lunes, 6 de febrero de 2012

Tàpies





Hoy ha muerto el maestro Antoni Tàpies, quien dijo

"Era preciso, pues, ir más lejos en la experimentación de la percepción visual puramente pictórica y se tenía que prescindir de la idea de un código, lanzándose al vacío, sólo en función de intentar hacer "evidente" lo que se busca. Comprendí también que las posibilidades de formas y colores son infinitas cuando se sale de lo que se entiende por geometrismo y se entra en el mundo inconmensurable de lo orgánico, de lo amorfo, de lo ambiguo, de la mancha, del expresionismo del puro gesto, de la caligrafía, etc., tal como lo prendí del la pintura china y japonesa. Pero además empecé a darme cuenta de que en aquel nuevo lenguaje aún no se había explorado (por los menos suficientemente) las posibilidades de un tercer elemento: la textura, que igualmente podía ser de una gran contundencia expresiva. (...) 

 "...descubrí un día, de repente, que mis cuadros, por primera vez en la historia, se habían convertido en muros. (...) Cuántas sugestiones se pueden desprender de la imagen del muro y de todas sus posibles derivaciones! Separación, enclaustramiento, muro de lamentación, de cárcel, testimonio del paso del tiempo; superficies lisas, serenas, blancas; superficies torturadas, viejas, decrépitas; señales de huellas humanas, de objetos, de los elementos naturaleza; sensación de lucha, de esfuerzo; de destrucción, de cataclismo; o de construcción, de surgimiento, de equilibrio; restos de amor, de dolor, de asco, de desorden; prestigio romántico de las ruinas; aportación de elementos orgánicos, formas sugerentes de ritmos naturales y del movimiento espontáneo de la materia; sentido paisajístico, sugestión de la unidad primordial de todas las cosas; materia generalizada; afirmación y estima de lo terreno; (...) campo de batalla, jardín; terreno de juego; destino de lo efímero... y tantas y tantas ideas que fueron desfilando una tras otra como las cerezas que sacamos de un cesto. Y tantas y tantas cosas que parecía que me emparentasen con orgullo a filosofías y sabidurías tan queridas para mí." 



 La escritura artística de Tàpies está basada en símbolos y signos ideados por él mismo. En su obra aparecen jeroglíficos, números, letras, garabatos, cruces o partes del cuerpo humano. 

El trabajo de Tàpies es sensorial, afecta a todos los sentidos. Se le considera el padre del informalismo: cuando el artista se abandona a lo imprevisto y al azar. Cirici Pellicer nos ayuda a identificar sus símbolos y signos: 
"Encontramos en la obra de Tàpies un cierto número de signos conocidos. Vemos repetidamente, en la organización general de sus obras, el negro contrapuesto al blanco por contraste forma/fondo o por simetría de dos campos vecinos. Se equilibran como el blanco y el negro en el símbolo taoísta de los yang/ying o en el símbolo alquímico de los solve/coagula, que expresan el ciclo continuo de la espiritualización y rematerialización.
Se organiza alguna pieza a base de una forma general en T, que coincide con la simbología de la cruz, señal mítica de la Ley de todas las leyes, Anima Mundi. Hay alguna otra a base de una forma general en X, formada por el ángulo de vértice yusero, símbolo de la feminidad, y el ángulo de vértice soberano, símbolo de la virilidad, que se encuentran en un Axis Mundi, eje central que permite confundir esa estructura con el ideograma de la figura de un hombre con brazos y piernas separados. Otras tienen estructura crucial, que recuerda la asimilación de la tierra con los puntos cardinales, que determinan los cuatro brazos. Algunas están dominadas por el arco extendido, símbolo de la existencia. Otras se encuentran cruzadas por la Y, señal convencional de la ambigüedad de las bifurcaciones. En las formas parciales hay símbolos aritméticos, como el + y el -, los calderones o signos de respiro, utilizados entre compases musicales o párrafos escritos. Está el cartucho de los nombres faraónicos. Está el triángulo alquímico que une el Sulfuro, el Mercurio y la Sal, como si fuesen el cuerpo, el alma y el espíritu del hombre, los principios de los Sunyat, Maya y Prana del hinduismo o los conceptos trinitarios del Cristianismo. Está el cuadrángulo, sede estable de la sabiduría, opuesto al círculo, sede inestable del azar y de la Fortuna. Están los trigramas o digramas taoístas, hechos de líneas continuas (yang) o discontinuas (ying), que pueden componer las ideas del cielo, el viento, el agua, la montaña, la tierra, el relámpago, el fuego, el caballo, las aguas del lago y, por supuesto, los estados del espíritu humano que a ellos se asemejan." 



En los 60 y 70 es cuando Tàpies empieza a trabajar como un alquimista. Fascinado e influido por la filosofía Zen, se dedica a trasnformar los materiales perecederos y cotidianos insuflándolos una nueva vida en un momento en el que el arte Povera se extiende por Europa y los artistas estadounidenses se vuelcan ante el arte conceptual.


Tàpies. Comunicació sobre el mur (1992). Catálogo. Barcelona. Fundación Antoni Tàpies.
Tàpies, A. (1970), La pràctica de l'art. Barcelona. Ariel.
Cirici Pellicer, A. (1980), "Antoni Tàpies o el arte del mundo no dicho", en Tàpies, obra recent. Catálogo. Galería Maeght. Barcelona. Enero-Marzo 1981.

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