miércoles, 30 de mayo de 2012

Sombras Tenebrosas

de Tim Burton

Tim Burton tiene un grado de maestría, un potencia visual y un mundo tan propio que ya está por encima del bien y del mal.
Sirva esto para decir que Dark Shadows merece verse porque tiene todas las cualidades de Tim Burton, aunque también hay que decir que se queda en un escalón inferior de su filmografía. 

Las imágenes, la realización, la ambientación son magistrales, entonces ¿qué es lo que falla?
Yo creo que el guión y el tono. El guión, una vez que se ha presentado la historia de donde surge todo, resulta plano, añade muy poquitas cosas. Este inicio tiene el interés y la intensidad  de un amor desairado y una venganza. La presentación de la rica familia Collins, su viaje en barco para hacer las Américas y la venganza de la menospreciada Angélica convirtiendo a Barnabás en vampiro y provocando el suicidio de su amada es espléndido. Pero a partir de ahí la historia se estanca y la nueva batalla entre la perversa Angélica (estupendamente interpretada por Eva Green) y el redivivo vampiro a su pesar Barnabás tiene poco interés.








Asimismo en toda esta parte de la película, el tono se desdibuja. El tándem Depp-Burton siempre tiende a lo grotesco; pero mientras que en Sleepy Hollow lo burlesco era el necesario condimento de un guiso terrorífico, aquí ese tono de comedia resulta insulso. 

La potencia trágica de la inicial secuencia con la pérdida de la amada y la transformación en vampiro, se diluye poco a poco y ya no se vuelve a recuperar. 

Por supuesto las interpretaciones rallan a gran altura destacando la siempre sarcástica Helena Bonhan Carter y la joven  Chlöe Grace Moretz que se luce en un pequeño papel  donde Burton juguetea con la transformación de esta actriz niña en una morbosa joven de pose sensual y agresivo.

Una de Tim Burton con las delicias de su mundo y su realización, pero con una historia de poco vuelo.

domingo, 27 de mayo de 2012

Excéntricos Ingleses

de Edith Sitwell






Musa y poetisa, aristócrata y extravagante, Edith Sitwell  publicó en 1933 ésta su más famosa obra, donde describe maravillosamente a un grupo de estrafalarios caballeros británicos.

Para la autora, la excentricidad es algo muy vital, "es la lucha individual contra la docilidad, la búsqueda de algún antídoto que nos salve de la melancolía; la fundación, en definitiva, de un cielo en el que soportar nuestras existencias."

Entre muchos ejemplos, se nos refiere la moda que hizo furor en el siglo XVII, que no era otra que contratar para las fincas señoriales a un decorativo ermitaño para poder enseñarlo a las visitas. Las negociaciones sobre las condiciones de la gruta, comidas y renta anual son de lo más curiosas. Además en el mismo capítulo titulado "Vejestorios y ermitaños decorativos",  encontramos a Lord Rokeby, un encantador vejete "famoso por sus hábitos anfibios y por ser poseedor de benevolencia y una barba". Prácticamente vivía en su piscina de Kent,  pero anteriormente lo hizo en el mar "donde permanecía con una persistencia extrema hasta que perdía el conocimiento y tenían que sacarle a la fuerza del agua". 

Aunque muchos de sus relatos no dejan de ser meras anécdotas, el libro se beneficia del admirable estilo de la autora, siempre irónica, mordaz y hasta con un punto de crueldad. Capítulos memorables son  "Curanderos, charlatanes y alquimistas" donde aparece  William Huntington, predicador carbonero que anunció haber descubierto que ´las promesas de Dios son billetes de banco´; demostrando con su experiencia (léase cándidos donantes) que el banco le transfirió fondos inagotables durante largo tiempo. Como también lo es "El dios de este mundo",  referido a los avaros donde el Buscón don Pablos se hallaría muy a  gusto
"Su benefactora, Lady Tempest, sabedora de que le gustaba la trucha estofada con clarete, le envió una como presente, pero el tiempo era invernal y desabrido, y el señor Dancer, temeroso de sufrir dolor de muelas si comía la trucha al clarete sin calentar, y reacio a correr con los gastos de un fuego para descongelarla, se  sentó, como una gallina, sobre el apetitoso alimento, hasta que el calor de su cuerpo lo entibió.  Su biógrafo, el señor Cyrus Redding, no aprobaba esta conducta, y nos dice, sin comentarios, que ´jamás, desde que una camisa llegaba a sus manos, la lavaba y ni siquiera la remendaba, y generalmente le colgaba en jirones. Esto hace suponer que, a pesar de sus solitarias tendencias de avaro, nunca le faltaba una colonia de insectos adherida a su persona, que mostraban el más vivo interés por su cuerpo´". p. 336
En el capítulo "Algunos viajeros" encontramos la fascinante historia del viajero y naturalista Monsieur de Rougemont, merecedora de figurar en la mismísima Historia universal de la infamia de Borges. Este insigne caballero naufragó en las costas de Guinea y llegó a ser jefe de una tribu caníbal. Sus aventuras fueron publicadas con gran éxito y por capítulos en el Wide World Magazine:"iniciamos lo que en verdad puede considerarse como la historia más asombrosa que jamás ha intentado contar un hombre": rituales fúnebres antropófagos con cadáveres asados, caza de caimanes con las simples manos y un matrimonio con la admirable indígena Yamba cuyas iniciativas nos dejarán pasmados son algunas de sus peripecias.  
Borges y Sitwell sí tienen en común la utilización del prontuario sobre piratas de Sir Philip Gosse. El primero para su relato "La viuda Ching, pirata" y la segunda para el capítulo sobre corsarios con la singularidad de una piedad ejemplar. 

El señor Robert Coates cuyo destino figura en el capítulo "Algunos aficionados a la moda" por sus atuendos delirantes, era un actor tan condenadamente malo que no era capaz de concluir sus representaciones por las broncas que provocaba. 
Al final las autoridades tuvieron que prohibirle subir al escenario.
El explorador y naturalista Charles Waterton, intentó volar a base de artilugios mecánicos, durmió con una boa constrictor y montó a lomos de un cocodrilo. Cuando ya era un despojo octogenario trepaba a los árboles a la menor provocación en recuerdo de aquella vez que estando en Roma, se encaramó al ángel que corona el Castello de Sant´Angelo. Como aduce la poetisa, Waterton
"era un excéntrico sólo en la medida que los grandes caballeros lo son, con lo cual quiero decir que sus gestos no están hechos para adaptarse a las convenciones o la cobardía de la multitud". p. 322


Uno de los más excitantes personajes del libro es el squire Mytton, muerto a los 38 años después de derrochar una herencia y autolesionarse de las maneras más fantásticas posibles. Su vecino le llamaba "Mango, rey de los pillos", e hizo honor a ese título hasta el fin de sus días. Excéntrico y epicúreo, sus aventuras son innúmeras y formidables, como la de tomarse ocho botellas de Oporto al día, cazar en camisón con temperaturas bajo cero, saltar vallas con su carruaje o presentarse a la cena a lomos de un oso pardo. "Es realmente increíble que el squire Mytton llegara a los treinta y ocho años, pues ningún hombre habitante de una región apacible corrió jamás más riesgos o sufrió mas accidentes."(p.138). Pereció en una mazmorra sin un duro a los treinta y ocho, destruido por sus locuras y el delirium tremens.

