viernes, 24 de febrero de 2012

INCENDIES - de Denis Villeneuve








La mujer que canta.-



Basada en una obra de teatro de Wajdi Mouawad, la película es un drama con forma de investigación de un misterio. Dos hijos gemelos, distanciados de su madre, al morir ésta, reciben dos cartas que han de entregar: una a su padre, otra a su hermano desaparecido en Líbano, antes de nacer ellos, antes de que ella se trasladara a Canadá. 

La película comienza hipnótica preparando a un niños para la guerra mientras suena Radiohead.
"La infancia es un cuchillo clavado en la garganta" reza en su frontispicio.  Todo el devenir viene condicionado por el pasado; así que la hija inicia una peregrinación hacia el pasado, desde Canadá a Oriente Medio, buscando las huellas de su madre.

La estructura de la película está basada en un paralelismo; el que se da entre la vida de la madre que buscando a su hijo recorre el infierno hasta llegar al presente viva de milagro; y la investigación de los hijos que buscando las huellas de su madre hacen el mismo recorrido hacia el pasado. Ambos caminos confluyen en los mismos paisajes, encuentran las mismas personas, los mismos odios y terminan topando el mismo horror.

La investigación sobre el terreno y los flashback que se van alternando  nos hacen descender por una espiral hacia un pasado inhóspito y terrible. 


Ausentes los acentos políticos; las aldeas, religiones y guerras se retratan desnudas en su absurdo como máquinas de triturar vidas. La madre es cristiana, pero eso no le impide ser testigo de crímenes por parte de todos los bandos. Ella misma acaba siendo presa política de su misma facción. Al horror de su tortura contrapone notas musicales. Ni entiende ni comparte las atrocidades. Se convierte en una pequeña leyenda, "la mujer que canta".

La investigación que sigue la hija para llegar al origen de todo no esconde la cara ante nada: afronta a cara descubierta el horror, la intolerancia, el espanto de un destino que se revuelve como una serpiente.
Como público conocemos los acontecimientos del pasado de la madre antes de que sean revelados en la investiavión de los hijos. Nuestra empatía con ellos así es total.

Al final, la madre, "la mujer que canta" ha dejado dos cartas que son como un testamento de humanidad. Es como si dijese "al salir del infierno quiero ser generosa. Ante el odio elijo el amor." Prepárate. Te dejará el corazón encogido.
Una película valiente, veraz, con una estructura muy potente y una climax sin concesiones. Maravillosa.

miércoles, 22 de febrero de 2012

La pata del escarabajo

de John Hawkes



Husmeando aquí y allá, descubro un autor del que nada sabía y que por sus características supone para mí una incitación. En el blog culturamas.es encuentro:


"En La pata del escarabajo John Hawkes parte de la premisa que toda estructura ficcional parte del lenguaje, y en esto el escritor es un maestro. ¿Cómo describir de qué trata o de qué va la novela si carece de historia? En La pata del escarabajo se van conectando acontecimientos en los que intervienen un sheriff, un médico/brujo, una viuda, un pescador turista y su mujer, una boda, una serpiente y un hombre suspendido. En algún punto del oeste y en distintos puntos del tiempo se encuentran y recuentan cómo este pueblo (que debía de haber sido fructífero por la construcción de una presa) está lleno de figuras absurdas, fantasmagóricas y criminales que crean una atmósfera asfixiante; entre ellos, una parodia del cliché del Western: los indios son sustituidos por pandillas de motorizados.
Podríamos imaginarnos un John Hawkes pedante y amargado, pero el escritor Jim Shepard lo recuerda como un tutor cercano y bromista, cuya obra fue reconocida por los Académicos y (cómo no) por los franceses. “Gracias a Dios por los franceses”, diría Woody Allen."



Mientras que en Ambitocultural.es, Gonzalo Izquierdo escribe:

"La pata del escarabajo (1951) supone una oportunidad única para acercarnos a la obra de John Hawkes (1925-1998) y descubrir su talento para crear atmósferas opresivas y dibujar paisajes dotados de gran fuerza expresiva. 
(...) 

Representante junto a Donald Barthelme, Joseph Heller, Robert Coover, John Barth, Kurt Vonnegut o Thomas Pynchon del postmodernismo en Estados Unidos, Hawkes publicó en 1949 su primera novela, The Cannibal, en la que plasmó sus experiencias en la Segunda Guerra Mundial mediante un relato que sentó buena parte de las características de su obra posterior. La introducción de componentes surrealistas, el tratamiento desmitificador de los géneros literarios (en este caso, el bélico), la presentación de la historia de manera fragmentada, el juego con los referentes espacio-temporales o la supresión de los elementos que permiten al lector seguir la trama de manera lineal son algunos de los rasgos distintivos de un autor que ha ejercido una notable influencia entre los escritores de su generación -El arcoíris de la gravedad de Pynchon recoge parte de esta herencia-.
Para su incursión en el terreno al que pertenecen los mitos fundacionales de la cultura americana, Hawkes vacía el género del Oeste de cualquier rastro de aliento épico -el enfrentamiento con el enemigo representado por la pandilla de moteros no conduce a catarsis alguna y está impregnado de un tono humorístico- y muestra a un grupo de personajes arquetípicos -el sheriff, el médico ambulante, la matriarca, etc.- que han sido despojados de los valores que antaño representaban y que se ven engrandecidos en la medida en la que el lector -que ha transitado antes por explanadas azotadas por el sol y se ha quemado la garganta con un chupito de whisky en el saloon gracias, sobre todo, al cine- les devuelve el halo legendario arrasado por el transcurso de los siglos.
Reducidos a lo esencial, a un conjunto de piel y huesos que se arrastran con obstinación por un espacio y un tiempo que ya no les pertenece, los personajes aparecen como símbolos fantasmagóricos de una época de la que ya no quedan sino restos «decrépitos graneros a punto de venirse abajo», «montones de tuberías de hierro y casetas de chapa corrugada» y «larvas y cráneos» que crujen bajo las ruedas.
Este proceso de esquematización no implica que los personajes se conviertan en instrumentos unidimensionales al servicio de la vocación experimental de su autor: puede que se nos escamotee la exposición de sus conflictos pero hay una mirada introspectiva hacia el interior de los mismos que se vale del monólogo interior y de una primera persona disfrazada de tercera para componer una polifonía de voces que se alternan y mezclan sobre un paisaje devastado que no está lejos de la Tierra baldía de T.S.Eliot (Hawkes menciona en el texto «huertas desatendidas, tierras baldías») ni del Cormac McCarthy de Meridiano de sangre o No es país para viejos en la versión de los hermanos Coen. Unas tierras que, según el personaje de Camper, «no están hechas para las personas».
Entre Mistletoe y Clare, dos localidades de naturaleza árida y dura como el corazón de sus habitantes, tiene lugar un relato que se desarrolla a lo largo de una noche pero que encuentra ramificaciones temporales en un pasado marcado por la muerte accidental de Mulge Lampson mientras trabajaba en la construcción de una presa que iba a ser «la más rentable del hemisferio occidental». 
(...)
Las figuras escurridizas del sheriff y de Cap Leech, encargadas de abrir y cerrar la obra con sendos monólogos, sobresalen del resto. El primero deja claro desde el comienzo que nos hallamos en «un territorio sin ley» donde «no es fácil mantener controlada a la gente, estar siempre de guardia» porque «cualquier cosa (…) basta para que se desvíen del buen camino». 
(...)
Uno de los recursos que el autor emplea para levantar los mimbres de su ficción es el extrañamiento. Más allá de la contradicción entre la época en la que parece transcurrir la acción y en la que en verdad tiene lugar (los Diablos Rojos sustituyen a los indios, los coches de caballos conviven con los automóviles), Hawkes potencia la sensación de extrañeza mediante la hibridación de géneros (la llegada de Camper y su mujer Lou tiene mucho de cuento de terror gótico, y es que en cierto modo, nos encontramos ante un relato de muertos en vida), la construcción de un espacio abstracto, de límites difusos, y la creación de una atmósfera onírica que envuelve las acciones del presente -en contraposición a lo sucedido en el pasado, que es narrado con la claridad propia de los acontecimientos fijados en la memoria-. Resulta congruente que el escritor afirmase que todo lo que había escrito procedía de sus pesadillas, en concreto de la pesadilla de la guerra.

