domingo, 29 de julio de 2012

El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace

de Christopher Nolan

El director cierra la trilogía que actualiza al oscuro superhéroe y este mismo hecho es su mayor hándicap. Demasiado pendiente de cuadrar el puzzle con sus dos predecesoras, la historia se vuelve sobre sí misma y ofrece mucho menos que aquellas. Vuelven Ra´s al Ghul y Harvey Dent, y con un antagonista de mucho menor brillo que el magnífico Joker de Heath Ledger,  Nolan insiste en los temas de la degradación de Gothan, su rescate moral y la reflexión de Bruce Wayne sobre su rol heroico. Pero todo esto ya estaba amortizado.

El nuevo malvado que nos brinda es más monolítico y menos interesante; aunque aporta una enorme verosimilitud a las escenas de lucha que son bestiales.
Por otro lado, el propio Batman aparece un tanto diluido y tiene menos carne que en las dos anteriores.


Pero lo dicho hasta aquí no nos pueda hacer olvidar que se trata de una gran película. A veces demasiado expositiva en los diálogos, a veces demasiado ruidosa en la banda sonora; pero siempre un espectáculo visual grandioso que aglutina unas cuantas secuencias de acción palpitantes (el prólogo que nos presenta a Bane escapando de un avión en pleno vuelo es soberbio) y un par de ellas de suspense (la intersección del camión con la bomba) perfectamente ejecutadas.

Entre los personajes se nos quedan en la retina dos secundarios que se llevan el gato al agua. El barbilampiño Joseph Gordon-Levitt (que ya colaborara con Nolan en Origen) interpreta al policía íntegro que primero concurre con Gordon y luego penetra los misterios del mismísimo Batman. Y Anne Hataway como una Catwoman muy sui generis que aporta complejidad al personaje: osadía y audacia, pero también temor y vulnerabilidad. Y sobre todo ello, una espléndida belleza.

En general me chirrían dos asuntos. Uno es la verborrea de Bane sobre la liberalización de los ciudadanos de Gothan. Es muy interesante su filosofía sobre el caos (en el caos cabe todo y nos ofrece a cada uno una nueva oportunidad). Aunque es evidente que su objetivo es engañar, "soy un torturador y la mejor tortura es ofrecer esperanza cuando no la hay"; su palabrería contra la autoridad y los políticos tiene unas curiosas connotaciones con el Movimiento 15-M en España u Occupy Wall Street en Estado Unidos.
El otro asunto es la brusca resolución de algunas secuencias como el final de Bane o la recuperación de Batman después de que le partieran la columna vertebral ¡Uf! 

Me gusta la subtrama del origen de Bane y que éste coloque a Batman en la misma prisión de Peña Dura donde forjó su leyenda. Y por supuesto me encanta el modo en que Nolan utiliza la traición como modo de esconder la verdad. En El Caballero Oscuro era el tejido sobre el que se construía la trama. Aquí lo utiliza menos pero no sin  brillantez. Y en este sentido el clímax final donde se nos revela la última verdad sobre Bane y la Liga de las Sombras, nos vuelve a ofrecer un giro tremendamente sorprendente y muy atractivo.

viernes, 27 de julio de 2012

Sin Perdón

de Clint Eastwood





Obra maestra de aliento trágico y crepuscular, este enorme western  jalona su recorrido con panorámicas que inciden en la belleza de un paisaje agreste y en la soledad del hombre que lo afronta. 


El inicial plano nos presenta a William Munny malviviendo de la crianza de cerdos en una granja perdida. En la siguiente panorámica su pasado de pistolero le ha alcanzado, ha sido reclutado para asesinar a dos vaqueros que han acuchillado a unas prostitutas. En la siguiente se encuentra esperando a una de éstas para recibir el pago.

No sólo es un western que maneja soberbiamente el pulso y los engranajes del género, sino que además es un western moderno, actualizado. Las mujeres tienen una enorme ascendencia. La esposa de Munny, Claudia, sin aparecer en ningún momento ejerce su beatífica influencia sobre el pistolero. Las prostitutas no se conforman, sino que se rebelan: "Nos pueden montar como a  caballos, pero no nos pueden marcar como a animales". Ellas son quienes encienden la espita de la venganza.

Otro aspecto que actualiza su sensibilidad es el valor que se da a la vida humana. Will valora la vida de un forma muy intensa después de haber sido un salvaje sanguinario y haber sido rescatado por su mujer. "Cuando matas a alguien no sólo le quitas todo lo que tiene, sino también lo que podría llegar a tener".


El joven aprendiz de pistolero después de matar a un vaquero a sangre fría, abandona asqueado su incipiente carrera, y Ned (Morgan Freeman estupendo como siempre) no puede disparar a sangre fría al vaquero. Es curioso que siendo el único de los tres que no ha matado a nadie es al que atrapan y matan.


