viernes, 23 de marzo de 2012

Historias de Londres

de Enric González


Un escritor declaradamente escéptico atraído sin remedio por una sociedad tradicional, clasista y plena de pintoresquismo.
Me encanta su forma de escribir tan desprejuiciada, en muchas ocasiones irónica, que afronta el conocimiento de una ciudad como Londres penetrando su intrahistoria, sus cimientos físicos y su fauna, regalándonos un libro apasionante y divertidísimo.

Divida en tres partes, nos presenta el Londres del Oeste alrededor de los Kensington Garden y Hyde Park. Barrio del príncipe Alberto  que lo cuidó y modeló a su gusto.
El Centro que gira alrededor de las Houses of Parliament y el Este alrededor de la City. Y pegados a la City el East End y Whitechapel, que el autor aprovecha para rememorar la coincidencia en 1888 de Jack the Ripper y de Sherlock Holmes; personajes uno real y otro de ficción  que en nuestra imaginación cambian sus papeles: "conocemos" cómo es, qué hacía y pensaba el personaje ficticio Holmes y desconocemos prácticamente todo de Jack.

En los capítulos afloran vertiginosamente costumbres extravagantes y lugares curiosos. Hay muchos capítulos que comienzan con un jocoso exabrupto:
"El sistema político británico es, al menos en parte, resultado de la disposición de unos muebles". p. 95
"Londres posee un monumento a la derrota" p. 170
"El Chelsea fue el resultado del mordisco de un perro". p. 157
"El sistema político inglés es injusto". p.  
El recorrido por la historia de los barrios, el metro (el logotipo y el nombre del Metro que pulula por todo el mundo nace en Londres, única ciudad del mundo donde no se llama así), las costumbres, los clubs de fútbol o los diarios es brillante y amena.


Resulta de lo más curioso la descripción del sistema político de Inglaterra. Un país sin constitución escrita, cuyos ciudadanos tienen la consideración de siervos de su Majestad y donde no existe separación de poderes, sino que se vive bajo la dictadura del Parlamento. El retrato de la Casa Real, conocida como La Firma es clarividente y chocante, "la Firma es una lúgubre versión de la Familia Adams".

Acudir al origen de las costumbres, hábitos y lugares puede acarrear asombro: el famoso y festivo carnaval de Notting Hill nació después de una reyerta racista, la plaza de Picadilly Circus nació de un error, el callejero de Londres es caótico y como dijo George Mikes:
"Hay que ser consciente de que una ciudad inglesa es una vasta conspiración para desorientar a los extranjeros" o también "Se da un nombre distinto a la calle en cuanto haga la menor curva; pero si la curva es tan pronunciada que crea realmente dos calles distintas, se mantiene un mismo nombre. Por otra parte, si, por error, una calle ha sido trazada en línea recta, debe recibir muchos nombres." p.26
Enric González nos cita con personajes tan carismáticos y excéntricos como el columnista Jeffrey Barnard o el escritor Martin Amis, irredentos clientes de los pubs:
"Cuando el Gobierno decidió abrir los pubs a los menores de edad, Jeffrey Barnard se encrespó:
  ´Los pubs nunca fueron lugares de entretenimiento familiar. Los pubs son comercios de bebida para hombres graves y desesperados, en busca del sentido de la vida. Ocasionales chispas de ingenio de uno o dos parroquianos, iluminan el ritual de vez en cuando, pero ¿quién ha visto alguna vez a un niño intencionadamente divertido?  Y traerán a sus madres con ellos, que Dios nos ayude.´" p. 69
Los capítulos sobre el nacimiento e idiosincrasia de los clubs de football son impagables. Allí aparecen seres feroces y odios ancestrales: 
"El fútbol es un asunto de la máxima gravedad en Londres. Como dijo el clásico, el fútbol no es un asunto de vida o muerte: es algo más serio que todo eso. " p. 151
"Las peleas londinenses no son como las mediterráneas: no hay insultos previos, ni griterío, ni bravuconadas, ni "pasa de esta raya si te atreves", ni "que me sujeten que lo mato". A veces no hay ni palabras. La violencia es súbita y fría. Cualquiera que salga un sábado por la noche puede estar casi seguro de ver golpes, en un bar, en la calle o en cualquier parte. No se trata, pues, de un fenómeno directamente ligado al fútbol." p. 161.
Para concluir no me resisto a hacerlo si no es con este intenso párrafo sobre la prensa inglesa.
"Incluso los tabloides son, en su estilo, imbatibles.(...) El Daily Mirror, teóricamente de izquierda, y The Sun, el de mayor venta, capaz de desbordar a Margeret Thatcher por la derecha, son intrínsecamente execrables. Pero, desde un punto de vista técnico, resultan auténticas maravillas. Sus periodistas son muy buenos -se les nota cuando escriben en otra parte- y están muy bien pagados. Los titulares, los textos breves y concisos (calculados al milímetro para que pueda comprenderlos un público casi iletrado que, sin embargo, lee periódicos), la demagogia feroz, la xenofobia, la pasión por lo militar, por los crímenes más horrendos y por la pena de muerte, la chica semidesnuda de la tercera página, el acoso constante a la familia real, la inmejorable información sobre las carreras de caballos...Todo encaja a la perfección. La lectura de The Sun es a la vez embrutecedora y adictiva: bastan unas cuantas sesiones para que el ciudadano más civil sienta un ansia casi irreprimible de ir al estadio a romperse la cara o a declarar la guerra a los Bloody burocrats de la Unión Europea. Sin el tabloide de Murdoch, el sistema de clases no sería lo mismo." p. 125
Vibrante.

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