viernes, 27 de julio de 2012

Sin Perdón

de Clint Eastwood





Obra maestra de aliento trágico y crepuscular, este enorme western  jalona su recorrido con panorámicas que inciden en la belleza de un paisaje agreste y en la soledad del hombre que lo afronta. 


El inicial plano nos presenta a William Munny malviviendo de la crianza de cerdos en una granja perdida. En la siguiente panorámica su pasado de pistolero le ha alcanzado, ha sido reclutado para asesinar a dos vaqueros que han acuchillado a unas prostitutas. En la siguiente se encuentra esperando a una de éstas para recibir el pago.

No sólo es un western que maneja soberbiamente el pulso y los engranajes del género, sino que además es un western moderno, actualizado. Las mujeres tienen una enorme ascendencia. La esposa de Munny, Claudia, sin aparecer en ningún momento ejerce su beatífica influencia sobre el pistolero. Las prostitutas no se conforman, sino que se rebelan: "Nos pueden montar como a  caballos, pero no nos pueden marcar como a animales". Ellas son quienes encienden la espita de la venganza.

Otro aspecto que actualiza su sensibilidad es el valor que se da a la vida humana. Will valora la vida de un forma muy intensa después de haber sido un salvaje sanguinario y haber sido rescatado por su mujer. "Cuando matas a alguien no sólo le quitas todo lo que tiene, sino también lo que podría llegar a tener".


El joven aprendiz de pistolero después de matar a un vaquero a sangre fría, abandona asqueado su incipiente carrera, y Ned (Morgan Freeman estupendo como siempre) no puede disparar a sangre fría al vaquero. Es curioso que siendo el único de los tres que no ha matado a nadie es al que atrapan y matan.


Contemporánea asimismo es la presencia de la prensa. Nosotros, espectadores del siglo XXI, somos el periodista Beauchamps. Siempre hemos estado fascinados por el Lejano Oeste y su leyenda. Acompañamos a Bob el Inglés (maravilloso Richard Harris) y luego al sheriff Little Bill (extraordinario Gene Hackman); pero no dejan de ser historias. Finalmente podremos asistir en directo a un duelo a muerte.

Allí comprobaremos  esas verdades desmitificadoras que nos han ido desgranando: Little Bill insiste en lo difícil que es disparar sobre un hombre, (la historia que cuenta del forajido "dos pistolas" es muy divertida y reveladora de lo mucho que fallaban los revólveres). También a Will Munny le falla el arma cuando tiene encañonado a Little Bill y está rodeado de un montón de gente en el saloon.
Pero Munny no es cualquiera. Unos cuantos tragos templan su pulso hasta convertirlo en acero y en la boca del lobo se revuelve mortífero. Después de matar a seis cowboys el periodista le pregunta si disparó primero a quien consideraba mejor pistolero. No, es la respuesta: "Siempre tengo suerte en esto de matar", dice Will. 

En la tragedia también cabe el humor. El viejo pistolero Munny se cae varias veces del caballo y las solitarias noches al raso son proclives a confidencias sobre sexo.
Todo el film es un portento y colecciona un sinfín de escenas memorables, como las brutales palizas del sheriff a Munny y a Bob el Inglés. O cuando en la cárcel Little Bill le tienta a Bob colocando un arma a su alcance. La cumbre de todas ellas, el tiroteo final en el saloon, te deja sin aliento. Esta escena se rodó sin luz artificial, sólo con lámparas de aceite para lograr un mayor realismo, y vive Dios que el resultado es excepcional.


"Me llamo William Munny. He matado a hombres, he matado a mujeres y niños, he matado todo tipo de seres vivientes; y hoy he venido a matarte a ti".

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