La desnudez y vigor del lenguaje, el cuidado en la elección de cada palabra en función del efecto que se quiere lograr en el lector, acercan a Hawkes a la precisión expresiva de la prosa poética. El texto está repleto de imágenes de gran fuerza evocadora que subrayan el desamparo, la extrema soledad de los personajes: la descripción de Ma, que se siente como «una vieja olla de hierro, llena de verduras recuperadas de la basura» o ese perro empapado que «se había pasado el día amodorrado al sol pero llegando el anochecer se sintió deseoso de agua, aulló al recuerdo de un chaparrón que resonaba en su cabeza como el zumbido de una caracola, empezó a oler como si realmente hubiera llovido y se lanzó gimoteando a un arrollo».

John Hawkes comenzó a escribir ficción siendo fiel a la creencia de que los «verdaderos enemigos de la novela eran la trama, los personajes, el escenario y el tema, y una vez abandonadas estas maneras tradicionales de pensar en la ficción, lo que queda es lo que importa realmente: la estructura». Y aunque La pata del escarabajo renuncie a las formas narrativas tradicionales y diluya los contornos del hilo argumental, mantiene la capacidad para emocionar al lector a través de la pureza del lenguaje, instrumento que el autor dominó con maestría."

Inmortales

de Tarsem Sigh

Es indudable que Tarsem posee un sello propio y en esta película abunda en ello para bien y para mal. Sus imágenes siempre son brillantísimas, el concepto visual de cada plano o secuencia es arrollador; pero en este caso la historia resulta un tanto simple, recreándose largamente en la composición esteticista de algunas escenas.

Además el asunto es nada menos que los dioses del Olimpo, lo que supone una dificultad añadida al escollo de recrear con verosimilitud el aspecto divino. Suele quedar acartonado. No recuerdo casi ninguna película donde esta pesada carga no haya echo zozobrar el empeño. Pero si había alguien dotado para hacer presentes y creíbles a los dioses posiblemente fuera Tarsem. Su concepto teatral y preciosista parece el adecuado y en este caso ayudado por los hallazgos visuales de la precedente 300,  logra entretenernos.

Enloquecido por el poder, el rey Hiperión (Mickey Rourke) reúne un ejército para marchar sobre Grecia. El objetivo es hacerse con el arma definitiva contra los dioses: los Titanes, a los que pretende liberar de su prisión en el monte Tártaro para enseñorearse del mundo. El campesino Teseo se opondrá contando con la sacerdotisa Fedra y un esclavo muy hábil con la espada, Stavros (Stephen Dorff). Su misión salvará a su patria y también de la destrucción a los dioses.


La dificultad de retratar las áureas pasiones, la épica sin límites a la que te obliga el tema y la elocuencia olímpica son puro veneno para la acción y la aventura. Pero el director nos propone un tono narrativo y un espacio fuera de la realidad, al estilo de una Ópera teatral y grandilocuente. Unos verán la película como algo hueco y con poca chicha; pero a mí me ha  gustado la propuesta. Creo un acierto esta escenografía operística, hercúlea y crepuscular.  Al fin y al cabo los dioses están fuera del espacio y el tiempo.


No es la mejor película de Tarsem. La historia que desarrolla es muy elemental y durante muchos minutos resulta lenta. Los diálogos tienen muy poco espesor. Ahora bien encuentro sobresalientes las escenas de lucha perfectamente coreografiadas, (el encuentro y huida de Teseo con las pitonisas o la lucha entre dioses y titanes). Admirable resulta el último plano de la película cuando la cámara desciende y nos presenta la batalla en los cielos como si estuviésemos ante el techo de una mitológica capilla sixtina.


Así que tenemos una entrega visualmente espectacular y entretenida. 

martes, 21 de febrero de 2012

Las tortugas también vuelan

de Bahman Ghobadi


Película hermosa y terrible. La historia de estos niños del Kurdistán iraquí es de las que te agarra las tripas y te las retuerce. El campamento donde viven 80 familias está intentando conseguir alguna antena de TV para enterarse de las noticias sobre la inminente invasión norteamericana.  El peso de la historia la soporta una bandada enorme de niños, muchos huérfanos, bastantes mutilados, los cuales se organizan para conseguir algún dinero. El trabajo más habitual es limpiar los campos de minas y revenderlas.