"En cierta ocasión compró unos caballos de tiro a un tratante llamado Clarke y enganchó unos de los animales a un calesín, en tándem, para ver si era un buen caballo de cabeza. ´¿Cree que es un buen saltador de vallas?´, le preguntó al alarmado señor Clarke, que estaba sentado a su lado. Sin esperar la respuesta del infeliz caballero, John Mytton exclamó: ´lo probaremos´. Y como había delante de ellos una barrera de portazgo bajada, dio rienda suelta al caballo. Este acreditó sus facultades, dejando al squire Mytton, al señor Clarke, al otro caballo, y el calesín al otro lado de la barrera, formando un magnífico cuadro de confusión inextricable". p.140

En el capítulo dedicado a Carlyle,  "Asuntos serios", nos introduce en el ámbito doméstico del sabio y por supuesto su intimidad y sus manías resultan de lo más sabroso.
"Como cabe imaginar, el señor Carlyle era muy dado a elogiar el silencio. Pero, al escuchar sus constantes monólogos sobre el tema, que a veces duraban hasta media hora, el exiliado Mazzini llegó a la conclusión de que ´amaba el silencio... más bien platónicamente´". p. 407
Por su parte, la escritora nunca se reconoció como excéntrica. Mordaz como siempre se defendía: "No soy una excéntrica. Lo que pasa es que estoy un poco más viva que la mayoría. Soy como una anguila eléctrica en una charca llena de peces de colores".

viernes, 25 de mayo de 2012

13 Asesinos

de Takashi Miike

Sorpresa del hiperviolento Miike. Aunque la película comienza con un sepuku en directo y continua con una chica mutilada de pies y manos, el director ha sabido templar  su  temperamento y rodar estas dos escenas y el resto de la película con un pulso clásico, de gran tragedia.

Precisamente de estas dos escenas nace el relato. Ambas tienen su origen en el despótico Naritsugu, un joven caprichoso que por ser hermanastro del Shogun y heredero del cargo se cree por encima de la ley. Con su séquito va cometiendo atrocidades por todo el territorio. El hara-kiri de uno de los gobernadores por no poder controlar tanta injusticia es el detonante. Para evitar que finalmente acceda al Consejo, un grupo de samurais aceptan la misión de matarlo en aras de la justicia y el honor.

La partida está encabezada por lord Shinzaemon, samurai de enorme prestigio que reúne y lidera el grupo. Sus preparativos conforman la primera parte de la película y la emboscada en una aldea perdida la otra mitad. 

Miike encauza su pasión por la violencia y la sangre hacia derroteros más clásicos y se centra en la historia del fin del shogunato y la Era Edo en 1868, cuando tuvo lugar la restauración Meiji.
Naritsugu es un descendiente de apariencia tranquila, pero arbitrario y enamorado de la violencia y la violación. Se cree imbatible con sus 200 guerreros y por eso la desigual batalla coloca sobre el tapete valores como la lealtad y el sacrificio. Los habituales momentos grotescos e hiperbólicos de Miike quedan aquí atemperados para ofrecernos una película de sabor clásico. Las imágenes tienen poderío visual de un realizador con garra, las coreografías y los travellins son portentosos, los tiempos muertos electrizantes.



Merece la pena hablar del guerrero número trece. Los doce caballeros se lo encuentran enjaulado según avanzan por el bosque  y le preguntan, ¿qué eres, un hombre o un mapache?. Esta alusión nos introduce en la leyenda de los tanuki: un perro mapache japonés legendario,  con fama de pícaro y travieso y capaz de convertirse casi en cualquier cosa. Finalmente el tanuki resulta providencial en la resolución de la batalla.

Sin duda la cinta nos remite a Los sietes samurais de Kurosawa. Pero le falta profundidad. Quizás esté más cercana a Los siete magníficos de Sturges, habida cuenta de la espectacular batalla que libran 13 contra 200 en una remota aldea.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Peking by Night

de Svetislav Basara







Obra valiosa y originalísima, esta es la novela de un yo entrópico.

Bien es verdad que se presenta como un libro de relatos pero sólo hay un personaje, un Yo autor de un fluido constante de conciencia en muchas ocasiones fuera del mundo tangible.

Obsesivamente Yo, compulsivamente Yo mientras caigo eternamente de la torre Eiffel o mientras aprendo que estos apéndices no son algo ajeno sino mis brazos. En cada página sólo un Yo en busca de asidero, esté más allá o más acá de la nada.  Son aventuras conceptuales, en algunas ocasiones absurdas, siempre arrasadas de metaficción e idealismo; no en vano se cita a Kant y a Hegel.
"Generalmente existen tres tiempos: el pasado, que, como indica su propio nombre, queda al principio de cada frase, por lo tanto en el pasado; el presente, lo que está justamente sucediendo; y el futuro, lo que será cuando la frase termine" "Yo lo sé -dije- he leído a Kant." "Es otra cosa -dijo el instructor- has comprendido el tiempo de forma teórica. Se trata de que lo sientas." "¿Sentir el qué?" "Sentir que el tiempo pasa". Eso me confundió. Claro que lo sentía. No entendía qué quería de mí. El instructor parecía saber lo que yo estaba pensando. "No solo se trata de que el tiempo pase. Tienes que comprender que tú también pasas con él." Lo comprendí enseguida. Antes estaba convencido de que los cambios se sucedían en un eterno ahora. Pero entonces supe que no era así. Me empapó un sudor frío. Según esto, resultaba que un día tampoco habría Klümm, que todo se disolvería y se desvanecería. Fue así como conocí el horror." pág. 80
El libro tiene una especie de prólogo dedicado al extranjero. Todos somos extranjeros, en Pekín o en París todos estamos perdidos en la noche. Todos tememos cruzarnos con la policía. Todos vivimos en un universo ininteligible. 


