lunes, 26 de marzo de 2012

Trenes rigurosamente vigilados

de Bohumil Hrabal




Novela menor de un autor checo declarado estudioso de Kafka y Hasek
Ya en el prólogo Mónika Zgustová nos habla del credo de Hrabal, de su "hominismo" más que "humanismo": 
"En vez de toda la humanidad, Hrabal se interesa por el hombre corriente, a quien considera un héroe: el hecho de poder y saber soportar su vida común, gris, monótona, sólo esto según Hrabal, es ya heroico. Es un heroismo  despojado de grandes gestos  y de gran pathos."
Para mi gusto es demasiado costumbrista, aunque es verdad que sus personajes desbordan humanidad. La historia bascula entre una anécdota donde el factor de una estación de tren tiene una aventura con una compañera de trabajo estampándole sellos oficiales por las nalgas y el intento de suicidio del narrador. Finalmente, estos seres anodinos  se suman a la guerrilla y atentan contra un tren nazi.

El autor nos descubre sus pretensiones en el prólogo: 
"Quiero  descubrir hasta qué punto se puede jugar con dos motivos tan contradictorios. El motivo del ridículo y de los obsceno al lado de un acontecimiento trágico, dominado por el motivo central: la lucha con el enemigo. El protagonista, un ferroviario joven y tímido, no vacila en aceptar la tarea que le asignan, aunque conoce el final que ésta le reserva: la muerte". 
Eso sí, la parte final del relato cobra una vida inusitada. Una agente visita la estación para acordar el atentado y entregar el explosivo.   De nuevo se mezclan lo trágico y lo obsceno pero ahora con potencia y desgarro. Nuestro protagonista tiene una aventura con la agente, la cual le ayuda a resolver su problema de eyaculatio precocs. A continuación acude valerosamente al encuentro de su destino, a colocar la bomba en el tren de municiones alemán.

Hrabal está considerado como un importante autor de entreguerras. Maestro del humor y la ironía. Agudo observador de lo absurdo de la vida y entrañable retratista de pequeños seres en situaciones cotidianas. Él mismo después de estudiar Derecho pasó la guerra y postguerra en pequeños empleos que le satisfacían plenamente y cuyo rastro se puede seguir en sus obras. Me ha quedado una sensación confusa. Para formarme un idea más completa leeré "Yo que he servido al rey de Inglaterra".

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