Narrada con una naturalidad desarmante, la espontaneidad y frescura con que se desenvuelven los niños protagonistas te provoca un impacto enorme. De hecho los niños nos enseñan que el ser humano se puede adaptar a cualquier circunstancia por terrible que sea. Hasta en las condiciones de precariedad más absoluta ellos se organizan y montan sus vidas. 


Son 3 los protagonistas a través de cuyas vicisitudes el director nos traslada una vivencia extrema. "Satélite" es el líder natural de los niños, se ha prendado de una recién llegada, Angri, una niña muerta por dentro (su familia asesinada, ella violada). La acompaña otro niño con ambos brazos mutilados y entre los dos cuidan de un bebé ciego.

El relato de estas vidas contiene momentos escalofriantes como ver al niño sin brazos desmontar una mina antipersonal, o al niño ciego perdido y lloroso caminando por un campo minado o la niña fascinada por el vacío al borde de un precipicio que ella siente como el borde de su vida. 

El muchacho sin brazos, ocasionalmente tiene visiones del futuro. Este aspecto y la leyenda de que en el fondo del manantial hay peces rojos dota a la historia de un punto mágico, infantil, que contrasta enormemente con la tremenda realidad.
El manantial está en el centro de todo. El agua básica, la ficción de los peces rojos o el lugar donde realizar valentonadas.

La niña no ve futuro allí, quiere irse. Está abrumada por su pasado, su desconsuelo es total, en alguna ocasión propone abandonar al bebé y huir. A pesar de ello continúa  acarreando mecánicamente el agua, el niño o el capacho de minas para venderlas. Su amargura resulta desgarradora. 


Este director iraquí  tiene una forma de narrar limpia y de gusto clásico. No se pierde en florituras, cada plano es interesante, cada frase aporta información. Se cuela en la vida diaria de un poblado y deja que las carreras, los gritos y las miradas de estos niños golpeen nuestras entrañas. 

Película limpia, dura y emocionante. Ganadora de la concha de Oro del Festival de San Sebastián 2.004.

lunes, 20 de febrero de 2012

La Chispa de la Vida

de Alex de la Iglesia


"Product Placement" es una técnica de marketing que ha venido cobrando auge sobretodo en series de tv: un brick de leche mientras los protagonistas desayunan, un refresco con la marca bien visible, etc. En la película hay un momento en que colocan estratégicamente una lata de aceite al lado del accidentado, y la película toda es un relato de humor negro sobre product placement. Un hombre desesperado colocado en el sitio correcto puede obtener rentabilidad, aunque sea a costa de su vida.

Jose Mota se luce a la vez que nos sorprende interpretando a un publicista parado de larga duración  que sufre un accidente en unas ruinas romanas el día de inauguración. La ocasión la pintan calva. Ahí es nada toda la parafernalia ululante de políticos y prensa. Como buen publicista no ve el accidente como mala suerte o riesgo de su vida, sino como una oportunidad. La presencia de los medios, su propio drama, su familia, todo se convierte en un circo del que sacar tajada.
 En alguna entrevista Alex de la Iglesia ha comentado que quería hacer una especie de "La Cabina" actualizada. Y es verdad que los dos elementos de aquella combinación magistral de Mercero se citan aquí: el proscenio y las butacas como un todo, el drama personal y el costumbrismo en el mismo plano. Aunque falta el golpe fantástico de aquel desenlace.
Lo que sí encontramos es el esperpento y el humor negro de los que tan bien dotado está el director vasco.
Las condiciones laborales, el oprobio de las hipotecas, el circo de los realitys televisivos....Alex de la Iglesia se ha propuesto contarnos la España actual con mucha mala leche. Aunque hay que decir que La Chispa de la Vida (famosísimo slogan publicitario que se adjudica el protagonista) es una película menor. Bien contada   pero carente del fondo y la envergadura de "Balada Triste de Trompeta", sin duda más radical, más trascendente, más negra.

A pesar de ello se disfruta la forma de rodar tan contudente de nuestro cineasta y sobretodo el acierto en la selección de actores. Jose Mota da la talla de forma notable y Salma Hayek nos regala un contrapunto transmitiéndonos veracidad y desgarro. 

sábado, 18 de febrero de 2012

Silencio en la nieve

de Gerardo Herrero





Esta película tiene todos los ingredientes para gustar. Una ambientación extraordinaria en parajes naturales de Lituania, una producción bélica muy creíble, una historia que entrevera las andanzas de la División Azul en Rusia con unos crímenes rituales relacionados con la masonería...  pero después de iniciarse con una escena espectacular -un lago helado sembrado de caballos congelados- acaba resultando sosa. 
El cadáver de un soldado español de División Azul aparece con un tajo en el cuello y una inscripción grabada a cuchillo sobre el pecho: "Mira que te mira Dios". Se encarga la investigación a un soldado que anteriormente fue inspector de policía. Con la ayuda del sargento Estrada (Carmelo Gómez) afrontarán la investigación de unos crímenes truculentos en unas circunstancias extremas y cuyas claves aparecen perdidas en el pasado.
La película se basa en la novela "El tiempo de los emperadores extraños" de Ignacio del Valle.


A pesar de estos ingredientes tan solventes el tono narrativo es ramplón, no acierta a plasmar con fuerza una intriga que se presenta muy bien trabada. La historia que cuenta es muy superior a la forma en que está contada.


El diseño de producción es espectacular, pero sólo alguna secuencia resulta realmente intrigante: la de los caballos congelados, la conversación de Carmelo Gómez con un soldado homosexual (Andrés Gertrúdix) sobre un campo minado o la réplica hosca y amenazante de un falangista tuerto (magnético Sergi Calleja) que juega a la "violeta" (ruleta rusa).


En general le falta brío, intensidad. Hay demasiadas escenas filmadas rutinariamente. La trama y el escenario daban para mucho más. Los Holmes y Watson del caso quedan un poco difusos, desaprovechados. Carmelo Gómez está correcto, pero Juan Diego Botto sólo brilla en algún retazo. Una oportunidad perdida.

viernes, 17 de febrero de 2012

23 cosas que no te cuentan sobre el capitalismo

de Ha Joon Chang


Chang, profesor de economía en la Universidad de Cambridge y asesor de organismos financieros internacionales ha escrito “23 cosas que no te cuentan del capitalismo”. En sus páginas desmonta los dogmas y artículos de fe que el sistema capitalista ha logrado que asumamos como algo natural, demostrando su falacia.