Perdido en el supermercado es un ejercicio supremo de creación literaria desde la más absoluta consciencia. Recuerda el soneto de Lope "Un soneto me manda hacer Violante / que en mi vida me visto en tal aprieto;  /catorce versos dicen que es soneto: / burla burlando van los tres delante." sólo que en este caso más moderno, metaliterario y existencialista.
"Sé cómo se sintió Sísifo. Apenas se termina un párrafo, apenas se pone el punto final a la última frase, ya aparece un párrafo nuevo, emerge como una pesadilla de la blancura del papel. Podría haberme ahorrado todo esto. Faltó poco para que lograra esquivar todas estas desgracias, para sortearlas, y reírme observandode lejos este circo. En efecto quería romper relaciones con el mundo. Por aquel entonces era aún joven, estaba lleno de fuerza, es decir, de asco. Ni siquiera quería comunicarme con el mundo fenoménico." pág. 131.
"Es lo que sucede con los cuentos. Uno se inventa un comienzo muy espectacular y empieza a escribir, luego todo fluye por sí solo y nadie sabe cómo acabará. Al principio solo había una palabra. ¿O no? ¿Y ahora? Ahora hay un ruido indescriptible, un fragor insoportable que nadie puede entender. En este fragor, una de las profesiones más difíciles es la de ser protagonista de una historia." pág. 134

La consciencia y la metaficción son la clave de estas páginas. Los personajes se quejan al autor y lo interpelan. El narrador mismo se confunde con el personaje y finalmente -la apoteosis- el libro concluye fagocitando al propio lector, el cual aparece amenazado en la última página.

Es un Yo que se encuentra fuera del discurrir, que no logra conectar con los acontecimientos. Carece de nexos con el espacio y el tiempo,
"Morí antes del amanecer, pero no dejé de escribir. Esta loca manía ha superado incluso a la muerte, y ahora, en vez de ocuparme de mi destino, escribo y escribo, mientras unas fuerzas horribles e incomprensibles me llevan y arrastran cada vez a más profundidad, o cada vez más lejos, si es que los complementos adverbiales (que ni siquiera me importaban mucho mientras vivía) tienen aún algún sentido." pág. 121
El relato "Aprendizaje" es toda una declaración de intenciones: caminar, ver, distinguirse del entorno, comprender que una puerta puede ser salida y entrada...la realidad más mostrenca como problema. El otro es el de un portero de fútbol. 

"Ese miedo al fracaso es el que forja a los porteros. (...) Porque la portería  a sus espaldas no es otra cosa que una puerta a la nada, quizá al infierno, y si el guardameta no se agarra al balón rodante y resbaladizo que constantemente tiende a escapársele, la nada se lo tragará desde atrás. p. 47

Son relatos alucinados, a veces absurdos e incluso cándidos: En uno de ellos las personas se desinflan como globos. Son modas que van y vienen, pero hay que seguirlas para permanecer integrado.

Lo más importante es el modo en que está tratado. La acción es el vértigo propio de la vida y cómo la afrontamos. Los personajes e incluso el autor están fuera de foco. Sólo se reconocen como simple sujeto gramatical de una frase. O leemos "Aquí falta una frase. Y aquí otra." Siempre hay un apercibimiento del abismo, una falta de asidero, una amenaza de la nada.


"si se puede confiar en el tiempo verbal del futuro, pisaré la calle".
Pekín de noche

domingo, 20 de mayo de 2012

Nader y Simin


de Ashgar Farhadi

Admirable película que nos muestra con naturalidad y precisión las vicisitudes de un grupo de personas comunes en el Irán de nuestros días. Las situaciones son perfectamente creíbles y cotidianas, los actores poseen una espontaneidad desarmante y la puesta en escena tiene el rigor de cuando no sobra ni falta nada. Cuenta lo que quiere contar con gran concisión.

Simin quiere irse al extranjero por la situación en su país -Irán-. Su marido Nader se niega porque su padre sufre Alzeimher y quiere cuidarlo. De todos modos Simin se va a casa de sus padres con lo que Nader ha de contratar una asistenta que cuide a su padre mientras él trabaja.  La asistenta está embarazada y es muy religiosa así que los cuidados que requiere una persona dependiente hará que todo se complique: un día Nader descubre a su padre desmayado y atado a la cama. La asistenta ha salido por una urgencia. A todo ello se une que ha desaparecido dinero de la casa por lo que la despide con cajas destempladas. A la postre la asistenta le denuncia aduciendo que por los empujones ha abortado.

El guión parte de situaciones nimias pero nos acaba llevando a cuestiones tan complejas como las tensiones entre tradición y modernidad,  el papel de la religión y la justicia en el Irán actual o la ética en decisiones personales como las que afrontan los personajes.

Me gusta especialmente por la visión que nos proporciona de las vidas cotidianas en otro país y en otra cultura. Más todavía al tratarse de un país del que lo único que conocemos es a través del telediario, todo sesgado por los conflictos e intereses políticos y estratégicos.
En este sentido las disputas y problemas familiares, las expectativas y los miedos personales no son muy distintos de los que ocurren en cualquier otra parte del mundo. Sobre esta base, la película nos acerca al Irán de nuestros días: las relaciones entre vecinos, los colegios, la vida familiar, el mundo laboral o la instrucción judicial. El drama es el de las personas por sí mismas y entre ellas. La política no aparece, sí por supuesto los usos sociales y un apunte religioso  que siendo lateral a la trama se convierte en un punto de inflexión.


Me llama mucho la atención la pervivencia de la cultura persa, milenaria y cautivadora. La hija de Nader y Simin aprende persa y es testigo de todo. Ve que su padre no cuenta toda la verdad. Ella le insta a hacerlo; pero cuando ella misma está ante el juez, también camufla la verdad para  proteger a su padre. Por otro lado es muy evidente el contraste entre la religiosidad de la asistenta y la forma de vivir y relacionarse de Nader y Simin.
La película no tiene un final cerrado. Hay un principio de acuerdo pero Nader exige que la asistenta jure que él produjo el aborto. La certeza no es absoluta y la religiosidad impide que pueda mentir. Moral, tensión entre tradición y modernidad. La película gana en complejidad con cada nuevo giro. Todo es un lío. El lío de la vida. Nada es sólo negro o blanco. La verdad se escurre.  Ese me parece el verdadero valor y está reflejado con lucidez.

En 2011 recibió el Oscar, el Oso de Oro de Berlín y el Cesar a la mejor película extranjera.

jueves, 17 de mayo de 2012

Vidas Difíciles. Jim Thompson - David Goodis - Chester Himes

de James Sallis





No caeré en comentar puntillosamente un libro que comenta espléndidamente la vida y obra de estos tres grandes escritores. James Sallis es autor de la serie de novelas con el detective Lew Griffin y otras entre las que está Drive, recientemente llevada al cine. Escribió estos ensayos sobre autores de novela negra norteamericana con un estilo muy preciso y utilizando las mejores fuentes biográficas del momento. Cualquier comentario sería una redundancia.





