lunes, 2 de julio de 2012

Cuentos Completos - Fogwill

Fogwill




Termino el libro con los dedos amarillentos de tanto tabaco como prolifera en sus páginas. ¡Joder Fogwill!, whisky, tabaco, sexo explícito y algunas drogas; en lugar de cuentos, parecen duermevelas donde hablamos de la vida y sus miserias.

El autor es por sí mismo un personaje estrambótico, dedicado al mundo de la publicidad, antiperonista, etc.  Me gusta su forma de narrar, eléctrica y muy directa cuando el tema lo requiere (historias de trabajadores y cárceles) o leve y densa como el vuelo de una mariposa que sube y baja en los relatos más neuróticos y urbanos. Fogwill adapta la piel de sus textos a lo que cuenta. Sólo tienes que comparar el último párrafo de Help a él con algún trozo de La larga risa de todos estos años o de La liberación de las mujeres. Parecen tres narradores distintos. El texto urbano, de pequeños sorbos y frases cortas. El sueño enredado de Help a él con frases largas y subordinadas como los mismos ensueños que relata. Muchas de sus narraciones son en primera persona, implicándonos en una vivencia de enorme intensidad.

El libro atesora un puñado de relatos formidables: Otra muerte del arte, Restos Diurnos, Memoria de Paso, Los pasajeros del tren de la noche, La larga risa de todos estos años, Muchacha punk, Help a él, Cantos de marineros en las pampas, La chica de tul de la mesa de enfrente.
Restos Diurnos es un thriller mental alimentado por las drogas donde el protagonista no sale de un recorrido entre dos casas de un barrio y un coche Renault amarillo, pero a la vez recorre muchos mundos.  Maravilloso relato fantástico en la misma onda que   Japonés, donde dos amigos viajan en un velero que surca mundos alternativos y no sabes si esa mañana en concreto, "el japonés" estará al timón del barco o no.

La larga risa de todos estos años es un denso relato donde el amor, la política  y sobre todo la pasión sádica tienen un extraño correlato. Su desengañado inicio será recordado por todo aquel que lo lea, "No éramos tan felices pero si en las reuniones de los sábados alguien hubiese preguntado si éramos felices, ella habría respondido ´seguro sí´".
Otra muerte del arte es un puzzle literario donde se desmonta y se vuelve a armar el magistral relato de Horacio Quiroga, El almohadón de plumas. Aquí se nos presenta a un asesino en serie que utiliza para sus fines a la alimaña del almohadón. 

La liberación de las mujeres tiene una textura de acero, como de novela negra, seca, carcelaria; en la que se va ejecutando  el plan de una operación de rescate para liberar a unas compañeras encarceladas.
Música es la historia de un ladrón llamado así, el Música, que está encarcelado. Mientras se rememoran sus hechos el propio relato va dando vueltas y construyéndose.
"Escuchaste: ¡eso es contar! Ponés una idea ("El Música"/la música/las bandas de música/La Banda Oriental/una gorda/ Punta Gorda / Punta del Este / Punta Carreta / Presos ) lo que tú quieras. El gil como eso. Y a veces pides más -¿Para qué?- Yo también me pregunto para que...(...)
Otra: sigue el loco con el plan / Se manda solo / Muere conejo queriéndose rajar / Una semana después le llegaba el indulto por cambio de gobierno / ¿Triste?
¿Otra?
Otra: le sacan una muela / Una inyección mal dada (común en la prisión) / Alergia la penicilina / Muere ratón / Y preso.
¿Más complicado?" p. 192

El título Help a él es un anagrama del relato de Borges, El Aleph. El argumento es formalmente idéntico: cuando se muere su novia, el protagonista va a su casa y en un rincón descubre un punto donde está presente todo el universo. Pero en esta olla de oro, Fogwill coloca otros ingredientes. Se toma un alucinógeno que le hace revivir un encuentro con la chica. El encuentro tiene un alto contenido sexual para terminar diciendo
"Conservo en mis cajones más recuerdos de Vera. Alguna pensé regalarle una piedrita tallada tan luminosa como el extremo de la multiplicada oscuridad; pero no hay mejor regalo para una muerta que dejarla jugar por unos instantes con las memorias y las fabulaciones de los vivos."   p. 284

Memoria de paso es un fantástico relato  donde Virginia, la protagonista,  nos refiere su extraordinaria vida a través de varias épocas históricas. El relato aporta veladamente la referencia a la obra de Virginia Woolf que lo inspira. Desde la época en que arribaron a su aldea José San Martín y Alvear en 1810 y ella tenía once años, hasta su viaje a N. York, su cambio de sexo, matrimonio y posterior llegada a Francia cuando "Paris era una fiesta" donde se vuelve a casar con una noble húngara que murió en 1925. 
"Después  volví a casarme un par de veces con suertes dispares. Una vez, con una inglesa que escribía bien y deseaba componer una novela con mis viajes y aventuras (...) casualmente se llamaba Virginia, como yo antes".p. 454
Conoce en persona a Hitler, viaja a España después de la Guerra Civil, etc.