Chang, experto en economía del desarrollo, se adelantó a la Gran Recesión con un libro “Bad Samaritans: The Guilty Secrets of Rich Nations and the Threat to Global Prosperity” (traducido en España como  "¿Qué fue del buen samaritano?") donde arremetía contra la doble moral de la globalización y los esfuerzos de los países ricos por seguir teniendo la sartén por el mango.

La situación actual de la Economía semeja a la de un demiurgo que rige nuestras vidas de forma insensata. Mientras tanto, se nos ha mantenido al margen del debate económico a través de una jerga ideada por los tecnócratas. Además, a estas alturas parece que la Economía ha perdido ya el apelativo de “Ciencia” para convertirse en uno de esos conocimientos esotéricos aureolados por el misterio más contumaz.

Joon Chang nos recuerda que la economía como disciplina no es una ciencia exacta; por el contrario, su quehacer está influido por políticos y políticas en mayor grado que otras ciencias sociales.

En una entrevista a la BBC desvelaba las ideas del libro:
“A uno le puede gustar o no el capitalismo, pero todo el mundo asume que sabe de qué se trata. Lo que intento mostrar es que muchas de las premisas que se usan para el capitalismo son medias verdades o directamente mitos.
La idea del libre mercado, por ejemplo. El mercado libre no existe. Todo mercado tiene reglas y límites que restringen la libertad de elección.
Otro mito es que cuando más libre mercado y menos gobierno, más riqueza. Esto no es así. Se vio claramente en el caso de la desrregulación del sistema financiero que tomó lugar desde la década del '80 que, como se vio en la crisis financiera de 2008, destruyó mucha riqueza.

Por eso digo también que los mercados financieros tienen que ser menos eficientes: una mayor eficiencia intensificaría la especulación y el cortoplacismo de las inversiones.

El libre comercio es otro de los mitos. Los países desarrollados dicen que los países en desarrollo tienen que permitir el libre flujo de capitales y mercancías para desarrollarse. Esta posición ignora la política adoptada históricamente por los mismos países desarrollados.Tomemos el caso del Reino Unido, cuna de la Revolución Industrial. En el siglo XVII, Daniel Defoe, el autor de Robinson Crusoe, que era también empresario y espía, publicó una historia sobre el comercio inglés que muestra el proteccionismo aplicado desde el siglo XV.  Esta política sigue hasta el siglo XIX, cuando el Reino Unido se vuelve partidario del libre comercio porque ya ha desarrollado plenamente su industria, de modo que no necesita protegerla.
Lo curioso es que inmediatamente borra su propia historia y pregona lo que no practicó para desarrollarse, es decir, le exige al resto del mundo que adopte el Libre Comercio.
La lista de países que usaron una estrategia similar es muy larga: Francia, Japón, Alemania, Finlandia, Italia, Noruega, Austria, entre otros."

Joon Chang ha publicado un libro subversivo, pues nos obliga a repensar premisas y a poner en duda la presunta honestidad de los que frecuentan las tribunas públicas. He aquí un dogma voceado como incuestionable: “cuando los ricos aumentan la fortuna, todos nos beneficiamos”. Le llaman ” efecto goteo”. Es un sofisma interesado, puesto que los ricos tienen múltiples maneras de esquivar el traslado de los beneficios a la sociedad. Simplemente los exportan.

El libre mercado no es tan libre como imaginamos. Lo manejan algunos monopolios y oligopolios. La intervención del Estado Bienestar – como en Suecia, Noruega, Finlandia- demuestra que mayor igualdad social lleva a un crecimiento rápido y satisfactorio.

Estas son algunas de las falacias interesadas que Joon Chang desenmascara:

1 -El libre mercado no existe.
2 -La máquina de lavar transformó más el mundo que internet.
3 -El libre mercado raramente hace rico al pobre.
4 -El capital no es trasnacional: tiene nacionalidad.
5 -No vivimos en una era postindustrial.
6 -EEUU no tiene el más alto nivel de vida del mundo.
7 -La educación por sí misma no garantiza la riqueza de una nación.
8 -A pesar de la caída del comunismo somos sociedades planificadas.
9 -La igualdad de oportunidades es desigual.
10 -Los mercados financieros tienen que ser menos y no más eficientes.
11 -La gente en los países ricos es menos emprendedora que en los pobres.


"El libre mercado no existe", sostiene en el primer capítulo
 "Todos los mercados tienen reglas y fronteras para restringir la libertad de elección (...) El "libre mercado" es una ilusión y no se puede definir objetivamente. Es más bien una definición política, por no decir la idelogía dominante durante estos 30 últimos años. Los Gobiernos han decidido intervenir, esta vez para "desregular" la economía y llevarnos a este punto en el que estamos, con desigualdades cada vez mayores y crisis cada vez más frecuentes".