"La descripción que hace André Gide de las historias de detectives como ´una fórmula en la cual cada personaje intenta burlar a los demás y la verdad aparece poco a poco a través de la niebla del engaño´, todavía me parece la que mejor  define tanto el atractivo de estas narraciones en su estructura más profunda, como el modo en que vivimos nuestras vidas: confundidos por los sentidos y la memoria, perplejos ante nuestra noción de las cosas y la ajena." p. 9

"En mi opinión estas narraciones poco tenían que ver con la solución de un crimen concreto ni con el restablecimiento de un orden moral. De hecho, rara vez estos crímenes se resolvían -en las mejores, se comprendían los motivos; en las menos buenas, se hacían pagar-, y gran parte de su fuerza provenía del reconocimiento de que no existe el orden moral a excepción del que cada hombre ha creado para sí mismo. Al igual que el arte más noble, estas narraciones se esforzaban por mostrar las mentiras que la sociedad nos cuenta y las que  nos decimos a nosotros mismos. Abrían el aseado y bien iluminado cadáver de América y exponían su corazón podrido a la luz del sol". p. 10



JIM THOMPSON
“Incansable, incorregible, más allá de la redención: este es el mundo de Jim Thompson. La sexualidad es sinónimo de violencia, a veces implícita, a veces más manifiesta; matrimonios grotescos que empiezan con alcoholismo y huida, y acaban en asesinato; impelidos a ello, unos personajes dan vueltas en torno de los otros y se acechan sin saber por qué. Rarísimas veces un escritor americano y tan decididamente comercial ha producido una visión tan desolada y merecedora de rechazo. Uno introduce una moneda en esta máquina de ver imágenes y, tras ajustar sus ojos al visor, se encuentra mirando al abismo."  P.37

"Tal vez  el don más preciado de Thompson sea su capacidad para atraer al lector a la cueva  de la conciencia de su narrador y protagonista. Con pleno conocimiento de que los horrores de la psique individual se arraigan en los horrores metódicos del Estado, la Iglesia y la familia, el oído siempre atento a “la terrible voz de la justificación”, Thompson lleva al lector a identificarse con sus monstruos, a reconocerlos y casi a simpatizar con ellos, con su desamparada y maltrecha inocencia." p. 39

En El asesino dentro de mí aparecen las características propias de Thompson, el brillo excéntrico de sus personajes (Lou Ford devora volúmenes de psicopatología y resuelve problemas aritméticos para relajarse)  y el distanciamiento de la sociedad; aunque  "el auténtico distanciamiento de Lou Ford es de sí mismo, y Thompson destaca, con cuidado y profundidad considerables, las contradicciones y correspondencias del ayudante del sheriff: la ira gratuita de Lou contra una pareja de vagabundos y, unas páginas más adelante, el trato amable a los borrachos de fin de semana y el paciente control de un preso violento; la liberación implícita en la paliza que le propinan a Joyce Lakeland, y la falta de humanidad y la sumisión en su vínculo con Amy Stanton. Como hojas en una campana de cristal vacío, los dos Lou Ford se repelen mutuamente, y cuanto mayor es la carga eléctrica, mayor es también la oposición.  La inmolación constituye el único final posible: hay que dejar entrar el aire en la campana." P. 60


GOODIS
“En una obra como El anochecer, prosigue O´Brien, ´Goodis crea una atmósfera en la que todo –el pesado calor de una noche de verano, una caja metálica de acuarelas estrellándose contra el suelo, la espiral de la escalera en la que se oyen por casualidad las palabras de la traición, las montañas hacia las que huye el protagonista– es simultáneamente simbólico y profunda y acusadamente literal´.

Es el hiperrealismo al límite: de la bebida, de la fiebre, de la locura. Y, claro está, existe una cualidad directamente alucinógena en ciertas frases de Goodis: “La estancia vacía le devolvía la mirada”, o “entró tan tranquilo y se sentó”, en el diálogo de Parry con el fallecido Fellsinger en Senda Tenebrosa o en el diálogo de Vanning con su espejo en Anochecer. O en el final de Descenso a los infiernos (un psiquiatra lo denominaría disociación)
"Entonces oyó el sonido. Era cálido y dulce y procedía de un piano. Buen piano, pensó. ¿quién tocará?Abrió los ojos. Vio cómo sus dedos acariciaban el teclado." p. 81

CHESTER HIMES

De Chester Himes “admiré su voz singular, la exacta economía de las imágenes y descripciones, la extravagante adecuación de sus caracterizaciones y la velocidad que imprimía a sus relatos, la limpia fuerza de su imaginación.  Pero tal vez halla admirado más  la creación de un mundo propio en estas novelas, no Harlem sino una respuesta a  Harlem . “Saqué el argumento de la mente secreta del negro americano”,dijo Himes." p.108

"En las primeras novelas  se resolvían algunos crímenes concretos, bien que casi por casualidad, pero hay un movimiento progresivo hacia la concentración en la propia escena, en Harlem como símbolo y  en el uso de la estructura del guión como vehículo para retratar  personajes y sociedad. Mientras se produce ese movimiento , proliferan acontecimientos  absurdos, grotescos  e incomprensibles. Los libros terminan con más desorden  y confusión que al comienzo." p.112
"Hay un párrafo en el segundo tomo de su autobiografía, El absurdo de mi vida, que ahora me parece especialmente representativo de su obra. Se trata de la descripción de “un cuadro  que había visto cuando era joven con unos soldados negros vestidos con el uniforme del ejército de la Unión, a cuatro patas y mordiendo furiosamente a los perros que los rebeldes sureños habían azuzado contra ellos, hincando los dientes blancos y peligrosos en el cuello de los canes mientras estos aullaban en vano”.  La terrible ambivalencia del lugar que el negro  ocupa en la sociedad, la amargura y la paradójica rabia de Himes, los elementos de violencia gráfica y de ópera bufa, el “mensaje“ contradictorio, enigmático y finalmente irreductible, la claridad de la escena: la pintura en una imagen especular virtual de su obra.”. p. 117

martes, 15 de mayo de 2012

Stratos

de Miguelanxo Prado


X.L. Méndez Ferrín en el prólogo opina que este album es "una reflexión poética sobre la degeneración del sistema capitalista".

Son 7 diferentes aventuras que a la postre conforman un todo, nos ofrecen una visión de conjunto de una sociedad que hablando del futuro, es la nuestra: despidos masivos, miseria, créditos insolventes, insolidaridad. La primera es terrible, narrada a ras de suelo, entre la miseria de los "proletas" como se denominan en este mundo, donde se demuestra que la miseria económica conduce a la miseria moral.