Contemporánea asimismo es la presencia de la prensa. Nosotros, espectadores del siglo XXI, somos el periodista Beauchamps. Siempre hemos estado fascinados por el Lejano Oeste y su leyenda. Acompañamos a Bob el Inglés (maravilloso Richard Harris) y luego al sheriff Little Bill (extraordinario Gene Hackman); pero no dejan de ser historias. Finalmente podremos asistir en directo a un duelo a muerte.

Allí comprobaremos  esas verdades desmitificadoras que nos han ido desgranando: Little Bill insiste en lo difícil que es disparar sobre un hombre, (la historia que cuenta del forajido "dos pistolas" es muy divertida y reveladora de lo mucho que fallaban los revólveres). También a Will Munny le falla el arma cuando tiene encañonado a Little Bill y está rodeado de un montón de gente en el saloon.
Pero Munny no es cualquiera. Unos cuantos tragos templan su pulso hasta convertirlo en acero y en la boca del lobo se revuelve mortífero. Después de matar a seis cowboys el periodista le pregunta si disparó primero a quien consideraba mejor pistolero. No, es la respuesta: "Siempre tengo suerte en esto de matar", dice Will. 

En la tragedia también cabe el humor. El viejo pistolero Munny se cae varias veces del caballo y las solitarias noches al raso son proclives a confidencias sobre sexo.
Todo el film es un portento y colecciona un sinfín de escenas memorables, como las brutales palizas del sheriff a Munny y a Bob el Inglés. O cuando en la cárcel Little Bill le tienta a Bob colocando un arma a su alcance. La cumbre de todas ellas, el tiroteo final en el saloon, te deja sin aliento. Esta escena se rodó sin luz artificial, sólo con lámparas de aceite para lograr un mayor realismo, y vive Dios que el resultado es excepcional.


"Me llamo William Munny. He matado a hombres, he matado a mujeres y niños, he matado todo tipo de seres vivientes; y hoy he venido a matarte a ti".

martes, 24 de julio de 2012

El abismo de una pared


No llovía, o quizás no nevaba.
Yo estaba sentado de espaldas a una pared, no,
a una ventana,
la ventana de enfrente,
a mí mismo,
a todos.

No quería ser nadie.
No me atrevía a volver la cabeza.
A mis espaldas alguien observaba todo
lo que yo hacía,
y si me giraba
iría a la policía para decir: EPPUR SI MUOVE.

Hay demasiadas negaciones -pensé-
sintiéndome como el sujeto de una oración
compuesta que termina precisamente aquí.


A lo largo de la noche fui encogiéndome.
El teléfono sonaba. Era yo
comprobando si estaba en casa.
Dudaba de mí mismo.


Obstinadamente, la lluvia no caía.
Nunca olvidaré cómo no llovió aquellos días.
Aquí falta una frase.
Y aquí otra.


pág. 83 y 84  de Peking by Night de Svetislav Basara, Editorial Minúscula

lunes, 23 de julio de 2012

Homeland

Creada por  Howard Gordon, Alex Gansa y Gideon Raff




Interesantísima serie que juega la baza de la intriga sustentada en dos tensos hilos: Por un lado un marine -el sargento Brody- es rescatado en Irak después de 8 años de encierro y torturas. Vuelve a su país con el aura de un héroe al que los políticos quieren utilizar. Por otro, una agente de la CIA -que se medica a escondidas de su problema de neurosis- recibe el soplo de que un marine se ha pasado  a Al-Quaeda. Ella inmediatamente sospecha del sargento recién liberado.
Los dos hilos a veces están electrificados y saltan unos chispazos tremendos mientras el espectador no sabe a qué carta quedarse. Nos van soltando indicios de que el sargento ha cambiado y mucho, pero él siempre logra convencernos de que sigue siendo un patriota. Un constante juego del ratón y el gato.

La serie está basada en otra israelí, "Prisioners of War", creada por Gideon Raff. Una apasionada interpretación de Claire Danes y una muy medida de Demian Lewis encumbran los resultados a una intriga superlativa. ¿Será el sargento Brody un traidor o no? El sufrimiento y la tortura (llegamos a ver cómo le obligaron a matar a un compañero a golpes) evidentemente lo han cambiado, ¿pero hasta dónde?. Cada capítulo esconde una nueva vuelta de tuerca en forma de acto o recuerdo que nos hace decantar contra Brody. Mientras que en otras ocasiones apreciamos más la neurosis de la agente que, en su obsesión por delatarlo, comienza a ir por libre, saltándose todas las normas.


Las referencias políticas y sociales sobre cómo EEUU vive su guerra contra el terror se nos muestran sin ambages: la ambigüedad de la verdad, la justicia y la venganza, los resortes psicológicos de las personas sometidas a estrés, los intereses políticos de las guerras y sus héroes.
Las circunstancias y evolución del sargento Brody durante los ocho años de cautiverio se nos van presentando mediante flashbacks. A pesar de ello, un recurso narrativo tan difícil como la ambigüedad se logra mantener hasta prácticamente el octavo capítulo de los doce que tiene esta primera temporada.