"Los accionistas no defienden los intereses de las compañías, sino sus propios intereses"
"En los sesenta, un inversor británico mantenía por término medio seis años sus acciones en una compañía. Hoy en día, ese tiempo se ha reducido a tres meses... Al accionista no le preocupa el futuro a largo plazo de una empresa sino los beneficios que pueda reportarle en tres meses (...) Si gestionamos una empresa pensando en las accionistas, estamos posiblemente comprometiendo su propia supervivencia. A este punto hemos llegado".
"Los mercados financieros necesitan ser menos eficientes".
"La desregulación y las tecnologías de la información permiten a los inversores mover grandes cantidades de capital en fracciones de segundo. Esto puede aumentar su capacidad para hacer dinero, pero tiene un efecto muy desestabilizador sobre la economía. El bache entre el mundo financiero y el mundo real es cada vez mayor: hemos creado un monstruo tan complejo que nos resulta muy difícil de entender, y mucho menos de controlar. Lo que necesitamos es simplificar".
"Los ricos nos hacen cada vez más pobres"
" Desde los años 80 con Reagan y Thatcher a la cabeza, las decisiones políticas nos han conducido a "enriquecer a los más ricos", con la vana idea de que la prosperidad se extenderá a otras capas de la sociedad. El precio que estamos pagando es éste: la mayor brecha entre los más ricos y los más pobres desde el último siglo. Un directivo norteamericano de una corporación llega a cobrar de 300 a 400 veces más que su empleado medio. Durante el último año, y a pesar de la crisis, los altos ejecutivos se han aumentado el sueldo un 40%."
"La economía mundial creció más en tiempos del capitalismo 'regulado'"
"Lo cierto es que las políticas del Banco Mundial y del FMI han dado muy pobres resultados". "Los países ricos quieren imponer sus recetas del 'libre mercado' a los países en desarrollo, cuando lo cierto es que ellos mismos se enriquecieron con un equilibrio de comercio y medidas protecconistas. Así es como creció Corea del Sur. La falacia del libre mercado ha convertido raramente a un país pobre en un país rico, con la excepción de Chile".
"Asume lo peor de la gente y obtendrás lo peor". Chang dispara contra la esencia egoísta del capitalismo,
 "la avaricia del carnicero y del panadero" a los que apelaba Adam Smith. "El capitalismo ha cambiado mucho desde entonces. No podemos ignorar que el ser humano responde a otras motivaciones, más allá del exclusivo interés propio. La explotación infantil era moneda corriente hace poco más de un siglo, y las élites se oponían férreamente a que los Gobiernos regularan el mercado laboral y acabaran con las jornadas de 15 horas diarias."
No es extraño que Ha-Joon Chang se haya ganado el apelativo de "anticapitalista"; pero nada más lejos de la realidad. Él mismo asegura que hoy por hoy no existe un sistema alternativo que permita garantizar el mismo nivel de progreso y desarrollo en el mundo.
"Con el permiso de Churchill, el capitalismo es el peor sistema que existe... exceptuando a todos los demás. Eso no quiere decir que el modelo con el que funcionamos ahora sea el mejor posible. Todo lo contrario: tenemos que cambiarlo desde dentro y veo claros indicios en el horizonte. Los 'indignados' y el movimiento 'Occupy' es uno de ellos... Pese a los nubarrones del 2012, hay que ser optimista a largo plazo".

jueves, 16 de febrero de 2012

La mujer de la arena

de Kôbô Abe

¡Qué agobio de novela! Un hombre se pierde en una aldea remota y miserable ubicada en un arenal frente al mar. Lo que acepta como hospitalidad se torna una trampa para atarle al villorio. Las casuchas sobreviven de mala manera a los vientos  y a la arena que amenazan sepultarlo todo. Hay que palear constantemente para retirar la arena. La vida adquiere un ritmo grosero, casi bestial. 

La literatura de Kôbô Abe tiene una característica desoladora respecto al género humano. Somos esclavos. De la naturaleza. de las costumbres, de los hábitos. De la presión social. El pueblo funciona como una cooperativa donde los mayores nutren un mecanismo de opresión para hacer pervivir una situación sin sentido.
"Cuando los campesinos compran más tierras con el fruto de su trabajo, eso significa que tienen que trabajar más que antes. A fin de cuentas, las preocupaciones y el trabajo no tienen fin, y lo único que obtienen es la posibilidad de tener más quehacer que antes...Sin embargo, el campesino al menos obtiene alguna ganancia de su arroz y de sus patatas. Comparado con eso, palear arena es como tratar de amontonar  piedras en el Río del Infierno, de donde los diablos se las llevan apenas uno las echa.
-Bueno, ¿y que pasa finalmente con el Río del Infierno?
-Nada...es un castigo del Infierno precisamente porque no pasa nada." pág. 162
Las casas están en unos pozos que se mantienen en lucha permanente con la arena. Esta situación de sometimiento obliga al hombre a plantearse radicalmente su vida. Hay otro pozo en otra novela japonesa, "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo" de Murakami. Aunque en este caso la estancia en el pozo es voluntaria, en ambos se aprecia la permanencia en un pozo exterior como un acceso al pozo de tu interior.


La narración de una vida tan miserable y sin expectativas resulta un símbolo del papel del hombre en el mundo. O la visión del ser humano en el engranaje de la sociedad.
"Es cierto que la arena no es apta para la vida.  No obstante ¿Es acaso razonable la condición inmóvil para la existencia?,  ¿No es porque uno trata de aferrarse a una determinada condición por lo que surge esa desagradable competencia entre los hombres? Si uno abandonara esa posición fija para dejarse arrastrar por el movimiento de la arena, con seguridad la competencia cesaría."pág 23

Encontramos una reflexión sobre la sociedad
"La cara de la aldea se le presentaba al descubierto a través de la mujer. Hasta ese momento se suponía que la aldea, unilateralmente, era el verdugo; o tal vez una planta carnívora sin voluntad propia, o una voraz anémona de mar, y se suponía que él era una pobre víctima que casualmente había caído en la trampa. Pero desde el punto de vista de los aldeanos, eran ellos los abandonados, y naturalmente no veían razón para sentir ninguna obligación hacia el mundo exterior." pág. 190
Esta reflexión también alcanza al rol del escritor
"El decir que uno quiere convertirse en escritor  no significa más que el egoísmo de querer diferenciarse de los demás, que son títeres, convirtiéndose en titiritero" pág 102
y llega hasta conformar una visión de la humanidad
"Los incendiarios son el uno por ciento, los borrachos de mal carácter, también el uno por ciento, los retrasados mentales, el uno por ciento; los maniáticos sexuales, el uno por ciento; los megalómanos, el uno por ciento; los estafadores empedernidos, el uno por ciento; las mujeres frígidas, uno por ciento; los terroristas, uno por ciento; paranoicos, uno por ciento...
-Desearía que dejaras de soltar estupideces.
-Bien, escúchame con calma. Los que sufren vértigo, los drogadictos, los histéricos, los asesinos maniáticos, los sifilíticos, los deficientes mentales..., suponiendo que hay el uno por ciento de cada uno de ellos, sobre el total representarían un veinte por ciento... De ser posible enumerar otras ochenta anormalidades, y por supuesto se puede, se constituiría una prueba estadística de que la humanidad es cien por cien anormal."pág 186
El final nos puede parecer desolador o esperanzado. Depende de tu condición.