La segunda quizás es mi preferida porque tiene el punto de angustia y humor negro que la hace irreal. Un banquero sigue dando crédito a pesar de las malas condiciones de un matrimonio, el servicio de Obras Públicas invade una casa para expropiar medio pasillo para instalaciones comunitarias, etc.

La grotesca expresividad de los rostros, el dibujo denso y detallado nos acercan a un mundo en descomposición.

Este mundo tiene ramificaciones en la más pura ciencia ficción, los médicos ya no lo son, leen el diagnóstico en el ordenador y aprietan el botón que la máquina indica.....al final siempre queda una reflexión sobre la condición humana.

El talento de este lejano (¡pero qué actual!) Stratos se confirmaría posteriormente con su Quotidianía Delirante y la magistral Trazo de Tinta.

domingo, 13 de mayo de 2012

Hombres salmonella en el Planeta Porno

de Yasutaka Tsutsui


Gamberro e iconoclasta pero muy lúcido. Tsutsui puede plantear un cuento titulado El último fumador y presentarnos un paisaje social apocalíptico con un hombre en la cima de un edificio esperando el linchamiento o uno titulado El mundo se inclina, sobre un isla artificial  que por las corruptelas a la hora de la construcción se está inclinando y amenaza con girar sobre sí misma mientras la alcaldesa lo niega todo y encarcela o dispara a quien denuncie esta situación insostenible.



Las situaciones pueden parecer en principio  descabaladas o extravagantes, pero Tsatsui las desarrolla con rigor dramático y absoluta seriedad. Su crítica a la sociedad siempre es certera y nunca carece de ingenio. Hombres salmonella en el planeta porno es el culmen de este volumen. Allí viven plantas que te acarician hasta el orgasmo y todo tipo de animales cuyo instinto más intenso es copular con cualquier otro animal  incluido el novedoso ser humano que acaba de aterrizar. Las implicaciones de la personalidad de cada uno y sobretodo los mecanismos de la sociedad circundante son expuestos con progresión ejemplar e incluso con gran aparato científico en psicología, etnografía o fisiología.

Rumores sobre mí  es un relato que juega con la angustia de ser el centro absoluto de atención mediática. De evidentes connotaciones orwellianas, Tsatsui nos presenta a un ser anodino cuyas conversaciones y encuentros aparecen notoriamente en los medios con gran publicidad e inmediatez.

La lectura siempre comienza con la sensación de que el asunto no es muy trascendente, pero el autor sabe hurgar en los personajes y las tramas hasta conseguir una consistencia inusitada. La ligereza en ningún caso es sinónimo de superficialidad. Me ha recordado a Philip K. Dick, cuya redacción apresurada no impide disfrutar de un autor enorme y original.

El límite de la felicidad es un relato claustrofóbico sobre la superpoblación y en El Bonsai Dabadaba  se juega con una planta que produce sueños eróticos, cruzándose los vecinos en los sueños de unos y otros hasta conformar un verdadero bodevil que subvierte las inhibiciones y el statu quo.



El autor declara "siempre he dicho que la existencia es un gran escenario cómico y que todos los seres humanos somos actores y personajes de una opera bufa".

El libro, que sirve de presentación del autor en España, concluye con una entrevista a este hombre polifacético donde los haya: actor, escritor, estrella de TV, autor teatral y músico. De su boca conocemos la enorme influencia que el surrealismo ha tenido en su obra (en la cual son una constante los sueños)  y su inclinación natural por el humor. Llega a decir, "me gustaría ser traducido en países donde la gente sepa reírse".

Maestro de la metaficción y de la ciencia ficción de la que opina "pocas formas literarias permiten hacer una crítica tan rotunda a la civilización". Se declara admirador de Robert Sheckley.

En su novela Paprika estaban ya los argumentos de películas tan impactantes como Matrix, Avatar u Origen, todas ellas muy posteriores.

jueves, 10 de mayo de 2012

La Esfera y la Cruz

de G. K. Chesterton

 

De aventuras metafísicas podríamos tildar esta novela que comienza con el diablo en una nave voladora sobre la catedral de Saint Paul; y concluye en un manicomio donde han sido recluidos todos los personajes que han aparecido en sus páginas. La obra entera son los intentos frustrados de enfrentarse en duelo un ateo  y un creyente. Unas veces la policía y otras las circunstancias pospondrán el derramamiento. 
 
Precisamente la cúpula de Saint Paul representa los símbolos de la controversia

"Le estoy diciendo, Michael, que puedo argumentar contra las patrañas del cristianismo haciendo uso de lo mejor del racionalismo a través de cualquier símbolo que quiera usted ofrecerme. He aquí un instante tan propicio como una venganza. ¿A través de qué otra cosa podríamos expresar mejor tanto su filosofía como la mía, si no es a propósito de esa esfera y de esa cruz? Esa esfera, ese globo, es razonable; esa cruz, sin embargo , no lo es. Es como un animal que tuviera una pata más larga que las otras. El globo es inevitable. La cruz es arbitraria. La esfera culmina armónicamente cuanto hay debajo, es una unidad en sí misma; la cruz, sin embargo, simboliza malevolencia primaria, enemistad incluso contra sí misma. La cruz es la expresión de un conflicto entre dos líneas horizontales que van en una dirección irreconciliable. Esa forma silente y cruzada que vemos ahí simboliza una colisión esencial, un choque, una batalla de piedra. ¡Bah! ese símbolo sagrado suyo, querido amigo, no sirve más que para dar nombre o describir la desesperación y el entontecimiento. p. 17

Al ser una novela de ideas se hace evidente la estructura episódica. El autor, a veces artificiosamente, arma la trama en base a la reflexión que quiere exponer. No por ello faltan escenas magníficas como las que ocurren en la finca de un mixtificador o la deriva en barca por las islas del Canal o la postrera del manicomio.

Abundan los diálogos brillantes y afilados. Toda la novela es un duelo de espadas y a la vez un debate de ideas: la Francia de las libertades y la racionalidad, el idealismo alemán, la Historia, la Política y por supuesto la Religión. Hasta el periodismo, oficio que practicaba Chesterton es objeto de sus dardos:

"El periodismo resulta escasamente razonable a la hora de informar acerca de los milagros permanentes. Sus perezosos directores jamás anunciarán en sus titulares: Mr. Wilson sigue perfectamente sano. (...)  Nunca hablan de los tenedores que no han sido robados, ni de los matrimonios que no se han disuelto jurídicamente. Así, el retrato que hacen de la vida es una falacia necesaria para sus intenciones; sólo pueden ofrecer una representación fiel de lo que es poco habitual. Por muy democráticos que sean, en realidad sólo se sienten concernidos por lo minoritario". pág. 73
Como el duelo está prohibido han de huir constantemente interrumpiendo su lucha. Mientras tanto MacIan -el creyente- encuentra una chica liberal y escéptica, pero que desea sinceramente la verdad, y la convierte. Turnbull en cambio -el ateo- encuentra una chica de fe sencilla, que lo convierte a él.