El juego político va entrando poco a poco, pero sólo en los dos últimos capítulos es notorio, cuando el mismísimo vicepresidente americano visita al sargento para ficharlo. Mientras tanto la narración toma derroteros de todos los colores: de pura guerra en el rescate y los flashbacks, de espías y tecnología con el propio sargento o cuando quieren detectar a un compañero de Brody, sospechoso y suelto por la ciudad. También está presente el drama familiar sobre la reinserción de un soldado después de tantos años de prisión.

El duelo interpretativo de los protagonistas raya a gran altura y se carga de altísima tensión cuando desde la mitad de la temporada ya interactúan. La tercera pata de esta mesa magníficamente torneada es Mandy Patinkin (Mentes Peligrosas) que, como su jefe en la CIA, mantiene con la agente una relación mentor-paternal.


La cadena Showtime ya anunciado la segunda temporada para octubre de 2012. Por mi parte no dudo que los guionistas mantendrán el nivel pues ya han demostrado su solvencia; pero tiendo a creer que ya no será lo mismo. La originalidad del enfoque, el desarrollo de las relaciones y el desvelamiento de los recuerdos  ya han producido sus efectos. 

miércoles, 18 de julio de 2012

La olla de oro

de James Stephens






Obra de aliento épico, poético y hasta filosófico, fue publicada en 1912 y da carta de naturaleza a los dioses propios de Erin.

A lo largo y ancho de la obra conviven leprecauns y labriegos  con el dios Pan y Angus Óg, los tuata de Danam, los Hombres Absolutos y los Durmientes de Erinn. El hilo conductor son dos Filósofos cuya inocente sabiduría provoca que los leprecauns de Gort na Cloca Mora pierdan su olla de oro, cuando "un leprecaun sin una cazuela llena de oro es como una flor sin perfume, un pájaro sin ala, o un interior sin exterior."



El texto tiene el poso de lo fundacional, la voluntad de dotar a Irlanda de unos orígenes mitológicos. En un comienzo aparece el dios Pan, que se atrae a una joven campesina. Pero el autóctono Angus Óg acude para llevársela y mostrarse como el señor de los verdes valles.  Es como establecer un lazo y presentar a los dioses de Erin a través de los ancestrales mitos griegos. A Stephens le atraía enormemente la teosofía, el folcklore irlandés y el espiritualismo. La traductora Olivia de Miguel ya nos indica en la introducción cómo los años posteriores a la muerte "de Charles Stewart Parnell, el héroe del nacionalismo irlandés, surgieron diversos grupos que proponían soluciones, no tanto políticas como culturales, al problema de la identidad irlandesa. Este Renacimiento irlandés liderado por Yeats y con componentes tan ilustres como AE (George W. Rusell) o George Moore "redescubrieron la antigua literatura heroica, con sus batallas, mitos y dioses", capaz de ofrecer esa identidad. La olla de oro cumple este liturgia.

A pesar de su ambiente mitológico, la obra tiene humor,
"No hace mucho, en la espesura del pinar llamado Coilla Doraca, vivían dos Filósofos. Eran más sabios que nada ni nadie en el mundo, sin contar al Salmón que habita en la alberca de Glyn Cagny donde el avellano, que crece a su orilla, arroja los frutos del conocimiento. Él, por supuesto, es la criatura viviente más profunda, pero en cuanto a sabiduría, los dos Filósofos eran casi tan sabios como él. Sus rostros parecían de pergamino, tenían las uñas sucias de tinta y eran capaces de resolver al instante cualquier dificultad que les planteasen, incluso las mujeres. La Mujer Gris de Dun Gortin y la Mujer Flaca de Inis Magrath les formularon las tres preguntas que nadie había podido responder jamás, y ellos las contestaron. Así fue como lograron la enemistad de estas dos mujeres, mucho más valiosa que la amistad de los ángeles. La Mujer Gris y la Mujer Flaca se enfurecieron tanto al escuchar las respuestas que se casaron con los Filósofos..." pág. 17
y ofrece sentencias sobre la vida, las relaciones entre hombres y mujeres o entre dioses y hombres. La plasmación en definitiva de un carácter, una filosofía y un panteón nacionales, propios de Irlanda.
"A la Belleza no le gusta el Pensamiento y enviará terror y penas a aquellos que la miren con ojos inteligentes. No podemos ni enfadarnos ni alegrarnos en presencia de la luna; ni atrevernos siquiera a pensar en el alcance de su poder o, con toda seguridad, la Celosa nos atormentará. Creo que no es benévola sino maligna y que su mansedumbre es una tapadera de sus vergonzosas  infamias. Creo que la belleza tiende a ser espantosa a medida que se hace perfecta, y que, si pudiéramos captarla en su totalidad, veríamos que la belleza extrema es de una fealdad desoladora, y la belleza absoluta y última recibe el nombre de Locura." pág. 175

