones (Canadá) y que la situación se resolviese de forma pacífica. La cursiva es mía. La frase la dice un presidente con mala prensa (posteriormente se reivindicaría apoyando y dirigiendo programas de ayuda en África). A la vista de la política exterior norteamericana de años posteriores, cuando cualquier asunto se solventa enviando a 200.000 marines cargados de tomahawks, por lo menos nos invita a la reflexión.

Las otras dos películas de Affleck son Adiós, pequeña, adiós y The Town, ciudad de ladrones.

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