P.D. En este otro blog encontrarás una reseña muy documentada del libro.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Algo va mal

de Tony Judt

¡Qué libro tan instructivo y
ameno para esta época convulsa! 
Realmente hay que tener todo el siglo XX, con sus trágicos vaivenes, en la cabeza para trazar una visión histórica con tanta claridad.
Desde hace treinta años asistimos a un progresivo desmantelamiento de la protección social instaurada desde la 2ª Guerra Mundial en los países más avanzados de Europa. 

La idea hoy imperante que repiten como papanatas todos los políticos occidentales es la de que hay que privatizar el Estado y adelgazar los servicios públicos aunque sean tan esenciales como la sanidad, la educación, las pensiones o las comunicaciones.
Pero esta primacía de lo económico y por ende lo individual no ocurre desde siempre. Se viene imponiendo solamente desde la época de Thatcher y Reagan apoyados ambos en las teorías económicas de la Escuela de Chicago.

Desmontar estas "verdades" que nuestros actuales políticos y economistas no se cansan de repetir, y demostrar lo engañoso y erróneo de estos planteamientos es lo que guía a Tony Judt: "me propongo poner en tela de juicio las ideas convencionales a ambos lados del Atlántico".

Quebrar la dictadura de la economía en el debate social y político, introducir valores éticos y sociales más allá del mero mercantilismo. Éste es el reto que afronta con vigor y bien pertrechado de ideas.
"Hay algo profundamente erróneo en la forma en que vivimos hoy. Durante treinta años hemos hecho una virtud de la búsqueda del beneficio material: de hecho, esta búsqueda es todo lo que queda de nuestro sentido de un propósito colectivo. Sabemos qué cuestan las cosas, pero no tenemos idea de lo que valen. Ya no nos preguntamos sobre un acto legislativo o un pronunciamiento judicial: ¿es legítimo? ¿es ecuánime? ¿Es justo? ¿Es correcto? ¿Va a contribuir  a mejor la sociedad o el mundo? Éstos solían ser los interrogantes políticos, incluso  si sus respuestas no eran fáciles. Tenemos que volver a aprender a plantearlos." p. 16

Desde William Beveridge en 1902 hasta Condorcet hace dos siglos, ya avisaban de los peligros de sustituir el debate político por la simple economía. Tony Judt trae a primer plano la historia de Occidente y sobre todo su gran conocimiento de la postguerra (no en vano su manual "Postguerra, una historia de Europa desde 1945" es la máxima referencia hoy en día) para estudiar de dónde viene esta sociedad del bienestar que ahora se está desmantelando.

"¿Qué legaron la confianza, la tributación progresiva y el Estado intervencionista a las sociedades occidentales en las décadas que siguieron a 1945? La sucinta respuesta es seguridad, prosperidad, servicios sociales y mayor igualdad en diversos grados. En los últimos años nos hemos acostumbrado a la afirmación de que el precio pagado por esos beneficios -en ineficiencia económica, insuficiente innovación, asfixia del espíritu empresarial, deuda pública y pérdida de la iniciativa privada- era demasiado alto.
Los datos muestran la falsedad de la mayoría de esas críticas." p77
Más interesante cuanto que no son meras opiniones, sino que aporta datos y estudios tan diversos como los que relacionan el gasto en Sanidad o la distancia entre las rentas de los países con el nivel de homicidios, el porcentaje de trastorno mental o la esperanza de vida.
"EEUU gasta grandes sumas de dinero en sanidad, pero su esperanza de vida sigue estando por debajo de Bosnia y sólo es un poco mejor que la de Albania" p. 33


El historiador describe nuestra situación actual como una sociedad eviscerada, a la que se le han sacado las entrañas. Adiós a la justicia social, al reequilibrio, a la compasión. Los servicios públicos se privatizan sean sanidad, educación, ferrocarriles o atención a los ancianos y se venden aduciendo que se hace para mejorar su rendimiento. 

Judt aporta datos contundentes de que la privatización también puede ser errónea: Los ferrocarriles que privatizó Thatcher, el Metro  o los Hospitales de Londres, el ferrocarril en Nueva Zelanda o las prejubilaciones en Suecia. Todos estos ejemplos de privatización ya han ocurrido y se han podido realizar estudios que analizan su fracaso. El dinero privado entra en lo público porque le aseguran poco o nulo riesgo. Se dedican a sacar los máximos beneficios, no invierten y al final cuando los servicios quiebran  el Estado se hace cargo de las pérdidas. El único beneficio de las privatizaciones ha sido el trasvase de miles de millones de euros del contribuyente al sector privado. Es una delicia leer el capítulo donde expone el caso paradigmático de los ferrocarriles. Trascendiendo los datos económicos y las lecciones políticas, logra un texto vibrante sobre la vida de las comunidades y sus territorios.

La segunda parte del libro es más la reflexión de un socialdemócrata convencido ante los retos planteados. Un concepto clave en todo el libro es que "renovar nuestra conversación pública me parece la única forma realista de promover el cambio. No pensaremos de otra forma si no hablamos de otra forma." 
"La izquierda ha sido incapaz de responder de manera efectiva a la crisis financiera de 2008    -y, más en general, al rechazo del Estado  en pro del mercado de las tres últimas décadas-. Sin una historia que contar, los socialdemócratas y sus socios liberales y democráticos  han estado a la defensiva durante una generación, disculpándose por sus políticas". p. 171
La desregulación de los mercados nos ha llevado a la actual crisis financiera que amenaza devorarnos, el odio a lo público quiebra nuestras sociedades y el economicismo como único valor dominante nos empobrece como personas. Hasta critica al mitificado Mayo del 68 por su exacerbado individualismo. No es la única paradoja que Judt extrae de la historia


"Han empezado a desmantelar las competencias e iniciativas propiamente económicas del Estado. Es importante que quede claro: esto no ha significado ninguna reducción del Estado per se. Margaret Thatcher -como Bush y Blair después de ella- nunca dudó en reforzar los instrumentos represivos y de recogida de información del gobierno central. (...) Son las sociedades anglosajonas, que tanto se vanaglorian de sus libertades, las que han ido más lejos en estas direcciones orwellianas". p.108
"La densa trama de interacciones sociales y bienes públicos ha quedado reducida al mínimo, y lo único que vincula al ciudadano con el Estado es la autoridad y la obediencia....que precisamente fue el sueño de los bolcheviques y los nazis" p.119
"Una vez que dejamos de valorar más lo público que lo privado, seguramente estamos abocados a no entender que hemos de valorar más la ley (el bien público por excelencia) que la fuerza." p. 128
Claro y directo en sus exposiciones, profundo en sus argumentos, ameno en los retazos históricos o personales que espolvorea. Es un libro que explica la situación actual en la corriente histórica de los últimos 150 años. Desde aquellos miserables huerfanitos de Dickens en plena Revolución Industrial hasta la protección del desheredado y las iniciativas de la postguerra afrontando coberturas sociales básicas. Muy vívido por ejemplo es el retrato de Keynes y su contexto histórico: el mundo en que vivía, estable, rico, bonancible... y a continuación la debacle de la 1ª guerra mundial. Nos habla de sus recetas económicas pero también de los sentimientos con que el profesor afrontaba su trabajo. Del cambio drástico que vivió su mundo y cómo no se dejó arrastrar por demagogias, fascismos o sectarismo. Desapasionadamente buscaba el bien común, de qué modo la economía podría sustentar el progreso  y el bienestar.