"-Qué es lo que más te gusta en el mundo, Seumas Beg? -dijo Pan.
El muchacho se quedó pensativo un momento y respondió:
-No lo sé, señor.
Pan también reflexionó un momento.
-Tampoco yo lo sé -dijo-. ¿Qué es lo que más te gusta en el mundo, Pastora?
Caitilin tenía la mirada fija en él.
-Aún no lo sé -contestó lentamente.
-Ojalá los dioses te protejan contra ese conocimiento -dijo Pan con gravedad.
-¿Por qué dices eso ? -replicó-. Uno debe averiguarlo todo, y cuando averiguamos una cosa sabemos si es buena o mala.
-Ése es el principio del conocimiento -dijo Pan-, pero no es el principio de la sabiduría.
-¿y cuál es el principio de la sabiduría?
-La indiferencia -respondió Pan." pág. 67
"Ella había descubierto que la felicidad no es risa ni satisfacción y que nadie puede ser feliz por sí solo. Así había llegado a comprender la terrible tristeza de los dioses y por qué Angus Óg lloraba en secreto; porque a menudo le había oído llorar  por la noche y ella sabía que lloraba por los que eran desgraciados y que seguirían siendo inconsolable mientras hubiera en el mundo personas tristes o actos malvados. La propia felicidad de Caitilin también se había infectado de la desdicha ajena, hasta supo que nada le era ajeno". pág. 182

Nos asaltan los mitos vestidos con nombres sonoros como bosques remotos. Así Meehawl MacMurrachu, la Mujer Flaca de Inis Magrath, los leprecauns de Gort na Cloca Mora, los shee de Croghan Conghaile o Angus Mac Óg, hijo del Dagda Mór.

"Los poemas proféticos de Blake, fundamentalmente "Las Cuatro Zoas", escenifican una fantasía cósmica de la lucha entre los cuatro principios, constitutivos del ser humano: razón, pasión, sentidos e imaginación encarnados en Urizen, Luvah, Tharmas y Urthona. Stephens escribe en una primera edición de La olla de oro que "en este libro hay tan sólo un personaje: el ser humano. Pan es su naturaleza sensual; Caitlin, la emocional; el Filósofo, la intelectual y Angus Og, la divina imaginación. Los policías representan la convención y lógica humanas; los leprecauns, su parte elemental, y los niños, la inocencia. No he llevado a cabo la idea con rigidez, pero así es como concebí la historia". Prólogo pág. 11

domingo, 15 de julio de 2012

CUENTOS PARA LECTORES CÓMPLICES - de Antonio Pereira







Trivialidad y fantasía.-

Este es un libro de largo aliento entre los de Pereira y lo es por dos motivos: uno es la estructura narrativa, que aparece más trabajada y abierta (como en Las erotecas infinitas). Otro son las referencias geográficas donde se ubican, repartidas prácticamente por todo el mundo: Túnez, Nepal, Londres; ofreciéndonos a sus lectores un periplo internacional más allá de su indefectible noroeste ibérico.  

A pesar de que Las peras de Dios, El otro y yo  o La venganza no dejan de ser casi anécdotas dignificadas por un narrador de pulso firme, el conjunto es excelente.

Se nota el dominio y la precisión en el desarrollo del relato, en la redacción de párrafos literariamente intensos y en la potencia de los giros finales donde más allá de la mera sorpresa, confluye todo el cuento. El Ingeniero Démencour, Los brazos de la i griega, El pozo encerrado, Las erotecas infinitas, El Ingeniero Balboa o El sitio del Inglés son magistrales. Este último es una novela comprimida sobre los deseos y esperanzas de una pareja de novios que construyen castillos en el aire en una mansión abandonada. El giro final es descorazonador.

En Las erotecas infinitas encontramos un juego literario que demuestra que Antonio Pereira es un cuentista de poderoso fuste, independientemente de sus habituales personajes provincianos o del asalto a la poética de la trivialidad que ejecuta en muchas de sus narraciones. La estructura de este cuento se desarrolla con una riqueza pasmosa; cada personaje descubre una secreta biblioteca erótica en una de cuyas obras un personaje descubre asimismo otra biblioteca erótica, etc. Con la brillantez del mejor Italo Calvino, "cada historia desemboca sin concluir, en la siguiente; el enlace sustituye al final, incesante linealidad del relato único y diverso en su unidad", según apunta el profesor Ricardo Gullón en el Prólogo.