Es notorio el modo en que discuten con una pasión capaz de poner en juego su vida y a la vez con un fair play admirable. Se están retando a muerte pero escuchan sus argumentos e incluso hay momentos de verdadera amistad. Al final consideran que es mejor debatir ante una cerveza que combatir a muerte por unas ideas.
"Debemos matarnos el uno al otro, o convertirnos el uno al otro. Suelo decir que los cristianos son unos hipócritas empalagosos, pero sé bien que usted, sin embargo, es sincero, y que mi alma, por ello, rabia contra usted. Del mismo modo, supongo, pensará usted que todos los ateos no aspiran a otra cosa que no sea la inmoralidad, cosa que puede llegar a tolerar...Pero ahora sabe que soy un hombre honesto, y también rabia su alma, por ello, contra mí. Nos odiamos porque somos sinceros, sin dobleces. Por eso no podemos tolerarnos." pág 69

En muchas ocasiones se coloca la discusión religiosa en su verdadero ámbito personal: un juez declara que el tribunal no es el lugar para discutir de religión, sino que es cuestión estrictamente de la vida  privada. Una dama a la que ayudan y que se interesa por sus asuntos muestra su desacuerdo con llevar la discusión a límites de pelea.  (¡Qué envidia de esta civilidad cuando en España la religión contamina tan intensamente la política, la educación y hasta le economía!)

Entre razonamientos y disquisiciones, abundan las paradojas

"Quizás pudiera escapar del peligro comportándose como un imprudente"
"Quien perdiera la vida podría haberla salvado del mismo modo que la perdió."
"Ya se ha dicho que no tenía nada de francés, pero es que ir en contra de la tradición francesa resulta a menudo cosa extraordinariamente francesa."
"Nosotros somos arrogantes porque sabemos que sólo somos hombres."
y brilla enormemente la caracterización de los personajes
"El padre creía en las bondades de la civilización, en esa especie de torre que hemos construido para contemplar desde ella la naturaleza. Esto es como decir que el padre creía en el hombre. La hija creía en Dios, cosa que la hacía aún más fuerte. Ninguno, empero, creía en sí mismo, pues eso supone un síntoma inequívoco de decadencia.

La hija era lo que se puede llamar una devota. A la gente común le producía esa impresión irritante que suele causar dicho tipo de gente. Cabe describirla, sin más, diciendo que podía comparársela con la cascada de agua que cae perpetuamente, inalterablemente, sobre el abismo. pág. 211

La última parte es delirante y fantástica. Es la secuencia que define toda la novela. En su huida los duelistas se cuelan en los jardines de un psiquiátrico y una vez allí son internados como verdaderos locos. Vuelve a aparecer el diablo en su máquina voladora. Considera muy peligroso que se batan ya que puede ser el primer peldaño para que todo se venga abajo. Declara, "la disciplina es más importante, para el conjunto de la sociedad, que la justicia y la libertad individuales." En un momento dado todos los personajes que han intervenido en la novela se encuentran internados en el manicomio:
"Toda Inglaterra ha caída cautiva para que pudieran hacernos cautivos a nosotros. Toda Inglaterra se ha convertido en un manicomio, para poder probar que usted y yo somos unos lunáticos"
Aunque finalmente acaban dinamitando el funcionamiento del manicomio, lo que es decir de esta sociedad de convenciones e imposiciones
"Me niega usted mi media botella de Medoc, la bebida más sana y acostumbrada entre nosotros; me niega usted la compañía de mi hija (...) me prohibe usted que pasee, algo necesario a las personas de mi edad... Y me dice que es todo por el respeto y acatamiento conveniente de las leyes. Pero las leyes forman parte del contrato social. Si se despoja al ciudadano no sólo de sus derechos, sino de sus placeres, y se le reduce a la mera condición de esclavo, el contrato social queda automáticamente anulado." pág. 366
Finalmente todo el mundo es liberado y el diablo huye no sin antes observar:  "Dejemos que salgan de sus celdas, precisamente hoy, pues es el día en el que el mundo entero será su celda."

martes, 8 de mayo de 2012

Me llamo Rojo

de Orham Pamuk

Cap. 13  “Me llaman Cigüeña”


                La pintura y el tiempo
"Como todo el mundo sabe, antiguamente los ilustradores de nuestra parte del mundo, por ejemplo los antiguos maestros árabes, veían el universo como lo ven hoy los francos infieles y lo pintaban tal y como lo habían observado vagabundos y perros en las calles, dependientes y apios en la verdulería. Como no estaban al tanto de las técnicas de perspectiva de las que tan orgullosamente presumen hoy los maestros francos, su mundo era limitado y aburrido y se circunscribía a lo que podían ver los perros y los apios. Luego ocurrió algo y el universo de nuestra pintura se alteró de repente. Voy a contároslo empezando por ahí.

