domingo, 29 de julio de 2012

El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace

de Christopher Nolan

El director cierra la trilogía que actualiza al oscuro superhéroe y este mismo hecho es su mayor hándicap. Demasiado pendiente de cuadrar el puzzle con sus dos predecesoras, la historia se vuelve sobre sí misma y ofrece mucho menos que aquellas. Vuelven Ra´s al Ghul y Harvey Dent, y con un antagonista de mucho menor brillo que el magnífico Joker de Heath Ledger,  Nolan insiste en los temas de la degradación de Gothan, su rescate moral y la reflexión de Bruce Wayne sobre su rol heroico. Pero todo esto ya estaba amortizado.

El nuevo malvado que nos brinda es más monolítico y menos interesante; aunque aporta una enorme verosimilitud a las escenas de lucha que son bestiales.
Por otro lado, el propio Batman aparece un tanto diluido y tiene menos carne que en las dos anteriores.


Pero lo dicho hasta aquí no nos pueda hacer olvidar que se trata de una gran película. A veces demasiado expositiva en los diálogos, a veces demasiado ruidosa en la banda sonora; pero siempre un espectáculo visual grandioso que aglutina unas cuantas secuencias de acción palpitantes (el prólogo que nos presenta a Bane escapando de un avión en pleno vuelo es soberbio) y un par de ellas de suspense (la intersección del camión con la bomba) perfectamente ejecutadas.

Entre los personajes se nos quedan en la retina dos secundarios que se llevan el gato al agua. El barbilampiño Joseph Gordon-Levitt (que ya colaborara con Nolan en Origen) interpreta al policía íntegro que primero concurre con Gordon y luego penetra los misterios del mismísimo Batman. Y Anne Hataway como una Catwoman muy sui generis que aporta complejidad al personaje: osadía y audacia, pero también temor y vulnerabilidad. Y sobre todo ello, una espléndida belleza.

En general me chirrían dos asuntos. Uno es la verborrea de Bane sobre la liberalización de los ciudadanos de Gothan. Es muy interesante su filosofía sobre el caos (en el caos cabe todo y nos ofrece a cada uno una nueva oportunidad). Aunque es evidente que su objetivo es engañar, "soy un torturador y la mejor tortura es ofrecer esperanza cuando no la hay"; su palabrería contra la autoridad y los políticos tiene unas curiosas connotaciones con el Movimiento 15-M en España u Occupy Wall Street en Estado Unidos.
El otro asunto es la brusca resolución de algunas secuencias como el final de Bane o la recuperación de Batman después de que le partieran la columna vertebral ¡Uf! 

Me gusta la subtrama del origen de Bane y que éste coloque a Batman en la misma prisión de Peña Dura donde forjó su leyenda. Y por supuesto me encanta el modo en que Nolan utiliza la traición como modo de esconder la verdad. En El Caballero Oscuro era el tejido sobre el que se construía la trama. Aquí lo utiliza menos pero no sin  brillantez. Y en este sentido el clímax final donde se nos revela la última verdad sobre Bane y la Liga de las Sombras, nos vuelve a ofrecer un giro tremendamente sorprendente y muy atractivo.

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