Matar la mosca cuando empieza tiene la viscosidad de las pesadillas y Los brazos de la i griega es un relato fantástico maravilloso que te produce un escalofrío al atisbar lo sobrenatural. 
"Nosotros habíamos viajado a Nepal por curiosidad, pero yo sentía como una llamada antigua que no acababa de explicarme. Sólo faltaban unos pasos para completar el círculo que debe recorrer en Daksin Kali un peregrino devoto. En el final del círculo estaba él, otra vez mirándome con sus ojos de cobre. Mirándome a mí, el único, entre toda la humanidad. Esta vez esbozó una sonrisa mostrando la masticación de la droga suave que le oscurecía los labios.
Escupió con decoro el jugo del betel. Y habló:
-Nhagemani hunuhoz, namaste, namaste.
Randa me tradujo estas palabras en la cantina del aeropuerto, cuando ya estábamos despidiéndonos: "Suerte, suerte. ¡Saludo al dios que hay dentro de tí!." p. 139

Beltrán, primera especial es de los más reconocibles de Pereira. Beltrán conduce un autobús entre los pueblos perdidos de la meseta castellana. "La resistencia a lo trivial sumergiéndose en la trivialidad", dice Gullón. Efectivamente el autor logra soplar entre las cenizas más humildes para encontrar el brillo de unas motas de genuina emoción.

El Ingeniero Balboa es el más estremecedor del libro. Un relato compuesto de apariencias  que finalmente un incendio esclarecerá. Un joven del pueblo es requerido por la viuda del Ingeniero Balboa. El confuso relato que nos aporta sobre la intensidad de su vivencia, mezclado con los susurros de una guerra civil presente pero innombrada, logra una evocación de gran potencia dramática.


He nombrado a Calvino y ahora nombraré a Cortázar y a Rulfo. Pereira es un grande del cuento a cuya complicidad el avisado lector acude raudo.

sábado, 14 de julio de 2012

The Amazing Spiderman

de Marc Webb

Decepcionante película que peca precisamente de lo que no puede pecar un blockbuster, ser aburrido. Los diálogos del protagonista con su familia y sobre todo con su chica son tediosos. Emma Stone y Andrew Garfield parecen dos tontuelos sin ninguna entidad.

Claro que hay diez minutos de vuelo entre las calles, el tráfico y los edificios que son un alarde de efectos especiales; además de una pelea y un par de brillantes planos (como el de la ciudad a través del ojo de Spiderman): demasiado poco.


Se ha escrito que la película pretende un mito más serio e incluso más oscuro y de ahí la ausencia de acción relevante en una película de acción. Paparruchas. El supervillano lagarto se queda corto a todas luces. La relación de Peter Parker con sus tíos es muy escueta y sin vida (desaprovechados Martin Sheen y Sally Field). Hay en cambio superabundancia de escenas en el instituto con tonterías como la de la cancha de baloncesto. El traje diseñado por el Circo del Sol es precioso, pero su elaboración se resuelve chapuceramente. 
No mejora en nada el original de Sam Raimi.

Si se trataba de la refundación del superhéroe ahí tenían el ejemplo esplendoroso del Batman de Christopher Nolan. Pero aquí no hay refundación sino una mera copia sin chispa alguna.


Es mejor idea pillar el DVD de (500) días juntos de este mismo director y disfrutar de una gran comedia romántica.

viernes, 6 de julio de 2012

El Havre

de Aki Kaurismaki








¡Merci bien! Monsieur Kaurismäki.
Concluyo la visión de Le Havre  y me inunda una sensación de agradecimiento. En esta opulenta Europa que no deja de mirarse el ombligo de la crisis, el cineasta finlandés nos lleva al extrarradio del continente para descubrir a los inmigrantes que se esconden en los contenedores de un puerto.  Así que ver la película supone un alto en el camino para redirigirnos hacia emociones más esenciales: la solidaridad, el amor, la entrañable humanidad de los más pobres. Gracias por un cuento moral desbordante de fraternidad y esperanza.

Marcel es un bohemio empedernido autoexiliado en esta ciudad portuaria. Su sencilla vida de limpiabotas la comparte con una sacrificada mujer que le esconde una grave enfermedad. Su economía es de guerra. Debe en el bar, debe en la frutería; pero su optimismo y solidaridad resultan inquebrantables. Un día se cruza con un joven inmigrante que huye de la policía. A pesar de que su mujer es ingresada muy grave, Marcel (majestuoso André Wilms) se propone ayudar al joven Idrissa. Primero lo esconde y luego inicia una investigación por las zonas donde se esconden los inmigrantes ilegales para encontrar a su familia. La actuación de Marcel conmoverá a todo su entorno, seres que también sobreviven en la precariedad (el tendero, la mujer del bar, el policía), confabulándose todos para ayudarle a cruzar hasta Londres y reunirse con su madre.

Marcel es un personaje maravilloso y André Wilms lo borda. Un poco filósofo, siempre acompañado de su perrita Laika, no está tan indefenso como parece. Sus valores son su fuerza.