Tres historias sobre la Pintura y el Tiempo

                                                 Alif

Hace trescientos años, la fría mañana de febrero en que Bagdad cayó en manos de los mongoles y fue despiadadamente saqueada, las mundialmente famosas bibliotecas de dicha ciudad contenían veintidós libros, en su mayor parte Sagrados Coranes, escritos por Ibn Şakir, el más famoso y magistral calígrafo no sólo del mundo árabe sino de todo el orbe musulmán a pesar de su juventud. Como estaba convencido de que aquellos libros existirían hasta el Día del Juicio, Ibn Şakir vivía con una idea profunda e infinita del tiempo. Había trabajado heroicamente toda una noche a la luz temblorosa de los candelabros en el último de aquellos libros legendarios, que pocos días después serían rotos, destrozados, quemados y arrojados al Tigris uno a uno por los soldados del jakán mongol Hulagu, de tal manera que hoy no sabemos nada de ellos. Los maestros calígrafos árabes, fieles a la tradición y a la idea de la inmortalidad de los libros, tenían una manera de descansar la vista para luchar contra la ceguera a la que recurrían desde hacía cinco siglos: dar la espalda al sol naciente y mirar hacia el oeste, hacia el horizonte. Así pues, en la frescura de aquella mañana, Ibn Şakir subió al alminar de la Mezquita Califal y vio desde el balcón lo que iba a acabar con toda una tradición de escritura que perduraba desde hacía quinientos años. Primero vio la entrada en Bagdad de los crueles  soldados de Hulagu pero permaneció en el alminar. Vio cómo se saqueaba y se destruía la ciudad, cómo se pasaba por la espada a cientos de miles de personas, cómo mataban al último de los califas del Islam, que habían gobernado Bagdad desde hacía quinientos años, cómo se violaba a las mujeres, cómo se quemaban las bibliotecas y cómo decenas de miles de libros eran arrojados al Tigris. Dos días después, en medio del hedor de los cadáveres y de los gritos de agonía, mientras contemplaba la corriente del Tigris, que ahora fluía rojo a causa de la tinta de los libros que habían arrojado con su hermosa caligrafía y que ahora habían desaparecido no habían servido para detener aquella terrible masacre y destrucción y juró que nunca más volvería a escribir. Más aún, se le ocurrió que sólo podría expresar el dolor y la catástrofe de que había sido testigo mediante el arte de la pintura, al que hasta ese día había despreciado y considerado una rebelión contra Dios, y pintó todo lo que había visto desde el alminar en el papel del que nunca se separaba. A ese milagro feliz posterior a la invasión mongola le debemos la fuerza de la que gozó la pintura islámica durante trescientos años y lo que la separa de la de los paganos y los cristianos: que el mundo se pinte con un dolor sincero y trazando la línea del horizonte desde lo alto, desde donde Dios lo contempla. Y además, a que Ibn Şakir, con el corazón resuelto y sus dibujos en la mano se dirigiera después de la matanza hacia el norte, en la dirección por la que habían venido los ejércitos mongoles, y aprendiera pintura de los maestros chinos… Así pues, se comprende que la idea del tiempo infinito que había yacido en el corazón de los calígrafos árabes durante quinientos años se haría realidad, no en la escritura, sino en la pintura. La prueba es que los libros, los volúmenes, pueden ser destrozados y desaparecer pero las páginas ilustradas que contienen se introducen en otros libros, en otros volúmenes, y siguen viviendo hasta el infinito mostrándonos el universo de Dios.

                                             Bā

En un tiempo no demasiado lejano pero no demasiado cercano, cuando todo se repetía de tal manera que de no ser por el envejecimiento y la muerte los hombres no habrían percibido que había algo llamado tiempo y cuando el mundo era ilustrado con las mismas historias y pinturas como si el tiempo no existiera, el pequeño ejército del sha Fahir “pulverizó” a las tropas del jan Selahattin, según se cuenta en la breve Historia de Salim de Samarcanda. El victorioso sha Fahir, después de torturar hasta la muerte al jan Selahattin, a quien había tomado prisionero, en primer lugar, siguiendo la costumbre, visitó la biblioteca y el harén del difunto soberano para imprimirles su propio sello. El experimentado encuadernador de la biblioteca ya había comenzado a desencuadernar los libros del rey muerto, a combinar las páginas y a encuadernar nuevos volúmenes, los calígrafos a cambiar en las inscripciones el nombre del “siempre vencedor” Selahattin Jan por el de Fahir Sha el Victorioso y los ilustradores a borrar de las más hermosas pinturas de los libros las caras, magistralmente trabajadas, del fallecido Selahattin Jan, desde ese momento condenado al olvido, para pintar en su lugar el rostro más joven de Fahir Sha. A Fahir Sha no le costó el menor  esfuerzo encontrar la mujer más bella en cuanto entró en el harén, pero siendo como era un hombre delicado que entendía de libros y pintura, en lugar de poseerlas por la fuerza, decidió ganarse su corazón y habló con ella. Y la sultana Neriman, bella entre las bellas y viuda llorosa del difunto Selahattin Jan, le pidió una única cosa a Fahir Sha, que había de ser nuevo marido. Su deseo era que la cara de Selahattin Jan no se borrara de un libro que relataba los amores de Leyla y Mecnun y en el que Leyla aparecía con los rasgos de ella y Mecnun con los de él. El derecho a la inmortalidad, que su marido había estado años intentando conseguir encargando libros, no debía ser le arrebatado al difunto, al menos en una página. Fahir Sha el Victorioso aceptó generosamente cumplir con aquel deseo tan simple y ésa fue la única pintura que no retocaron los ilustradores. Y así Neriman y Fahir hicieron el amor, se enamoraron sin que pasara mucho tiempo y olvidaron el pasado terrible. Pero Fahir Sha no había olvidado aquella pintura del volumen de Leyla y Mecnun. Lo que lo inquietaba no era que su mujer estuviera pintada con su antiguo marido ni los celos, no. Le reconcomía el hecho de que, como no estaba pintado en aquel libro maravilloso, entre las leyendas antiguas, se le impedía alcanzar el tiempo infinito, unirse a los inmortales junto con su esposa. Tras cinco años de que el gusano de aquella inquietud le royera los huesos, al final de una noche feliz en la que había hecho el amor largamente con Neriman, Fahir Sha tomó un candelabro, entró a escondidas como un ladrón en su propia biblioteca, abrió el tomo de Leyla y Mecnun e intentó pintar su cara en lugar de la del difunto marido de Neriman. Pero como tantos monarcas aficionados a la pintura, él mismo no era sino un ilustrador mediocre y no acertó a pintar bien su rostro. Y así fue como el bibliotecario, que abrió el libro aquella mañana sospechando algo, se encontró con que frente a la Leyla con el rostro de Neriman aparecía una cara nueva que no era la del difunto Selahattin Jan y proclamó a los cuatro vientos que tampoco se trataba de la de Fahir Sha, sino la de su principal enemigo, el joven y apuesto Abdullah Sha. Aquel rumor desmoralizó tanto a los soldados de Fahir Sha como envalentonó a Abdullah Sha, el joven y agresivo nuevo soberano del país vecino. Y así fue como también él derrotó en la primera batalla a Fahir Sha, lo tomó prisionero, lo mató, imprimió su propio sello en su harén y en su biblioteca y se convirtió en el nuevo marido de la siempre hermosa sultana Neriman.