Agradezo un estilo tan ágil como claro. Una exposición de datos e ideas que fulguran en cada página sin fanatismo ni ideologización. Unas miras humanistas para apreciar el devenir del género humano en las últimas décadas y desmontar ídolos y becerros de oro que hoy son lugar común. En definitiva una invitación al conocimiento de los movimientos sociales, políticos, económicos y culturales del siglo XX sin fin, lo que equivale a decir, una invitación a la reflexión. El libro se enriquece con citas memorables encabezando cada capítulo. Sirva una de ellas para concluir esta entrada 
"En vez de utilizar sus recursos técnicos y materiales que habían experimentado un incremento extraordinario, para construir una ciudad maravillosa, los hombres del siglo XIX construyeron suburbios deprimentes (...) que según los criterios de la empresa privada eran "rentables", mientras que la ciudad maravillosa, pensaban, habría sido una extravagancia que, en la estúpida jerga de la moda financiera, habría "hipotecado el futuro"... La misma regla de cálculo económico autodestructivo gobierna todos los ámbitos de la vida. Destruimos la belleza del paisaje porque los esplendores de la naturaleza, de los que nadie se ha apropiado, carecen de valor económico.  Seríamos capaces de apagar el sol y las estrellas porque no dan dividendos" 
John Maynard Keynes.

lunes, 6 de febrero de 2012

Tàpies





Hoy ha muerto el maestro Antoni Tàpies, quien dijo

"Era preciso, pues, ir más lejos en la experimentación de la percepción visual puramente pictórica y se tenía que prescindir de la idea de un código, lanzándose al vacío, sólo en función de intentar hacer "evidente" lo que se busca. Comprendí también que las posibilidades de formas y colores son infinitas cuando se sale de lo que se entiende por geometrismo y se entra en el mundo inconmensurable de lo orgánico, de lo amorfo, de lo ambiguo, de la mancha, del expresionismo del puro gesto, de la caligrafía, etc., tal como lo prendí del la pintura china y japonesa. Pero además empecé a darme cuenta de que en aquel nuevo lenguaje aún no se había explorado (por los menos suficientemente) las posibilidades de un tercer elemento: la textura, que igualmente podía ser de una gran contundencia expresiva. (...) 

 "...descubrí un día, de repente, que mis cuadros, por primera vez en la historia, se habían convertido en muros. (...) Cuántas sugestiones se pueden desprender de la imagen del muro y de todas sus posibles derivaciones! Separación, enclaustramiento, muro de lamentación, de cárcel, testimonio del paso del tiempo; superficies lisas, serenas, blancas; superficies torturadas, viejas, decrépitas; señales de huellas humanas, de objetos, de los elementos naturaleza; sensación de lucha, de esfuerzo; de destrucción, de cataclismo; o de construcción, de surgimiento, de equilibrio; restos de amor, de dolor, de asco, de desorden; prestigio romántico de las ruinas; aportación de elementos orgánicos, formas sugerentes de ritmos naturales y del movimiento espontáneo de la materia; sentido paisajístico, sugestión de la unidad primordial de todas las cosas; materia generalizada; afirmación y estima de lo terreno; (...) campo de batalla, jardín; terreno de juego; destino de lo efímero... y tantas y tantas ideas que fueron desfilando una tras otra como las cerezas que sacamos de un cesto. Y tantas y tantas cosas que parecía que me emparentasen con orgullo a filosofías y sabidurías tan queridas para mí." 



 La escritura artística de Tàpies está basada en símbolos y signos ideados por él mismo. En su obra aparecen jeroglíficos, números, letras, garabatos, cruces o partes del cuerpo humano. 

El trabajo de Tàpies es sensorial, afecta a todos los sentidos. Se le considera el padre del informalismo: cuando el artista se abandona a lo imprevisto y al azar. Cirici Pellicer nos ayuda a identificar sus símbolos y signos: 
"Encontramos en la obra de Tàpies un cierto número de signos conocidos. Vemos repetidamente, en la organización general de sus obras, el negro contrapuesto al blanco por contraste forma/fondo o por simetría de dos campos vecinos. Se equilibran como el blanco y el negro en el símbolo taoísta de los yang/ying o en el símbolo alquímico de los solve/coagula, que expresan el ciclo continuo de la espiritualización y rematerialización.
Se organiza alguna pieza a base de una forma general en T, que coincide con la simbología de la cruz, señal mítica de la Ley de todas las leyes, Anima Mundi. Hay alguna otra a base de una forma general en X, formada por el ángulo de vértice yusero, símbolo de la feminidad, y el ángulo de vértice soberano, símbolo de la virilidad, que se encuentran en un Axis Mundi, eje central que permite confundir esa estructura con el ideograma de la figura de un hombre con brazos y piernas separados. Otras tienen estructura crucial, que recuerda la asimilación de la tierra con los puntos cardinales, que determinan los cuatro brazos. Algunas están dominadas por el arco extendido, símbolo de la existencia. Otras se encuentran cruzadas por la Y, señal convencional de la ambigüedad de las bifurcaciones. En las formas parciales hay símbolos aritméticos, como el + y el -, los calderones o signos de respiro, utilizados entre compases musicales o párrafos escritos. Está el cartucho de los nombres faraónicos. Está el triángulo alquímico que une el Sulfuro, el Mercurio y la Sal, como si fuesen el cuerpo, el alma y el espíritu del hombre, los principios de los Sunyat, Maya y Prana del hinduismo o los conceptos trinitarios del Cristianismo. Está el cuadrángulo, sede estable de la sabiduría, opuesto al círculo, sede inestable del azar y de la Fortuna. Están los trigramas o digramas taoístas, hechos de líneas continuas (yang) o discontinuas (ying), que pueden componer las ideas del cielo, el viento, el agua, la montaña, la tierra, el relámpago, el fuego, el caballo, las aguas del lago y, por supuesto, los estados del espíritu humano que a ellos se asemejan." 