Los escenarios son los típicos de Kaurismäki, la parte de atrás de las ciudades, un puerto de carga y descarga oxidado por el tiempo, pequeños tugurios donde beber una copa, casas desnudas que apelan a la dignidad de una simple flor para escapar de la mísera realidad.

Todo el que haya visto una sola película de Karusmäki reconocerá enseguida sus planos: esa cualidad pictórica de cada fotograma, esa composición hierática de los personajes que, siempre como en escorzo, nos trasladan el vacío existente sólo unos pasos más allá.


Sus películas tienen un aliento irreal, casi absurdo; pero siempre nos agitan la conciencia.

Cómo me pides que piense si no existo, le dice a Marcel un amigo vietnamita que sobrevive sin papeles. Y también, el Mediterráneo  es la mayor oficina de identificación de Europa. Todos los inmigrantes tiran allí sus papeles para que no los deporten.


La película es tierna e incorformista a partes iguales y guarda momentos tan entrañables como la historia del rokero Little-Bob, auténtico pionero del rock francés nacido en El Havre, que aparece testimonialmente en la película interpretando una encantadora historia de amor.


El crítico Rodríguez Marchante escribió (aquí) un par de hermosas consideraciones que no me resisto a reproducir:

"Le Havre es el ejemplo más claro de que lo inverosímil puede darle un buen cepillado a los zapatos sucios de la realidad"

"Le Havre es exactamente la película que cualquier conocedor de Aki Kaurismäki espera, y lo sorprendente es que suenen igual de nuevas y frescas sus candorosas denuncias de la maldad de este mundo, donde hay quien roba cosas, quien delata al vecino y quien es perseguido por la ley pero no por la justicia... No aplaudir a Kaurismaki o a su cine es como apagar velas en una iglesia."

miércoles, 4 de julio de 2012

La piel que habito

de Pedro Almodóvar





Todas las películas de Almodóvar son propensas al tremendismo y a una exageración melodramática  de difícil medida. Cuando el director manchego  logra encauzarlo y hacerlo parte del relato, el resultado es vibrante y la desazón vital del protagonista nos arrastra sin remedio. Volver, Todo sobre mi madre o La ley del Deseo así lo prueban. Películas densas, por momentos duras y que sin duda logran conmovernos. En otras ocasiones, la exacerbación de situaciones melodramáticas hace que el espectador se aleje y enfríe respecto del drama al que asiste.

En La piel que habito pasa un poco esto último. No es una película fallida ni mucho menos. Se trata de un relato bien trenzado, con buen ritmo y unos flashbacks que nos aportan informaciones sorprendentes. Pero el meollo de la película, esto es, la locura de un cirujano plástico obsesionado por la muerte de su mujer por las quemaduras en un accidente de coche, no nos toca.

¿Por qué permanecemos distantes? Este suele ser un asunto complejo, pero creo que la interpretación de Antonio Banderas no ayuda. Su ceño fruncido no nos traslada un alma oscura, no nos participa su desesperación. El flashback donde asistimos al momento en que su cabeza hace clic -otra muerte, en este caso de su hija- parece una impostura, no hay convicción.
La historia asimismo es demasiado truculenta y el morbo del cirujano acostándose con su obra parece un calentón adolescente. Manejando un asunto tan enfermizo no nos perturba.

El drama interesa pero no nos arrastra y eso que está contado a través de una puesta en escena muy elegante y plástica. La pantalla plana en donde el médico observa su obra, como si fuese una sirena en una pecera, es brillante. También el paralelismo entre los movimientos felinos de la prisionera en su lujosa habitación y las imágenes de TV donde vemos a un león atrapando a una gacela. 

Pero a pesar de lo que digan algunos, ese hipnotismo del perseguidor y la gacela, queda muy lejos del logrado por Hitchcock en la inmensa Vértigo. Además cabe decir que la parte de thriller, un matón que irrumpe en la mansión, es la más endeble de la película que esboza un final bastante simplón.

Quien sale ganando en la apuesta es Elena Anaya -hermosísima- que se luce en una interpretación de gran altura. La plasticidad y el morbo la acompañan en todos sus planos. 
También Alberto Iglesias consigue, una vez más, una banda sonora memorable.

lunes, 2 de julio de 2012

Cuentos Completos - Fogwill

Fogwill




Termino el libro con los dedos amarillentos de tanto tabaco como prolifera en sus páginas. ¡Joder Fogwill!, whisky, tabaco, sexo explícito y algunas drogas; en lugar de cuentos, parecen duermevelas donde hablamos de la vida y sus miserias.

