miércoles, 21 de diciembre de 2011

CRIPTONOMICÓN - de Neal Stephenson










La biblia de la Criptografía.-



Contraportada:     En 1942, Lawrence Waterhouse, genio matemático y joven capitán de la marina estadounidense, recibe la orden de colaborar con Bobby Shaftoe en una misión secreta que consiste en descifrar los códigos de las potencias del Eje y evitar que los nazis descubran que la Inteligencia aliada ha interpretado su mítico código Enigma. Sesenta años más tarde, Randy Waterhouse, brillante criptohacker, proyecta la creación en el sureste asiático de un paraíso de datos que ha de convertirse en el mayor exponente de la libertad informática: la Cripta. Cuando los gobiernos y las multinacionales atacan este proyecto, Randy se alía con Amy, la nieta de Shaftoe, para intentar rescatar un submarino nazi que contiene la clave para mantener a flote el sueño de la Cripta. Su estratagema pronto saca a la luz una gigantesca conspiración y un código indescifrable llamado Aretusa.

Descomunal y amenísima novela que aunque afiliada al ámbito de la Ciencia Ficción, con Premio Locus incluido, nos relata varias sagas familiares que discurren por los últimos 60 años del siglo XX . Son cuatro novelas de aventuras en el sentido más gozoso de la palabra: 
En primer lugar la historia de Lawrence Waterhouse un genio matemático (ficticio) que coincide en Princeton antes de la 2ª Guerra Mundial con otros genios como Randall (de procedencia alemana y luego absorbido por los nazis) y con Türing (criptógrafo real inventor de la máquina Türing y que luchó para descifrar los códigos nazis  y la máquina Enigma). Otro hilo narrativo sigue al sargento Saftoe también en la guerra pero en primera línea. La tercera trama tiene que ver con la historia del nieto de Waterhouse, experto hacker de los noventa, presente en el despegue mundial de Internet y que pretende enriquecerse con sus compañeros creando la Cripta: un lugar que físicamente está cerca de Filipinas, donde convergen varios de los cables submarinos transoceánicos de comunicaciones. Y finalmente la historia de Dengo, teniente ingeniero japonés que después de mil calamidades durante la guerra, acaba dirigiendo la construcción de una gigantesca cripta bajo una montaña en Filipinas donde el Imperio del Sol pretende esconder todo el oro rapiñado a largo de la guerra.
Todo ello con el concurso de secundarios de lujo como el enigmático Enoch Root, misterioso misionero de la Societas Erudotorum.

La Ciencia Ficción de esta novela es una pátina muy leve, pues los aspectos tecnológicos que trata prácticamente son contemporáneos: computación, criptografía, ingeniería, telecomunicaciones y nociones de matemáticas avanzadas. 
La trama asume la complejidad de hacer avanzar en paralelo todos los hilos narrativos y además en distintos momentos históricos. 

La habilidad del autor ha sido aderezarlo todo para conseguir un thriller de intriga y ritmo arrollador. Sin olvidar que en la narración se utilizan fórmulas expresivas que acentúan la riqueza de una novela ya de por sí fecunda: el diálogo vivaz y jocoso, el proceso mental, la explicación científica de un procedimiento, el relato psicodélico de una realidad compleja. Hay que destacar el desparpajo y la ironía con que está narrada, logrando capítulos magistrales e incluso algunos de una intensa hilaridad.

En uno de ellos se describe una reunión de inversores para la Cripta de Datos, en términos netamente fisiológicos: masas de grasa y músculo, metros y metros de intestinos de olores nauseabundos, máquinas de procesar alimentos con salidas de gases y excrementos, etc.)
En otro se relata el viaje en un jeep hacia la selva en busca de oro y un camión de cerdos impide el paso. El escatológico relato de este adelantamiento bien puede parangonarse con la batalla de Don Quijote y los pastores en su hilarante resolución. 
También resulta muy peculiar la escena en que Lawrence toca el órgano con desatada intensidad, pensando al mismo tiempo en cómo descifrar códigos y en acostarse con su novia.
O la forma en que los descendientes del viejo Waterhouse–todos científicos- deciden repartirse los bienes heredados: imaginando en el patio un eje de abcisas y coordenadas donde colocar todas las pertenencias según su posición relativa a dos valores,  “el sentimental” y “el económico”. 
O el aterrizaje de Waterhouse en Londres en plena guerra y el relato nos introduce  en su proceso mental, viendo la realidad a través de los ojos de un genio matemático, apreciando estructuras y teoremas detrás de cada circunstancia por banal que sea: si todo el mundo llevase una bombilla verde encima de la cabeza y se registrasen los datos de altura sobre el suelo cuando las personas suben y bajan aceras….Con todos estos datos se podría dibujar el mapa callejero de Londres (¡!). 
O la explicación de la influencia del flujo del semen y su periodicidad en la capacidad intelectiva del propio Waterhouse descrita con diagramas y teoremas..

En fin, la riqueza expresiva, la viveza intelectual de sus personajes, la sugestiva invención de tramas y situaciones hacen de esta novela un hito memorable.

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