Cantos de marineros en las Pampas es un fresco casi infinito de la pampa y las gentes de una caravana que buscan el grueso de las fuerzas con quien juntarse para una nueva rebelión. El relato se demora en los inacabables espacios y las amarguras de la derrota. La interminable singladura bajo todo tipo de inclemencias concluye con una inundación que arrasa vidas y pertrechos. Finalmente encuentran un pequeño fuerte lleno de jefecillos, contables y miseria. A su triste amparo vuelven a ser soldados, los oficiales "son un mal necesario, como la inundación", se dicen.
"La desesperación es cosa tan complicada que no sería propio decir que alguien hubiera desesperado.
La pampa tiene algo que no permite desesperar.
Desesperanza sí: lo mismo que lo pone cavilador y que no permite desesperar al hombre, causa desesperanza; la idea de volver a empezar y el el plan de juntarse seguían ahí, pero como algo más certero que una ilusión: igual que el horizonte en círculo, el cielo plano, el sol que nunca se termina de ver y el subir y el bajar del viento." p. 315 
El estilo de Fogwill es a la vez denso y vivaz. Escribe párrafos memorables con una cadencia que incluso nos recuerda a Pynchon

"No hay diálogos en esta futura versión de la historia de Pablo aconsejada por Carrera.
Ésa y otras restricciones que el ascetismo impone, me impulsaron a imaginar la historia de Pablo compuesta como film de televisión. Sobre el papel se representaría solamente un diagrama del flujo de electrones en el tubo de rayos catódicos, y las páginas del libro corresponderían, cada una a su turno, a un microsegundo de emisión electromagnética. Así, la araña, el cojín, la aldea de Vicente López, la Marsella del hampa, las playas del Pacífico, los hoteles del Mediterráneo y todos los chalets acaban convertidos en accidentes geométricos, como las intenciones del autor y lo que pudieran proyectar sobre las mentes de los lectores. Se ha oído hablar de la muerte del arte: por consunción, exangüe, succionado u opíparo en el escenario de la sobreabundancia. No fue éste el caso. Aquí no hay espacio para la alegoría: todo sucede y todo se desbarranca desde las ganas de decirlo. Cada frase suele ser una instancia decisiva y cada acto puede ser una colaboración con cualquiera de las fracciones enemigas. Ideas sobran. La idea de matar, sobra. Cada uno habita su propio big bang y a veces lo transmite. El hombre del chalet, harto y aún a punto de evocar y reconstruir su vida, tarde o temprano dejará de recomenzar, aunque la noción de comienzo, como las de fin y de finalidad, igualmente sobren." p. 46
En Fogwill encontramos relatos urbanos y pamperos, oníricos y drogados, carcelarios y aeroportuarios. Igual nos metemos en el pellejo del sereno de una usina abandonada, como en el de una terrateniente que recorre el mundo en sucesivas décadas históricas. El venero de la reciente historia argentina (Perón, Evita, la Guerra de las Malvinas) aflora a cada tanto.
Hay páginas de una sexualidad arrebatadora, donde el hombre busca en el cuerpo de la mujer el cosmos completo (Llamándonos, Luz mala, Help a él). 

Otra característica es que son relatos muy conscientes. El narrador es consciente de lo que cuenta  y reflexiona o comenta lo que acaba de contar. Asimismo es consciente de que se trata de un relato; tan consciente que hasta se abstrae de la narración
"(Estoy seguro de haberlo escrito, pero ella volvía a contármelo y yo soy respetuoso de mis protagonista. El arte -pienso- debe testimoniar la realidad, para no convertirse en una forma de onanismo, ya que las hay mejores) p.144

"Después debí revisar mi teoría, cuando mostrando su lápiz confesó-; ¡Mirá qué lindo...! ¡Lo encontré en un sillón del hall...! Me dió no sé qué devolverlo...-Era penorso ,pero la absolví:
-Claro...para qué lo vas a devolver...¿te creés que el dueño lo va a reclamar? -Sentí cómo se derrumbaba mi castillo de arquitectura y caía en pedazos en el lugar donde yacían las últimas hilachas de mi tul: el relato, la región de los recuerdos que enriquecen o justifican la memoria. Pero lo importante es que hasta aquel momento había sido mi arquitecta de tul de la mesa de enfrente, y que lo seguía siendo hoy por la tarde, cuando lo inventé un título a este relato" p. 97

Encuentro finalmente, que sus relatos suelen entrañar un agudo contraste: En uno de ellos y casi  al finalizar, nos enteramos de que el narrador es narradora y todo se ilumina bajo una nueva luz. En otro lo que comienza como las correrías de la edad de la política acaba siendo un relato de alto contenido sexual. La cola, se inicia como  un testimonio crítico de esa cola absurda en el velatorio del prócer, para acabar integrándose en ella. La muchacha punk de aquel encuentro que se rememora, resulta ser una aristócrata.

No soy argentino ni he vivido allí, pero percibo como un exceso de argentinismos en estas páginas, que junto a constantes referencias urbanitas (marcas de cigarros, bebidas y coches) me parece como un fuerte deseo de acotar el tiempo y el espacio dentro de una musicalidad del texto. Porque en Fogwill, el texto tiene un ritmo y una rotundidad como en pocos autores.

Un libro que quedará como un clásico.

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