sábado, 18 de febrero de 2012

Silencio en la nieve

de Gerardo Herrero





Esta película tiene todos los ingredientes para gustar. Una ambientación extraordinaria en parajes naturales de Lituania, una producción bélica muy creíble, una historia que entrevera las andanzas de la División Azul en Rusia con unos crímenes rituales relacionados con la masonería...  pero después de iniciarse con una escena espectacular -un lago helado sembrado de caballos congelados- acaba resultando sosa. 
El cadáver de un soldado español de División Azul aparece con un tajo en el cuello y una inscripción grabada a cuchillo sobre el pecho: "Mira que te mira Dios". Se encarga la investigación a un soldado que anteriormente fue inspector de policía. Con la ayuda del sargento Estrada (Carmelo Gómez) afrontarán la investigación de unos crímenes truculentos en unas circunstancias extremas y cuyas claves aparecen perdidas en el pasado.
La película se basa en la novela "El tiempo de los emperadores extraños" de Ignacio del Valle.


A pesar de estos ingredientes tan solventes el tono narrativo es ramplón, no acierta a plasmar con fuerza una intriga que se presenta muy bien trabada. La historia que cuenta es muy superior a la forma en que está contada.


El diseño de producción es espectacular, pero sólo alguna secuencia resulta realmente intrigante: la de los caballos congelados, la conversación de Carmelo Gómez con un soldado homosexual (Andrés Gertrúdix) sobre un campo minado o la réplica hosca y amenazante de un falangista tuerto (magnético Sergi Calleja) que juega a la "violeta" (ruleta rusa).


En general le falta brío, intensidad. Hay demasiadas escenas filmadas rutinariamente. La trama y el escenario daban para mucho más. Los Holmes y Watson del caso quedan un poco difusos, desaprovechados. Carmelo Gómez está correcto, pero Juan Diego Botto sólo brilla en algún retazo. Una oportunidad perdida.

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