En los 60 y 70 es cuando Tàpies empieza a trabajar como un alquimista. Fascinado e influido por la filosofía Zen, se dedica a trasnformar los materiales perecederos y cotidianos insuflándolos una nueva vida en un momento en el que el arte Povera se extiende por Europa y los artistas estadounidenses se vuelcan ante el arte conceptual.


Tàpies. Comunicació sobre el mur (1992). Catálogo. Barcelona. Fundación Antoni Tàpies.
Tàpies, A. (1970), La pràctica de l'art. Barcelona. Ariel.
Cirici Pellicer, A. (1980), "Antoni Tàpies o el arte del mundo no dicho", en Tàpies, obra recent. Catálogo. Galería Maeght. Barcelona. Enero-Marzo 1981.

jueves, 2 de febrero de 2012

La Lechuza Ciega

de  Sadeq Hedayat


Densa e intensa obra de carácter alucinatorio y surrealista que ahonda en una pasión amorosa obsesiva.

Dividida en dos partes, en la primera tenemos el relato de una pesadilla fuera del tiempo, con la figura de una mujer inasible y magnética que absorbe todo el ser del narrador. En esta parte se concitan imágenes y apariciones oníricas. En la segunda se reproduce de nuevo un relato de pasión amorosa enfermiza pero de corte más costumbrista; aunque surgen aquí y allá detalles, frases, y personajes repetidos de la primera parte que nos sumen en el magma de un inconsciente común. 

El paralelismo entre las dos partes de la obra es evidente. Al principio de cada una se habla de la distancia del autor con la realidad y los hombres. Escribe para su sombra.
"Pues el hecho de vivir me ha revelado el abismo que me separa de los demás; he comprendido que, mientras sea posible, debo callarme y guardarme lo que pienso. Si me he decidido a escribir ahora es sólo para que me conozca mi sombra -mi sombra que se inclina en la pared y que parece leer con avidez las líneas que voy trazando-" p.10

"Quiero exprimir mi vida entera como se exprime un racimo de uvas, echar gota a gota el zumo, no, el vino, como el agua del viático, en la reseca garganta de mi sombra". p. 47
Aunque no es un reflejo mimético, la ilación entre las imágenes  y palabras que se repiten en una y otra parte producen una fascinación macabra. El paisaje siempre es alucinatorio. La mujer que en la primera acude a sus brazos para morir, en la segunda huye de su  abrazo, se convierte en "la zorra", objeto de un amor obsesivo, pero igualmente inaccesible. Eros y Tánatos se citan en una relación tortuosa. No es extraño que André Breton fuera un apasionado de esta obra. 


El objeto de la obra parece claro: 
"La agitación, el tumulto, los espectáculos fruto de la existencia de la chusma, creada tanto en lo físico como en lo moral a partir de un modelo uniforme, todo me parecía insólito y carente de significado. Desde que estaba en cama, me había despertado a un mundo tan extraño que no me interesaba, el de la chusma. Lo que yo llevaba en mí era un universo misterioso y me sentía obligado a explorarlo con minucia"  p.66

Un viejo con turbante y bufanda sentado ante una joven vestida con seda negra y mechones en las sienes que le ofrece unas flores. Esta imagen se convierte en arquetípica. Es entrevista a través de un tragaluz, reproducida en sus trabajos con el cuero y se repite en un jarrón de vidrio que le regala un viejo sepulturero. También unas monedas -siempre dos krans y un abasí- y una canción entonada por un grupo de soldados van apareciendo intermitentemente, produciendo una especie de vértigo entre la vigilia y la pesadilla.



Lo más valioso es cómo crea un paisaje interior delirante que trasciende las paredes del cuarto y de la noche reverberando entre los vapores del opio. Es fascinante el modo en que consigue un laberinto colocando en el texto el mismo objeto o la misma expresión sin que sepas en qué nivel de su conciencia se produce.
"¿Podrá comprenderse algún día el misterio de esos accidentes metafísicos, de esos reflejos de la sombra del alma que sólo se perciben en la semiinconsciencia que separa el sueño de la vigilia?" p. 9
Dos pasiones denodadas afloran en la novela. La del amor:
"La chispa de mi vida se perdió en la profundidad de esas brillantes pupilas de misteriosa expresión . Ese fascinante espejo absorbió todo mi ser y me arrastró hasta esas regiones en que el pensamiento humano pierde todo poder". p. 15
Y la superioridad sobre la chusma y la uniformidad:
"Comprendo ahora que me había convertido en un semidiós muy por encima de las mezquinas necesidades de los hombres. Sentía que la eternidad manaba en mi interior ¿Qué es la eternidad? p. 11

"Sólo escribo para mi sombra", dice al inicio. Se trata de una claudicación. La lechuza es un símbolo de la sabiduría. Pero en su caso está ciega. La desesperación extrema le lleva a la indiferencia. En este sentido, el desinterés total le hace poderoso, como los indiferentes dioses. Y así puede afrontar el trágico final.
"Mi sombra era más real que mi cuerpo. Me pareció que el viejo chamarilero, el carnicero o la Tata y la zorra de mi mujer no eran sino otras tantas sombras mías. Sombras cuyo corro me tenían prisionero. Y yo parecía una lechuza pero los lamentos se me quedaban en la garganta y los escupía en forma de coágulos de sangre. Tal vez la lechuza padece una enfermedad que le inspira ideas semejantes a las mías. Mi sombra en la pared era exactamente la de una lechuza." p. 112

P.D. Parece ser que existe una leyenda referida a la tumba de Hedayat, situada en el cementerio parisino de Père-Lachaise. Sobre la lápida hay colocada una pirámide negra con una lechuza labrada en su superficie. Según parece todas las noches se congregan allí numerosos gatos que no dejan de maullar.