El autor es por sí mismo un personaje estrambótico, dedicado al mundo de la publicidad, antiperonista, etc.  Me gusta su forma de narrar, eléctrica y muy directa cuando el tema lo requiere (historias de trabajadores y cárceles) o leve y densa como el vuelo de una mariposa que sube y baja en los relatos más neuróticos y urbanos. Fogwill adapta la piel de sus textos a lo que cuenta. Sólo tienes que comparar el último párrafo de Help a él con algún trozo de La larga risa de todos estos años o de La liberación de las mujeres. Parecen tres narradores distintos. El texto urbano, de pequeños sorbos y frases cortas. El sueño enredado de Help a él con frases largas y subordinadas como los mismos ensueños que relata. Muchas de sus narraciones son en primera persona, implicándonos en una vivencia de enorme intensidad.

El libro atesora un puñado de relatos formidables: Otra muerte del arte, Restos Diurnos, Memoria de Paso, Los pasajeros del tren de la noche, La larga risa de todos estos años, Muchacha punk, Help a él, Cantos de marineros en las pampas, La chica de tul de la mesa de enfrente.
Restos Diurnos es un thriller mental alimentado por las drogas donde el protagonista no sale de un recorrido entre dos casas de un barrio y un coche Renault amarillo, pero a la vez recorre muchos mundos.  Maravilloso relato fantástico en la misma onda que   Japonés, donde dos amigos viajan en un velero que surca mundos alternativos y no sabes si esa mañana en concreto, "el japonés" estará al timón del barco o no.

La larga risa de todos estos años es un denso relato donde el amor, la política  y sobre todo la pasión sádica tienen un extraño correlato. Su desengañado inicio será recordado por todo aquel que lo lea, "No éramos tan felices pero si en las reuniones de los sábados alguien hubiese preguntado si éramos felices, ella habría respondido ´seguro sí´".
Otra muerte del arte es un puzzle literario donde se desmonta y se vuelve a armar el magistral relato de Horacio Quiroga, El almohadón de plumas. Aquí se nos presenta a un asesino en serie que utiliza para sus fines a la alimaña del almohadón. 

La liberación de las mujeres tiene una textura de acero, como de novela negra, seca, carcelaria; en la que se va ejecutando  el plan de una operación de rescate para liberar a unas compañeras encarceladas.
Música es la historia de un ladrón llamado así, el Música, que está encarcelado. Mientras se rememoran sus hechos el propio relato va dando vueltas y construyéndose.
"Escuchaste: ¡eso es contar! Ponés una idea ("El Música"/la música/las bandas de música/La Banda Oriental/una gorda/ Punta Gorda / Punta del Este / Punta Carreta / Presos ) lo que tú quieras. El gil como eso. Y a veces pides más -¿Para qué?- Yo también me pregunto para que...(...)
Otra: sigue el loco con el plan / Se manda solo / Muere conejo queriéndose rajar / Una semana después le llegaba el indulto por cambio de gobierno / ¿Triste?
¿Otra?
Otra: le sacan una muela / Una inyección mal dada (común en la prisión) / Alergia la penicilina / Muere ratón / Y preso.
¿Más complicado?" p. 192

El título Help a él es un anagrama del relato de Borges, El Aleph. El argumento es formalmente idéntico: cuando se muere su novia, el protagonista va a su casa y en un rincón descubre un punto donde está presente todo el universo. Pero en esta olla de oro, Fogwill coloca otros ingredientes. Se toma un alucinógeno que le hace revivir un encuentro con la chica. El encuentro tiene un alto contenido sexual para terminar diciendo
"Conservo en mis cajones más recuerdos de Vera. Alguna pensé regalarle una piedrita tallada tan luminosa como el extremo de la multiplicada oscuridad; pero no hay mejor regalo para una muerta que dejarla jugar por unos instantes con las memorias y las fabulaciones de los vivos."   p. 284

Memoria de paso es un fantástico relato  donde Virginia, la protagonista,  nos refiere su extraordinaria vida a través de varias épocas históricas. El relato aporta veladamente la referencia a la obra de Virginia Woolf que lo inspira. Desde la época en que arribaron a su aldea José San Martín y Alvear en 1810 y ella tenía once años, hasta su viaje a N. York, su cambio de sexo, matrimonio y posterior llegada a Francia cuando "Paris era una fiesta" donde se vuelve a casar con una noble húngara que murió en 1925. 
"Después  volví a casarme un par de veces con suertes dispares. Una vez, con una inglesa que escribía bien y deseaba componer una novela con mis viajes y aventuras (...) casualmente se llamaba Virginia, como yo antes".p. 454
Conoce en persona a Hitler, viaja a España después de la Guerra Civil, etc.