                                        Ŷīm

Entre los ilustradores de Estambul se cuenta la historia de Mehmet el Largo, conocido como Mohammed el Jorasaní en el país de los persas, sobretodo como ejemplo de una vida larga y de ceguera, pero en realidad es una parábola sobre la pintura y el tiempo. Lo que distinguía a este maestro, que, si tenemos en cuenta que comenzó a trabajar de aprendiz a los nueve años, pintó durante más o menos ciento diez sin quedarse ciego, era que no se destacaba en nada. Pero no intento hacer un juego de palabras, sino que expreso un elogio absolutamente sincero. Todo lo pintaba siguiendo el estilo de los antiguos maestros, como hacía todo el mundo pero todavía más, y por eso era el más grande. Su modestia y su completa devoción a la pintura, que consideraba un servicio a Dios, le mantuvieron apartado de las disputas internas en todos los talleres en los que trabajó e incluso de la ambición de convertirse en gran ilustrador a pesar de que tenía la edad adecuada. A lo largo de sus ciento diez años de vida profesional pintó pacientemente todo tipo de detalles de los que quedan arrinconados a un lado, las hierbas que se dibujan para rellenar las esquinas de la página, miles de hojas de árbol, curvas de nubes, crines de caballos que había que perfilar una a una, muros de ladrillo, innumerables decoraciones de paredes que se repetían una vez y otra y cientos de miles de rostros de delicado mentón y ojos rasgados, todos exactamente iguales. Era muy feliz y muy silencioso. Nunca intentó sobresalir ni reclamar un estilo o una personalidad. En cualquier taller de cualquier príncipe o monarca que trabajara veía un hogar y él mismo se consideraba un mueble de ese hogar. Y cuando los janes y los shas se estrangulaban los unos a los otros y los ilustradores iban de una ciudad a otra al servicio de su nuevo señor como las mujeres del harén, el estilo del nuevo taller de pintura aparecía primero en las hojas, en la hierba, en las curvas de las rocas que pintaba y en los meandros ocultos de su paciencia. Al llegar a los ochenta años la gente olvidó que era mortal y comenzó a creer que vivía en las leyendas que ilustraba. Quizá por eso algunos afirmaban que existía fuera del tiempo y que nunca envejecería ni moriría. Y había quienes atribuían la milagro de que para él el tiempo se hubiera detenido el hecho de que no se hubiese quedado ciego aunque se había pasado la mayor parte de su vida sin patria ni hogar, en cuartos de talleres de pintura, durmiendo en tiendas y con la mirada fija en el papel. Otros decían que en realidad sí estaba ciego pero que ya no tenía necesidad de ver para dibujar puesto que lo hacía de memoria. Cuando, con ciento diecinueve años, aquel maestro legendario que nunca se había casado ni hecho el amor encontró en los talleres del sha Tahmasp el modelo en carne y hueso de los apuestos jóvenes de ojos rasgados, barbilla puntiaguda y rostro de luna que llevaba dibujando cien años en la persona de un aprendiz de dieciséis, mestizo de chino y croata, muy comprensiblemente se enamoró de inmediato de él y se dedicó, como habría hecho un auténtico enamorado, a las luchas por el poder y a los enredos de los ilustradores y se entregó a la mentira, al engaño y a las artimañas. Aunque el esfuerzo por alcanzar las pretensiones de las modas, algo que había logrado evitar durante cien años, revigorizara en un principio al maestro del Jorasán, también le apartó de su antigua y legendaria eternidad. Una tarde en que estaba absorto contemplando al hermoso aprendiz por una ventana abierta, se resfrió con el frío de Tabriz, al día siguiente se quedó ciego estornudando y dos días después se cayó por las altas escaleras de piedra del taller y se mató."

sábado, 5 de mayo de 2012

Arrugas

de Ignacio Ferreras

Con qué delicada mano acompaña Paco Roca (autor del cómic original) a este grupo de personas por el erial de la vejez. La película narra la llegada de Emilio a una residencia de ancianos una vez que se le ha diagnosticado Alzheimer. Allí compartirá habitación con Miguel, un vivaracho argentino que aunque lleva 30 años en España no ha perdido ni un ápice su acento.


La enfermedad gana terreno en Emilio y Miguel se embarcará con él en esta nueva peripecia. Él nos dirá las verdades de la vejez y la vida, nos hará reir y ofrecerá consuelo a cada uno de los viejecitos en su demencia. El grupo de personajes es de lo más variopinto, la mujer que imagina estar viajando en el Orient Express camino de Estambul, el locutor de radio al que se le acabaron las palabras, la mujer que busca permanentemente un teléfono para llamar a su familia y volver a casa, etc.

En un tierno remedo de "Alguien voló sobre el nido del cuco", los dos ancianos tendrán su momento de rebelión. Más que contra la residencia, contra su propia condición. En una secuencia escapan del geriátrico para correr una aventura a lomos de un descapotable buscando el último aliento de libertad. 
Otra secuencia ocurre en la piscina. Emilio se tira a ella en un intento de retomar sus hábitos de nadar dos veces por semana. Miguel lo secunda y flotando los dos boca arriba le promete cuidar de él.
La amenaza latente está en el piso superior, a donde envían a los desahuciados. Miguel inventará mil trucos para que los médicos no sospechen el deterioro de Emilio. No puedo dejar de acordarme de un relato en cierto modo espeluznante de Dino Buzzati, "Siete pisos". En él los enfermos, cuanto más terminales, van bajando desde el séptimo hasta el primer piso
"Giuseppe Corte se quedó en la ventana, inmóvil, mirando fijamente las persianas cerradas del primer piso. Las miraba con una intensidad morbosa, tratando de imaginar los secretos fúnebres de aquel primer piso terrible, donde confinaban a los enfermos que ya iban a morir. Y se sentía aliviado sabiéndose lejano de ese piso".

La película es una tierna mirada sobre la vejez que no esconde el dolor y el desamparo. Es amable sin ser edulcorada y compasiva que no sensiblera. El guionista y dibujante reflexionaba sobre su obra

"Arrugas surge de la necesidad de hablar de la vejez, un tema escasamente tratado tanto en el cine como en la literatura. El actor Michael Caine se quejaba precisamente de ello cuando le entregaron un Oscar al mejor actor secundario y Arrugas trata sobre lo que sienten estas personas mayores alejadas en la vida de los papeles principales."

La película adapta milimétricamente el magistral cómic de Paco Roca galardonado con el Premio Nacional del Cómic en 2008.
La animación es minimalista y elegante. No necesita más. La fuerza está en la historia. El director Ignacio Ferreras posee gran experiencia internacional, destacando su trabajo como animador en el largometraje de Sylvain Chomet The Illusionist, maravillosa obra que retoma el mundo y los personajes de Jacques Tati.


Paco Roca alcanzó la consagración con Arrugas. Después de El Juego Lúgubre una visión sobre Dalí, Los Hijos de la Alhambra y El Faro (sobre la Guerra Civil), en 2009 publicó Las Calles de Arena tanto en Francia como en España. En su última obra por ahora, "El Invierno del Dibujante" (Astiberri, 2010),  vuelve la mirada hacia sus colegas del cómic en la España de los años 50.