Cantos de marineros en las Pampas es un fresco casi infinito de la pampa y las gentes de una caravana que buscan el grueso de las fuerzas con quien juntarse para una nueva rebelión. El relato se demora en los inacabables espacios y las amarguras de la derrota. La interminable singladura bajo todo tipo de inclemencias concluye con una inundación que arrasa vidas y pertrechos. Finalmente encuentran un pequeño fuerte lleno de jefecillos, contables y miseria. A su triste amparo vuelven a ser soldados, los oficiales "son un mal necesario, como la inundación", se dicen.
"La desesperación es cosa tan complicada que no sería propio decir que alguien hubiera desesperado.
La pampa tiene algo que no permite desesperar.
Desesperanza sí: lo mismo que lo pone cavilador y que no permite desesperar al hombre, causa desesperanza; la idea de volver a empezar y el el plan de juntarse seguían ahí, pero como algo más certero que una ilusión: igual que el horizonte en círculo, el cielo plano, el sol que nunca se termina de ver y el subir y el bajar del viento." p. 315 
El estilo de Fogwill es a la vez denso y vivaz. Escribe párrafos memorables con una cadencia que incluso nos recuerda a Pynchon

"No hay diálogos en esta futura versión de la historia de Pablo aconsejada por Carrera.
Ésa y otras restricciones que el ascetismo impone, me impulsaron a imaginar la historia de Pablo compuesta como film de televisión. Sobre el papel se representaría solamente un diagrama del flujo de electrones en el tubo de rayos catódicos, y las páginas del libro corresponderían, cada una a su turno, a un microsegundo de emisión electromagnética. Así, la araña, el cojín, la aldea de Vicente López, la Marsella del hampa, las playas del Pacífico, los hoteles del Mediterráneo y todos los chalets acaban convertidos en accidentes geométricos, como las intenciones del autor y lo que pudieran proyectar sobre las mentes de los lectores. Se ha oído hablar de la muerte del arte: por consunción, exangüe, succionado u opíparo en el escenario de la sobreabundancia. No fue éste el caso. Aquí no hay espacio para la alegoría: todo sucede y todo se desbarranca desde las ganas de decirlo. Cada frase suele ser una instancia decisiva y cada acto puede ser una colaboración con cualquiera de las fracciones enemigas. Ideas sobran. La idea de matar, sobra. Cada uno habita su propio big bang y a veces lo transmite. El hombre del chalet, harto y aún a punto de evocar y reconstruir su vida, tarde o temprano dejará de recomenzar, aunque la noción de comienzo, como las de fin y de finalidad, igualmente sobren." p. 46
En Fogwill encontramos relatos urbanos y pamperos, oníricos y drogados, carcelarios y aeroportuarios. Igual nos metemos en el pellejo del sereno de una usina abandonada, como en el de una terrateniente que recorre el mundo en sucesivas décadas históricas. El venero de la reciente historia argentina (Perón, Evita, la Guerra de las Malvinas) aflora a cada tanto.
Hay páginas de una sexualidad arrebatadora, donde el hombre busca en el cuerpo de la mujer el cosmos completo (Llamándonos, Luz mala, Help a él). 

Otra característica es que son relatos muy conscientes. El narrador es consciente de lo que cuenta  y reflexiona o comenta lo que acaba de contar. Asimismo es consciente de que se trata de un relato; tan consciente que hasta se abstrae de la narración
"(Estoy seguro de haberlo escrito, pero ella volvía a contármelo y yo soy respetuoso de mis protagonista. El arte -pienso- debe testimoniar la realidad, para no convertirse en una forma de onanismo, ya que las hay mejores) p.144

"Después debí revisar mi teoría, cuando mostrando su lápiz confesó-; ¡Mirá qué lindo...! ¡Lo encontré en un sillón del hall...! Me dió no sé qué devolverlo...-Era penorso ,pero la absolví:
-Claro...para qué lo vas a devolver...¿te creés que el dueño lo va a reclamar? -Sentí cómo se derrumbaba mi castillo de arquitectura y caía en pedazos en el lugar donde yacían las últimas hilachas de mi tul: el relato, la región de los recuerdos que enriquecen o justifican la memoria. Pero lo importante es que hasta aquel momento había sido mi arquitecta de tul de la mesa de enfrente, y que lo seguía siendo hoy por la tarde, cuando lo inventé un título a este relato" p. 97

Encuentro finalmente, que sus relatos suelen entrañar un agudo contraste: En uno de ellos y casi  al finalizar, nos enteramos de que el narrador es narradora y todo se ilumina bajo una nueva luz. En otro lo que comienza como las correrías de la edad de la política acaba siendo un relato de alto contenido sexual. La cola, se inicia como  un testimonio crítico de esa cola absurda en el velatorio del prócer, para acabar integrándose en ella. La muchacha punk de aquel encuentro que se rememora, resulta ser una aristócrata.

No soy argentino ni he vivido allí, pero percibo como un exceso de argentinismos en estas páginas, que junto a constantes referencias urbanitas (marcas de cigarros, bebidas y coches) me parece como un fuerte deseo de acotar el tiempo y el espacio dentro de una musicalidad del texto. Porque en Fogwill, el texto tiene un ritmo y una rotundidad como en pocos autores.

Un libro que quedará como un clásico.